miércoles, 29 de mayo de 2013

EN VULGAR VALENCIANA



lunes, 13 de noviembre de 2006


Valencia

La definición más polémica del valenciano

La RAE mantuvo durante años una acepción que reconocía el carácter singular de la lengua

La actual definición de “valenciano” que figura en la RAE, en la acepción que alude a la lengua, lo considera como una “variedad del catalán”. Pero varios informes demuestran que, durante años, la definición proclamaba su carácter singular como lengua, y obviaba cualquier referencia al catalán.

J. C. FERRIOL/ VALENCIA

La quinta acepción de “valenciano” que figura en la vigésima segunda edición del diccionario de la Real Academia Española (RAE) dice así: “Variedad del catalán, que se usa en gran parte del antiguo reino de Valencia y se siente allí comúnmente como lengua propia”. La definición ha sido objeto de no pocas discusiones, ha generado debates y forma parte, con un papel protagonista, de lo que se ha conocido como la polémica lingüística.

En los últimos días, esa definición sostenida por la institución que dirige Víctor García de la Concha ha recuperado actualidad, al formar parte de un informe que la RAE ha remitido al Tribunal Supremo –al hilo de la polémica abierta con la fórmula Moratinos y la referencia al valenciano en el debate sobre el uso de las lenguas cooficiales en la UE–, y que avala que valenciano y catalán son dos nombres de una misma lengua. El informe hace referencia al dictamen aprobado por la Acadèmia Valenciana de la Llengua sobre la denominación de la lengua, para señalar que es coincidente con la definición del diccionario.

La RAE no ha mantenido siempre el mismo criterio, ni la misma definición. Ni mucho menos. En 1926, el artículo 1 del Real Decreto de 26 de noviembre, señala que la RAE “se compondrá de cuarenta y dos académicos numerarios, ocho de los cuales deberán haberse distinguido notablemente en el conocimiento de las lenguas españolas distintas de la castellana, distribuyéndose de este modo: dos para el idioma catalán, uno para el valenciano, uno para el mallorquín, dos para el gallego y dos para el vascuence”.

“Pretensión sin sentido”

Esa consideración del valenciano como “lengua española distinta de la castellana”, primero, y como “idioma”, después, fue ratificada dos meses después por Lluis Fullana (el Pare Fullana) que ocupó el sillón correspondiente al valenciano en la RAE. En su discurso de ingreso en la RAE (1928), el Pare Fullana hacía referencia a la pretensión “de muchos catalanes y también de algunos valencianos de querer llamar lengua catalana al lenguaje valenciano” y lo consideraba una “pretensión sin sentido y muy fuera de razón”.

En 1959, el secretario perpetuo de esa institución, Julio Casares, aludía en el Boletín de la RAE correspondiente al mes de diciembre a la rectificación que se había hecho de las definiciones de catalán, valenciano, mallorquín y balear, “con el fin de ajustarlas a las exigencias de la lingüística moderna, dando de paso espontánea satisfacción a los naturales de las respectivas regiones”. Y añade: “del valenciano, por ejemplo, se decía ‘dialecto de los valencianos’. Ahora se le reconoce como lengua y se añade que es la hablada en la mayor parte del antiguo Reino de Valencia”.

La tesis sostenida por la RAE se extendió a otros diccionarios. El Espasa-Calpe de 1965 define valenciano como “lengua romance vernácula que se habla en la mayor parte del antiguo reino de Valencia. (Acad)”. El Everest Cúpula, editado en León en 1967, recogía la acepción “lengua hablada en la mayor parte del antiguo reino de Valencia”. Y la Enciclopedia Universal Sopena, editado en Barcelona en 1968, clavaba esa misma definición, y añadía la abreviatura “Acad.”, para expresar la sintonía con la aparecida en la RAE. El nuevo diccionario ilustrado de Sopena, en 1971, mantuvo la misma definición.

La tónica general de estas definiciones constata la consideración de lengua para el valenciano, y al mismo tiempo, la ausencia de referencias que la vinculen con el catalán. El cambio de criterio que adopta la RAE a comienzos de los años 70, esta relacionado, según algunos investigadores, con las reivindicaciones políticas que llegaban desde Cataluña.


La tesis defendida por la Acadèmia de la Llengua en su dictamen de febrero de 2005 –”la lengua propia e histórica de los valencianos, desde el punto de vista de la filología, es también la que comparten las comunidades autónomas de Cataluña y de las Islas Baleares y el Principado de Andorra”– asume en cierta forma la definición vigente de la Real Academia Española. 

EL EMPERADOR, EL CATECISMO Y EL IDIOMA VALENCIANO



Ricardo García Moya

Mordisquean a García Gasco y Escudero. Están inquietos. El croar de Raimon no les motiva y languidecen ante la mariscada. Con la retaguardia amenazada por monjes de Montserrat, en la trinchera les preocupa que el nuevo catecismo sea en idioma valenciano y no en catalán. Cla­ro, eso les pasa por creerse la tontería que ellos mismos pro­pagaron, aquella de que la Igle­sia ordenaba antes de 1707 usar la lengua catalana en el Reino de Valencia. La realidad es que de Tortosa a Orihuela se evan­gelizó en idioma valenciano, utilizándose catecismos en len­gua valenciana, no catalana. Cristianamente, por tanto, mi­tigaremos la fiebre evangeliza­dora y catalanera con aspirinas documentales. Aquí tienen una, bastante eficaz, del 10 de mayo de 1595:

“... resolvieron en conformi­dad que se les proponga y ense­ñe en lengua Castellana y Va­lenciana, porque comúnmente la saben y entienden todos y que en las dos lenguas se hagan catecismos”(Bib. Nacional. Ms. 10388, f.104)

Tras los decretos del manus­crito de la BN de Madrid -don­de se reconoce el idioma valen­ciano- no figuraba una comi­ssió fallera o un matalafer ba­dallant, sino las máximas au­toridades papales e imperiales. Los folios muestran la estra­tegia promovida desde 1526 hasta 1600 para evangelizar moriscos valencianos, con apro­baciones del Papa, Emperador, Cardenal Primado, Regente de la Cancillería Real, Patriarca de Valencia, etc. Desde el Ar­zobispado de Valencia, ampa­rado con Breves papales como el de Gregorio XIII en .1576 y mandatos reales canalizados por la Cancillería Real, se mantenía la unidad de acción, fuera en el . hablar o en el morir: “...los entierros de los nuevos convertidos se ordenen en los obispados de Tortosa, Segorbe y Orihuela como lo están en el Arzobispado de Va­lencia”(BN, ib.)

La duda surgió por usarse en el Reino cuatro idiomas: valen­ciano, árabe, castellano y, entre el clero y humanistas, latín. Descartado este último, “algún prelado del Reyno de Valencia apuntó que se creara cátedra de Arábigo, pues convenía que la hubiese como en Indias para enseñar la lengua india”(Ib.). No se acepte la propuesta. Las autoridades se inclinaron por el castellano y valenciano, acatan­do la voluntad del Cardenal Primado. La orden se repetía invariablemente.

“... lo mismo en lo que ha res­pecto a que no aprendan a leer ni escribir arágibo, y que el en­señarles a leer y escribir en cas­tellano o valenciano” (BN, ib.)

En todo el proceso evangeli­zador encontramos órdenes del Arzobispo de Valencia a los obis­pos de Tortosa, Segorbe y Ori­huela, mandatos del emperador, escritos del cardenal de Toledo, comentarios de Covarrubias, documentos de la Cancillería Imperial, del Marqués de Denia, del Regente de la Cancillería del Reino, de catedráticos de la ni Universidad de Valencia, etc. En los miles de folios que abordan esta cuestión siempre se cita la lengua o idioma valenciano, jamás el catalán.

En el XVI, sí decían evangelización en valenciano no engañaban como ahora (ustedes ya me entienden); incluso en la Doctrina editada en Barcelona por el valenciano Gaspar Punter, en 1595, reconocemos el advenimiento del valenciano moderno: “celebrat en Tarragona; pera que ab esta; nos ha paregut; als chics y chiques, autori­tat que te la Iglesia; les sobredites coses”, etc.

El respeto que las autoridades mantenían hacia el idioma era compartido por los eclesiásticos del Reino. No existían motilones catalaneros como los de la patética “Mata de jonc” (junc, en valenciano), o la fúnebre “SAÓ”. Estas joyas podrían tomar ejemplo (aunque perderían la subvención) del carmelita. Jaume Montanyes, prior del convento de Onda, Destinado a la isla de Cerdeña, estuvo en contacto con italianos, catalanes y aragoneses desde su cargo de Vicario General en Caller. Conocedor de idiomas clásicos y neolatinos, cuando escribió la obra que le haría famoso se decidió por el valenciano, rechazando el latín, castellano y, por supuesto el catalán.

