viernes, 11 de julio de 2014

EL LÉXICO GAY VALENCIANO



Ricardo García Moya
Diario de Valencia 20 de Enero de 2002

La normalización catalana, omnímoda, afecta a todos los campos semánticos, incluido el sexual. El IEC acomoda, re­tuerce o elimina vocablos como “bujarró”, que últimamente se ha esfumado del diccionario del Institut d’Estudis Cata­lans (ed. 1995); aunque en idio­ma valenciano sigue vigente desde su aparición a fines del XV y en la prosa renacentista “bujarrons ni putos” (Breu relació de la Germania, 1519). La supresión es producto de la finor que impera en el IEC, y que ha motivado que al pene lo llamen penis y al culto “culte”, huyendo del ancestral valen­ciano “cult” por su homofonía con “cul”. Estas moralizacio­nes morfológicas son reveren­ciadas por la progresía de boga­vante, Saó y Vega Sicilia.
No obstante, los catalanes “Grup Cristiá del col-lectiu Lambda”, el "Centre Associa­tiu de Gais” y sus clónicos va­lencianos muestran cierta re­ticencia a adoptar los perti­nentes sustantivos y adjetivos catalanes. Así, al valenciano “bujarró” corresponde “bu­gre” en catalán culto y progre­sista, aunque si algún idem vi­sita Asturias leerá cosas como “bugre da Fonte de Mato”, y no es que nos avisen que tras la fuente está un bugre cata­lán preparado para darnos alegría mientras bebemos. El bugre asturiano es un sabroso crustáceo al que suelen cocer vivo.
El léxico alusivo a la homose­xualidad -sea en valenciano, castellano o catalán-, es bur­lesco e hiriente. La sociedad in­tentaba aniquilar al diferente, bien con la cremación (apro­vechando las cenizas para fab­ricar pólvora, como hacían en Barcelona) o la marginación. El poeta valenciano Gilabert, en el sangrante "Mandado” a Gil Ro­bles, no halla adjetivo más duro que tildarle de homosexual: “Su estupidez de carne de cebo­lla / su ensotanada hiel, su alma de ajo / y su cara de culo y de gargajo / han de ser más quema­dos que fue Troya./ Vete, mari­conazo, se te ha visto / bajo los pantalones el roquete / y bajo la mirada el ano hambriento”. Son imprecaciones donde la es­pontaneidad del poeta republi­cano desvela el ancestral odio al “mariconazo”. Por algo García Lorca huía de Miguel Hernán­dez Gilabert, y cuando éste se reunía con Aleixandre no acud­ía el granadino. Eran tiempos crueles, Miguel Hernández no ayudó a Muñoz Seca en su cal­vario, y los catalaneros fran­quistas (Fuster, Riquer y com­pañía) tampoco movieron un dedo cuando Miguel Hernán­dez agonizaba en la cárcel de Alicante.
Volviendo al tema observa­mos que “maricó” también ha desaparecido del diccionario del lEC. Los filólogos Satué, Cahner y Gulsoy -expertos en la materia- descubrieron que “maricó” era “répugnant cas­tellanisme”, y advirtieron que la palabra catalana equivalen­te al castellano maricón es “culer” (DECLLC, 1993) Bue­no, ¡ejem!, en fin, esto... ¿cómo les diría yo? El caso es que el diccionario del IEC (ed.1995) enseña a los inmersores que “culer (sic) es el soci o sim­patitzant del Futbol Club Bar­celona”. En idioma valenciano poseemos la voz “maricó” y sus derivados: mariconet, mari­coneta, mariconaes..., sin con­tar los complementos: “maricó de convent, de placha, de cara de conill...”. La primera docu­mentación de maricón se debe a Torres Naharro, extremeño que escribía en “latín e italia­no, castellano y valenciano” (Propalladia, Nápoles,1517). Escrig consideraba arraigada la voz “maricó” y, como equiva­lente semántico de mujer, en valenciano también se usaba mariquita, siempre con el ma­tiz despectivo de la incompren­sión social. El cotilla Martí Ga­dea recordaba a “María Vicen­ta”, que en “el any 1856 se vea por los carrers de Valencia, tipo ridícul d’este sobrenom, que no era més qu’un mariquita, fent figures, estovantse com un ti­tot quant pasava per les boti­gues y els depenents eixien a les portes a requebrarlo y tirar­li flors” (Tipos, 1908).
Hablando de flores, mi ma­dre -que era más educada que servidor- usaba en ocasiones el adjetivo “manflorita” como eu­femismo, siendo voz del idioma valenciano que también se aplicaba al amanerado de ges­tos o excesivamente preocupa­do por la vestimenta. En “El agüelo Cuc”, zarzuela en len­gua valenciana estrenada en 1877, Balader y Escalante cali­fican como “monflorita” a Simonet, un joven que está hi­lando pacientemente: “¿Quí es eixe infelís corder? / Simonet el monflorita”. Hay palabras va­lencianas similares, cargadas de agudeza malvada y graciosa del vulgo, como “monquilí”, que no alude al sexo, sino al que lleva prendas ridículas o que le sientan mal: “eixe va a la monquilí” (En tiempos de penuria, el joven que había cre­cido y seguía usando un panta­lón que le quedaba corto, “ana­va a la monquilí”).
Aquel “María Vicenta”, que se contorneaba por las calles de Valencia en el siglo XlX, sería actualmente un “sarasa”. Voz de étimo árabe y polisémica, lo mismo aludía a mujeres de mal vivir que a ciertos vestidos confeccionados con delicada tela de algodón, cualidad que explica la traslación semántica: “un ves­tit de sarasa” (Cansó de la siga­rrera, Valencia, h.1850). Otro adjetivo valenciano que no he­ría susceptibilidades era “afe­minat”, prohibido en el 2002 por los comisarios lingüísticos enquistados en Canal 9 y la En­señanza; aunque nosotros no tenemos que obedecer a estas fuerzas de ocupación. Cuando algún colaboracionista catala­nero se burle de usted por usar “afeminat”, contéstele que Jaume Roig lo usaba en 1460: “bastant, malvat, afeminat” (Espill), y Joan Esteve: “home­ns afeminats” (Liber, a.1472), lo mismo que Mulet: ”si yo fora afeminat” (Poesies a Maciana, h.1645). O Escrig “afeminat, afeminadet” (Dicc.1871) En su cangrejera manera de defender nuestras señas de identidad, el doctor Tarancón y sus coman­dos han anatematizado el ad­jetivo valenciano “afeminat”, imponiendo el catalán “efemi­nat”. Por algo el gótico Hauf -virilmente ¿eh?-, lanza floreci­tas a San Zaplana (“El Temps”, 31-XII-01. p.16)

