jueves, 1 de julio de 2010

NACIONALISMO CATALAN. UNA GRAN FARSA (IV)


Autor: Michel Braveheart
Depósito Legal: PM-1405-2002

¿ CATALUÑA ANTIGUO ESTADO ?

Si ya como hemos visto en el capítulo anterior, al nombre de Cataluña no se le puede dar una antigüedad milenaria, mucho menos se la podemos dar a lo que los nacional - catalanistas llaman "l'estat català" (el estado catalán), y que los historiadores románticos avalan con frases como:

“... con la federal unión que luego se ha de realizar entre Cataluña y otra nación o estado vecino...” (en clara alusión al reino de Aragón, pero despreciando nombrarlo) (1).

“... Reconocidos y jurados sólo como condes, esto es, en Cataluña, Rossellón...”

“...de Cataluña, Rossellón, Urgel y otros condados...".

Lo cual no concuerda ni por asomo con la realidad histórica fehaciente. Siendo ésta, que hasta don Jaime I de Aragón, de Mallorca, de Valencia, Conde de Barcelona y Señor de Monpelier, (s. XIII) no se delimitó oficialmente el territorio de lo que hoy conocemos con el nombre de Cataluña. Pues sólo él logró que los tres condados de la Marca Hispánica que aún permanecían independientes en esa época: Ampúrias, Urgel y Pallars Sobirá, se declararan vasallos del reino de Aragón. Por lo que únicamente y solamente a partir de Jaime I se puede hablar de Cataluña como unidad territorial, nunca antes. También contribuyó grandemente el trueque que hizo con San Luís rey de Francia, mediante el Tratado de Corbeil en 1258, en donde ambos reyes intercambiaron el dominio de territorios a ambos lados de los Pirineos. Es decir, que por este tratado el rey de Francia renunciaba al dominio que tenía desde Carlo Magno sobre los condados de la Marca Hispánica, y Jaime I renunciaba al dominio que tenía sobre otros condados transpirenaicos, exceptuando a Monpelier.

Y si bien no se puede hablar del nombre de Cataluña hasta el siglo XII y gracias a una metátesis que posteriormente con Jaime I tomó cuerpo físico, no podemos hablar de Cataluña políticamente, hasta el 1521; por cuanto no fue hasta este año, concretamente el 10 de Abril de 1521, en que se nombró el primer Virrey de Cataluña, Rosellón y Cerdaña, en la persona del Ilustrísimo señor Arzobispo de Tarragona, D. Pedro Folch de Cardona.

Significativo nombramiento éste, por el mazazo que supone a las teorías catalano – nacionalistas, que a los condados de Rossellón y Cerdaña los consideran como la Cataluña norte, pero que, como vemos, nunca se ha tenido consciencia ni constancia, de que el Rossellón y la Cerdaña fuesen parte integrante de Cataluña ( y sin embargo, de la otra consideración es como lo enseñan en los colegios y
1.- Historia Crítica de Cataluña. Antonio de Bofarull. 1876.
Universidades) . También consideran parte integrante de Cataluña a Baleares y Valencia, territorios a los que ellos denominan Cataluña Sur y Cataluña Insular respectivamente, pero que sin embargo reinos eran antes de la conquista de Jaime I y reinos continuaron siendo después; y así hasta el siglo XIX. Es decir, que políticamente fueron estados siglos antes que se delimitasen las fronteras de la comarca aragonesa de Cataluña. Y si nos paramos un segundo en la historia de Baleares, las encontramos ya como estado, (gracias a ser un archipiélago) en época Fenicia, Griega, y Romana. Por lo que, afirmaciones nacional - catalanistas como que Baleares ha sido siempre territorio catalán, carecen de total fundamento.

Pero sigamos con la pretendida antigüedad de un supuesto estado denominado Cataluña.

La creación de un estado, ya sea Imperio, Reino, Ducado, Marquesado, Condado, etc. lleva implícitamente, el nombra-miento de quien va a regirlo, es decir, se nombra siempre, salvo que el título sea honorífico, un Emperador, un Rey, un Duque, un Marqués o un Conde. Y tal y como podemos comprobar, ya desde su delimitador territorial, D. Jaime I (9º rey de Aragón y 15º Conde de Barcelona), no se creó ningún título de nobleza que llevase el nombre de Cataluña, ni él mismo, que hubiese podido crear el reino de Cataluña e intitularse rey, lo hizo, ya que sus títulos fueron: Rey de Aragón, rey de Mallorca, rey de Valencia, Conde de Barcelona y Señor de Monpelier. (quien fijó los límites de Cataluña en 1241, después de conseguir que los condados independientes de Ampurias, Urgel y Pallars Sobirá, se declararan feudatarios del de Barcelona, el cual era suyo en propiedad, por herencia paterna). Tampoco lo hicieron ninguno de sus sucesores, Pedro III, Alfonso III, Juan I, Pedro IV, etc.

