Por Ricardo García Moya
Las Provincias 18 de Enero de 1998
En las manifestaciones catalaneras, una gran pancarta exhibe el lema
que les distingue: "La ignorancia es muy
atrevida". Es decir, no
ocultan vergüenzas, aunque poco a poco van cultivándose gracias a
lectura de LAS PROVINCIAS. Hace
meses comentábamos en este rotativo que llonja
y rellonge eran vocablos cultos de
la lengua valenciana, usuales desde la Edad Media y reconocidos incluso por
Corominas. Han tardado, pero el 8 de enero de 1998 el ideólogo inmersor Joan F.
Mira -autor de libros sobre "la nostra llengua"- descubría alucinado
que las voces llonja, rellonge, llanda y almorsar eran
cultas y clásicas.
El mea culpa reproducía texto de Corominas: "La forma llonja no
sólo es legítima, sino que no creo que nadie haya llegado a pensar en reprobar
su uso". Líneas que eran glosadas por Mira: "Se equivocaba Corominas,
pues muchos valencianos hemos reprobado tanto que hemos llegado a pensar que la
únic forma buena era llotja, y que
la otra era un banal castellanismo. Era falso: la lonja castellana procede de
la valenciana. Y resulta que almorzar
está documentado antes que esmorzar,
y así tantas ignorancias nuestras. Por ignorancia hemos sido más papista que el
Papa, además de querer ser más unitarios y patriotas que el mismo Corominas.
Que él, desde el Cielo nos perdone. Y volvamo a almorzar y a la llonja, por
favor". (Mira, Joan F.: EP, 8-1-98.)
Lo malo es que el glorificado Carles Salvador -igual que Guarner y
Fuster- tampoco diferenciaba entre vulgarismos y léxico culto, y prohibía llonja y rellonge en su falsa Gramática Valenciana (Ed. Eliseu Climent
Barcelona, 1993, p. 191); disparates que los inmersores han propagado
posteriormente por todo el Reino. Así, en San
Juan de Alicante el Ayuntamiento ha bautizado un centro cultural como casa
del "Rellotge”, en catalán, cuando en toda la provincia de Alicante -salvo
inmersores y peripatéticos- nadie llama al reloj de otra forma que no sea
"rellonge" en lengua
valenciana. En fin, esperemos que la científica Universidad prosiga con sus
sensacionales descubrimientos, y que el Ayuntamiento de Valencia vuelva a
rotular llonja y llongeta al tener venia de sus señoritos catalanes. Como estoy
generoso, voy a dar materia para que dentro de unos meses, la Universidad
comunique otro gran descubrimiento léxico. Por ejemplo, micalet (con minúscula) es palabra inexistente en el
"Diccionari del lnstitut d'Estudis Catalans" y, en consecuencia, los
falsos diccionarios valencianos de Bromera, Generalidad o Gregal tampoco la
incluyen. El Miquel valenciano -idéntico al catalán y similar al Miguel
castellano- se aleja hipocorísticamente de ambos al formar el clásico Micalet que, con minúscula, equivalía
al miquelet catalán, miembro de las
compañías fundadas en la Guerra dels Segadors (año 1640), y que debían su nombre a Miquel Prats, uno de sus jefes. La
primera actuación fue en la frontera del Reino de Valencia, y hay documentación
inédita sobre la misma.
El 23 de enero de 1642, el "Abad
de Benifaça del Reino de Valencia" denunciaba que los catalanes
"lo habían saqueado, por estar el mesmo Convento en la raya con
Cataluña". Lo interesante es que siempre usa un mismo término para
designar a esta milicia: "los sediciosos micaletes de Cataluña; entrando los dichos micaletes en el Reino de Valencia; les han robado los micaletes; lugares que ocupan los micaletes" (Arch. Cor. Aragón,
L.1356).
Es decir, un cuerpo creado en Cataluña en 1640 y llamado "de miquelets" automáticamente fue
traducido al valenciano "micalets"
en zona tan alejada como el Cenia. Así lo recordaba siglos después (año 1851)
el diccionario valenciano de Escrig, al incluir entre las acepciones de "Micalet" la de "fusilero de
montaña en Cataluña". El hecho de que en la misma frontera catalana -en
Benifaçá y en 1641- se tradujera o castellanizara como micaletes refleja la fortaleza e independencia de la lengua
valenciana respecto a las vecinas. El neologismo era inexistente en el idioma
de Cervantes, ya que el DRAE sólo recoge "migueletes" como milicia de Cataluña y Guipúzcoa.
De los robos de ganado e incendio de granjas en la Cenia, los
catalanes pasaron al asesinato de civiles y frailes en 1644, como consta en el
mal llamado Archivo de la Corona de Aragón. El convento de capuchinos de
Tortosa, ocupado por "pares
Capuchins" (ACA.L.695) del Reino de Valencia, lucharon "sin
reparar en peligros, ni amenazas de los micalets, ni en la muerte de religiosos". La
independencia idiomática se manifestaba en voces como capuchins y micalets,
así como en su castellanización "micaletes”
Quizá dentro de meses o años, algún lince inmersor descubra que micalet y capuchins son legales y cultos. Todo depende de lo que ordenen los
textos de Margarit, Corominas y Martí de Riquer; o lo que les dicte el lnstitut
d'Estudis Catalans. De todas formas, mi enhorabuena al equipo de perspicaces
lexicólogos, astutos etimólogos y sesudos semiólogos de la científica
Universidad de Valencia (y a "todas las del mundo") y a su ideólogo
Joan F. Mira por descubrir -leyendo LAS
PROVINCIAS- que llonja y rellonge son palabras cultas
valencianas. Y si el citado Joan F. Mira lee más este diario, seguro que su
lacrimógeno chorrear de libros ("Els
treballs perduts",
"Sense música ni patria i altres cróniques de un país inexistent",
etc.) se optimiza al descubrir que no fuimos "un país inexistent",
sino un Reino que no dependia de Castilla o Cataluña.
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