Ricardo García Moya
Diario de Valencia 3 de Marzo de 2002
Los catalaneros se enriquecen con los montajes,
siendo el último la supuesta edición “en valenciano” de Harry Potter. Bastaría
conocer los nombres de la que han perpetrado esta engañifa para saber que es
un texto en la lengua del Institut d’Estudis Catalans, con el “amb” de marras,
las desinencias verbales barceloninas (eix), la morfología fabriana de
sustantivos y pronombres (xic, joia, us, jo, donar-hi), la geminación ridícula
(pel-lícula), y el léxico de arcaísmos y barbarismos que nos impone Cataluña
(dues, veure, feia una estona, llençol...; no los valencianos dos, vore, fea
un rato, llançol...) Lo dicho, es un engaño más.
Si les dijera que “yo” -no el “jo” del Harry Potter-,
es la forma valenciana del pronombre de primera persona, ustedes podrían
partirse de risa; incluso si me apoyara en un Menéndez Pidal que distinguía
entre el “catalán jo, valenciano yo” (Gram. Hist. p.251), podrían alegar que
es un castellano intrigante, así que ahí va nuestra artillería pesada: “yo he
donat” (St. Vicent Ferrer, 1410); “yo dich” (Trobes en lahor de la Verge, 1474);
“yo no creuria” (Esteve: Liber,1472); “lo que yo” (Vallmanya: Carcer d’amor,
1495); “yo he amat la bellea” (Corella: Salteri. 1490); “que yo” (Imit. Iesuchrist,
dedic. Miquel Pereç, 1491); “com yo” (Biblia Pere Pasqual, 1492); “yo, miserable”
(Primera del Cartoxá, 1496); “fent yo” (Gaçull: La brama, 1561); “yo li diré”
(Milán: El Cortesano, 1561); “es veritat que yo” (Pou: Thesaurus, 1575); “en
que yo vixch” (Guerau: Desc. dels Mestres de Valencia, 1586); “yo escoltant”
(Salzedo: Vida Hier. Simón. 1614); “yo tampoch” (Mulet: Poesies a Maciana,
1645); “y haventlo partit yo” (Ortí, M.A: Can. S. Tomás. 1659); “faltant yo”
(ACV.Ms. Melchor Fuster, h.,1680); “yo podré obtindre” (Alarcón: El tenorio de
Alsabares, Elig 1891); “¿Yo? Ni vórela” (Peris, Joseph: La peixca de la ballena.
1926); “yo” (Dicc. RACV, 1997).
Hasta la miseria actual de Tarancón y sus bromeras, el
idioma valenciano era uno
más de los europeos, asimilando préstamos y cediendo
léxico a las lenguas vecinas. El novelista Francisco Santos, en 1668, pone en
boca de un hidalgo castellano muerto de hambre esta frase dirigida a un
valenciano: “y assí id con Dios, con vuestras chulletas y vuestro arroz”
(Santos. El no importa de España. Madrid, año 1668, p. 193). Santos no
consideraba la valenciana “chulletes” como totalmente castellana y escribe
“chulletas”, con abertura postónica y sin la disimilación palatal que daría
“chuleta” hacia el 1700. El novelista, sin saberlo, proporciona testimonio del
proceso integrador del sustantivo valenciano en la lengua de Góngora, ya que
el “chulla” que recogía Covarrubias en 1611 se consideraba sólo “vocablo
valenciano” (Tesoro, 1611). Del arabismo “arroz” podríamos suponer otra trayectoria
similar al aparecer como “ris” en la Barcelona del XIII, mientras que en los
productos valencianos que entraban por Tortosa se llamaba “ros” o “arrós”.
