Autor: Josep Esteve Rico Sogorb
miércoles, junio 01, 2005
miércoles, junio 01, 2005
¡Habemus Estatut! Vaya rimbombancia le han dado a un pacto entre dos. Pacto de reforma que ambos -PSOE y PP- airean como una novedad, cual logro victorioso y triunfante cuando no es objeto de referéndum ni de consenso plurales. Pacto sin participación de demás partidos intra o extraparlamentarios por mucha consulta que Camps hiciera y aunque la reforma como proposición de ley se vote y apruebe después en las Cortes Valencianas. Pacto particular a pesar de la insuficiente maquilladora campaña de consultas ciudadanas vía web al proceso.
Entre dos anda el juego: la reforma, aún teniendo bastantes y buenas mejoras y ciertos avances -¡faltaría más!- es discriminatoria, parcial y partidista. Camps y Pla se vanaglorian de algo que consideran histórico. Nos venden la moto como si jamás hubiéramos tenido un estatuto de autonomía. Desde los "Furs del Regne de Valencia" pasando por la proposición de estatuto en las Cortes de la II República cuyo golpe militar del 36 malogró su aprobación y puesta en vigor, hasta el estatuto de 1982 en la transición; los valencianos hemos tenido leyes propias, instituciones propias, autonomía y autogobierno.De todas las reformas aplicadas y aprobadas en ese pacto de a dos, algunas no me convencen -y creo que a muchos ciudadanos tampoco-. Sorprende que de dolpe y porrazo se carguen siglos de historia y tradición. La extensión "valenciana/valencianes" que desde antaño aludía a la identidad, pertenencia y territorialidad; a partir de ahora desaparecen a efectos legales y públicos. Seremos "Generalitat", "Corts", "La Comunitat" y punto, a secas. Se suprime ese apellido identificador que siempre nos ha acompañado y caracterizado. ¿O usted se borraría el apellido? Así, además de coincidir con los organismos de la autonomía vecina catalana prestándose a confusión supone una renuncia a nuestra identidad de pueblo como nacionalidad histórica.Es insuficiente y poco convincente que PPCV-PSPV actuaran bajo el criterio de que el sentimiento valenciano/ista o autonomista o arraigo identitario fluctúa por zonas y que ante cierto rechazo u hostilidad lo mejor era eliminar de las denominaciones el sello diferenciador "valenciana/valencianes". El desairrago o rechazo son consecuencia de la aplastante aplicación de las negativas y erróneas políticas centralistas de la capital. Ello no justifica la desaparición de súbito de las históricas denominaciones de origen "valenciana/valencianes". Ser crítico con el centralismo capitalino en nuestra autonomía no implica renegar de ser valenciano/a, de pertenecer a una comunidad: la valenciana.
Ha sido peor el remedio que la enfermedad y en este punto la pifiaron Camps y Pla. De tener algo a no tener nada. Además, cuando nuestros productos se exporten y los consumidores pregunten de dónde son, de dónde vienen, adónde pertenecen, cuál es su origen, ¿qué se les dirá, que son de "La Comunitat"? ¿De cuál? Inventen ejemplos con naranjas, chufas, arroz, etcétera.Quienes ya podrían estar quitando de sus denominaciones oficiales las formas "valencià/ana/ans/anes" son el Partido Popular de la Comunitat Valenciana (PPCV) y el Partit Socialista del País Valencià (PSPV) predicando con el ejemplo de lo que ellos mismos acaban de aprobar y que no gusta a muchos de los dirigentes y militantes de ambos partidos. ¿Se llamarán Partit Socialista del País (PSP) y Partido Popular de la Comunitat? ¿O la reforma sólo es para los estamentos de la administración? ¿Si? Pues qué lástima. Debería aplicarse por igual. Ya saben: o todos m... o todos c...que cada vez que estos pactan algo, -lo guisan y se lo comen y regocijados nos enseñan el plato- me entra un "yuyu" pues no me fío un pelo ni de ellos ni de nadie.
A cada pacto -¿recuerdan el de la Acadèmia Valenciana de la Llengua con telefonazos de móvil y jugándose los académicos como en el "scatergoris" ofreciendo millones por cada sillón?- que arriban los principales políticos y eternos adversarios o "enemigos casi irreconciliables" ppopulares y socialistas; descubro que no se diferencian tanto, que los intereses les unen, que parecen dos caras de moneda, que a pasos se aproximan o avanzan e incluso que llegan a coincidir, confluir o convergir hasta el punto de que ya no se quién es quién.
