miércoles, 9 de marzo de 2011

NACIONALISMO CATALAN. UNA GRAN FARSA (XIII)


Autor: Michel Braveheart
Depósito Legal: PM-1405-2002

TERGIVERSACIONES
III
¿REPOBLACIÓN DEL REINO DE MALLORCA
 POR CATALANES?

Repoblar, nos dice el diccionario, es, volver a poblar. Poblar los lugares de los que se ha expulsado a los pobladores anteriores, o que han sido abandonados.
Con pasmosa ligereza, los historiadores románticos y todos aquellos que en sus fuentes han bebido, dan por cierto que el reino de Mallorca fue repoblado por catalanes, y hasta algunos aseveran que, exclusivamente por catalanes.
Ciertamente creo, que ninguno de ellos, y me refiero a los que beben de las fuentes de los románticos, se han parado a pensar ni por un momento, qué es la repoblación de un lugar ni lo que ello conlleva; ya que de haberlo hecho, con toda seguridad ninguno afirmaría que el reino de Mallorca fue repoblado por catalanes. 
Y ya que ninguno lo ha hecho, nosotros vamos a desglosar paso a paso lo que es y qué conlleva la repoblación de un lugar, para que en lo sucesivo no se utilice dicha palabra tan a la ligera, ya no sólo Concerniente a Mallorca, sinó a cualquier otro lugar.
Repoblar un lugar, una comarca, una nación, significa el asentamiento de una cantidad de personas, en donde no hay nadie o casi nadie. Un lugar, en donde si hay algunos habitantes autóctonos o indígenas, éstos son absorbidos por los nuevos pobladores, y con ellos su lengua, sus susos y sus costumbres, adoptando los menos, la lengua, usos y costumbres de los nuevos pobladores, es decir, su cultura, simplemente porque son infinitamente menos que ellos. Y cuando no hay nadie en ese lugar que repueblan, todo su bagaje cultural es el mismo, exactamente el mismo que el del lugar de su procedencia, manteniéndose así para siempre.
El cronista Muntaner, por ejemplo, al hablar de la supuesta repoblación de Menorca por Alfonso III de Aragón, dice : 
“E aixi ho feu segurament, que aixi es poblada la illa de Menorca de bona gent de catalans, com negun lloc esser poblat.”
Analicemos lo que dice y figémonos en la primera frase:   “E aixi ho feu segurament”. Y así lo hizo seguramente. Es decir, que el propio cronista nos da a entender con ella, que carece de total documentación que avale lo que más adelante dice: “que se pobló la isla de Menorca de buena gente catalana, como nunca se hizo en ningún otro lugar”.
(Naturalmente, los nacional-catalanistas, a la frase dubita-tiva: “...y así lo hizo seguramente...” no la mencionan para nada, porque no les conviene a sus intereses imperialistas). 
Dª Mª Luisa Serra(1), estudiosa del tema menorquín, nos dice al respecto de esa hipotética repoblación de Menorca por catalanes: “...no puede, sin embargo, tomarse la conocida frase en sentido absoluto, porque ha de ser tenido en cuenta también, al hablar de población menorquina, el viejo sustratum existente en la isla que, lejos de desaparecer, impuso sus especiales particularidades, al menos en las costumbres imperantes en la explotación agrícola, de tal manera que a esta población autóctona, se debe la preservación del sistema de aparcería que dura hasta la actualidad, constituyendo una de las carac-terísticas del campo menorquín.”
Tal y como nos hace ver Dª Mª Luísa Serra, no hubo ninguna repoblación de Menorca por catalanes, pues esas costumbres a las que alude, no hubiesen prevalecido en ningún caso. Además, que los documentos fehacientes(2) demuestran que el esfuerzo de Alfonso III de Aragón y de sus gobernadores, de repoblar Menorca con gentes del continente, no tuvo el menor éxito pese al aliciente de hacer donación de tierras a quienes  se comprometieran a cultivarlas y a habitar permanentemente en las mismas.
Para comprender ese hecho, debemos situarnos mentalmente en la sociedad de la Edad Media, en donde generalmente, la gente nacía, crecía y moría prácticamente en la misma zona donde había nacido, en especial los campesinos, que eran el grueso de la población. Analizar estos datos desde la mentalidad del siglo XXI, donde el desplazarse de un sitio a otro no supone ninguna aventura cargada de incógnitas, y donde el atravesar la mar es cosa de jolgorio, conduce a quien así lo haga, a escribir una historia errónea.

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