Por Ricardo
García Moya
Las Provincias
28 de Octubre de 1998
La actual relación, y no aludo a la politica, entre
cubanos y españoles recuerda la habida antes del 1898; relación tragicómica que
fue reflejada por la literatura valenciana. Las bibliotecas de España, desde la
Nacional de Madrid a la del Institut d'Estudis Catalans, custodian obras en
lengua valenciana que muestran a nuestros antepasados coloniales y sus
peripecias en los campos de Venus.
Así, el Institut d'Estudis Catalans conserva
"EI terreno del honor" (Valencia, 1894), obra de Lluis Bernat, que él
mismo calificaba como "Noveleta
de costums" (no "novel-leta"). Bernat seguía la tradición
idiomática foral, pues en 1667, el artiacá de Molvedre escribia: "feu
Abraham escandall de la novela"
(Bateig, p. 15), aludiendo a la historia de Sara, que había "parit a sa vellea". Bernat desciende al
infierno de opereta, champán y meretrices bigotudas que edulcoraron la melancolía del desastre
colonial y la tisis generalizada. En el inframundo del placer cronometrado
también se habló desde la Edad Media el idioma ahora prohibido; en 1501, la
prostituta conquense Angela de Vanya conocía a un musulmán que hablaba "en lengua valenciana e molt
paladina" (ARV, B. 1433). A fines del XIX, los clientes no eran moriscos,
sino notarios, militares con graduación y tenderos que leían "La
trona" y "EI cuento del dumenge".
EI protagonista de "EI terreno del honor"
es el madrileño don Nicanor Alpuente, celoso marido de la bella "cubaneta
Charito", criolla de 20 años. Don Nicanor presume de haber combatido en La
Habana, Matanzas y en mil lances para defender el honor de Charito. EI
conflicto surge cuando, tras unas copas, un valenciano de la Alcora Ilamado
Mingo Nyespla "acabá per soltarli que la cubaneta li la pegaba en un
atre". El sobado argumento es el cañamazo donde Bernat fija una grafia de
base fonológica, ajustada a las características del valenciano moderno. La
trepidante acción converge hacia el momento dramático del duelo, con el
aterrorizado "fill d'Alcora, que donaba Ilástima vórelo a les tres de la
matiná" (p. 22); mientras, al "ex botiguer" madrileño,
"una veu secreta li dia: Eixe
Ilauraor te forada la pancha"
(p. 28). Habrá quien se escandalice por esta grafía, pero el clásico Jaume Roig
escribía "pancha"
("Dones", 1561, f. 16) e igual hacía Fullana en su
"Gramática" de 1915 (p. 40).
Esta "noveleta
de costums" retrataba la habitual relación de interés entre joven
criolla cubana y rico español que rozaba la senectud. EI desenlace es grotesco.
Charito huye con su amante, y el duelo se suspende por la irrupción de dos
amigos valencianos de Mingo, que salen "raere d'un abre, repartint varaes
als duelistes" (p. 31). EI dramático duelo que Mariano José de Larra
presenciara en 1835 es transformado por el humor valenciano en una parodia donde
la muerte sólo puede provocarse por el miedo, pues
"pera comprarli la por al Sr. Nicanor haurien segut menester tots els millons de Rotschid" (p. 28); y
"arribat el moment, els dos adversaris se miraren de reull, y els dos
s'asustaren... de vore cada u tan groc al atre" (p. 29).
La necesidad de adecuar grafía e idioma vivo -Bernat
no escribía para obtener subvenciones o cargos, sino para ser leído- hace que
utilice sin titubeos el léxico vivo, alejándose del catalán y el castellano.
Igual que Fullana, elimina intervocálicas y finales en caira, cridá, matiná,
vesprá, vegá, etc.; y muestra voces ahora alteradas, "nostre héroe" (p. 19); o prohibidas, como
la locución adjetiva "de marres",
un vocablo de lejano origen árabe que la inmersión ha fulminado. EI melodrama
de Bernat se desarrollaba en Madrid, lugar donde el "fill de
I'Alcora" tenía que resolver asuntos notariales; pero en la capital del
Reino de Valencia podemos rastrear la pista de nuestros libertinos antepasados.
En la incipiente publicidad que insertaba "EI cuento del dumenge" encontramos referencias al Balneario
Pizarro, "aubert de 7 del matí a 3 de la vesprá". Como ven, la grafía estaba normalizada por el uso
cotidiano, ya que estos anuncios no eran como los actualmente subvencionados en
catalán.
La Ilegada del cinematógrafo aumentó la oferta
placentera y fue tema para un sainete de Méndez Rosell en el idioma valenciano
moderno, "ya estem atra vegá en les películes" (p. 12). Pero les películes (sin ele geminada) no
desterraron al viejo oficio, como sugiere el anuncio sobre cierto producto que
ustedes ya saben: "les millors, fines, fortes, irrompibles". EI
establecimiento se llamaba "La inglesa", ubicado en el carrer de Sant
Vicent. Para los vergonzosos clientes se recomendaba la "entrá molt reservá per la escaleta".
En 1901, Bernat y Teodoro Santoncha publicaban
"La senserrá", novelita
donde los valencianos se divertían ajustándose a la moral tradicional, comiendo
"armeles y confits" (p. 13) y ligando "fadrines de la contorná" (p. 15). Usaban "cercaníes, contorná y rodalá",
pero no el derivado "rodalía",
palabreja que la catalanizada Renfe usa para atormentarnos (igual que
"destinació", por el valenciano "destí"). Resumiendo, hacia 1900 se utilizaba la lengua
valenciana por autores como Bernat, Escalante, Fullana, Rosell, Palanca,
Millas, etc.; pero ya habían nacido los Carles Salvador que derramarían
los lodos fabristas.
Por cierto, ¿sabían que lo de Carles es un invento decimonónico de
pedante bricolaje barcelonés? Este nombre propio era y es en lengua valenciana
Carlos, como Carlos Ros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario