Las sesiones del tribunal.
El lugar donde el tribunal se reúne es otra prueba indirecta de su origen musulmán. Porque en Valencia, como en tantas otras ciudades españolas, la actual catedral está edificada sobre el emplazamiento de la mezquita mayor. Sabido es que los jueces musulmanes atendían a sus demandantes e impartían justicia precisamente en el patio de la mezquita. De modo que estos jueces continúan haciéndolo, en lo que son materias de su competencia, precisamente en el mismo lugar donde lo hicieron sus antecesores, todos y siempre.
Hasta hace no demasiados años, el presidente del Tribunal de las Aguas otorgaba el uso de la palabra señalando con el pie, y no con la mano, al testigo, el demandante o el demandado, según los casos. Es posible que todavía sobrevivan ancianos que recuerden esta costumbre, chocante en tiempos modernos. Al parecer, se trata asimismo de un uso musulmán : algunos viajeros han visto en recónditas tierras de Islam cómo los grandes señores o los doctores de la ley coránica señalan, efectivamente, con el pie a quien quiera que deseen aludir.
El tribunal está integrado por los síndicos de las ocho acequias principales, que, a su vez, rematan una jerarquía en pirámide estructurada en el seno de cada una de ellas del modo más estrictamente democrático. Este término, que no existía en su tiempo, es el más adecuado para designar el modo de elección y nombramiento precisamente por el pueblo, sin interferencia de ninguna clase, y de acuerdo con sus propios intereses. Los convecinos se conocen bien : nadie les torcerá su probada opinión sobre quién es más recto, prudente, ecuánime o equilibrado, así como más escrupuloso en sus respectivos deberes como regante. Les conviene que sea éste, y no otro peor dotado, quien reciba su designación para juzgar. Porque aquellos labradores son quienes eligen a quienes tendrán que juzgar, acaso, sobre sus propios asuntos.
La sensatez acumulada durante tantos siglos es, al cabo, el fondo para apoyar la eficacia del tribunal.
Hasta hace no demasiados años, el presidente del Tribunal de las Aguas otorgaba el uso de la palabra señalando con el pie, y no con la mano, al testigo, el demandante o el demandado, según los casos. Es posible que todavía sobrevivan ancianos que recuerden esta costumbre, chocante en tiempos modernos. Al parecer, se trata asimismo de un uso musulmán : algunos viajeros han visto en recónditas tierras de Islam cómo los grandes señores o los doctores de la ley coránica señalan, efectivamente, con el pie a quien quiera que deseen aludir.
El tribunal está integrado por los síndicos de las ocho acequias principales, que, a su vez, rematan una jerarquía en pirámide estructurada en el seno de cada una de ellas del modo más estrictamente democrático. Este término, que no existía en su tiempo, es el más adecuado para designar el modo de elección y nombramiento precisamente por el pueblo, sin interferencia de ninguna clase, y de acuerdo con sus propios intereses. Los convecinos se conocen bien : nadie les torcerá su probada opinión sobre quién es más recto, prudente, ecuánime o equilibrado, así como más escrupuloso en sus respectivos deberes como regante. Les conviene que sea éste, y no otro peor dotado, quien reciba su designación para juzgar. Porque aquellos labradores son quienes eligen a quienes tendrán que juzgar, acaso, sobre sus propios asuntos.
La sensatez acumulada durante tantos siglos es, al cabo, el fondo para apoyar la eficacia del tribunal.
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