Como es lógico, también el léxico sexual mantiene fronte­ra en el Cenia. Al tridente gay catalán: bugre, culer i efemi­nat, el idioma valenciano opo­ne un abanico de sugerentes voces clásicas y modernas: ma­ricó, maniconet, bujarró, afem­inat, afeminadet, sarasa, sara­seta, monflorita, maríavicenta, de matamorta, sin contar las compartidas con lenguas her­manas: sodomita, homosexual, puto, etc. Esta riqueza debe ser incorporada por los combativos grupos catalaneros gays, si son coherentes con sus postulados. Así, cuando desfilan con cuatro barras y pidiendo la catalaniza­ción de los valencianos, debier­an dar ejemplo y exhibir pan­cartas en culto catalán del Principado, sin eufemismos ni ambigüedades, por ejemplo: “Grup cristiá de cultes culers Ramon Llull”, “Cèrcol de bugres de progrés Monestir de Montserrat”, “Cenacle efemi­nat de nois escriptors Enric Va­lor”, etc. En fin, son admira­bles Oscar Wilde o García Lor­ca; pero es patético ver a un va­lenciano -de cualquier tenden­cia sexual- arrastrándose tras el catalanismo.

EL LEXIC PROSCRIT

Autor: Desconocido

En el següent apartat enunciarem alguns eixemples (sustantius, articuls, verps, adjectius calificatius, demostratius, adverbis, preposicions, etc.) proscrits pels catalanistes en la seua tarea de "normalisacio llingüistica", es a dir, en la seua tarea de sustitucio de la llengua valenciana per la catalana.
1.- SUSTANTIUS:
GINER
Nom del primer mes de l'any. Des de ben pronte apareix en la lliteratura classica valenciana. Es un terme molt viu i molt generalisat en tot el territori valencià.
No obstant l'intent pancatalaniste de "soterrar-lo" es mes que evident: el sustituixen per "gener", variant catala de la que no trobem cap vestigi en la llengua valenciana.
Els classics ho deixen ben clar:
-"Del mes de giner any mil que corria" (Passi Cobles, 152. Segle XV. Bernat Fenollar y Pere Martineç )
-"No'ls plau caliu en lo giner" (Spill -A-, 529. Jaume Roig)
-"En lo giner, de mati" (Spill -A- 2210. Jaume Roig)
-"Començada a II de giner de l´any MCCCCLC" (Tirant -C-, dedic., 33. 1490 Joanot Martorell)
SERVICI
L'etimologia llatina SERVITIU dona com resultat les forme servei (ant. servey) i servici (forma mes culta i proxima a l'etimologia.
En principi, estes dos formes conviuen i apreixen indistintament en els texts antics.
La forma servici ya la trobem en els primers moments de la configuracio del romanç valencià.
El "Diccionari catala-valencià-balear" dona noticia d'un document del sigle XI en el qual ya apareix la forma servici.
Tambe es usat este teme en la "Cronica del Rei JaumeI".
Del seu prodomini sobre l'atra variant no hi ha dubte, inclus en els texts del sigle XIV, com en el cas del "llibre del Consolat de Mar": "a servici de la nau" (c167) , "ni per atre servici" (c178). Entre els escritors del sigle XIV tambe es pot constatar l'us d'esta variant, especialment en Antoni Canals.
En el sigle XV, epoca de gran esplendor lliterari, el trobem constantment en els seus texts classics.
-"Al servici de aquella" (Vita Christi, -A-, 212. Isabel de Villena)
-"Ocupada en lo servici divinal" (Ibid., 216)
-"Al servici seu" (Ibid, 216)
-"Ella´ls feu destres en fer servici" (Spill -AV-164, 31. Jaume Roig)
-"Servici" (Liber Eleg., 319. Joan Esteve)
1.2 Caracterisats pel sufix -ea
1.3 Portadors de "n" adventicia i no etimoligica

1.4 Sustantius que fan el plural en "-ns"

EL HIMNO A VALENCIA


Por: Ricardo de la Cierva
Después del desastre español en ultramar, el año 1898, el regionalismo que ya proliferaba en Cataluña se había trans­formado profundamente en nacionalismo, y los brotes na­cionalistas anteriores -que habían surgido hacía décadas con un fuerte componente cultural- evolucionaban, a su vez, hacia el autonomismo radical, e incluso el separatis­mo. En 1907 el organizador y alma del catalanismo, Enrique Prat de la Riba, creaba el Institut d'Estudis Catalans, que pronto demostró una actitud expansiva, a la que veni­mos llamando pancatalanismo. Poco después, en 1911, Prat de la Riba instaura una tercera sección del Institut, la filo­lógica, cuyo objetivo es la normalización de la lengua cata­lana. Esta palabra, que ha llegado a nuestros días con tin­tes casi mágicos, significaba al principio la unificación v modernización de la lengua de Cataluña, relativamente dis­persa en varias modalidades, entre las que destacan dos principales: el catalán de la costa u oriental, hablado so­bre todo en Barcelona, y el catalán interior u occidental, utilizado en las comarcas y zonas interiores. Hoy día, con­seguida esta primera normalización, el término ha adqui­rdo un significado más agresivo; que consiste no sólo en la equiparación del catalán y el castellano en el principa­do -la tesis famosa del bilingüismo-, sino, prácticamen­te en la primacía absoluta del catalán sobre el castellano, aunque tal finalidad sea antihistórica, inconveniente para los catalanes (a los que insensiblemente se les privaría de una lengua universal en beneficio de otra respetabilísima pero particular) y en el fondo, aunque aparentemente se _guarden las formas, anticonstitucional, porque de hecho se arrincona y se expulsa al castellano. Se encargó al prin­cipio de esta normalización el filólogo mallorquín mosén Alcover. De momento no se notaban desviaciones Culturales en el valencianismo, cuyos postulados avanzaban en el pueblo; el 22 de mayo de 1909 se estrenaba, ante el rey Alfonso XIII, el maravilloso Himno a Valencia, con motivo de la Exposición, pero con carácter perdurable. La música a del maestro Serrano (nacido en Sueca, 1873) y autor de partituras tan inolvidables como La Dolorosa y Los de Aragón; la letra fue escrita por el poeta valencianista (y luego comunista) Maximiliano Thous, y aúna admirableme~nte el doble ideal del reino en su primer verso: Per a ofrenar noves glóries a Espanya. Pese a ciertas críticas normales, el Himno a Valencia ha calado definitivamente en pueblo. Carlos Recio le ha dedicado un libro con gran poder de evocación.


