Por Ricardo García Moya
Las Provincias 24 de Enero de 1999
Me ha vuelto a suceder. Escuchaba la Novena de Beethoven con la misma estupefacción que cuando era estudiante. El placer estético de los primeros tiempos sólo fueron alterados por el recuerdo de Luis, que, linterna en mano, seguía la partitura del músico de Bonn en los conciertos que la Orquesta de Valencia ofrecía en el Principal. Tendríamos unos 18 ó 20 años, y Luis ya poseía una desbordante sensibilidad estética. La segunda interferencia, desagradable, llegó con el quinto movimiento y la fantasmal imagen de un Miguel Ríos que, armado de guitarra eléctrica, acudía a mi mente y destrozaba la "Oda a la alegría" con su versión de chiringuito playero. De modo similar, los estudiantes valencianos jamás borrarán de su cerebro la inmersión que sufren desde la guardería, y que les incrusta incluso falsos nombres de batracios.
En idioma valenciano está documentada la voz sapo desde la Edad Media, incluso Corominas supone que pudo ser mozarabismo la aparición en nuestro Reino de este vocablo de enigmático origen. De manera ininterrumpida fue usado el sustantivo por escritores y gramáticos, hasta la prohibición de la lengua valenciana en nuestros días. Cuando Onofre Pou redactó en Valencia su lexicón, publicado en 1575, citaba al "sapo de aygua"(sin el chusco apóstrofo dieciochesco) y el "sapo de romaguera" o de zarzal. Siglos más tarde, en 1887, Escrig y Lombart incluían la voz "sapo" en el léxico valenciano, igual que Fullana en su vocabulario de 1921, y la RACV en el Diccionari publicado por LAS PROVINCIAS en 1997.
Los torpes movimientos del bichejo, su panza y ojos saltones propiciaron el uso metafórico, "Este chicón pareix un sapot", "té pancha de sapo", etcétera, En las villas del Reino, donde todo el mundo arrastraba un apodo, existían familias de "Granotes, Caragols, Fardachos, Sapos...". EI canónigo Bertomeu Tormo, nacido en 1718 en Albayda, nos dejó una hilarante Gatomaquia valenciana con "els mots" de sus vecinos, entre los que no podía faltar "el Sapo" (p. 55).
Los de la Gran Enciclopedia Catalana -conociendo nuestra indefensión- se han apropiado de la Gatomaquia valenciana, propagando que está escrita en un catalán con solecismos. No han reparado que los supuestos solecismos son respecto a la lengua del Condado, no respecto al valenciano. EI canónigo Tormo construía correctamente: "es trobá en lo Canal de Alcoy" (p. 22); "estás, en lo que has dit, molt enganyat" (p. 36). Respecto al léxico, valga esta muestra: inglesos (no anglesos), destrea (no destresa), atra (no altra), fret (no fred), ralles (no ratllas), Ileal (no Ileial), bigots (no bigotis), melich (no Ilombrigol), otony (no tardor), formage (no formatge), enfermería (no infermeria), mentires (no mentidas), condenat, ahon, admitix, melancolia, cosquerelletes, etcétera.
Hemos comprobado que mossen Tormo usaba en lengua valenciana el sustantivo "sapo", igual que Onofre Pou, Escrig, Llombart, Fullana, Miedes y la Real Academia Valenciana, siguiendo la tradición léxica medieval. Pues bien, con la llegada de la dictadura del Institut d'Estudis Catalans, esta voz ha sido prohibida por nuestras autoridades en todo el Reino. En los diccionarios usados por nuestros hijos sólo aparece el vocablo catalán "gripau". Busquen, hojeen, quémense las cejas y el cerebelo, pero no hallarán la valencianísima palabra "sapo", a la que han dado el paseíllo los comisarios del idioma "culte" (cult, en valencià).
La primera que ha lanzado el sí de complacencia para suprimir la voz "sapo" fue la Generalidad, con su falso diccionario valenciano encargado a Bromera, empresa dedicada a la implantación del catalanismo. En él sólo aparece el bárbaro "gripau" de allende el Cenia. Pero, como son tan eficaces nuestras autoridades, han provocado que la tradicional peste de gripaus catalanes invada los centros de enseñanza del Reino. Como todos los cursos, editados con esmero, los cuadernos Gripau de gramática catalana han Ilegado a miles a los institutos en este primer mes de 1999. La CAM y la Generalidad, instituciones que los financian, han permitido que los Gripau de este año luzcan color en sus cubiertas.
Regalar este lujoso cuaderno era la forma más eficaz para que la voz catalana gripau -inexistente en idioma valenciano- quede grabada en el cerebro de nuestros hijos, sustituyendo a la tradicional "sapo". En ellos, aparece el dichoso batracio sonriendo y saludando con la chistera a sus víctimas valencianas. A estas actividades van a parar los millones de euros destinados a "defender el valenciano".
Cuando servidor escucha a Beethoven se le aparece Luis Massoni con la linterna o Miguel Ríos destrozando a Schiller; pero a cientos de miles de estudiantes que ahora sufren la inmersión catalanera se les aparecerá, cuando vean un sapo, el gripau catalán con chistera y pajarita que nuestra Generalidad remacha en su mente.
Se burlan de nosotros, y ninguna autoridad alzará la voz contra los sapos que nos obliga a tragar la mafia catalanera.
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