En 1559, salía de imprenta el “Espill de ben viure, dedicat al Arquebisbe de Valencia”, do Montanyés puntualiza que escribe en idioma “materno valenciano” (Espill. Valencia 1559, Epíst.). ¿Qué pasaría si Montanyés viviera en el 2000 y dedicara su Espill al arzobispo García Gasco? El rojerío de pacoti­lla y la extrema derecha bolque­ra se lanzaría a la yugular de ambos. Desdé el diario catalán que se edita en Valencia, critica­rían, por ejemplo, que Mon­tanyés usara la palatal valencia­na ch, la que dicen que no exis­te: “estes persones charradores” (Espill, f.13); “parlar y cha­rrar” (ib.). “gran charrador” (ib.). Ellos prefieren el catalán “xerraire”. En 1559, el carmeli­ta no usaba la geminada -como la RACV-, escribiendo “solicit” (f.59) no “sol.lícit”.

La lengua de Montanyés era la que Papa y el Emperador reconocían como valenciana, la misma que admiró Cervantes. De la morfología nominal a las desinencias verbales, el idoma del Espill mostraba su indepen­dencia respecto a los vecinos:

“montanya, gentilea, naturalea, llaugerea, servici, genero, ayo­rrixques, seuixcan...”. Frases como “al verdader Parais aple­garen”(f.96), los comisarios de Canal 9 lo convertirían en “al veritable Paradís arribaren”. Como es sabido, “arribar” es verbo común a los romances hispánicos, mientras que “aple­gar” es, actualmente, exclusivo del idioma valenciano en su acepción de llegar.

Por cierto, en el artículo del pasado lunes, donde yo habla escrito “una errata”, alguien lo transformó en “un etarra” ¡Qué susto!. Hasta una sola letra pue­de generar tratadas semánticas. Releyendo estas líneas me he percatado, por suerte, que al místico Gaspar Punter le había comido la n de su apellido y -pe­se a mi ateísmo cateto-, no quie­ro faltar el respeto al morellano que, en 1595, edité la doctrina par chics y chiques en Barcelo­na. Resumiendo: si se tuviera que publicar un nuevo catecis­mo, y si fuera rey de Valencia Carlos V o Felipe II, se utiliza­rían los idiomas valenciano y es­pañol; pero, con el marxismo (de los hermanos Marx) en el poder cultural, la evangelización a rit­mo de sardana está asegurada. Dada la situación, como Mon­tanyés, diremos: “Si tu, Senyor, me desampares...” (Espill, f.102).


Diario de Valencia 3 de Diciembre de 2000

lunes, 27 de mayo de 2013

PER L'UNITAT NORMATIVA VALENCIANA


  
25 deginer del 2007-01-26

Autor: Joan Ignaci Culla

Fa ara cent anys, a pricipi del sigle XX, es varen tindre que unir els valencians per a convergir en una mateixa normativa (cosa que, com ara, en eixe moment no ocurria) que, ademes de dignificar la llengua valenciana, establira la plena diferenciacio respecte al ya descarat intent d’absorcio per part dels catalans.

I, si es just i llogic denunciar tots els intents de suplantancio, tant identitaria com cultural que hem i estem patint, no es menys cert que el valencianisme tindria que fer un examen de consciencia respecte a com estem fent front a la dignificacio de la llengua valenciana.

Perque lo que se nos dona com a una solucio, l’AVL, esta al servici d’atra llengua que no es la nostra i llunt de dignificar el valencià utilisa una normativa aliena al idioma propi. En l’agravant de que el seus manaments son obligatoris per el caracter estaturi de l’entitat. La veritat es que els seus postulats unicament van encaminats a l’unificacio de la llengua valenciana i de la catalana.

L’oposicio del valencianisme a l’AVL ha segut clara i manifesta. ¿Pero es uniforme a l’hora de oferir una normativa unificada i autenticament valenciana en contraposicio als plantejaments catalanistes? La veritat es que no.

En este moment, des de l’ambit valencianiste es traballa en tres normatives. Per un costat, esta la nova normativa de la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV). Fem un poc d’historia. Durant mes de 25 anys, el valencianisme, unanimament, va donar sustent a la normativa que elaborà esta institucio a traves de la seua Seccio de Llengua i Lliteratura. La defensa i promocio de dita normativa va estar en major o menor mida a carrec de les entitats culturals i dels partits politics valencianistes. En el pas del temps, i davant l’ambigüitat –inclus en algun cas, desvinculacio– de la RACV respecte a la seua ortografia, el valencianisme optà per passar a denominar-les, casi de forma espontanea, ‘‘Normes d’El Puig’’. Havien deixat de ser de la RACV per a ser dels valencians.

A diferencia de fa 25 anys, en abril de 2005, una part de la Seccio de Llengua de la RACV trencava el consens imperant des de la seua creacio, imponent la seua voluntat (introduccio dels accents) a l’atra mitat de la Seccio, contituida, precisament, pels membres mes historics i mes formats: Peñarroja, Lanuza, Fontelles, Gimeno i Giner. Esta nova situacio no obedia a cap demanda per part de les entitats culturals majoritaries, que a la fi han segut, i son, les que han promogut l’us, l’ensenyança i en qui es sustenta la normativa de la RACV. Lo curios en este cas ha segut, precisament, que la RACV, com a institucio, acabara acostant-se a qui la estaven utilisant per a obtindre un segur de pensions vitalicies en l’AVL, i que hui son academics d’este esperpent.

Esta actuacio, junt a disoldre incomprensiblement la Seccio de Llengua i Lliteratura per a reconstituir-la en nous membres colaboradors adictes a la nova causa que s’establia, la va fer perdre, practicament, el ser lo que havia segut eixa normativa fins ara: la referencia en el mon valencianiste.

La segona normativa en l’ambit valencianista ix del II Congres de Llengua Valenciana. En ell es varen presentar unes propostes per a l’actualisacio normativa seguint uns criteris de simplificacio ortografica i d’aproximacio al parlar del poble (per eixemple, suprimint les d intervocaliques o els guions en els verps, etc.), per a adaptar-se a les formes mes vives en el parlar cotidià. I lo que era una proposta, alguns l’han convertida en una nova normativa, encara que minoritaria, asumida per els que pretenen d’esta forma reivindicar l’actualisacio i modernisacio de les Normes d’El Puig. A este nou plantejament li passa lo mateix que a la nova normativa de la RACV, que al no ser fruit del consens, no te el respaldo majoritari del valencianisme.

I per ultim, ens trobem les Normes d’El Puig, que han segut l’element identitari del valencianisme des de que este les recolzara, unanimament, en un acte public. Varen naixer des de el consens, fins que foren modificades incomprensiblement per la RACV, com ya hem dit, i que es va fer en contra del academics mes pretigiosos –i que per tant estaven mes capacitats per a codificar la llengua– i tambe front als que han fet de la seua vida un eixemple de llealtat i fidelitat a la llengua valenciana.

Ya no es, queda clar, una qüestio d’accents si, o accents no, o quin tipo de accents. I es per tot lo expost, per lo que de forma practicament unanim tot el valencianisme seguix fidel a les Normes d’El Puig.

Esta diviso ortografica a l’unic que beneficia es al catalanisme en lo cultural i al centralisme en lo politic. Es per aixo que es necessita l’unio del valencianisme. Tenim que aparcar les nostres diferencies i els notres personalismes per el be de la llengua valenciana. S’estem jugant el ser o no ser, el tindre una personalitat propia o ser apendix d’un atra, en definitiva, el marcar les nostres directrius o que nos les marquen atres.

Si el valencianisme estiguera unit, poc tindrien que fer els mercaders de la llengua. Pero les desviacions en les normatives, ademes de contribuir a dividir, reafirmen el catalanisme.

Si fins ara teniem un corpus normatiu genuï que identificava i codificava la llengua valenciana en el recolzament de tots, i que ademes servia de barrera a les injerencies foranees, no podem donar peu a que ara no siga aixina. Es necessita, ara mes que mai, el ‘‘Pacte per la dignitat’’, el pacte per l’unitat normativa de la llengua valenciana. Un pacte que tenen que fer els tecnics de la llengua, els que tenen la capacitat per a codificar-la.

Ya hem dit que estem revivint els acontenyiments de principis del sigle XX. En aquell temps, la diversitat de normatives va juntar a tots els valencianistes per a unificar-les i fer un front comu al perill que en eixe moment escomençava del catalanisme. Per a conseguir-ho tingueren que recurrir a la major autoritat llingüistica en eixe moment, el pare Fullana, per a que presentara un proyecte normatiu. La solucio es clara: ara tenim que fer lo mateix.

