Por: Ricardo
de la Cierva
El cual provenía de
Castilla, pero fomentó por encima de todo la política mediterránea de su nuevo
reino, y supo _comunicar ese horizonte a su hijo, el gran Altonso el Magnánimo,
III de Valencia y V de Aragón, que reinó entre 1416 y 1458. Naves valencianas
sometieron Cerdeña y tomnaron la ciudad de Nápoles; el almirante valenciano
Ramón de Corbera, en lucha con la Casa de Anjou, rompió las cadenas del puerto
de Marsella y tomó por asalto la ciudad; luego el Rey Magnánimo donó las
cadenas a Valencia, junto con el Santo Grial, una reliquia legendaria de1
medievo. Su reinado marca el apogeo de la gran cultura valenciana en la
Baja Edad Media, que se prolongó hasta los albores de la Edad Moderna. Los
intensos contactos con Italia cuajaron la conexión valenciana con las corrientes
del humanismo, y fray Antonio Canals, traductor del Valerio Máximo a la que él
llama lengua valenciana, contrapone
su obra a las traducciones realizadas en lengua
catalana; un testimonio del que huyen los pancatalanistas comno sobre ascuas.
Pero esa misma lengua fue elevada hasta las cumbres de la lírica europea de su
tiempo por un caballero del rey Alfonso, Ausias March, que liberó al valenciano
de provincialismos espúreos y supo conferir a sus poemas la impronta del
clasicismo. Lo mismo haría, en generación siguiente, Joanot Martorell, autor de
la novela primordial Tirant lo Blanch, calificada por Cervantes en el Quijote
como «el mejor libro del mundo».
Martorell dice escribir «en vulgar lengua valenciana», a la que el propio
Cervantes en el Persiles se refiere como «graciosa lengua valenciana con quien sólo la portuguesa
puede competir en ser dulce y agradable». Son también célebres Joan Esteve,
autor de un Liber elegantiarum; Jaume Roig, que escribió L'espill o
llibre des les dones; sor Isabel
de Villena, autora de una memorable vida de Cristo, novelada. El primer
diccionario de una lengua romance se Compuso en Valencia, y en valenciano se
imprimió (junto con partes en italiano y
castellano el primer libro en que se copió el invento de Gutenberg en España,
las Trobes en Lahors de 1a Verge Maria, que se conserva en la Universidad de Valencia y
tuve en mis manos en 1974, con la emoción~ que puede suponer el envidioso
lector. Se propagan por entonces el
fabuloso Misteri d'Elig (Misterio de
Elche escrito a fines del siglo XIII (1265), y el Cant de la Sibila, dos monumentos de la lengua. Eran tiempos de
esplendor general en el reino. Se creaba la Taula de Canvis y la,
primeras grandes instituciones benéficas en favor de los marginados de la
sociedad. El siglo daba dos papas valencianos, Calixto III y Alejandro VI; de
la familia valenciana de los Borja (a quienes los horteras de la Historia
siguen llamando en España Borgia) se convirtió en la más famosa del mundo. Algún italiano despistado, sin
saber de qué iba la cosa, quiso llamarles catalanes; con el mismo criterio podríamos llamar venecianos
a los Medici. Pero nombrar a estas
alturas, como hacen los pancatalanistas y los txarcaltecas, amén de varios académicos castellanos esquiroles,
a March y Martorell representantes de la literatura catalana, cuando ni por lengua, ni por cultura, ni por política. ni por
administración, estaba Valencia integrada en Cataluña, es un interesado
disparate mucho más grave que incluir a don Alfonso X el Sabio en la
literatura portuguesa. a Miguel de Unamuno en la literatura vascuence o a Jose
Ortega y Gasset en la literatura argentina.
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