EL FIN DE MILENIO Y LAS LENGUAS DE ECO

Por Ricardo García Moya

Las Provincias 27 de Noviembre de 1995


Umberto Eco se olvidó de la valenciana en su libro "La búsqueda de la lengua perfecta", y era de esperar. Las editoriales embarcadas en "La construcción de Europa" -significativo título de la colección- eran de Munich, Oxford, Roma, París...  y  Barcelona.  Los  lapsus cálami -como decir que "Ramón Llull era un catalán nacido en Mallorca" (p.55)- cometidos por el semiólogo son  inquietantes,  por lo que convendría aportar datos relacionados con la lengua valenciana y los temas que apasionan al erudito escritor.  Piensen que Umberto Eco tiene que participar en los actos del "Fin de Milenio en el Reino de Valencia" (¿se llama así?) y no estaría de más que se informara sobre nuestra personalidad para que (pensando que nos hace una gracia) no nos suelte el "ja soc aquí",  provocando cataplexia colectiva.
Todos sabemos -y Eco mejor que nadie-, que las hipótesis nacionalistas sobre idiomas florecieron en el barroco. Exaltados por el poder y envanecidos por el territorio conquistado, hubo lingüistas que caían en lo que Hegel bautizó como "astucias de la razón"; autoengaños para admitir marrullerías idiomáticas que ensalzaran la lengua propia.  La obsesión era demostrar que tal nación -la del filólogo que redactaba la tesis, por supuesto- usaba la lengua madre de todas, la de Adán.
En Inglaterra, Rowlan Jones tildaba de dialectos a todos los idiomas, menos al suyo: "La lengua inglesa es la madre de todos los dialectos y del griego." Hasta el cerebral Leibniz -que daba "más antigüedad al germánico que al arameo bíblico"- se ofuscaba por el chauvinismo. Una lengua menor, la de Amberes, era de inspiración divina según Goropius Becanus.
A Umberto Eco le hubiera encantado conocer que en el Reino de Valencia no llegamos a tales excesos, aunque la euforia barroca afectó a don Vicente Marés, retor de Chelva. No se atrevió a decir que la lengua valenciana era la del Paraíso, pero anotaba: "Es muy verosímil que Adán y Eva estuviesen en los montes de Chelva" (Marés, V.: "La fénix". Valencia 1691, p.18) .
Su hipótesis era: "La lengua valenciana es una de las que resultaron de las que quedaron de la confusión de Babilonia; contiene muchas  palabras  de  la  hebrea, otras de la griega, otras de la  latina; y otras de las mixtas, pues se hallarán  vocablos  de  la  lengua celtíbera, catalana, arábica." Razonamiento sensato, pues admite la procedencia griega y latina (incluye la hebrea por respeto a  la Biblia) de nuestro idioma; destacando  su  relación  con  lenguas menores, como la catalana. Coincidía con Cervantes al apreciar que "la lengua valenciana es breve, elegante y dulce" (p.100).
Hasta  el  más  enamorado  de nuestra lengua en el siglo XVIII, "el artiacá de Mólvedre y Catedratich  de Arts y Teología,  doctor Iván Batiste Ballester", no traspasó los límites de la exaltación razonable. Aunque Umberto Eco no lo sepa (en sus visitas a Barcelona no creo que le informe el Omniun Cultural) este personaje -doctor a los 16 años, catedrático a los 19- publicaba en 1667 el libro "Bateig del Fill y Fillol de Valencia", enarbolando bandera de guerra contra las otras lenguas europeas: "Que sia la llengua Valenciana millor que totes les de Europa, en aprés de la lengua Santa, que es la hebrea". Por cierto, en valenciano permanecía el clásico aprés (después), y en catalán ya usaban la corrupción després; contagiada luego al Reino.
Tras viajar al país de Umberto Eco, y conocer otras lenguas en Roma, Iván Batiste reitera que "la valenciana es molt suau, mes dolça"; anotando algunas reglas gramaticales, p.e.: "Se escriu en valenciá sols un L al principi, y es pronuncia com dos; tambè es deixem, y menchen les vocals al principi, al modo de la italiana". Eran las normas valencianas de 1667; distintas a las actuales como es lógico, pero independientes de las catalanas.
EI "artiacá" recuerda a los paisanos de Eco que "la llengua Valenciana es la mare de moltes poesíes, de qui ho apréngueren los de Italia". No menos deleitosa es la alabanza  al  autor  que,  cuando predica, "van al vol, millor que les del Micalet, les campanes de la Retórica; tocades no al batall (badall) de argent, si sols ab la lengua valenciana". Los predicadores riutorts, mallorquines e inmersionistas, no habían surgido todavía.
Ballester refleja la autonomía del valenciano respecto al casteIlano y el catalán. En su prosa encontramos terminaciones verbales actuales, como "atrevixen", no el "atreveixen" catalán recomendado en el Winverbs editado pór la Generalidad Valenciana para Windows. En las normas del 67,- BaIlester utiliza la ch, las terminaciones en ea y la y griega, escribiendo jagant, Ilechea, ademés, chicotet, bellea, destrea..., rechazando los castellanismos catalanes como bellesa, tan queridos por Canal 9.
¿Y saben qué hallará Umberto Eco en la biblioteca de su Universidad de Bolonia cuando busque información sobre el artiacá de Molvedre?  Encontrará la GEC, Gran Enciclopedia Catalana; regalada por el Régimen a las universidades europeas. Respecto a Batiste Ballester y la obra comentada, en el colmo de la manipulación, la GEC afirma que "hace la apología de la lengua catalana"; hasta transforman el apellido Batiste en el catalán Baptista. Umberto Eco no podrá enterarse de que el texto original  -el  de 1667- defiende la lengua valenciana, y que Batiste procuraba que "tot lo Sermó tinga paraules tan Valencianes, que ni mudantles la terminaciò, no les pugues castellanechar".
Alguien tendría que aclarar el enredo, para que Eco no sea ídem de las trastadas de la Universidad del Eje. En caso contrario nos exponemos a que el semiólogo áureo -con el mesianismo  que  despierta-,  nos amargue el Fin de Milenio en el Reino de Valencia. Por cierto, ¿qué tendrá este italiano para hacer tan atractivas sus obras? No se pierdan la última; "Interpretación  y sobreinterpretación" (Cambridge, 1995).


EL FARISEISME DE PACO CAMPS, PREDICA BLANC I FA NEGRE.


Ferrer.
3-12-2004.

“En acabant Jesus parlà a la gent i als discipuls dient-los:
-Els escribes i els fariseus s’ asenten en la catedra de Moises. Per tant, respecteu i compliu lo que ells vos diguen; pero no obreu d’ acort ab el seu comportament, perque diuen una cosa i en fan una atra”.
(Mateu 23, 1-3)
Si llegim les descripcions que Jesucrist fa dels fariseus als Evangelis, pareix que estiguera describint ni mes ni menys que al president de la Generalitat Valenciana, Paquito Camps, pecador hipocrita que se les dona de sant. Els populars subvencionen a la Fundacio Francisco Franco i es queixen del guerracivilisme de l’ esquerra, aseguren defendre la moral cristiana pero no seguixen l’ ideari catolic en materia de celules mare, de parelles d’ homosexuals o de programacio televisiva, van de lliberals pero ho volen controlar tot fins a llimits de dictadura, presumixen de valencianistes i oficialisen el catala... No es pot ficar un ciri al dimoni i un atre a Deu!