Hui en dia Lleopolt Peñarroja es, sense ningun tipo de dubtes, la persona que mes representa –per el seu prestigi nacional e internacional, fruit de les seues inapelables investigacions– l’estandart de la llengua valenciana. Es la persona idonea i que contaria en tot el recolzament del valencianisme per a que lidere eixe grup d’experts per a unificar la normativa. N’hi ha que fer-ho ¡ya! No podem demorar-ho mes temps. Tenim que funcionar tots baix un mateix criteri ortografic i no presentar publicacions o articuls en tres nomatives distintes aquells que estem lluitant per la mateixa llengua: la valenciana.

Esta proposta per l’unitat de la normativa valenciana no deixa de ser el trobar i alcançar un pacte per la dignitat de la llengua valenciana, per el be de tots. ¡Tots estem implicats!



VALENCIA I EL FALS CONCEPTE DE “SARQ AL-ANDALUS”



Agusti Galvis /

El nom d´un poble es una de les expressions basiques de la seua identitat. El nom del poble valencià, que deriva del nom del seu territori -Valencia-, ha segut i es objecte d´atac pels ambits acatalanats, perque es un element d´unio que els dificulta la desafeccio valenciana de cara a l´adoctrinament catalanista.

Valencià o valenciana vol dir “de Valencia”. Ser valencià es ser “de Valencia”. Parlar en llengua valenciana es parlar en la llengua “de Valencia”. Abelard Saragossà, en “Sobre les causes de les pronúncies del nom de la capital valenciana” reconeix que el poble valencià diu “Sóc de València, independentment que u haja nascut a Alcoi o a Alzira, a Sagunt o a Vila-real”. Esta identificacio en el territori ve de llunt. Segons al-Razi (¿? – 890), des de l´any 803, Abd Allah fill d´Abderramán I “se acogió a Valencia y estableció en ella...”. Per eixe motiu, les fonts en arap, es referixen ad ell com “al-Balansí” o “el valencià”. Es dir, a un no valencià, per establir-se entre valencians, el coneixen com a “valencià” o “de Valencia”, com als indigenes del territori.

En ocasions es planteja com a problema, que el nom de la patria dels valencians -Valencia-, siga el mateix que el de la ciutat de Valencia. La formula tradicional i historica de “ciutat i regne” mostra que el supost problema no ha existit mai. L´invencio de les “provincies” i la provincia “de Valencia”, sense dubte, empijorà el tema. Els acatalanats, que no en desaprofiten una per a desestructurar el poble valencià, intenten l´enfrontament entre “provincies” valencianes. Per aixo Emili Rodríguez-Bernabeu, de l´Universitat de “València” escrigue el llibre “Alacant contra València”.

Per tot lo anterior, hem assistit a una batalla politica pel nom de la nostra terra. “Regne de Valencia” tenia massa connotacions positives per a ser acceptat per aquells a qui els cau la bava parlant del “Principat”. “País Valencià” era part del programa acatalanat, perque eliminava qualsevol relacio en conceptes com “poble”, “patria” o “nacio”. Ron Barkai, en la p. 192 de “El enemigo en el espejo”, conclou en l´inexistencia d´una conciencia nacional comu en l´Espanya musulmana, perque en les seues croniques “se emplea la expresión tradicional de -país- o -tierra-”, front a les croniques cristianes que parlen del concepte “patria”. El resultat de la batalla politica fon un desubstanciat “Comunitat Valenciana” que ultimament va convertint-se en “La Comunitat”, es dir, el no res mes absolut que elimina qualsevol referencia a Valencia o valencià.

Per a evitar eixos destrellats pot ser que fora interessant, tant acabar en les provincies, com dur al llimit la formula tradicional de “ciutat i regne”, canviant-li el nom a la ciutat de Valencia per el de “Ciutat de Valencia”. El nom de tot el territori valencià, ha de seguir sent el de “Valencia”, tal i com ha segut des de fa mes d´un mileni.

Un atre front que encara tenim obert els valencians, nos ve d´un centralisme obsolet que fa que alguns de Madrit, que creuen ser el melic d´Espanya, nomes vegen referencies geografiques al seu entorn. Per aixo resulta que nos convertixen en el “Levante” d´ells. I el “Levante” de Madrit, -que no el “Levante” d´Espanya que aniria desde Girona a Cadis-, resulta que som Valencia i Murcia. Observem com, entre “La Comunitat” i el “Levante” (a on nos mesclen a valencians i murcians), es impossible major grau de despersonalisacio.

Puix be, entrant de ple en el fondo del tema que motiva el present articul, hem de saber, que el concepte pseudocientific de “Sharq al-Andalus”, al qual alguns es referixen per a parlar de Valencia durant l´epoca de dominacio musulmana, no es mes que un invent en el qual confluixen els interessos del catalanisme mes vergonyos en el despreci centraliste. Per als primers es un atre dels noms despersonalisadors per a Valencia. Per als segons, supon poder parlar en aspecte “cientific” del seu “Levante”.

Francisco Franco Sánchez, en “María Jesús Rubiera y sus estudios sobre historia del Sarq al-Andalus”, publicat en la revista de l´universitat d´Alacant “Sharq al-Andalus” l´any 1993, nos informa sobre la genesis de l´invent. Nos diu que María Jesús Rubiera, procedent de “la Universidad Complutense de Madrid”, es traslladà a l´Universitat d´Alacant. Per lo vist, esta dona que venia de Madrit, necessitava “…definir un concepto que cubriera el ámbito territorial levantino”. Nos conta Franco que el concepte historic de “Sarq al-Andalus” definia “…las tierras de la Península Ibérica situadas al este de un eje vertical o paralelo hipotético que pasara por Toledo”. Pero per lo vist, per a María Jesús Rubiera el concepte madrileny del “Levante”, era mes important que el concepte historic de _arq Al-Andalus, i tirant-li morro, el referi a lo que ad ella li vingue en gana: “esencialmente a los territorios de Murcia y Valencia”. Els catalanistes acolliren l´invent en entusiasme, perque com mantenien que Valencia no existia abans de Jaume I, podien parlar d´un territori, sense parlar del seu nom real,-Valencia-, que s´havia d´evitar de la manera que fora.

Semanticament, “al-sarq”, no vol dir una atra cosa que “orient, llevant o est”, Tambe tenim “al-garb”, que es referix a l´occident, ponent o oest, “al-yawf”, que correspon al nort i “al-quibla” al sur. Son els punts cardinals. Per aixo, en el Repartiment de Mallorca, trobem tant la “Alcheria Costanti Axarquia” com la “Alqueria Costanti Algarbia”. No hi ha que pensar massa per a vore l´orige del vent de garbi valencià o de l´Algarb portugues.

I quan els musulmans parlaven de “Sarq al-Andalus”, com es llogic, no es referien al “Levante” madrileny, sino que es referien al concepte real de l´orient de la peninsula, de l´orient d´al-Andalus. Aixina ha segut sempre, fins al desficaciat invent de María Jesús Rubiera. Al- Bakri, en el s.XI, fa l´historica descripcio triangular de la peninsula iberica afirmant que “…el vértice segundo está al oriente de al-Andalus, entre la ciudad de Narbona y la ciudad de Burdeos…” (“Esplendor y decadencia de al-Andalus” de María Jesús Viguera Molins). Comprovem com l´extrem de “Sarq al-Andalus” o el “oriente de al-Andalus” que es troba entre Narbona i Burdeus, es d´impossible identificacio territorial en Valencia. La falsetat historica de l´invent madrileny-catalaniste cau pel seu propi pes. Prou mes tart, al-Maqqari (1578-1632), en la seua obra “Nafh at-tib min gusn al-Andalus…”, seguix el mateix criteri dient de Toledo que “Cuando los reyes omeyas la tomaron como sede para su reino ciertamente sabían lo que hacían…zona centrada entre el oriente de al-Andalus y su occidente…”.

Als acatalanats, parlar de “Sarq al-Andalus” per a referir-se a Valencia, els ve molt rebe, perque encara que equivalga al “Levante” dels madrilenys, no esta tan desacreditat entre els valencians i te aspecte “cientific”. I encara que siga ahistoric, els evita parlar de la Valencia i dels valencians d´abans de Jaume I, perque el dogma mana que s´ha de dir que no existien. Hem parlat de la “Cora de Valencia” en l´articul sobre “La cohesio territorial del regne de Valencia abans de les taifes” Hem conegut reis de Valencia en “La continuïtat del titul de regne de Valencia”. Els acatalanats van per un lloc, i l´historia anà per un atre. Vejam mes realitat.