Al ser dogmas de fe los mandatos del Institut
d’Estudis Catalans que gobierna en la
Generalidad Valenciana, no cabe la discrepancia. Si el IEC dice que no
existe la ch en valenciano es que no existe, y los que la utilizaron en el
pasado fue por una fuerza demoniaca que les obligó a plasmar la “ch” africada
sorda donde querían poner una x o tx. Así, entre la documentación robada por
los franceses en Simancas (año1810); y que al ser devuelta a España (año
1852), chorizaron los catalanes para el mal llamado Archivo de la Corona de
Aragón, hay estos escritos de la Cancillería Real: “Universitatum de Muchamel,
Sancti Joannis et Benimagrell” (ACA. Canc. Real. Sig. L.384). Este documento del XVI contiene la traducción al
valenciano, incluido el término “universitat” o población pequeña: “de les
Universitats de Muchamel, Sant Joan y Benimagrell”. Los del IEC limpian el
anus con los testimonios del topónimo “Muchamel” en valenciano (jamás escrito
“Mutxamel”), y la borregada catalanera del PP y PSOE aplaude embelesada estas
cacicadas morfológicas.
El dígrafo
ch -ausente en Harry Potter-, estaba presente en el romance prejaimino, como
reconocía un sorprendido Corominas al comentar que Marchalenes aparece con ch
en las primeras documentaciones del XIII: “notem que apareix amb ch en les
dades antigues” (Onom. Barcelona, 1996). De igual modo, entre lineas, el
filólogo cerrajero Max Cahner describía el itinerano del arcaísmo valenciano
“fachides” que, desde el Reino, se filtró por la ruta valenciana hacia Lérida.
En concreto, Cahner analiza una frase del catalán Eiximenis, ciudadano da
Valencia a fines del XIV: “por moltes fachides que li havia fetes” (Terçs,II);
comentando que: “desde Valencia, subiendo por Cardona y Solsona se debió
propagar hasta Cerdanya” (DECLLC, Barcelona, 1995). Efectivamente, Cahner
describe la cuña valenciana hacia Lérida, ciudad pequeña donde la presencia
de estudiantes, profesores, predicadores y comerciantes valencianos filtraba
voces como “fachides”, catalanizada en “fatxidas”. El tridente Corominas,
Gulsoy y Cahner reconoce que “fachida” poseía la “ch” extraña al catalán, siendo
“señal casi infalible de que una forma o vocablo nos viene de un lenguaje afin
pero distinto de nuestra lengua”; en concreto, “un manlleu del mossàrab”
(DECLLC) Es decir un préstamo del mozárabe valenciano prejaimino.
En el falso valenciano de Harry Potter hay sustantivos
catalanes como “joia”, cuando es “joya” en el idioma valenciano, según la
blavería secesionista: “rica joya” (Pere el Ceremoniós: Elogi de l’Acrópolis.
A.C. Aragó, setembre 1380); “Scipió los enjoyá” (Canals, Antoni: Scipió,
h.1395); “dot a les filles, joyes” (Roig: Espill,1460); “una joya a tots los
trobadors” (Trobes en lahors de la Verge, 1474); “moneda e joyes” (Martorell:
Tirant,1490); “joyells spirituals” (Pereç, Miquel: Imit. Iesuchrist, 1491);
“molta roba y joyes” (Breu relació de la Germania, 1519); “furtar les joyes”
(Dietari de Jeroni Soria, 1548); “qui te tal joya” (Orti, M.A.: Cent.
San Vicent, 1656); “joyes y premis” (Mas, Lluis Vicent: Sermó Cof S.Vicent,
1755); “¡Qué joyes!” (Coloqui de Tito y Sento, 1789); “joya, joyes” (Dicc.RACV.
1997). Por cierto, en la Hist. Lit. Catalana hay un entrecomillado de Martí de
Riquer sobre la frase del rey de Valencia alusiva a la “rica joya” de la
Acrópolis ateniense, en 1380. El sagaz filólogo catalán se equivoca (¿) y
transcribe “joia” con i latina, donde el original dice “joya” con y griega.
Aviso público: realicen la prueba del “amb” cuando sus
hijos hojeen libros “en valenciá” en librerías o grandes superficies;
si aparece el “amb” en el texto, digan rápidamente: ¡Chiquet, solta eixa
merda! Ya en el hogar, desinfécteles las manos.
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