MANIFESTACIONES PUBLICAS
En (de Albiñana...) Vicente Ramos insiste en detallarnos lo que fueron algunas de las manifestaciones públicas entra de los intereses que perseguían los políticos catalanistas. O sea, la mayoría de los que integraban el “Plenari” y de los que posteriormente se conjuraron para confeccionar el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana. Y nos dice…
“Manifestaciones Públicas. Durante el corto y divertido febrero, dos grandes grupos de manifestantes se pasearon y vociferaron por las calles de Valencia. Uno, el 8, organizado por pesoistas y comunistas; otro, el 10 por la “Coordinadora Nacionalista i d’Esquerres del País Valencia”. Aquellos enarbolaban la bandera del 151; estos abominaban tanto de la 151 como de la 143 (se refiere a los artículos del estatuto de autonomía que debían de aplicarse a la Comunidad Valenciana). (No se pronunciaron sobre la 144.) “Las vías constitucionales –dijeron los segundos- son vías muertas para nuestro autogobierno. Con la falsa polémica 143-151, el bloque reformista, (derecha e izquierda) pretende hacernos entrar en el juego constitucional para ofrendar nuevas glorias a España (…). Nosotros no queremos construir España: queremos reconstruir nuestro País. Estos paisanos que no españoles estaban encabezados, entre otros, por Francisco de P. Burguera, Vicente Ventura, Jorge Olcina, Carlos Dolç, Francisco Candela, Vicente Badía Marín… ¡Todos muy adictos a la Constitución!
Esta es una prueba insignificante de las manifestaciones callejeras que vendrían después, tanto por estamentos o seudopartidos catalanistas, disfrazados con el aura del valencianismo político, como de organizaciones valencianistas, entre las que más se distinguió fue la Coordinadora de Entidades Culturales del Reino de Valencia.
Todas las manifestaciones que se han convocado por los estamentos pancatalanistas en nuestra ciudad y en otras del resto de la comunidad, han sido organizadas para defensa del estatuto, pero de una defensa orientada a que nuestra comunidad, nuestro Reino de Valencia, no fuera absorbida dentro del estrafalario proyectos de los Países Catalanes. O sea, pancatalanismo puro y duro.
Las manifestaciones organizadas dentro y fuera del ámbito de nuestra Comunidad convocadas por las entidades culturales valencianistas, que no por los partidos políticos, que en toda su existencia democrática jamás han organizado, ni siquiera convocado manifestación alguna dirigida a la defensa de nuestras señas de identidad y de nuestra historia como pueblo diferente y diferenciado del resto de los de España.
Aquí tenemos dos bien diferenciadas actitudes, la valencianista y la pancatalanista.
De todas las manifestaciones las de mayor presencia de ciudadanos han sido las convocadas por las entidades valencianistas, en las que no hace falta pagar ni autobuses ni bocadillos para que la gente se vuelque en nutrir las mismas. Por el contrario, las pancatalanistas siempre se han distinguido por el escaso número de participantes a pesar de que han sido traídos en autobuses, incluso de Cataluña, y con la comida pagada. Mucho ruido, pero pocas nueces.
Las manifestaciones valencianistas siempre han sido agraviadas con la presencia de buen número de efectivos de la policía nacional que, tanto de uniforme, como de paisano, siempre han estado atentos a cualquier desmán que pudiera producirse, tanto a favor del motivo de las manifestaciones como en contra de las provocaciones de elementos catalanistas que siempre han merodeado por los recorridos autorizados previamente por los delegados del gobierno de España.
Los valencianos, los que defendemos nuestras señas de identidad y para lo que nos hemos manifestado, siempre estamos denostados. La policía se emplea contra nosotros, en ocasiones, excesivamente. Los medios de comunicación no se hacen eco del gran numero de manifestantes a favor de la causa valenciana y los estamentos comunitarios, o sea el gobierno autonómico, fuere del color que fuere, jamás se han eco de la voz de la calle. Muy al contrario, siempre han contribuido económicamente con las organizaciones catalanistas cuando las entidades valencianistas, -las beligerantes, claro, las mansas aunque poco han recogido algunas migajas- , jamás han obtenido ni ayuda ni reconocimiento a la labor reivindicativa y de la defensa de nuestra historia y de nuestra lengua valenciana.