Ibn Hawkal, en acabant de visitar Espanya l´any 948, va escriure el seu llibre “Configuracio de la terra” Escriu Hawkal: “Dans la partie droite du continent superieur, on lit près de la mer: Basques, France, Rome, le pays des Ghalidjashkash (Galicia), et, à gauche de ce texte, sur le litoral: Al Djazira, Valence…” (“Configuration de la Terre” de la “Série arabe” de la “Collection Unesco d´oeuvres représentatives”). Vegem com Hawkal cita al poble valencià junt a bascs, francesos, romans, gallecs…). I no es referix a la ciutat de Valencia a la que Hawkal nomena “Madinat al-Turab”, sino al poble que ocupava la cora de Valencia que varem vore que tenia uns llimits sensiblement iguals als de l´actual poble valencià.

El rabi Benjami de Tudela, escrigue en hebreu cap al 1163 el seu llibre “Itinerarium Benjaminis”. Fa una relacio de pobles o nacions que es podien trobar comerciant, en Aleixandria en eixa epoca. En la p. 65 del llibre “Danorvm in oriente”, consta una traduccio en llati que diu: “Regio haec commerciis frequentata omnium populorum est negotiatrix, & e toto imperio Edom Alexandriam adventant, è regionibus Valentiae, Toscanae, Lougobardiae…Cordubae, Hispaniae, Russiae…”. Acaba la relacio de pobles citant “Gasconia, Arago i Navarra”. Comprovem com referint-se a l´actual Espanya trobem, en desorde, a Valencia, Cordova, “Hispania”, Arago i Navarra. Donada la tradicio de que els reis dels regnes de Castella i Lleo es titularen “Hispanie imperator”, es segur que ad ells es referix el nom “Hispania”. Vegem com Benjami de Tudela cita especificament al poble valencià al costat d´uns atres pobles.

L´intent de manipulacio historica que estem patint els valencians, te el seu orige en una rebolica a on es barreja la prepotencia centralista, un estrany nacionalisme andalus i la voracitat catalanista. Sera necessari estudiar el significat historic de “al-Andalus”, per a que ningu nos enganye.


UN POC D’HISTORIA

 Autor: Desconocido
Extraído de Internet

Un poc d'història
Al morir Alfons I el Batallador, tenia que complir-se el testament que fera en 1131 i ratificara dos anys després en Sarinyena, puix davant la falta d'hereus, establí en ell que el regne deuria ser entregat a parts iguals, a les órdens militars internacionals de l'Hospital (Cavallers de Sant Joan de Jerusalem), El Temple i el Sant Sepulcre.
Aragó prengué com a rei a un germà del monarca fallit, Ramir, que en aquells moments professava com a monge en un monasteri de Saint Pons de Thomieres, prop a Narbona.
Ramir II acceptà la proposta i es casà en N'Inés, filla dels comtes de Poitiers, la qual li donà una chiqueta, Petronila, abdicant en el seu favor la Corona d'Aragó, després d'haver-la desposat en el comte de Barcelona, En Ramon Berenguer, per a retirar-se a Sant Pere el vell de Huesca, a on es creu que vixqué fins a l'any de 1154.
Dos anys contava Na Petronila quan heretà del seu pare la Corona d'Aragó i es desposà en En Ramon Berenguer IV, Comte de Barcelona, que governà en nom de la seua dòna a soles en el títul de príncip regent d'Aragó. (1137).
En Ramon morí en el poble de Sant Dalmau, prop de Girona, el dia 7 d'agost de 1161. Deixà al seu primogènit En Ramon tots els seus regnes i senyorius, a excepció dels de Cerdenya, Carcasona i Narbona, que llegà al seu fill segon Pere, i donà a la seua dòna les viles de Besalú i Ribes.
Després de la mort d'En Ramon Berenguer IV, la reina convocà Corts Generals en Huesca (1162), aprovà en un tot les disposicions del seu difunt espós i abdicà els seus drets en el seu fill En Ramon, a qui feu nomenar en avant ALFONS.
Alfons II (1162-1196)
Heretà de la seua mare el regne d'Aragó, del seu pare el comtat de Barcelona, després el de Provença, any de 1166, per haver mort sense fills el seu cosí l'últim comte en Ramon Berenguer, més tart el de Roselló (1187), com successor del seu posseïdor el comte Gerart, i fallí en Perpinyà el dia 25 d'abril de 1196.
De la seua segon dòna na Sancha, filla d'Alfons VIII de Castella, deixà a en Pere, que li succeí, a en Alfons, a qui senyalà els comtats de Provença, Ancillá, Gavalda i Roda, i a en Ferran, que fon monge en Poblet.
Pere II es casà en na Maria, filla i hereua del so de Montpeller, deixà a en Jaume, que li succeí.
(Informació extreta en gran part de la Uep Aragó és aixina)
El fill de Ramon Berenguer IV i Petronila, Alfons II, es convertí en rei, este és el que diuen els nacionalistes catalans que fon el primer rei catalo-aragonés.
Puix be, en l'història d'Aragó contada sense el filtre català, no apareix per a res la corona catalano-aragonesa, simplement, perque mai no ha existit.
El pare d'en Ramon de Berenguer IV quan governà en nom de la seua dòna, la reina Petronila que era la hereua del regne, Mai no lo feu baix el títul de rei sino de príncip regent.
Alfons II heretà un regne, Aragó i un comtat, Barcelona, i com és natural i obvi, sempre es pren el títul en més 'bombo', en este cas rei d'Aragó, i no pogué ser rei de Catalunya perque esta mai no ha segut regne. Que en Ramon de Berenguer IV governara durant uns anys el regne d'Aragó no implica que açò convertixca a Catalunya en regne.
En Pere II, fill d'Alfons II i na Sancha, fon rei d'Aragó, encara que fon dels nomenats de la casa de Barcelona. Simplement perque el seu yayo naixqué en Catalunya.
Conclou dient que Catalunya mai no ha segut regne, per lo tant NO pot haver una corona catalano-aragonesa, tot és producte de la megalomania nacionalista catalana.
Vullc afegir que el superlatiu d'esta megalomania lo fica el seu nom; lo regne era Aragó, pero el nom que l'han donat no és regne arago-català, sino catalano-aragonés.

UNO OPERACIO MOLT PRECISA.





Des de que s'ha estés l'assitencia medica a l'alcanç de tots, no se poden evitar els abusos , principalment en exces de medicaments i en consultes innecessaries als meges. En un poble hi havia un malalt de la orina. El varen mirar per rajos equis i li una pedra en el renyo. En l'hospital l'emplaçaren a quinze dies despres per a llevar-li-la en una operaci.
Mentimetres, li digueren que anara prenent uns medicaments que li prescrigueren i li amainaria el dolor.
Passats quinze, dies torna el malalt a l'hospital a on li havien de fer l'operacio. Els meges el preparen, el posen en la taula d'operacions, l'obri-n i ¡quina no fon sa sorpresa ¡ la pedra havia desaparegut!. Tots confusos tancaren en seguida la ferida i cosint-la en una tira de punts i manen portar el malalt al seu llit. Quan este es despertà els meges li pregunten; ¿ com es que no nos ha dit que havia expulsat la pedra ?.
El malalt, satisfet, contesta: es que si els ho haguera dit ya no haurien volgut fer l'operacio.

Artana Estiu 1995

Per Josep Maria Guinot i Galan

El Pare Guinot.

 