Sin embargo, nos encontramos con que en todo el orbe cultural procatalanista, es decir, colegios públicos y privados, Institutos y Universidades, dependientes de la Generalidad Catalana, de la Generalidad Valenciana, y de los Consejos Insulares de Baleares, apoyadas por el Poder Político nacional - catalanista, todos ellos sostenidos económica y moralmente por el poder fáctico (el gran capital y la Iglesia, aunque a ésta no se la puede tomar muy en cuenta, porque siempre se sitúa al lado del que ostenta el poder político. Pues antes estaba fanáticamente al lado del General Franco y ahora lo está al lado del nacional-catalanismo.), hacen estudiar y por consiguiente aprender como verdad irrefutable, que Cataluña fue un estado, un reino. Nombrando por ejemplo, a todos los reyes de Aragón como reyes también de Cataluña, de la siguiente manera:

“...Itinerario del rey Alfonso I de Cataluña y II de Aragón...” (1)

“...consejero de Pedro III de Cataluña...”. (2)

“...juró obediencia a Alfonso III de Cataluña...” (2)

(Aberraciones históricas una detrás de otra, que se publican impunemente con el beneplácito del Ministerio de Cultura de España, la Real Academia de la Historia y todas las Universidades españolas; ya que: quien calla, otorga).

Veamos pues qué es un estado. Se entiende por estado o nación, la porción de tierra dentro de cuyo perímetro reside una población cuya mayoría tiene una misma cultura, lengua e historia, que se autogobierna con sus propias instituciones políticas las cuales son totalmente independientes, y que está así reconocida por otras naciones.

Así pues, tenemos, que no podemos considerar la existencia del estado español, hasta que no se unieron políticamente las coronas de Castilla y Aragón; pues antes, cada Corona tenía distinto gobierno y distinta historia socio - política, e incluso hubo varios enfrentamientos entre ellas; aunque, eso sí, compartían elementos de una misma cultura: lenguas romances y religión cristiana. Aunque también debemos especificar aquí, que desde la época de los romanos, a toda la península Ibérica se la consideró y llamó como Hispania. De hecho, en siglos muy posteriores a la dominación romana, vemos en un documento del año 906 (3), como Alfonso III se intituló “Hispaniae Rex”. Posteriormente, tras la conquista de Toledo en el 1.085, Alfonso VI se tituló “Imperator totius Hispaniae”. Lo mismo hace Alfonso VII tras su coronación en León en el 1.135, declarándosele vasallos suyos, los reyes de Navarra y de Aragón, y el Conde de Barcelona D. Ramón Berenguer IV. (Una prueba más de que el condado de Barcelona no era totalmente independiente).

Como podemos ver, tanto en este siglo como en los venideros, el nombre de España era sinónimo de península Ibérica, sin que ello comportara la existencia de un estado español. Cosa que podemos confirmar, por ejemplo, en la propia Crónica que escribió D. Jaime I de Aragón, Mallorca y Valencia:

“...nuestro padre el rey Pedro fue el rey más franco de cuantos hubo en España...”.

Y en la misma Crónica hablando del noble catalán D. Guillem de Cervera, dice D. Jaime I: “...era de los más sabios hombres de España...”.

En la Crónica de Bernat Desclot, éste nos relata en el capítulo ocho, cómo en un viaje del Conde de Barcelona a Alemania, se presenta éste al Emperador diciendo: “... Señor, yo soy un caballero de España...”.

En otro pasaje, al presentarse ante la Emperatriz dice:
“... yo soy un Conde de España al que llaman Conde de Barcelona”.

En otro, el cronista nos hace saber que el Emperador, al dirigirse a su séquito les revela que: “... han venido dos caballeros de España ...”
De igual forma tampoco podemos considerar un estado italiano ni un idioma italiano, antes de la revolución de Garibaldi (s. XIX), aunque se hable de Italia territorialmente.

Por todo ello, tampoco podemos considerar a Cataluña como un estado, ni antes ni ahora. Pero por contra, sí fueron estados: Baleares, Valencia, Galicia, Castilla, Aragón, Granada, León, Murcia y Navarra como reinos y Asturias y Girona como principados. El primero, con el nombre de Estado Balear, desde época fenicia hasta la invasión árabe s. X, y luego con el nombre de reino de Mallorca hasta el s. XIX, como podemos comprobar.