Camps va a totes les misses, liturgies i provessons, posa cara de bon catolic front a les camares, pero a l’ hora de la veritat no complix en allo de donar de beure el sedient i menjar al famolenc puix des de que ell governa, ha aumentat el numero de captadors, pobres i persones sense sostre a Valencia. I Camps res fa per ells. Presumix de valencianiste, mentix al poble quan afirma defendre l’ Idioma Valencià (puix en el fondo lo unic que defen es que els valencians parlem catala pero li diem “valencià”). Paquito, mentir es un pecat i ofen a Deu. Camps predica blanc i fa negre, fa del pecat un estil de vida i, com els fariseus, es pega colps de puny al pit.

I es que contradiccions les tenim tots, ara be contradir-se 24 hores al dia ya no es normal. I una cosa es pecar i atra fer del pecat un estil de vida. A sovint els millors cristians no son els que van a missa sino els que mostren un comportament recte i integre, els que obeixen allo de “Ama a Deu sobre totes les coses i al proxim com a tu mateix”. A sovint darrere de molts dels cristians que s’ asenten en primera fila tots els dumenges en la missa, ataviats en sas millors gales, sols hi ha voluntat d’ aparentar. De poc val adorar a Deu els dumenges i al diable el restant de la semana. ¿Camps defen la moral cristiana o la doble moral? Obres son amors i no bones raons. 

EL FALSO PARECIDO ENTRE EL IDIOMA VALENCIANO Y EL CATALAN




Autor: Desconocido

 No me sorprenden nada las reacciones al tema del valenciano / catalán, ni los argumentos que se invocan. Digamos que ya he pasado por esta discusión alguna otra vez, y sé perfectamente las teclas del piano que se han de tocar para que de repente la parte catalana enmudezca o se despida entre un rosario de insultos. Pero bueno, el asunto se ha puesto de actualidad y por una vez hasta en el resto de España se han enterado de que existe un problema (más que) lingüístico entre la Comunidad Valenciana y Cataluña, de modo que comencemos de cero en favor de quienes no sepan absolutamente nada del caso, o muy poco.
 Es habitual decir que las diferencias entre el valenciano y el catalán son más o menos las mismas que p.ej. entre el español y el mexicano. Es un argumento tan ingenioso como recurrente, ingenioso por su "plasticidad fonética" y recurrente por simplón, pero en definitiva es más falso que un euro de madera. La razón de su falsedad estriba en que tal comparanza omite el hecho capital de que ese catalán y ese valenciano tan similares son lenguas en gran parte artificiales, producto de normalizaciones forzosas. Ambas lenguas quieren sujetarse a las "Normes de Castello" de 1932 para fundirse en una sola: un valenciano catalanizado o un —válgame el cielo, cuánta arrogancia— catalán valencianizado. Lo interesante, lo productivo, sería comparar las lenguas prenormalizadas, es decir, lo que hablaba el pueblo y escribían los eruditos antes de que los políticos metieran su nariz en el pastel, o comparar las "Normes de Castello" con las "Normes d'El Puig", pero eso, naturalmente, nadie lo hace. Hacerlo implicaría romper el espejismo y admitir que Pompeu Fabra manipuló, inventó y, casi a juego con su apellido, fabricó el catalán que actualmente hablan por TV3 (el barcelonés) con el ánimo fijo en desespañolizar el catalán (entiéndase ésto bien: muchas voces catalanas, sin influencia española, eran muy similares a sus equivalentes españolas, habiendo seguido una derivación similar del romance previo; pero Pompeu Fabra hurgó en vocabularios antiquísimos o en poblachos perdidos con tal de encontrar un arcaísmo que no se pareciera al término que usualmente se hacía servir en catalán, y todo por desespañolizar el idioma hasta en las apariencias; de hecho, cuando no podía recurría a galicismos y anglicismos; es bien conocido que la sintaxis catalana y la castellana, a principios del s. XX, eran espantosamente iguales, y la gente del L'Avenç procuró disimular tal coincidencia con toda clase de artificios, como p.ej. eliminar complementos directos, omitir preposiciones y demás).

 Antes de ser el "gran reconstructor de nuestra nación" (la catalana), como ha sido llamado frecuentemente, Pompeu Fabra reconocía, sin embargo, que el valenciano moderno era otra cosa que el catalán. Fue ponerse a reconstruir la nación y parió la burra. Porque sí, introdujo cambios ortográficos (suprimió haches intercaladas y finales, cambió la conjunción y por i, suprimió el uso de los grupos tg y tj en final de palabra, excomulgó el dígrafo africado ch en beneficio de una fricativa x, adoptó las eles germinadas (l.l) como sustituto de prácticamente todas las elles (ll), prefirió amb a en, cambió en todos los sufijos -isar la s por tz, etc.); porque sí, introdujo acentos gráficos nuevos (antiguamente ni el catalán ni el valenciano se acentuaban); porque sí, hizo política con la lengua. No quería/n normalizar una o dos lenguas sino construir "uns països" que nunca han existido históricamente.

 Por lo que una normalización tiene de capricho político, todo ejercicio comparativo de ambas lenguas, tanto gramático o sintáctico como lexicográfico, ha de beber pues en fuentes anteriores. Y entonces los parecidos entre ellas, como por ensalmo, se desvanecen. ¿Ejemplos? Baste considerar que incluso tras la normalización el principal verbo de un idioma (el verbo ser) se conjuga y pronuncia de modo diferente en valenciano que en catalán, o que uno usa el verbo estar para significar "estar" (ya estic aci) y el otro, en cambio, el verbo ser para significar también "estar" (ja soc aquí); que los números se escriben y pronuncian de modo diverso (dos / dues, huit / vuit, deneu / dinou, millo / milio); que los pronombres no son iguales (mosatros, vosatros / nosaltres, vosaltres); que los artículos son distintos (este / aquest, eixe / [sin equivalente]); que muchas preposiciones no se parecen (en / amb, en / a); etc. Y eso por no entrar en el léxico, donde las discrepancias son literalmente miles. ¿De qué modo eliminar tantas evidencias secesionistas? Pues naturalmente añadiéndolas al "Gran Diccionario de la Lengua Catalana". Que es como si al diccionario de castellano añadiéramos todas las voces latinas: ¿quién podría entonces negar que el latín y el castellano son una y la misma lengua? ¿Qué, parece forzado el ejemplo? ¿Huy, joder, cómo exageras? Quien así lo piense ignora que cuando España era tan imperialista respecto del mundo como hoy es Cataluña respecto de la Comunidad Valenciana (y las Baleares), gramáticos hubo que hacían descender el latín del castellano. Luis de la Cueva, Diálogos de las cosas notables y lengua española (Sevilla, 1603):