EL DIVINO JOSEP LACREU



Ricardo García Moya
Diario de Valencia 10 de Marzo de 2002

Desde hace 20 años, un fun­cionario que se llama Josep Lacreu es el escorchador o des­ollador oficial del idioma valenciano. Desde su despacho en la Conselleria de Cultura ha facilitado la introducción de léxico, morfología y sintaxis del Institut d’Estudis Catalans en los diccionarios y gramáti­cas que le encargaba la Generalidad del PSOE y, al ser tan eficaz, el PP lo mantuvo en la poltrona para que siguie­ra su labor. Lacreu es un fósil viviente, como el celacanto, de aquellos tiempos del Cipriano en que, “desde la perspectiva institucional" (frase orgástica para Lacreu), urdían maldades contra la Real Señera o el títu­lo de Reino. De sus cerebros y nuestros impuestos salían vejaciones toponímicas como La Comunitat, Levante, País o Mediterrània, mientras santi­ficaban al Principat de Catalu­nya en los textos escolares.
En Lingüística se llama rui­do al conjunto de elementos que interfiere el proceso de co­municación, y a Lacreu le pro­porcionaron cacerolas para aturdirnos, ya que en sus dic­cionarios y gramáticas (Gene­ralidad-Bromera) introduce como valenciano todo tipo de mierdas léxicas catalanas y arcaísmos que dicta el IEC: perruqueria, amb, tipus, en­sems, lloure, cap de setmana, aviram, drapaire, plenar; em­plenar, boletaire, xaia, noi, monjo, rellotge, efa, gaire, etc. Los poderosos de antaño tenían enanos escorchadores a sueldo para torturar con arte al enemigo, y a Lacreu se le encargó la misión de arrancar lentamente, sin piedad, la epi­dermis a la lengua valenciana. El solito, según pregona el día­rio catalán Levante, “ha hecho ya todo el trabajo de la Acade­mia” (24-02-02); pero no crean que Lacreu es un solitario chu­locojones, pues le ampara todo el catalanismo histérico-místi­co del PPSOEU, siendo proto­tipo de blando valenciano que propaga la catalanización a cambio de un sueldo ¿o lo hace gratis?
Eco del IEC, Lacreu rechaza los matices léxicos y morfosin­tácticos extraños al catalán. Así, la frase: “gavinet pera es­corchar este abre " está en idioma valenciano, mientras que “ganivet por a escorxar aquest arbre” está en el cata­lán que impone Lacreu. ¿Dife­rencias mínimas? De acuerdo, pero existen, aunque despre­cien “abre” por ser creación valenciana del XVII, y “escor­char” o “gavinet” por aparecer en el XV; en realidad se conde­na todo lo que obstruya la catalanización, pero el “abre” valenciano está ahí: “la fulla en lo abre” (Ballester: Ramellet, 1667); “tocá en este abre” (Gonçales, R.: Sacro Monte Parnaso, Valencia 1687); “del Turia, de abres tot ell ben rodat" (Ros, Carlos: Pa­per graciós, 1740); “abre tan ple de cacau” (Coloqui de Tito y Sento, 1789); “com el tronc de un abre” (Conversacions de Saro.1820); ”D’abres de riu la plantá no fases en el secá" (Aforismes rurals en catalá, traduits al valencia, 1853); “de mal abre, males rames” (Es­crig: Dicc. 1887); “se deixará vorer un abrerio grandisim" (Alarcón, V: El tenorio de Al­sabares, Elig 1892); "me talla­ren els abres” (Serrano, A.: Una sublevació en Jauja, Elig 1896). Lacreu engaña al propagar, por ejemplo, que la cata­lana "maduixa" es valenciana, siendo más papista que el papa Corominas, pues el catalán recuerda que “fraula, fraular fraulera” son las voces valen­cianas y, añade, de probable origen mozárabe. Opuesto al “ruido” de Lacreu existe el proceso de “desambigüiza­ción”; p.ej., en idioma valen­ciano tenemos "escorchar, es­corchador" con la acepción de desollar, desollador, y “matari­fe” y “matader” como deriva­dos del verbo valenciano “ma­tar”. Un “escorchador" o "es­corchaor” puede arrancar pie­les o cortezas de árboles, pero no sacrificar pollos en el “ma­tader, mataero", según las va­riables dialectales del idioma valenciano. La voz “matarife” estaba arraigada entre estos profesionales de habla valen­ciana a principios del XX y, aunque Corominas sugiere que es arabismo de origen des­conocido, sólo se documenta a partir del XIX en las lenguas peninsulares. El sustantivo matadero oscilaba entre la apócope y la supresión valen­ciana de la “d” intervocáIica: “matader: donde se mata y desuella el ganado” (Escrig 1887); “arribara al mataero sinse por” (Bernat, Ll.: El terreno, 1894); “en fi, al mataero" (Escalante, Eduart: Matasiete, 1884); “que n’hia en lo mataero“ (Liern: La mona de Pasqua, 1862)
Los diccionarios de Lacreu reflejan la morfología que im­pone Catalunya, sin respetar la “ch” clásica: “m’ha deixat tot escorchat..., viva escorcha­ren / gran fetillera...,fon escorchat, per mig serrat ....., com no escorchá“ (Roig, Jaume: Es­pill, 1460); “escorchat com Sent Berthomeu...,lo cuyro que havia escorchat" (Esteve: Liber, 1472); "escorchant un gran cervo... escorchaven" (Martorell: Tirant, 1492) “escorchador“ (Exulve: Prae­clarae artis, 1643) “de escorchats tenim lo nom" (Fiestas Inmaculada, Valencia, 1663, p.342); “es escorchat“ (Tormo, B.: Relació que fa a Thomás. Valencia, a. 1769). “Escor­char: desollar. Escorchador: desollador” (Dicc. RACV,1997) ¿Lo ven? Existía frontera mor­fológica y semántica entre los “escorchar, escorchador" va­lencianos, los “escorxar, escor­xaires” catalanes, el francés “écorcher", italiano “acorza", el antiguo gallego “escou­char”, etc..
En su “Vocabulari de barba­rismes” (Generalitat, 1995), Lacreu está hecho un tío machote y prohíbe las grafias de la voz reloj en idioma valen­ciano, imponiendo el arcaísmo “rellotge” con la “t” de marras que, casualmente, es la forma catalana actual. El sustantivo valenciano, desde el XV se sin­gularizó con variables conso­nánticas, especialmente con la sonora nasal “n” donde el catalán sitúa la “t" sorda: “relonges, per rodes, cordes" (Roig, Jaume: Espill, 1460); “relonge" (Vinyoles: Obres en lahor de Sta. Cathe­rina, 1511); “perfets relonges" (Pineda: Sentencia, 1561); “re­longer“ (Pou: Thesaurus, 1575); “rellonger mestre de fer rellonges" (Exulve: Prae­clarae, 1643); “lo relonge del estudi” (Const. Universitat Va­lencia, 1655); “rellonche de plata” (Mulet: Bib.Nac. Ms. Infanta Tellina, h. 1660); “re­lonche de arena" (ACV. Ms. Melchor Fuster, h.1680); ”sen­yalada en lo relonge” (Mas: Sermó S.Vicent, 1755); “re­lloncher: relojero” (Rosanes: Voc. val.1864); “el rellonche" (Millás: Els microbios, 1884); “relloncher” (Choguet valen­ciá estrenat en Eldorado, Bar­celona 1901);”els tals rellon­ges” (Gadea: Tipos, 1908); “re­llonge, rellonger" (Dicc. RACV, 1997).

Usando plural mayestático, el divino Lacreu dice a sus ad­miradores del diario catalán Levante que: "nos mostramos moderadamente tolerantes". Chulapón gendarme del PP contra la barbarie blavera, nos perdona la vida y, sacrificándo­se, no tiene inconveniente en seguir dándonos pienso com­puesto del Institut d’Estudis Catalans a los valencianos, con el aplauso del PP y un buen sueldo del erario público.

martes, 21 de mayo de 2013

APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DE ELCHE A TRAVÉS DE SU NOMBRE (y II)





 De Castilla a Aragón


Autor: Valenciad’elig

 Sobre el año 1244, el musulmán Reino de Murcia (y Elche, al que pertenecía territorialmente pero del que en buena medida se mantenía políticamente independiente al igual que Crevillente), pasó a rendir vasallaje al cristiano Reino de Castilla a cambio de protección ante una previsible invasión y guerra por parte de su vecino, el musulmán Reino de Granada.
 Desgraciadamente, de esos años medievales o anteriores, no existe documentación escrita en los archivos ilicitanos que puedan confirmar o desmentir la presencia en el "Elsh" musulmán de población cristiana de origen hispanogodo descendientes de la "ILLICI" original.
 En todo caso cabría hacer mención al libro "Cristianos bajo el Islam. Los mozárabes hasta la reconquista de Valencia" de Leopoldo Peñarroja, en el que el autor presenta una serie de evidencias que permiten contemplar una pervivencia del mundo mozárabe en tierras valencianas que alcanza incluso las fechas de reconquista cristiana.
 
La ayuda militar del rey aragonés Jaume I al Reino de Castilla.

 
 En 1265 el rey aragonés Jaume I "el Conquistador" entró en Elche habiendo sofocado, mediante pacto, la rebelión mudéjar de está localidad, iniciada unos pocos años antes en todo el Reino de Murcia y Andalucía.
 En contra de lo que popularmente se cree, no fueron los cristianos de las huestes del rey aragonés los primeros en instalarse en Elche, ni tampoco fué en esa fecha cuando Elche entró a formar parte de la Corona de Aragón. Una cierta repoblación cristiana castellana, anterior a 1265, en tierras murcianas, (entre las que geográficamente se incluía Elche), es un hecho documentalmente constatado.
 
 Jaume I devolvió, una vez pacificado, todo el Reino de Murcia (al que pertenecía Elche), al Reino de Castilla. Su campaña bélica no fué sino la ayuda que el monarca aragonés daba a su yerno, el futuro rey castellano Alfonso X "el Sabio", para sofocar la revuelta mudejar murciana y evitar que la misma se propagase al recién conquistado Reino de Valencia (cuya frontera sur, lindando con el Reino de Murcia, estaba más o menos a la altura de Jijona).
 