En (de Albiñana...) Vicente Ramos insiste en detallarnos lo que fueron algunas de las manifestaciones públicas entra de los intereses que perseguían los políticos catalanistas. O sea, la mayoría de los que integraban el “Plenari” y de los que posteriormente se conjuraron para confeccionar el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana. Y nos dice…
“Manifestaciones Públicas. Durante el corto y divertido febrero, dos grandes grupos de manifestantes se pasearon y vociferaron por las calles de Valencia. Uno, el 8, organizado por pesoistas y comunistas; otro, el 10 por la “Coordinadora Nacionalista i d’Esquerres del País Valencia”. Aquellos enarbolaban la bandera del 151; estos abominaban tanto de la 151 como de la 143 (se refiere a los artículos del estatuto de autonomía que debían de aplicarse a la Comunidad Valenciana). (No se pronunciaron sobre la 144.) “Las vías constitucionales –dijeron los segundos- son vías muertas para nuestro autogobierno. Con la falsa polémica 143-151, el bloque reformista, (derecha e izquierda) pretende hacernos entrar en el juego constitucional para ofrendar nuevas glorias a España (…). Nosotros no queremos construir España: queremos reconstruir nuestro País. Estos paisanos que no españoles estaban encabezados, entre otros, por Francisco de P. Burguera, Vicente Ventura, Jorge Olcina, Carlos Dolç, Francisco Candela, Vicente Badía Marín… ¡Todos muy adictos a la Constitución!
Esta es una prueba insignificante de las manifestaciones callejeras que vendrían después, tanto por estamentos o seudopartidos catalanistas, disfrazados con el aura del valencianismo político, como de organizaciones valencianistas, entre las que más se distinguió fue la Coordinadora de Entidades Culturales del Reino de Valencia.
Todas las manifestaciones que se han convocado por los estamentos pancatalanistas en nuestra ciudad y en otras del resto de la comunidad, han sido organizadas para defensa del estatuto, pero de una defensa orientada a que nuestra comunidad, nuestro Reino de Valencia, no fuera absorbida dentro del estrafalario proyectos de los Países Catalanes. O sea, pancatalanismo puro y duro.
Las manifestaciones organizadas dentro y fuera del ámbito de nuestra Comunidad convocadas por las entidades culturales valencianistas, que no por los partidos políticos, que en toda su existencia democrática jamás han organizado, ni siquiera convocado manifestación alguna dirigida a la defensa de nuestras señas de identidad y de nuestra historia como pueblo diferente y diferenciado del resto de los de España.
Aquí tenemos dos bien diferenciadas actitudes, la valencianista y la pancatalanista.
De todas las manifestaciones las de mayor presencia de ciudadanos han sido las convocadas por las entidades valencianistas, en las que no hace falta pagar ni autobuses ni bocadillos para que la gente se vuelque en nutrir las mismas. Por el contrario, las pancatalanistas siempre se han distinguido por el escaso número de participantes a pesar de que han sido traídos en autobuses, incluso de Cataluña, y con la comida pagada. Mucho ruido, pero pocas nueces.
Las manifestaciones valencianistas siempre han sido agraviadas con la presencia de buen número de efectivos de la policía nacional que, tanto de uniforme, como de paisano, siempre han estado atentos a cualquier desmán que pudiera producirse, tanto a favor del motivo de las manifestaciones como en contra de las provocaciones de elementos catalanistas que siempre han merodeado por los recorridos autorizados previamente por los delegados del gobierno de España.
Los valencianos, los que defendemos nuestras señas de identidad y para lo que nos hemos manifestado, siempre estamos denostados. La policía se emplea contra nosotros, en ocasiones, excesivamente. Los medios de comunicación no se hacen eco del gran numero de manifestantes a favor de la causa valenciana y los estamentos comunitarios, o sea el gobierno autonómico, fuere del color que fuere, jamás se han eco de la voz de la calle. Muy al contrario, siempre han contribuido económicamente con las organizaciones catalanistas cuando las entidades valencianistas, -las beligerantes, claro, las mansas aunque poco han recogido algunas migajas- , jamás han obtenido ni ayuda ni reconocimiento a la labor reivindicativa y de la defensa de nuestra historia y de nuestra lengua valenciana.
A pesar de ello. A pesar del gran número de valencianos que siempre han nutrido las manifestaciones valencianistas, el voto en las urnas siempre se ha decantado por los dos partidos mayoritarios: PP. y PSOE., ambos netamente catalanistas y culpables de la difícil situación por la que hoy atraviesa nuestra Comunidad, tanto en el aspecto económico, como, en el que más duele a los valencianistas, al aspecto cultural. La traición es constante, la ofensa a los valencianos es total y la inmersión lingüística que nuestros hijos y nietos están sufriendo aún los centros escolares, universidades y todos aquellas instituciones que dependen del gobierno autonómico, es el objetivo más significativo de la colaboración incondicional que nuestros políticos ofrecen a sus “socios” catalanes.
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