jueves, 22 de octubre de 2015

LA EXPANSION DE LA LENGUA VALENCIANA EN CATALUÑA



AUTOR: RICART GARCIA MOYA


 Este verano,  en una tórrida tarde en la Universidad de Barcelona, comprobé lo interesante  que era el manuscrito Ms. 1010.  Terminado hacia 1637, con caligrafía semejante a  batallones de inquietas hormigas,  trataba sobre la "lengua catalana materna”. Ahora, ya en el Reino, he consultado los comentarios sobre el citado manuscrito en la "Historia de la Lìteratura Catalana", de D. Martí de Riquer, y algo no concuerda; la única cita referente a nosotros es para recordar que en los años del manuscrito estudiaban en Lleida más de “300 valencianos que hablaban y entendían, como es lógico, el  catalán" (HLC, V, p. 430). Por  supuesto que entendían el catalán y el latín, pero ¿hablaban catalán o valenciano?

 EI Ms. 1010 confirma que las lenguas habituales en Lleida fueron el catalán, el latín (círculo  universitario) y el valenciano;  conclusión que no sorprendería si la inmersión no censurara originales.  La Universidad de Lleida fue autorizada en 1300 por Jaime II en un lugar a salvo de ataques costeros y de la peligrosa frontera castellana, aunque alejado de Valencia, Zaragoza y Barcelona.  EI monarca nacido en Valencia concedió a Lleida el monopolio de los estudios universitarios de todos  sus estados; hecho que explica la nutrida presencia de valencianos en la diminuta ciudad. La  tradición persistió incluso en el  XVII, cuando el Estudio General  de Valencia superaba a Lleida en  prestigio y alumnado.

 La Universidad reconocía a los valencianos múltiples inmunidades y por privilegio de AIfonso III (año 1428), elegían al rector independientemente de aragoneses y catalanes. Lérida vivía de su Universidad y, necesariamente un colectivo que oscilaba de 300 a 800 valencianos sobre una población que,  por ejemplo en 1708 no superaba los 3.000 habitantes, tuvo que influir lingüísticamente a lo  largo de los siglos, desde 1300  hasta 1705. EI avispado gerundense Onofre Pou se percató del negocio que supondría un diccionario en las tres lenguas habituales y, tras estudiar en Valencia, editó en 1575 un vocabulario  valenciano-catalán-latín. Convertido en bestseller, sirvió de texto en la universidad  catalana  hasta  el  siglo  XVIII,  según reconoce la propia Enciclopedia Catalana.

 Precisamente los que discuten en el Ms. 1010 sobre las lenguas maternas son dos ilerdenses  ilustres:  el  canónigo  Alexandro Ros y el catedrático Diego Cisteller. EI primero advierte que si los sermones sólo se  imparten en catalán no gustará a los extranjeros,  incluso a los valencianos. Y añade que "en el  Reyno de Valencia los más son bilingües, sin que se hagan estorbo en la pronunciación las dos lenguas valenciana y castellana" (Ms. 1010). A estas consideraciones   (censuradas  por  Riquer,  claro), se opone Cisteller, que convivía con valencianos en Lleida y disponía del  Thesaurus  de  Pou  para despejar dudas en los tres idiomas. En él, por ejemplo, se aclaraban incluso  nimiedades como que el latín pastanaca o el catalán pastanaga equivallan al valenciano safanoria (f. 31 v). La copiosa información sobre léxico y ortografía del idioma valenciano  (carchofa,  pechines, picher, chic, eixida, otonyo, charrador, etc.) explicaría el éxito del trilingüe vocabulario en las universidades condales.

 EI constante trasiego valenciano por la ruta de Lleida se efectuaba lentamente, con frecuentes descansos y pernoctaciones en las mismas y poco pobladas aldeas desde el medieval año 1300. Estudiantes y familiares, cultos y acomodados en relación a los aldeanos, eran modelo a imitar por su refinamiento e idioma. No es ilógico, pues, que la cuña lingüística valenciana amenazara exten- derse desde Lleida hacia la parte oriental de Cataluña, hecho denunciado en 1628 por el catalán Andreu  Bosch ("Titols d'Honor', Perpinya, 1628). La valencianización en la ruta valenciana Ilegó a un punto en que los predicadores regnícolas usaban el valenciano en sus sermones, no el catalán. EI doctor Cisteller, desde Lleida, testificaba que "los padres Lorenzo San Juan, y Blanch (...) y otros apostólicos varones de la Compañía de Jesús son valencianos, y predican en valenciano en CataIuña" (Ms.1010).

 Quien esto dice, recordémoslo, era catedrático de la Universidad de Lleida, y lo afirma en su "Memorial  en  defensa  de  la lengua catalana”  (Ms. 1010) dirigido a la Generalidad de Cataluña en 1636. Con él contestaba al también ilerdense Alexandro Ros, que  opinaba: "Es fuerza estén  retirados en Cataluña sus predicadores, porque rompidos  (sic) en la lengua catalana, no han de ir si fueran cuerdos a Valencia, donde falta en el estilo o vicio en la pronunciación ofende grandemente". En otro párrafo del Memorial dirigido a la Generalidad, el letrado Cisteller deja claro que el idioma de los valencianos era independiente de cualquier otro  peninsular al recordar que las leyes de Castilla "están en castellano; en Valencia, en valenciano; y en Cataluña, en catalán". Esto también  lo censuran, científicamente, los inmersores.

 Es lógico que, tras graduarse en Lleida, los universitarios que regresaban a Mallorca y Cataluña añoraran la clásica lengua de los valencianos; de ahí que los catalanes Pere Posa y Pere Bru publicaran en Barcelona en 1481 la "Historia de Alexandre” "en la present lengua valencìana". O que a Gregori Genovart, canónigo de Mallorca, agradeciera la edición del Blanquerna, "traduyt,  corregit  y estampat en Ilengua valenciana"; traduccìón efectuada de los manuscritos provenzalesde Llull por el catalán Bonlabi en 1521.

 La franja de influencia idiomática valenciana fue un tormento para Cataluña hasta 1862, cuando el astuto Milá i Fontanals inventó lo del dialecto catalán occidental. Hoy, atrapada en el tarquín inmersor, la bisoña Universidad de Elche ya edita folletos en puro catalán.

 Las Provincias 11 de Septiembre de 1997




 
  


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