 Posiblemente fué a partir de 1265, tras las capitulaciones musulmanas murcianas ante el rey aragonés Jaume I (representante del rey castellano), cuando, habiéndose incorporado sin restricciones el Reino de Murcia al dominio de Castilla y siendo desposeídos los musulmanes de muchos de sus derechos y propiedades, se iniciaron una serie de repoblamientos cristianos de mayor envergadura y alcance a los efectuados hasta el momento.
 
 Se sabe que en 1265, tras la rendición de los mudéjares ilicitanos éstos hubieron de abandonar sus posesiones en el interior de la "vila murada", entregándoselas a los cristianos, e instalarse extramuros en un emplazamiento más al sur que sería conocido como "la moreria de la vila".
 Entonces sería cuando el rey aragonés Jaume I, en nombre del rey de Castilla, efectuaría donaciones de tierras y propiedades en Elche a integrantes de sus tropas. Tropas que en ningún momento estaban compuestas exclusivamente por catalanes, sino que en ellas participaban una mezcla de gentes procedentes de diversos puntos geográficos (Aragón, Castilla, Navarra, condados catalanes y también, en menor medida, de Occitania (todo el sur francés de este a oeste)).
 
 Tan solo un par de años más tarde de estos repartimientos del rey aragonés, se iniciaron una serie de repoblamientos en Elche, ahora bajo mandato del infante castellano Don Manuel (titular del señorio de Elche por concesión de su padre el rey Ferrando III de Castilla), tal y como recoge diferente documentación ilicitana de la época.
 
 Para la época en la que el infante Don Manuel (o sus herederos), dirigieron el señorío de Elche, el nombre de la villa que aparece escrito en la documentación conservada es idéntico al nombre castellano que posee actualmente nuestra ciudad: "ELCHE".
 Los documentos existentes comienzan en 1267 y están todos ellos escritos en castellano antíguo. Son fechas en las que Elche aún pertenece al Reino de Murcia y por tanto, a la Corona de Castilla.
 
La Corona de Aragón.

 
 Sin embargo, a partir de 1296 una serie de acontecimientos harán que la villa de Elche entre en un nuevo marco político que la llevará, tras unos años de incertidumbre, a formar parte del Reino de Valencia y por consiguiente, de la Corona de Aragón. (Pulsar aquí para saber acerca del falso e inadecuado término "Corona catalano-aragonesa").
 
 En 1296 el rey aragonés Jaume II "el Just", nieto de Jaume I, tomó por las armas el castellano Reino de Murcia amparándose en la cesión que de este reino había hecho a los aragoneses uno de los candidatos al trono de Castilla, a cambio del apoyo aragonés a su causa dentro del conflicto sucesorio que padecía la corona castellana.
 Parece ser que fueron una serie de pactos secretos con el rey de Francia (enemigo del rey aragonés), realizados por la otra parte castellana implicada en el conflicto sucesorio, lo que desencadenó la invasión aragonesa sobre el Reino de Murcia.
 
 Tras la ocupación aragonesa, el monarca Jaume II no llegó a conseguir la lealtad de todas las tropas establecidas en tierras murcianas durante la anterior etapa castellana. Dicha circunstancia no favoreció en absoluto las pretensiones de imponer su autoridad en este reino y su reconocimiento como rey.
 Finalmente, debido a que el trono del Reino de Castilla fué ocupado por el candidato que no había establecido acuerdos con el rey aragonés, y con el ánimo de evitar una guerra entre la Corona de Aragón y la de Castilla a causa del conflicto murciano, ambas coronas, a través de la mediación de un tribunal, llegaron al acuerdo en 1304 de dividir las tierras del Reino de Murcia en dos partes, una para cada corona.
 
 La parte del Reino de Murcia que correspondió a la Corona de Aragón comprendía, a "grosso modo", desde algo más abajo de Jijona hasta Orihuela. Esta porción del Reino de Murcia se agregó en 1308 al Reino de Valencia bajo el nombre de "Reino de Valencia ultra Sexonam" (más allá de Jijona), poseyendo su propia gobernación, diferente de la de Valencia, situada en Orihuela.
 
 Resulta curioso comprobar como la historia nos desvela que Elche no llegó a ser valenciano sino 70 años más tarde de la fundación del Reino de Valencia (1238) por parte del rey aragonés Jaume I "el Conquistador" y que tampoco lo fué en el año 1265 cuando el mismo monarca vino a Elche para sofocar la rebelión mudéjar que padecía el Reino de Murcia.
 Elche y los territorios de la antígua Gobernación de Orihuela son poseedores, por tanto, de una historia propia y particular dentro de la que corresponde al conjunto del Reino de Valencia. Por lo que es muy posible que nuestro Valenciano esté marcado por esa particular historia valenciana que se ha desarrollado en nuestras tierras.
 
La mudanza de nombres de la Villa.

 
 Respecto al nombre de la villa de Elche durante estos años tumultuosos y de transición de una corona a otra (finales del siglo XIII y principios del XIV), apreciamos cierta mudanza y vacilación de nombres dependiendo del escribano que realice el documento, que en algunas ocasiones están redactados en castellano y otras en valenciano antíguo.
 
 Así aparece "ELCHE", "ELCH" en documentos escritos en castellano antíguo y "ELCHE", "ELCH", "ELTX", "ELX" en aquellos redactados en valenciano antíguo.
 
 Medio siglo más tarde, para poco más de mediados del siglo XIV, la forma que predomina para el nombre de la villa es: "ELTX".
 
 Y a finales del XIV y principios del XV, (con un siglo de pertenencia de la villa de Elche a la Corona de Aragón), encontramos en la documentación (en valenciano antíguo), los nombres "ELTX", "ELTG", "ELG" y quizás también "ELIG", aunque éste último con reservas.
 Se han podido comprobar casos en los que la forma "ELIG" no es tal, sino un "ELTG" con una "T" tan pequeña y transformada que se confunde con una "I", dando lugar a equívoco.
 A mi entender, esta variación gráfica de la "T", que fácilmente puede ser confundida con una "I" es lo que pudo haber propiciado el nacimiento de la forma "ELIG" posterior.
 
 El nombre "ELIG", desde mediados del siglo XV, se convertirá en el nombre habitual de Elche en toda la documentación ilicitana hasta el año 1707, en el que Felipe V, primer rey Borbón, promulgó el "Decreto de Nueva Planta" por el que se hacía obligatorio el uso del castellano en la documentación oficial de todos los reinos de la Corona de España. Algo que determinó que a partir de ese momento volviese a utilizarse la forma castellana: "ELCHE".
 
El actual nombre valenciano de Elche.

 
 En la actualidad, gracias a la co-oficialidad de las lenguas Valenciana y Castellana en nuestra Comunidad Autónoma Valenciana tenemos la posibilidad de emplear para el nombre de nuestra ciudad, indistintamente, la forma valenciana o la castellana.
Sin embargo, a mi modesto entender, para la opción valenciana se ha oficializado la forma "ELX" que no posee ni una tradición histórica tan larga como "ELIG", ni se ajusta ortográficamente a la fonética propia de la lengua Valenciana de nuestros días.
 
 La forma "ELX" pervivió escasamente medio siglo de nuestra historia, junto a otras formas que competían con ella. Justo eran aquellos momentos en los que la vacilación, indefinición y mayor número de variantes estaba presente.
 Sin embargo, la forma "ELIG" pervivió en exclusividad a lo largo de dos siglos y medio sin que otra forma le restara protagonismo, en una etapa histórica más próxima a nosotros y por tanto más afín a las características lingüísticas que poseemos hoy día los ilicitanos.
 
 Además, la "-X" de "ELX" se pronunciaría, según se desprende de su ortografía, con un sonido similar al de la "CH" francesa o "SH" inglesa. Pronunciación que en ningún momento le damos los ilicitanos al nombre de nuestra ciudad.
 Sin embargo, la "-IG" de "ELIG" se pronunciaría, según su ortografía, con el sonido de la "CH" valenciana (similar a la castellana). Pronunciación que se ajusta a la forma en que lo hacemos los ilicitanos respecto al nombre de nuestra ciudad en lengua Valenciana.
 
 
 En conclusión, la forma "ELIG" se corresponde tanto por su pronunciación, como por su historia, al nombre más adecuado en Valenciano para nuestra ciudad.
 
 Si el acontecer político hizo que nuestra ciudad ostente hoy día el nombre de "ELX", de la misma manera habría de rectificarse lo ejecutado y entregar a la ciudad de "ELIG" el nombre propio que en mayor rigor le corresponde.
style='� c a �ߨ 蟬 mbol;mso-symbol-font-family: "Times New Roman"'>r que (salvo excepciones como "alif" ("a/e")), solo se escriben las consonantes sin que aparezcan vocales entre ellas. (Es como si para escribir la palabra "careta" solo pusieramos "crt"). El lector tiene que recrear las vocales ausentes dependiendo del contexto semántico del escrito. En árabe, llegar a saber cuál son las vocales apropiadas para una raíz consonántica no es tan complicado como en castellano, ya que cada raíz consonántica suele poseer un juego de significados afines y no varios inconexos entre si como sucede en castellano.
 Por tanto, escribiendo en árabe "Elsh" aún cabría la posibilidad de poderse pronunciar una "I", no escrita, entre la "l" y la "sh" ("Elish") e incluso añadir una vocal, tampoco escrita, al final de la palabra ("Elishi", "Elishe").
 