 "Los latinos tomaron letras de los de España, y todas las palabras que son comunes a españoles y latinos, es más probable los latinos haberlas tomado de España".
 Yendo a la Historia prepompeyana, ay caray, se descubre un fenómeno lingüístico curioso: resulta que hasta la "Renaixença" (el Renacimiento catalán, mediados del s. XIX, movimiento tanto político como literario), a nadie se le había ocurrido que el catalán y el valenciano (y también el mallorquín) fueran la misma lengua. Qué va. Ningún científico había descubierto algo que "ahora" —o para ser más exactos, desde la invención del esoterismo Països Catalans por parte de la Renaixença— es tan evidente. Por el contrario, el consenso científico durante siglos había sido que las tres lenguas mencionadas procedían de una anterior, el llemosí, una especie de romance derivado a su vez del latín. El consenso científico prenormalización era también que catalán y valenciano eran lenguas distintas. Esta afirmación no era propia de mindundis iletrados o asquerosos fachas españoleros, no. La sostuvieron insignes lexicógrafos como Cabanilles o Covarrubias (que vivió tanto en Barcelona como en Valencia); escritores como Cervantes; reyes como Felipe II, que disponía de un traductor de lengua valenciana (el marqués de Denia) para los documentos oficiales. Y un sinfín de nombres más, todos anteriores a la Renaixença, o sea, anterior a la política nacionalista catalana y pancatalanista inspirada por la unificación de Italia y el pangermanismo alemán (enamorados del Reich hasta el punto de considerar que los catalanes eran arios... (sic) [L´Avenç, abril 1893, p.ej., y bastantes ejemplos más]).

 Pero ahí, en la Historia, es donde duele: que el valenciano sea, ejem, un dialecto del catalán y que haya conocido un Siglo de Oro (Joanot Martorell, Ausias March) anterior en varios centenares de años al de su madre; que sea su dialecto y que haya producido la primera biblia vernacular en España; que sea su dialecto y que el nombre esté atestiguado siglo y pico antes que el de su mamá (1362); que sea su dialecto y fuera hablado por Papas (Alejandro VI: Borja, de Gandía, más conocido por el italianizado Borgia) que recurrían a intérpretes para entender documentos catalanes; que sea su dialecto y que la primera imprenta peninsular se ubicara en Valencia, o la primera fábrica de papel en Játiva; que sea su dialecto y conociera la edición del primer diccionario bilingüe impreso de una lengua románica (Liber elegantiarum, escrit en latina et valentiana lingua, 1489); que sea su dialecto y no queramos ser parte de su imperio ficticio. O todo dolerá, sencillamente, porque el Reino de Valencia existió bastante antes que cualquier idea nebulosa de una unidad política catalana com cal.

 Me dejo mucha pólvora, antiquísima y modernísima. Puede ser entretenido, si tienen ustedes la amabilidad de evitar improperios.


EL DISCURS REDUCCIONISTA DELS UNITARISTES LLINGÜISTICS



Autor: Vicent de Valencia

Entre els partidaris de l'unitat llingüística es practica un discurs reduccionista del conflicte llingüístic valencià que es pot resumir en 3 o 4 afirmacions gratuites.

Una d'elles és la que fa referència a que l'idioma únic ("llengua catalana" per als essencialistes i "català-valencià" per als nous reformistes) es troba en "perill d'extinció" i que per tal d'evitar-ho és vital 'deixar de discutir de normatives i identitat de l'idioma'. Deixar de discutir, en la seua jerga, significa deixar de discutir el paradigma de l'unitat de la llengua i acatar els criteris de la llingüística catalana. Aixina de senzill.

Em sembla aceptable que hi haja persones que puguen opinar açò a títul individual, pero no trobe que siga este un argument convincent ni per al futur del valencià ni per a silenciar als grups socials que qüestionen els plantejaments de la llingüística oficial. Perque el futur del valencià -com el de qualsevol llengua minoritària- està condicionat per molts factors socio-llingüístics -a quí més greu- i éste seria un més en el cas que puguera tindre algun pes específic.

Pero la realitat és que este argument es vol aprofitar per a silenciar o callar els moviments -minoritaris o no- que qüestionen el discurs oficial en la llingüística valenciana actual. Yo creia que el nostre ordenament jurídic i social estava basat en la llibertat d'expressió i en la coexistència de les idees encara que foren antagòniques, pero el discurs reduccionista i teocràtic dels talibans de la llengua està per damunt del sistema democràtic i exclouen, ¡en nom de la ciencia!, qualsevol manifestació de discrepància.

Una atra variant d'este discurs reduccioniste-irracional que practiquen els unitaristes llingüistics es allò de que fomentant l'anticatalanisme i la 'secessió llingüística' anem contra la nostra herència cultural i la nostra llengua actual.

Es cert que hi ha grups anticatalanistes que defenen superficialment la llengua valenciana perque és una manera d'oposar-se al catalanisme. I és cert també que estos grups solen practicar l'intolerància intelectual. Pero el reduccionisme que practiquen els unitaristes els du a afermar que tots els qui defenen un concepte diferencial de l'idioma són anticatalanistes, ergo van contra la llengua actual.

A mi em sembla un insult. Un insult, voluntari o no, a l'inteligència de les persones. Perque ad estes altures del debat i vivint en una societat democràtica caldria ya practicar el discerniment i respectar la discrepància intelectual entre persones que han arribat a la majoria d'edat.

Una majoria dels ciutadans valencians tenen consciència de que el valencià i el català son DOS llengües distintes i independents. I eixos mateixos valencians són els qui, en número encara important, seguixen sent fidels a la llengua dels seus antepassats.

Aquells valencians que pretenen documentar i canalisar eixa consciència llingüística diferencial cap a una normativa llingüística pròpia, mereixen un respecte. I no mereixen que se'ls acuse sistemàticament per part dels testaferros de l'unitat llingüística de trencar o d'anar en contra de la llengua valenciana actual.

Una atra afirmació gratuita que es sol practicar des del catalanisme llingüístic és aquella de que defendre les formes pròpies valencianes en la llengua escrita i una codificació pròpia ens duria a fomentar la separació de la llengua valenciana en 3 o 4 idiomes (¿?). És a dir, cal defendre l'unitat llingüística i deixar les coses com estan, perque lo contrari nos du a l'anarquia i a escriure el valencià com cada u vullga.

Esta afirmació em sembla de nou un insult a l'inteligència i no té res a vore en criteris llingüístics o filològics. És una idea que es mou simplement per prejudicis i én l'intenció de descalificar i ofendre de nou als qui tenim un concepte diferencial del valencià.

Per una atra banda, l'afirmació que gratuitament es fa de que la majoria dels defensors de l'unitat "són respectuosos de les formes pròpies" és una falàcia. La majoria dels representants i els membres actius de la llingüística catalana seguixen opinant lo contrari i es resistixen a valencianisar la llengua o l'admitixen en la boca chicoteta.

