miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL DUELO FALANGE-JUVENTUDES SOCIALISTAS


Autor: Pio Moa
30 de Noviembre de 2008


“Deformaciones propagandísticas divulgadas con extraordinaria insistencia jan conformado la opinión casi general de que fue la Falange la iniciadora del terrorismo (…) Cabe pensar que desvirtuaciones tan empeñadas broten de cierta necesidad de oscurecer los hechos. Los cuales fueron cabalmente los opuestos. Las Juventudes Socialistas se decantaban por la violencia de forma incuestionable y desde antes de nacer la Falange, y fueron ellas las que iniciaron la dialéctica de los puños y las pistolas, precisamente contra la libertad de expresión de sus contrarios. Así los testimonia Tagüeña, entonces líder juvenil implicado en estas acciones: “Las calles se ensangrentaron con motivo de la venta de FE, órgano de la Falange Española, ya que grupos armados socialistas estaban dispuestos a impedirla” (…) Ya durante la campaña electoral de noviembre del 33 un joven de las JONS murió acuchillado en Daimiel, en un mitin socialista, y un mitin de José Antonio fue tiroteado, dejando un muerto y una señora malherida. En enero y febrero fueron asesinados un falangista en Villanueva de la Reina, otro en Zalamea y otro en Madrid , más el capataz de venta de FE. En febrero otro cayó en Éibar y uno más en Madrid , aparte de varios heridos El líder falangista trataba de frenar el ansia de venganza de sus seguidores: “Una represalia puede ser lo que desencadene en un momento dado (…) una serie inacabable de represalias y contragolpes. Antes de lanzar así sobre un pueblo el estado de guerra civil, deben los que tienen la responsabilidad del mando medir hasta dónde se puede sufrir y desde cuándo empieza a tener la cólera todas las excusas.
La respuesta de Falange se limitó a peleas a puñetazos, asaltos a locales de la FUE, colocación de banderas falangistas en sedes socialistas, etc. El 9 de febrero un militante del PSOE asesinaba a Matías Montero, jefe del sindicato universitario falangista. La crispación subió de tono, pero tampoco entonces estalló la represalia, a pesar de que los monárquicos ridiculizaban las siglas FE como Funeraria Española, y al líder falangista como Juan Simón (por una copla, hoy semiolvidada). Los monárquicos habían dejado caer sin resistencia a alfonso XIII pero poco después se habían puesto a conspirar –con reconocida ineptitud—contra el nuevo régimen. Su plan potencialmente más peligroso, emprendido en marzo de 1934 con fuerte apoyo de Mussolini, resultaría insignificante. Dada su escasa afición al riesgo, los alfonsinos apoyaban a otros movimientos desestabilizadores que surgiesen y Falange Española les venía muy a mano. Sin embargo, para su desencanto, José Antonio declaró oficialmente que su partido “no se parece en nada a una organización de delincuentes ni piensa copiar los métodos de tales organizaciones”.
Pero otros falangistas rechazaban aquella contención (Además, el poder público tampoco los protegía). En marzo y abril perdieron la vida más falangistas en diversos de España, cinco obreros de la imprenta que tiraba FE salían heridos por la explosión de una bomba, y el propio José Antonio escapó por los pelos de un atentado. Y la lista siguió alargándose. Entonces, ante la impunidad de los asesinos, tomó cuerpo en la Falange la voluntad de replicar con las armas, a la que finalmente hubo de plegarse su jefe”

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