 Haciendo uso una vez más de la magnífica obra de Aureliano Ibarra Manzoni, "Illici, su situación y antigüedades" (donde el autor ya adelantó y consignó algunas de las cosas que aparecen en el presente texto), localizamos "ELIXE" como el nombre árabe que nuestra localidad recibía en "La división de las provincias de España, llevada a cabo del 746 al 748 por Jusuf el Fehri".
Aún sin llegar a aparecer el nombre escrito en grafía árabe no se puede más que considerar que su escritura no sería otra que la anteriormente aducida para "Elsh" ("alif", "lam" y "shim"), pues como ya se ha dicho, las vocales no se escriben en árabe y la "X" del presente caso no es sino otra forma de transliterar la letra "shim" a nuestro alfabeto latino ("E-L-i-X-e"). Unicamente cabría matizar algo que no se ha dicho hasta ahora, y es que en la escritura árabe se pueden utilizar, opcionalmente, unos signos diacríticos, que se sitúan por encima o debajo de las consonantes, que indican la vocal que se ha de pronunciar. Dicho ésto, sería necesario comprobar la original escritura árabe de "ELIXE" dada por Jusuf el Fehri, para saber si se ha hecho uso de tales signos diacríticos o no.
 
 En cualquier caso, lo que está claro es que el nombre de nuestra localidad empleado por los musulmanes derivó directamente del usado por los hispanogodos habitantes de "ILLICI", (heredado a su vez de hispanorromanos e íberos), transformándose en mayor o menor medida en función de la fonética propia de la lengua hablada por los invasores islamitas.
Resulta también evidente la enorme coincidencia del nombre musulmán de la ciudad con los que posteriormente recibiría por parte de los diferentes reinos cristianos que tuvieron bajo su dominio a la villa ilicitana. Aspecto éste que será debatido en otro capítulo a fín de no alargar excesivamente el que ahora nos ocupa.

APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DE ELCHE A TRAVÉS DE SU NOMBRE (I)




De Iberos a Musulmanes

Autor: Valencia d’elig

 Se puede decir que Elche entra en el terreno del conocimiento histórico, avanzando más allá de la simple especulación, a partir de su nacimiento como colonia romana a mediados del siglo I a.C., gracias al mayor número de evidencias arqueológicas y conocimientos históricos que se tienen de esa época.
 
 Conviene aclarar que la fundación de la colonia romana de "Illici" se realizó sobre una población preexistente, con toda probabilidad de marcado componente indígena Ibero, y que su emplazamiento se corresponde con el del yacimiento arqueológico hoy conocido como "La Alcudia" (nombre acuñado por los árabes), situado a un par de kilómetros, más o menos, al sur de la actual ciudad de Elche (lugar donde sería encontrada en 1897 la "Dama de Elche", busto íbero del siglo IV a.C.).
 Por otra parte, descubrimientos arqueológicos, tanto de carácter íbero como romano, han sido también localizados en el actual emplazamiento de la ciudad de Elche, lo que evidencian la relación y continuidad existente entre la zona del Elche actual con la colonia romana de "Illici" o con la anterior localidad indígena (posiblemente de nombre "Iliki" o similar).
 
 Hasta el momento no se ha localizado en "La Alcudia" ninguna inscripción, ni moneda, de las muchas que han sido halladas en el yacimiento arqueológico, en la que aparezca el nombre que romanos o indígenas daban a la localidad, tanto antes de ser colonia romana, como después de constituirse como tal. Sin embargo, es sobradamente conocida y publicada la existencia de una inscripción hallada en Italia donde, haciendo referencia a una persona originaria de Elche, aparece "ILLICI" como el nombre que los romanos consideraban propio de la colonia ilicitana.
 
 ¿ Cuál sería la correcta pronunciación de la palabra "ILLICI" en tiempo de los romanos ?
 
 Existen, básicamente, un par de alternativas:
 
 Una opción sería "Iliki", y la otra, una pronunciación cercana a "Ilichi" (ambos ejemplos según la fonética castellana).
 
 Para entender el por qué de las diferentes posibilidades sería conveniente hacer una pequeña aproximación al alfabeto latino clásico y a los sonidos que poseían algunas de sus letras.
 
 El alfabeto latino clásico, si bien es muy parecido al del castellano actual, no es completamente idéntico, faltándole algunas letras y poseyendo otras un sonido diferente al que actualmente tienen en castellano.
En concreto, en la pronunciación latina clásica la letra "C" poseía el sonido de la "k" y la letra "LL" no existía, tratándose simplemente de una "L" que podría pronunciarse doble o "geminada". Además, no existía el sonido de la "ch", ni el de la "z", ni el de la "c" (ce, ci) que conocemos en el actual castellano.
Por tanto, "ILLICI" se pronunciaría "IL.LIKI" o "ILIKI", si nos atenemos a la pronunciación del latín clásico.
 
El posible nombre Ibero.

 
 Llegados a este punto sería interesante comentar los motivos por los que se ha apuntado anteriormente que "Iliki", o similar, podría ser el nombre que los íberos daban a su poblado antes de la llegada de los romanos, y que, por tanto, "ILLICI" derivaría de éste y que no se trataría de un nombre que los romanos pusieron a la colonia a su libre albedrío, sin relación alguna con el nombre indígena del lugar.
 
 En primer lugar, es muy probable que los romanos al fundar su colonia romana sobre una localidad ya pre-existente, lo hicieran de manera pactada con los líderes oriundos del lugar, por lo que parece lógico suponer que se seguiría manteniendo el nombre de la localidad. Ya que lo contrario hubiera supuesto la pérdida de identidad geográfica, política y social del lugar, adquirida a lo largo de muchos años, que hubiera reportado más perjuicios que beneficios al conjunto de sus habitantes.
 Por otra parte, hay un rasgo en el nombre "ILLICI" que apunta a que éste pudiera derivar de palabra íbera. Se trata de la posible presencia del prefijo íbero "ili-", existente en el nombre de algunas poblaciones íberas de nuestra geografía penínsular y cuyo significado viene a ser el de "ciudad" o "poblado" ("Illiberri", por ejemplo, equivaldría a "Ciudad Nueva"). Así pues, esta posible característica íbera en el nombre de nuestra ciudad, habría de ser seriamente estudiada, ya que de encontrársele al topónimo algún significado preciso tendríamos una evidencia más del carácter íbero de nuestro "Elche" ancestral.
 A todo esto hay que añadir que hoy día, por los avances realizados, sabemos que el lenguaje del pueblo Ibero tampoco poseía los sonidos "ll", "ch", "z", ni los "ce", "ci" anteriormente mencionados (todos bajo fonética castellana). Mientras que sí que poseía los sonidos "k" y "l".
 
 De todo lo dicho se desprende que existe una alta probabilidad de que el nombre de "ILLICI" derive de nombre íbero, por la posible presencia del sufijo íbero "Ili-". Además de que los Iberos nunca podrían haber formado nombre alguno que sonase como "Ilichi" o "Ilici" (sonidos de "ch" y "ci" castellana) pues dichos sonidos no estaban presentes en su lenguaje.
 
 Otro dato que reafirma la pronunciación de la "C" de "ILLICI" como si fuera una "k", lo hallamos en el libro "El misteri d'Elig" de Rafael Ramos Folqués, donde señala que los historiadores clásicos Diódoros y Ptolomeo, utilizando la lengua griega, escribían respectivamente "Helike" e "illikitanos limen", refiriéndose el primero a la ciudad y el segundo al puerto ilicitano (actualmente Santa Pola). En ambos casos y sin ningún género de dudas aparece la letra y el sonido "K" allí donde los romanos colocaban en el topónimo una "C".
 
 Por tanto, en base a lo expuesto, no resulta nada descabellado suponer que los romanos derivaron "ILLICI" de un nombre anterior e indígena de la localidad, casí con toda seguridad íbero, transcribiéndolo a su alfabeto latino en la manera que a sus oidos sonaba la pronunciación de los lugareños, que en cualquier caso no sería otra que "IL.LIKI" o "ILIKI".
 
El "Elice" hispanogodo.

 
 ¿ Cómo explicar que en nuestros días el nombre de nuestra ciudad ilicitana se pronuncie "Elche" o "Elig" ("Elch") y no "Elke" o "Elk" ?
 