L'introducció d'algunes formes valencianes en la llengua estàndar s'admet com a mal menor i com a una estratègia per a que la normativa fabriana i el model català de codificació guanye adeptes entre els valencians. Com diu el refrà, "cal canviar algunes coses per a que tot seguixca igual".


Com que la concepció centralista del model llingüístic ha fracassat (i ha fracassat en bona manera gràcies al 'blaverisme'), ara cal parlar de model llingüístic polimòrfic i alhora convergent. Es tracta de la versió actualisada del concepte abusat en el franquisme de "l'unitat dins de la diversitat". Sols que en el franquisme eixa manida frase s'utilisava per defendre un concepte anacrònic d'Espanya i ara servix per defendre 'l'unitat de destí en lo universal' de la comunitat llingüística-nacional catalana.

BIOGRAFÍA DEL CID CAMPEADOR.


Autor: Desconocido
  
Rodrigo Díaz nació en Vivar, pequeña aldea situada a 7 kilómetros de la ciudad de Burgos en 1043. Hijo de Diego Laínez, noble caballero de la Corte Castellana y de una hija de Rodrigo Alvarez. Descendiente es por línea paterna de Laín Calvo, uno de los dos Jueces de Castilla.
A los 15 años quedó huérfano de padre y se crió en la corte del rey Fernando I junto al hijo del monarca, el príncipe Sancho. Ambos crecieron juntos y trabaron buena amistad durante cinco años. También se educó en las letras y en las leyes, seguramente en el monasterio de San Pedro de Cardeña, lecciones que le servirían posteriormente para representar en pleitos al mismo monasterio y también al mismísimo Alfonso VI el cual confió al burgalés numerosas misiones diplomáticas en las que debía conocer perfectamente las leyes.
Entre los años 1063 a 1072 fue el brazo derecho de don Sancho y guerreó junto a él en Zaragoza, Coimbra, y Zamora, época en la cual fue armado primeramente caballero y también nombrado Alférez y "príncipe de la hueste" de Sancho II.
A los 23 años obtuvo el título de "Campeador" -Campidoctor- al vencer en duelo personal al alférez del reino de Navarra.
A los 24 años era conocido ya como Cidi o Mío Cid, expresión de cariño y admiración.
Con la muerte de Sancho II en el cerco de Zamora y tras la jura de Santa Gadea tomada por Rodrigo al nuevo rey castellano, Alfonso VI, la suerte del Cid cambió y su gran capacidad fue desechada por la ira y envidia del nuevo monarca.
En 1081 el Cid es desterrado por primera vez de Castilla. 300 de los mejores caballeros castellanos le acompañaron en tan difícil situación. Esta etapa duró unos 6 años los cuales fueron aprovechados por Rodrigo y sus hombres para hacer de Zaragoza su cuartel general y luchar en el Levante.
Vuelve a Burgos en 1087 pero poco duró su paz con el rey por lo que marchó de hacia Valencia donde se convirtió en el protector del rey Al-Cádir y sometió a los reyezuelos de Albarracín y Alpuente.
El almorávide Yusuf cruza en 1089 el estrecho de Gibraltar y el rey Alfonso pide ayuda al caballero castellano, pero por una mal entendido entre ambos surge una nueva rencilla entre el rey y su leal súbdito y el monarca le destierra por segunda vez en 1089.
En los diez años siguientes, la fama del Cid se acrecentó espectacularmente al contrario que el reinado del rey. En menos de un año el Cid se hizo señor de los reinos moros de Lérida, Tortosa, Valencia, Denia, Albarracín, y Alpuente.
En torno al 1093, matan a su protegido de Valencia Al-Cádir, ciudad que fue tomada por Ben Yehhaf. El Cid asedió durante 19 meses la ciudad y finalmente entró triunfal en junio de 1094.
Rodrigo se convirtió en el señor de Valencia, otorgó a la ciudad un estatuto de justicia envidiable y equilibrado, restauró la religión cristiana y al mismo tiempo renovó la mezquita de los musulmanes, acuñó moneda, se rodeó de una corte de estilo oriental con poetas tanto árabes como cristianos y gentes eminentes en el mundo de las leyes, en definitiva, organizó con grandísima maestría la vida del municipio valenciano.
Aún habría de combatir numerosas batallas, como la que el mismo año le enfrentó al emperador almorávide Mahammad, sobrino de Yusuf, el cual se presentó a las puertas de Valencia con 150.000 caballeros. La victoria fue total, tan grande fue el número de enemigos como grande fue el botín a ellos recogido.
En 1097 muere en la batalla de Consuegra su único hijo varón, Diego.

El domingo 10 de julio de 1099, muere el Cid. Toda la cristiandad lloró su muerte.

