lunes, 17 de enero de 2011

COLEGIO DE LOS NIÑOS HUERFANOS DE SAN VICENTE FERRER


APUNTES HISTÓRICOS SOBRE LOS FUEROS DEL ANTIGUO REINO DE VALENCIA

D. Vicente Boix
Valencia 1855


El Rey D. Jaime I construyó en 1242 un hospital en el mismo sitio donde fue enterrado S. Vicente Mártir, con el objeto de albergar por tres días a los peregrinos, asistir los enfermos pobres, y recoger los niños huérfanos y espósitos. Durante la vida del fundador, se llenó exactamente el objeto de este instituto; pero ocurrido su fallecimiento en 27 de Julio de 1276, se fue olvidando su fundación. D. Jaime en su testamento otorgado en Mompeller a 26 de Agosto de 1272 legó a los frailes Bernardos de Poblet la villa de Alpera en Cataluña; pero no les fue entregada hasta el reinado de Alfonso III, quien lo verificó con la condición de poderla recobrar siempre que se les diese cosa equivalente: en uso de esta reserva, en el año siguiente 1287 la recuperó, dándoles en recompensa el referido templo, hospital y casa, con todas sus rentas y pertenencias; pero con la obligación de conservar la hospitalidad, y de emplear en ella y en el culto divino aquellas rentas, conforme a la voluntad del fundador. Los frailes aceptaron estas condiciones, pero no las cumplieron jamás; por lo que el Rey D. Jaime II en 1301, y D. Pedro IV en 1379, nombraron el primero un ministro real, y el segundo dos visitadores, que tomasen conocimiento, y entendiesen el hacerles cumplir lo convenido con el Rey D. Alfonso; pero todo fue inútil, y los frailes continuaron en la propiedad, sin cumplir lo pactado.
Por este tiempo poseían los solitarios que moraban en varias ermitas estramuros de esta misma zona de la ciudad, una casa que les había sido donada para hospital suyo propio, recogiéndose en él también los niños huérfanos y espósitos, como antes en el de San Vicente; pero estinguidos los ermitaños por haberse trasladado unos al monasterio de S. Agustín (ahora presidio), en frente de dicho hospicio, y otros a la nueva Orden de S. Gerónimo, quedó cerrado por algún tiempo, hasta que se concedió a la cofradía llamada de los Beguines
(25), que seguían a S. Vicente Ferrer en sus predicaciones. En este estado, y hallándose este Santo predicando en Benisa, Teulada y otros pueblos de la marina, recibió una carta de D. Hugo Bagés, Obispo de Valencia, en la que le pedía encarecidamente regresara a su patria, para consultarle asuntos muy graves, y sobre todo porque su presencia podía arreglar la discordia promovida entre Murviedro y Valencia, por no haber querido aquella villa ser visitada por D. Arnaldo Guillem de Bellera, Gobernador de la ciudad y reino y amenazando con esto temibles desórdenes. El Santo, con su acostumbrado celo y prudencia, lo concilió todo; y advirtiendo, durante su permanencia, el desamparo de muchos niños huérfanos pobres que vagaban perdidos, pensó recogerlos en dicha casa de los Beguines; y así lo verificó, poniéndolos al cuidado de aquellos buenos hombres y de algunas piadosas señoras, para que les enseñasen la doctrina cristiana, y labores propias de su sexo: les dio constituciones, y dispuso que tanto niños como niñas vistiesen saya blanca y beca o manto negro, como lo usaba él mismo. Huerto el Santo, continuaron administrando la casa los Beguines, llamándose Cofrades de los niños huérfanos de S. Vicente por espacio de más de un siglo; pero estinguido este instituto por falta de individuos en el año 1540, se encargaron de ella algunos caballeros y ciudadanos, la pusieron al cuidado de un beneficiado de S. Bartolomé, llamado Mosén Palanque, la dieron nuevas constituciones, que aprobó en 1547 el Virey D. Fernando de Aragón, Duque de Calabria; y queriendo la ciudad, que en todas estas obras tomaba una grande parte, cooperar a tan laudable objeto, tomó el patronato, colocando su escudo de armas sobre la puerta de dicha casa. Las discusiones ocurridas entre los mismos cofrades, hicieron sin embargo decaer el Colegio, y produgeron quejas que, elevadas a Felipe II, comisionó en 14 de Marzo de 1593 al Patriarca Don Juan de Ribera, para que le diese nueva forma de administración bajo el patronato real: así lo practicó el Arzobispo, y los niños continuaron en la casa hasta el año 1621, en que verificada la espulsión de los moriscos por Felipe III en 1609, y quedado sin destino el Colegio que había fundado el Emperador Carlos V en 1550, para que fuesen educados en él los hijos de los moriscos convertidos, Felipe IV lo concedió a los niños y niñas de S. Vicente Ferrer, teniendo lugar la traslación al Colegio Imperial en el mismo año, siendo Virey D. Antonio Pimentel, Marqués de Tabara, y Arzobispo D. Fray Isidoro de Aliaga.
En esta y otras instituciones se hallan sus juntas o administraciones representadas por las tres Brazos, con arreglo a fuero.

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