 Este aspecto enlaza directamente con la posibilidad de que los romanos pronunciaran la "C" de la palabra "ILLICI", con un sonido parecido al de la "ch", en vez del sonido "k", del latín clásico.
 
 Es bien sabido que muchas de las lenguas romances actuales, derivadas del latín vulgar, no pronuncian las combinaciones "ce", "ci" como "ke", "ki" (aunque para "ca", "co" y "cu" si que utilizan el sonido "k").
 ¿ Es posible que los romanos que estaban en "ILLICI" en el momento de su fundación como colonia romana, escribieran en un latín clásico "formal" que conservaba el sonido "k" para la letra "C" y sin embargo hablaran un latín vulgar en donde ese sonido clásico "k" ya no se respetaba ?
 
 El hecho de que Diódoros y Ptolomeo, escribiendo en griego, utilicen la letra y sonido "k" (Helike, illikitanos) parece indicar que la colonia romana era reconocida en otros lugares con la presencia del sonido "k" en su nombre y no con uno próximo a la "ch". No obstante, aún en ese caso, es todavía posible que el latín "culto", utilizado en la burocracia y documentación oficial, mantuviera el sonido "k" para la "C", mientras que en el latín "vulgar" hablado por las gentes de "ILLICI" eso no sucediese.
 
 Lo que sí parece constatado es que, posteriormente, en la etapa de dominación visigoda (algunos siglos más tarde), en el latín vulgar hablado en los territorios hispánicos no se pronunciaba la "C" como "k" en las combinaciones "ce", "ci", sino que en tales casos tenía un sonido más o menos próximo al de la "ch".
 Es igualmente en esa época visigoda cuando el nombre de "ILLICI" comienza a adoptar formas diversas con aparición de la "E" en sustitución de la "I" (Elici, Elice, Elece, son algunas de las formas que para esa época Aureliano Ibarra Manzoni recoge en su libro "Illici, su situación y antigüedades"). Resulta más que evidente el enorme parecido fonético que presentan estas formas hispanogodas con el actual nombre de Elche.
 
 Para más tarde, bajo dominación musulmana, existe la creencia generalizada de que los invasores musulmanes fundaron una nueva ciudad en el emplazamiento del Elche actual, a la que bautizaron con el mismo nombre de la, ahora, localidad hispanogoda (ajustándolo a la fonética de su lenguaje).
 ¿ Por qué los musulmanes no dieron a su nueva y recién creada ciudad un nombre arábigo propio y por contra le adjudicaron el mismo que tenía la, todavía presente, localidad hispanogoda que se encontraba unos tres kilometros al sur de la nueva localidad ?
 Cabría preguntarse si dicho traslado y fundación fué realmente producto de una decisión tomada por los invasores musulmanes o si acaso ya se habría producido con anterioridad a la llegada de éstos.
 
 Alejandro Ramos Folqués en su libro "Historia de Elche" da cuenta del hallazgo de unas monedas visigodas anteriores, por escasos años, a la invasión musulmana de la "ILLICI" hispanogoda, y Aureliano Ibarra Manzoni en "Illici, su situación y antigüedades" expone "que en el año 862 era obispo illicitano Theudeguto", lo que demuestra la pervivencia, aún bajo dominio musulmán, de población hispanogoda en "ILLICI".
 Ahora bien, habría que tomar en consideración la posibilidad de que con anterioridad a la invasión musulmana, hubiesen sido los propios dirigentes hispanogodos de "ILLICI" los que hubiesen trasladado su centro político al emplazamiento que actualmente posee nuestra ciudad, quizás ante la necesidad de un mejor emplazamiento defensivo que los salvaguardara de los diferentes actos de saqueo y pillaje que venían padeciendo. Esta nueva ubicación se realizaba en una zona en la que existía desde antíguo una estructura de "centuriato" y regadío romano, y villas de origen romano más o menos complejas y habitadas, que dependían políticamente del "ILLICI" original.
 Esta posibilidad permitiría entender por qué los musulmanes optaron por instalarse en la zona del actual Elche (nueva urbe hispanogoda) y no en el "ILLICI" original. También, por qué no acuñaron un nombre nuevo para la ciudad que supuestamente ellos mismos fundaban, en vez de usar el nombre de un poblado situado tres kilómetros más al sur. E igualmente, aclararía por qué los musulmanes, sin necesidad aparente, re-bautizaron al antíguo enclave romano o hispanogodo con el nombre de "Al-Kudia" ("monte pequeño aislado en el llano"), cuando había conocimiento preciso de que "ILLICI" era el nombre que ostentaba ese lugar desde antíguo.
 
 En resumidas cuentas:
 
 La re-ubicación por parte de los hispanogodos del centro político de "ILLICI" en el mismo emplazamiento del Elche actual supondría el nacimiento de una nueva urbe que desposeería de nombre, atribuciones y peso poblacional a la antígua "ILLICI" (que acabaría convertiéndose en un mero suburbio). Esto explicaría en gran medida los motivos por los que los musulmanes optaron por instalarse donde lo hicieron (en el nuevo "ILLICI" hispanogodo) y por qué aceptaron el nombre existente cuando tomaron el control político de la nueva localidad.
 
El nombre árabe de Elche.

 
 En un texto del antíguo historiador árabe Al-Edrisi, aparece mencionado en árabe el nombre de la localidad ilicitana, la cual está escrita con las letras árabes "alif", "lam" y "shim"; cuya correspondencia fonética vendría a ser: "a/e", "l", "sh inglesa" ("ELSH").
 Como ya se ha comentado, fueron los hispanogodos los que comenzaron a introducir la "E" en lugar de la "I" en el nombre de "ILLICI", de tal forma que, conociendo los musulmanes el nombre de la localidad por boca de aquellos, es lógico que acabaran acuñando el nombre de "Elsh" a partir de las formas hispanogodas "Elici", "Elice" o similares.
 
 Convendría aquí aclarar algunos aspectos de la escritura árabe que explicarían la aparente perdida de las vocales interconsonántica y final "EL(I)C(E)".
 
 La escritura árabe es consonántica, lo cual quiere decir que (salvo excepciones como "alif" ("a/e")), solo se escriben las consonantes sin que aparezcan vocales entre ellas. (Es como si para escribir la palabra "careta" solo pusieramos "crt"). El lector tiene que recrear las vocales ausentes dependiendo del contexto semántico del escrito. En árabe, llegar a saber cuál son las vocales apropiadas para una raíz consonántica no es tan complicado como en castellano, ya que cada raíz consonántica suele poseer un juego de significados afines y no varios inconexos entre si como sucede en castellano.
 Por tanto, escribiendo en árabe "Elsh" aún cabría la posibilidad de poderse pronunciar una "I", no escrita, entre la "l" y la "sh" ("Elish") e incluso añadir una vocal, tampoco escrita, al final de la palabra ("Elishi", "Elishe").
 
 Haciendo uso una vez más de la magnífica obra de Aureliano Ibarra Manzoni, "Illici, su situación y antigüedades" (donde el autor ya adelantó y consignó algunas de las cosas que aparecen en el presente texto), localizamos "ELIXE" como el nombre árabe que nuestra localidad recibía en "La división de las provincias de España, llevada a cabo del 746 al 748 por Jusuf el Fehri".
Aún sin llegar a aparecer el nombre escrito en grafía árabe no se puede más que considerar que su escritura no sería otra que la anteriormente aducida para "Elsh" ("alif", "lam" y "shim"), pues como ya se ha dicho, las vocales no se escriben en árabe y la "X" del presente caso no es sino otra forma de transliterar la letra "shim" a nuestro alfabeto latino ("E-L-i-X-e"). Unicamente cabría matizar algo que no se ha dicho hasta ahora, y es que en la escritura árabe se pueden utilizar, opcionalmente, unos signos diacríticos, que se sitúan por encima o debajo de las consonantes, que indican la vocal que se ha de pronunciar. Dicho ésto, sería necesario comprobar la original escritura árabe de "ELIXE" dada por Jusuf el Fehri, para saber si se ha hecho uso de tales signos diacríticos o no.
 
 En cualquier caso, lo que está claro es que el nombre de nuestra localidad empleado por los musulmanes derivó directamente del usado por los hispanogodos habitantes de "ILLICI", (heredado a su vez de hispanorromanos e íberos), transformándose en mayor o menor medida en función de la fonética propia de la lengua hablada por los invasores islamitas.
Resulta también evidente la enorme coincidencia del nombre musulmán de la ciudad con los que posteriormente recibiría por parte de los diferentes reinos cristianos que tuvieron bajo su dominio a la villa ilicitana. Aspecto éste que será debatido en otro capítulo a fín de no alargar excesivamente el que ahora nos ocupa.