ELS CARAGOLS PUNCHOSOS DE BENICARLÓ



Ricardo García Moya
Diario de Valencia 10 de Febrero de 2002

El diario Levante, espadón del Nuevo Orden idiomático, de­nunciaba que “Agricu1tura tra­duce al español y al valenciana de la RACV el trabajo de un ins­tituto de Benicarló”. En este centro -que ostenta el nombre del manipulador Joan Coromi­nas-, se imparte catalán, como en todos los institutos del Reino. Una de las profesoras, Olga Suárez, se burlaba de la timidez traductora de la Consellería de Agricultura, al haber manteni­do la grafía catalana en "pun­xents, y no cambiar la x por la ch secesionista”. La patosa Olga Suárez oculta o ignora ciertos detalles: en primer lugar, “punxent” es un barbarismo que aparece en Cataluña en el siglo XX, según dice su admirado Co­rominas: “Punxent ha penetrat molt avui en l’us general del Principat, i jo mateix l’he usat molt des de c.1925; recordo, pe­rò, que abans em xocava” (DECLLC). Los colaboracionis­tas han introducido esta corrup­ción en el Maestrazgo, pero Olga Suárez jamás podrá exhibir ejemplos de “punxents” en len­gua valenciana, sea en clásicos o en saineteros anteriores a la prostitución idiomática. No sé qué significa en catalán “pun­xents”, pero intuyo que en idio­ma valenciano podría traducirse por “punchants, punchosos o coents”,
Olga Suárez ironiza sobre la ch secesionista, como si estuvie­ra hablando a indefensos alum­nos de ESO, pero no nos enga­ña. El vocablo “punchó” según los etimólogos que reverencia la inmersión: “Es forma de origen mozárabe... aparece en Eixime­nis que, como es sabido, vivía en Valencia y allí recibió gran influencia” (DECLLC). Genera­da en el romance valenciano, la familia léxica de “punchó, pun­char, puncha...”, se propagó pos­teriormente por la cuña valen­ciana hacia Lérida; así en el mismo párrafo, Corominas reco­noce que estas formas -cam­biando la ch por x-, se filtraban hacia el norte: “Altrament, ja llavors les formes en x (-ch-), s’estaven propagant cap al Nord”. Y también por Castilla: “la primera documentación de punchar en castellano es en el Corbacho del Arcipreste de Ta­lavera, en 1438, que se había educado en Valencia”. Así es, que diría Pocholo, el texto del Corbacho contiene valencianis­mos que, impunemente, los eti­mólogos catalanes mangan a placer. El diccionario de la Real Academia de Cultura Valencia­na (no confundir con la de As­censión), registra las voces pun­cha, punchar, punchó, puncho­net, etc.; y esto es algo que la Universidad, el diario Levante y los espíritus sensibles como Olga Suárez o Rita Barberá no pueden admitir. Si el Institut d’Estudis Catalans y los comisa­rios lingüísticos de Tarancón prohíben la “ch secesionista” ¿por qué insisten los cabrones blaveros? Luego se quejan de que la educada progresía califl­que a quien usa la “ch” como analfabet feixista, fanàtic d’Unió Valenciana, fill de puta secessionista, blaver de merda, botiguer inculte, cabró del GAV, etc. En fin, para facilitar la labor a los comisarios lingüísticos, he buceado en la charca y he halla­do una serie de secesionistas a los que Olga Suárez puede apli­car el insulto que le apetezca.
Al ignorar quién escribió “punchó de lletres” y “tots los punchons” en documentos va­lencianos de la monedería del 1400 (BDC,XXIV), y como no tiene morbo insultar a descono­cidos, doy una relación de textos literarios y nombres de sinies­tros secesionistas: “punchen ab una agulla” (St. Vicent: Ms.276 Sermons. h.1408); “te pots pun­char” (Roig Espill, a.1460); “no punchen los seus” (Fenollar: Procés de les olives, 1497); “aquells punchons” (Obres fetes en lahor de Sta. Catherina, 1511); “tant puncharen los de açí” (A. Cat. Val. Liber Antiqui­tatum, h. 1520); “les punches” (Pou: Thesaurus, Valencia, 1575); “les mans puncha” (Sal­zedo: Vida Hier. Simón, a. 1614, p. 194); “en tantes punches” (Fiestas Conv. del Carmen, a. 1622, p. 219); “encara punches” (Maluenda: Endeches en llen­gua valenciana, a. 1628); “pun­chá lo dimoni” (Carbó: Luces de aurora, 1665, p. 333); “argolletes y punchó” (Llibre de contes de St.Cristofol de Benasal, h.1728); “agrostis punchosa” (Cavani­lles: Obs.1797); “a grapats y punchades” (Conversacions en­tre Saro, 1820); “els puncho­nets” Roig y Civera: Un chu­che, 1873, 12); “estic en pun­ches” (Ovara: Per tres pesetes, 1881, p.6); “puncha, punchar, punchonet...” (Diccionari RACV 1997).
El sustantivo “punchó” se propagó hacia Cataluña a fines del XIV pero el verbo “pun­char” tardó algo más, pues ex­ceptuando el Corbacho, “del uso de punchar, fuera del Reino de Valencia, no parece haber do­cumentación anterior al siglo XVII” (DECLLC). También re­conocen que “puncha”, aparte de los clásicos, “está particular­mente arraigado en la toponi­mia y la botánica valencia­na”(DECLLC). Hecho evidente, aunque el todopoderoso “Servei de Normalització” catalana de la Generalidad está traducien­do a toda leche la toponimia va­lenciana al catalán, en rótulos de todo tipo (San Zaplana, como es santo y levita por el empíreo de las Regiones de Europa, está por encima de debilidades hu­manas, sean de la pilila o de la lengua valenciana).
El acojone de los traductores del texto de Benicarló también les hizo escribir “xics” con la x de la norma del IEC; así que, aunque sea un coñazo, les doy otra tanda de analfabetos que escribían “chic” con la ch sece­sionista: “fadrinetes chiques” (St. Vicent: Quart. 15.85, any 1413); “sis chiques” (Inv. Palau Real a la mort de la Reyna, a. 1458); “chiques” (Roig, Jau­me: Llibre de les dones, 1460); “chiquea, chiquet, chiqueta” (Esteve: Liber, 1472); “lo Sen­yor guarda los chiquets” (Core­lla, Roiç de: Salteri, 1490); “chi­quet” (Villena, Isabel de: Vita Christi, 1497); “chiqueta” (Pou: Thesaurus, 1575); “als chichs” (Taraqona: Inst. dels Furs, 1580); “el Pendó chiquet” (AHO. Llibre dels obrers de vila,1625); “chica exposita” (Ex­ulve: Praeclarae artis, 1643); “chiquet” (Luces de aurora. 1663); “chichs de mamella” (Ba­llester, Batiste: Ramellet, 1667); “roqueta chiqueta” (Llibre de visures de Tirig, 1680); “per a la educació dels chichs” (Archiu Hist. Oriola, L. 156, f. 102, a. 1686); “chica y chiques” (Const. Real Casa de Orfene, 1748); “els pares del chiquiniu” (Balader La capa no sempre tapa, 1876); “aquelles chiques” (Escalante: El agüelo Cuc, 1877); “Chiquet ¿vols pegar una mirá?” (Millá. El tenori de Alsabares, Elig, 1891); “chic, chicot, chiquet, chiconiu...” (RACV: Dicc.val. 1997).
En esta escaramuza de la Batalla de Valencia tenemos, por un lado, los incultos que de­fienden la ch secesionista: Jaume Roig, St. Vicent, Fenollar, Isabel de Villena, Pou, Ballester, Joan Esteve, Roiç de Corella, Exulve, Carbó, Cavanilles, Bala­der, la RACV, etc. En la trin­chera opuesta, las figuras del cientifismo chipiritifláutico: el diario Levante, el Institut d’Es­tudis Catalans, el Ribó Canut catalán de EU, la Ciscar, Gloria Marcos, Tarancón, Rita Barbe­rá, un señor que manda en el PSPV, San Zaplana y su acade­mia de Ascensión, etc.
Ustedes verán: Isabel de Vi­llena versus Tarancón; Jaume Roig versus Rita Barberá; Fenollar versus Ferranet del Levante...


