D. Vicente Boix
XLII Universidad literaria
Desde la fundación de esta Universidad se trató de designar sugetos a cuyo cargo se sometiera la formación de las leyes y estatutos que habían de regirla. para cuyo fin Alejandro VI, en la misma bula de erección, nombró una junta compuesta del Obispo, del Rector, de los Jurados, y de algunos Canónigos, la cual tuvo el nombre de Claustro mayor, y gobernó esta escuela hasta el año 1585, en que Sixto V aumentó el número de sus vocales, dando representación en ella a cuantos tenían voto en la erección y provisión de las Cátedras, siendo confirmadas sus facultades por los Reyes Católicos y por Felipe IV. El gobierno inmediato, en cuanto a la dirección de los estudios, cumplimiento de los Profesores y observancia de las leyes, estaba a cargo del Rector, y el nombramiento de éste pertenecía al Ayuntamiento, como Patrono de la escuela. En el principio ocuparon el rectorado diferentes Catedráticos; unas en consideración a los inconvenientes que de ello resultaban, y graves perjuicios que a la misma enseñanza se seguían, acudió el Consejo a Sixto V, quien en su bula sobre fundación de Pavordías, ordenó que en la sucesivo el nombramiento de Rector recayese en algún Canónigo o Dignidad de esta santa iglesia, debiendo durar este cargo un solo trienio, y quedando escluidos los Pavordes y Catedráticos.
Para la recta administración de las rentas de la escuela se creó una junta titulada de Electos, que después tomó el nombre de Hacienda, compuesta del Rector y tres Catedráticos, con el Síndico y Depositario. Su nombramiento pertenecía al Claustro de Catedráticos, y se verificada luego que tomaba posesión el nuevo Rector.
La facultad de medicina tenía una junta particular, compuesta del Rector y nueve Electos, todos graduados en la misma facultad, la cual se reunía todos los años bajo la presidencia del Rector, y se discutían todos los negocios concernientes al arte de curar, promoviendo sus adelantos, y corrigiendo los abusos que los pudieran entorpecer. Estaba asimismo facultada para aprobar o reprobar los medicamentos nuevamente descubiertos, y entender en cuanto a dicha facultad pertenecía.
Los rápidos progresos que hicieron las ciencias en esta escuela desde su primitiva institución, y el gusto que se dispertó por todo linage de literatura, fueron sin duda la causa de que con tanto afán y presteza se acogiese en esta capital el nobilísimo arte de la imprenta, que desde Maguncia comenzaba a estenderse por Europa, siendo Valencia la primera ciudad de España donde se ensayó este último invento, publicando en 1474 un libro impreso en lemosín, titulado: Obres o troves en llaor de la Verge María, y en lo restante de aquel siglo se imprimieron tantas obras, y con tal esmero, que no se pueden ver sin admiración.
La nombradía que ya en aquel tiempo se había adquirido esta escuela, hizo que fuesen buscados sus hijos y profesores para ilustrar con sus profundos conocimientos otras Universidades, nacionales como estrangeras. En la célebre de la Sapiencia de Roma enseñaron con aplauso general Francisco Escobar y Vicente Blas García, ambos elocuentes oradores; en la de París Juan Gelida y Fr. Gerónimo Arcis, profesores de filosofía; en la de Burdeos el mismo Gelida, que tan bellos laureles había cogido en París; en la de Lovayna Juan Luis Vives, orador y filósofo eminente; en la de Ancona Gerónimo Muñoz, escelente matemático y erudito filólogo; en la de Mompeller Andrés Egea, insigne jurisconsulto; y en la de Nápoles Miguel Vilar, médico habilísimo. El Rey D. Juan III de Portugal hizo pasar a su famosa Universidad de Coimbra al Canónigo Pedro Juan Monzón, para la enseñanza de filosofía, y al Maestro Fr. Jordán para la lengua griega. En la Universidad de Salamanca fue Catedrático de Anatomía el Doctor Medina, y de Jurisprudencia Antonio Juan de Centelles: en la de Alcalá se confió la Cátedra de Oratoria a los Doctores Gutiérrez y Salat, y la de Jurisprudencia canónica a Gregorio López Madera: en la de Zaragoza enseñaron el V Fr. Juan Bautista Lanuza Teología, y Lorenzo Palmireno y Pedro Juan Muñez las Bellas Letras: en la de Barcelona fueron Catedráticos el ingenioso poeta Andrés Rey Artieda de Astronomía, y de Retórica los dos célebres oradores Francisco Escobar y Pedro Juan Núñez. Todos estos y otros muchos que citarse pudieran, fueron profesores o hijos de esta escuela, los cuales, derramando dentro y fuera de España las luces de que rebosaban, dieron lustre y gloria a la madre que en su seno los cobijara.
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