Que a mi las únicas pinzas que me van son las de la cubitera y la colada. Los enemigos comen y bailan juntos, pactan, se reparten el pastel y se llevan bien con "feeling" y foto de "glamour". Curiosos "maridajes" genera la política como "arte" de lo imprevisible y posible que hasta Camps y Pla deberían fundar un nuevo partido con la fusión de ambos al paso que van, que poco les falta: el PPPSOE y su modalidad autonómica PPCVPSPV o quizá PPCPSP sin la histórica V. Aunque suene a chiste, ¿se lo imaginan? Cosas de la erótica del poder o del morbo de la política...
Entre dos anda el juego: la reforma, aún teniendo bastantes y buenas mejoras y ciertos avances -¡faltaría más!- es discriminatoria, parcial y partidista. Camps y Pla se vanaglorian de algo que consideran histórico. Nos venden la moto como si jamás hubiéramos tenido un estatuto de autonomía. Desde los "Furs del Regne de Valencia" pasando por la proposición de estatuto en las Cortes de la II República cuyo golpe militar del 36 malogró su aprobación y puesta en vigor, hasta el estatuto de 1982 en la transición; los valencianos hemos tenido leyes propias, instituciones propias, autonomía y autogobierno.De todas las reformas aplicadas y aprobadas en ese pacto de a dos, algunas no me convencen -y creo que a muchos ciudadanos tampoco-. Sorprende que de dolpe y porrazo se carguen siglos de historia y tradición. La extensión "valenciana/valencianes" que desde antaño aludía a la identidad, pertenencia y territorialidad; a partir de ahora desaparecen a efectos legales y públicos. Seremos "Generalitat", "Corts", "La Comunitat" y punto, a secas. Se suprime ese apellido identificador que siempre nos ha acompañado y caracterizado. ¿O usted se borraría el apellido? Así, además de coincidir con los organismos de la autonomía vecina catalana prestándose a confusión supone una renuncia a nuestra identidad de pueblo como nacionalidad histórica.Es insuficiente y poco convincente que PPCV-PSPV actuaran bajo el criterio de que el sentimiento valenciano/ista o autonomista o arraigo identitario fluctúa por zonas y que ante cierto rechazo u hostilidad lo mejor era eliminar de las denominaciones el sello diferenciador "valenciana/valencianes". El desairrago o rechazo son consecuencia de la aplastante aplicación de las negativas y erróneas políticas centralistas de la capital. Ello no justifica la desaparición de súbito de las históricas denominaciones de origen "valenciana/valencianes". Ser crítico con el centralismo capitalino en nuestra autonomía no implica renegar de ser valenciano/a, de pertenecer a una comunidad: la valenciana.
Ha sido peor el remedio que la enfermedad y en este punto la pifiaron Camps y Pla. De tener algo a no tener nada. Además, cuando nuestros productos se exporten y los consumidores pregunten de dónde son, de dónde vienen, adónde pertenecen, cuál es su origen, ¿qué se les dirá, que son de "La Comunitat"? ¿De cuál? Inventen ejemplos con naranjas, chufas, arroz, etcétera.Quienes ya podrían estar quitando de sus denominaciones oficiales las formas "valencià/ana/ans/anes" son el Partido Popular de la Comunitat Valenciana (PPCV) y el Partit Socialista del País Valencià (PSPV) predicando con el ejemplo de lo que ellos mismos acaban de aprobar y que no gusta a muchos de los dirigentes y militantes de ambos partidos. ¿Se llamarán Partit Socialista del País (PSP) y Partido Popular de la Comunitat? ¿O la reforma sólo es para los estamentos de la administración? ¿Si? Pues qué lástima. Debería aplicarse por igual. Ya saben: o todos m... o todos c...que cada vez que estos pactan algo, -lo guisan y se lo comen y regocijados nos enseñan el plato- me entra un "yuyu" pues no me fío un pelo ni de ellos ni de nadie.
A cada pacto -¿recuerdan el de la Acadèmia Valenciana de la Llengua con telefonazos de móvil y jugándose los académicos como en el "scatergoris" ofreciendo millones por cada sillón?- que arriban los principales políticos y eternos adversarios o "enemigos casi irreconciliables" ppopulares y socialistas; descubro que no se diferencian tanto, que los intereses les unen, que parecen dos caras de moneda, que a pasos se aproximan o avanzan e incluso que llegan a coincidir, confluir o convergir hasta el punto de que ya no se quién es quién.
Que a mi las únicas pinzas que me van son las de la cubitera y la colada. Los enemigos comen y bailan juntos, pactan, se reparten el pastel y se llevan bien con "feeling" y foto de "glamour". Curiosos "maridajes" genera la política como "arte" de lo imprevisible y posible que hasta Camps y Pla deberían fundar un nuevo partido con la fusión de ambos al paso que van, que poco les falta: el PPPSOE y su modalidad autonómica PPCVPSPV o quizá PPCPSP sin la histórica V. Aunque suene a chiste, ¿se lo imaginan? Cosas de la erótica del poder o del morbo de la política...
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