EL "VOCABULARIO VALENCIANO" DEL CATALÁN ROSANES



Ricardo García Moya
Diario de Valencia 16 de Diciembre de 2001

Es falso que la castellaniza­ción de los valencianos se pro­dujera antes del XIX, salvo en el funcionariado y capas diri­gentes; el pueblo llano, en tiem­pos de Bernat y Baldoví, era incapaz de hablar correctamen­te el castellano. La implanta­ción sistemática fue iniciada hacia el 1869 por Miguel Rosa­nes, un catalán de Vic destina­do al Reino y que se propuso enseñar la lengua de Cervantes a quienes no conocían más idio­ma que el valenciano. Según Rosanes, nombrado director de la Escuela Superior de Sueca, era empresa titánica: “Es preci­so tocarlo prácticamente para formarse una idea del ímprobo trabajo que esto ocasiona. Cuando tomamos nosotros po­sesión de la escuela que dirigi­mos, no hubo entre cincuenta niños mayores de 9 años uno solo que supiese el siginificado de la palabra ceniza. Dios sabe lo que esto nos desalentó” (Ro­sanes: Miscelánea, 1864, p.78). El pedagogo catalán, tenaz, optó por publicar un “Vocabu­lario valenciano-castellano” destinado a introducir la gra­mática de Castilla en las po­blaciones en que no se habla la lengua castellana”. El manual tuvo éxito entre los maestros, usándose para la inmersión en castellano con el método de sus­tituir la voz valenciana por la castellana, táctica perfecciona­da en el 2001 por la Generali­dad, al prohibir vocablos valen­cianos e imponer los catalanes y castellanos. Entre los sustan­tivos que recoge Rosanes hay algunos tan patrimoniales co­mo “chulla” (catalán xulla), “garró” (cat. turmell), “melic” (cat. llombrígol), y “bascoll” (cat. clatell); el derivado “bas­collá” (cat. clatellada), recurso pedagógico contundente, tam­bién lo incluye Rosanes. Aparte de estos vocablos figuran otros que son idénticos en valenciano y castellano, realidad que la in­mersión rechaza sin razonar que la lengua valenciana posee tantas voces similares al cata­lán como al castellano, y que muchas de ellas surgieron en el Reino antes que en la meseta o en el condado levantino.
Así, la primera documenta­ción de bufanda en castellano es de 1782, mientras que el “bu­fanda” recogido por Rosanes estaba arraigado en el idioma va­lenciano del XVIII: “eixes bu­fandes tan fines” (Coloqui de Pepo Canelles), de donde pasa­ría al catalán. En la lista de Ro­sanes encontramos al monstrui­to regnícola “butoni”, equiva­lente al coco castellano y papu catalán. Los filólogos catalanes (los que leen país donde dice Reino), han tratado de restarle encanto y misterio al atribuirle la etimología “bu + Toni”, sin documentación que la sustente. Parece que la forma “buto” era la más antigua, pues Escrig da preferencia a butoni (1871), y también existía un juego infan­til con tal denominación: “asó es chuar al butoni” (El Mole, 1840, p. 10). Por los mismos años en que Rosanes redactaba su vocabulario en Sueca, el suecano Baldoví ofrecía en verso la sinonimia entre fantasma y butoni: “vore que les femelles / fasen també la fantasma(...) anar fentmos el butoni / a des­hora de la nit” (Pascualo y Visanteta, 1861, p.6).
Después de 1707 el idioma valenciano seguía tan vivo co­mo en el 1400, asimilando vo­ces foráneas y modelando mor­fologías propias, hasta tal punto que la lengua valenciana moderna apenas tiene parecido con el romance de 1238. Hay léxico que suponemos ancestral y no se remonta a más de dos siglos. Así, en la frase: “Chi­queta, tingau trellat y no mos trenqueu eixos butacóns”, usa­mos el sustantivo “butacóns” incorporado hacia el 1850, pro­cedente del malsonante vene­zolano “putaka”. De igual mo­do, butoni o buto pudo estar asociado al valenciano bulto, imagen humana borrosa; o po­dría emparentar con el italia­nismo. “busto” en su antigua acepción de cadáver (la genera­lización fonética y gráfica de sinyor, sinyora en el valenciano del XIX estaría vinculada al ita­liano signare, y plurales simila­res al italiano “buoni” podrían generar tras peripecias orales formas populares como buto­ni). El enmudecimiento conso­nántico también era decisivo en la creación de voces, de busto a buto pudo suceder como en el cambio morfológico y semánti­co del antiguo “tresllat” (tras­lado) al moderno “trellat” (cat. seny).
Los catalanes ambiciosos -los que llaman catalán a Sorolla en la Gran Enc. Catalana-, han conseguido que nos avergonce­mos del idioma valenciano del XIX, producto de la evolución independiente del mismo. En 1860 pudo constatar Rosanes que se mantenía la singulari­dad idiomática respetada inclu­so por Jaime I, cuando ordenó arromançar los Furs sin supe­ditarlos a ninguna lengua forá­nea. El vocabulario del aséptico Rosanes captó esta preciosa morfología valenciana: “bol chaca” (cat. butxaca); “cona de cansalá” (cat. cotna de cansala­da),y “robell” o yema de huevo (cat. rovell), cultismo que enla­za con el étimo latino “robigo”, con bilabial (Ros, 1764). Frases como “rama chiqueta que esco­mensa a arrailar” (p.46) o “Bo­rracho, choquet de chica” (p.59), erizarían pelusas de madame Parrús e incluso las de monsieur Tarancón. Junto a voces surgidas después del 1238 (butacó, arbelló, bolchaca, butoni...), el idioma valenciano que recogió Rosanes contaba con joyas mozárabes como “cuallá” (p.16), derivada del latín coagulare. Hasta los filó­logos más rateros admiten la valencianía del mozarabismo: “no tengo pruebas de que el val­enciano quallar se haya emple­ado en catalán” (Corominas, DCECH); y Gulsoy y Cahner también lo reconocen: “La gran vitalidad de quallar en Valencia se deberá al hecho de que allí haya continuado como mozara­bismo” (DECLLC,1992). No les queda más remedio que acep­tarlo ante la documentación medieval en valenciano donde aparece “quallar” y derivados. Como es sabido, por la ruta va­lenciana a Lérida fue filtrándo­se nuestro idioma, aunque Gul­soy observó que, todavía “en el siglo XVII, quallar debía ser poco conocido en el Principado” (DECLLC). Ahora ya lo cono­cen y utilizan.
Una reflexión: si del latín “coagulare” -pasando por los mozárabes “quwalyo, qalyo” de 1106- , los valencianos creamos la familia semántica de “qua­llar”: ¿qué autoridad tienen los rosanes de Ascensión -sean ma­llorquines como Hauf o fanáti­cos catalaneros como Verónica Cantó-, para impedir que siga­mos escribiendo y pronuncian­do la apócope en “quallá” o “cuallá”? Tal morfología fue creada en el Reino por valen­cianos libres, no castellaniza­dos ni supeditados a ninguna gestapo del IEC. Otra cosa es que toleremos que los catalanes sigan usando el arcaísmo valen­ciano “quallada” (que les pres­tamos gustosamente), pero no­sotros tenemos derecho a apo­copar sílabas y plasmarlo gráfi­camente sin sufrir imposicio­nes de los plomizos vecinos.

Y una duda bizantina: ¿por qué el suecano Joan Fuster, tan perspicaz y erudito, no se ente­ró de que el Reino -incluida Sueca- fue castellanizado a ra­jatabla por el catalán Rosanes en 1864?