miércoles, 16 de febrero de 2011

MISTERIOS DE LA HISTORIA-I


Por: Ricardo de la Cierva
Editorial  Planeta

Segunda edición: febrero 1991


III.               CATALUÑA: MUCHO MAS QUE UN MILENIO
La major part dels castellans gosen dir publicament que aquesta nostra provincia (Catalunya) no és Espanya y per ço que nosaltres no som verdaders espanyols. Aquesta provincia no sols és Espanya mes és la millor Espanya.
(Cristofor Despuig, en sus “Col.loquis de Tortosa 1557)

El 22 de octubre de 1987 el Parlamento de Cataluña aprobó por unanimidad “celebrar el milenario de la independencia de hecho de los condados catalanes, basándose en la negativa del conde Borell II de Barcelona a prestar vasallaje al rey de los franceses Hugo Capeto el año 988”.

Muy curiosamente la Generalidad de Cataluña nombró tras esta decisión no probada ni razonada una comisión formada por eminentes medievalistas para que la probase y razonase; lo cual llamamos en Castilla poner el carro antes de los bueyes, dígase con toda consideración. La Comisión fue titulada “del Milenario del Nacimiento Político de Cataluña”, que ya era un paso mas; el nacimiento político, nada menos. Emitió algo mas de un año después su informe, cuando ya casi se había terminado la fecha teórica del milenario, 1988, y se curó en salud al afirmar que “no nos ha interesado tanto la defensa de la exactitud de una fecha milenaria precisa, el 988, sino probar documentalmente la existencia de un pueblo diferenciado y consciente de lo que era hace mil años” (Generalitat de Catalunya, Procés de l’independència de Catalunya, la fita de 988, Barcelona, 1989). El título de este informe es una nueva manipulación, menos mal que la independencia se refiere a los siglos VIII-XI, en el primero de los cuales vivieron los condados de la futura Cataluña en plena dependencia, como veremos. En el informe no se cita una sola vez el nombre venerable y primigenio de Marca Hispánica fundada por los carolingios en 798; sólo se alude y entre comillas, a una “marca”. La clave del informe está entre las páginas 71 y 73, me parece. Vamos a comprobarlo en su contexto.

DE WIFREDO A BORRELL

El Milenario del Nacimiento Político de Cataluña  se ha improvisado y se ha celebrado en torno al conde de Barcelona Borrell II, hijo del conde Sunyer, que fue heredero del mitológico Wifredo el Velloso, fundador de la casa condal de Barcelona y Urgel, en torno del cual el historiador Joseph Calmette, que ejerció una auténtica dictadura  sobre la historiografía catalanista durante la primera mitad de este siglo, quiso montar  “el supuesto nacimiento de Cataluña en 865”, y la expresión es del gran historiador catalán  Ramón d’Abadal en su espléndido conjunto de estudios Els primers comtes catalans, publicado por primera vez en 1958 y varias veces reeditado; citamos por la reimpresión de la editorial Vicens Vives en 1983. Abadal es, por cierto, el investigador en cuyas tesis pretende apoyarse fundamentalmente la Generalidad de Cataluña al urdir su milenario; una selección de sus textos ha sido solemnemente presentada en edición oficial de la Generalidad por el propio señor Pujol en 1988. Vamos, pues, a apoyarnos también en don Ramón para estas consideraciones, pero con la diferencia de que vamos a decir lo que él realmente dijo. Entre otras frases lapidarias, dos fundamentales. Una sobre el presunto nacimiento de la soberanía catalana por la actuación del Velloso: que es, para Abadal, “una fantasía ligada a concepciones políticas modernas”; otra, que contradice la pretensión milenarista frontalmente: “Nadie podrá decir nunca cuando nació Cataluña.” Aunque lo acuerde el Parlamento de Cataluña por unanimidad. Wifredo, que es un personaje de colosal envergadura, dejó un gran recuerdo como fundador de monasterios, repoblador y guerrero; pero según Abadal su figura no se ha exaltado tanto por esas actuaciones reales sino por su “presunto carácter de conde soberano de Cataluña independiente”. Es decir, que “Wifredo fue convertido por la historiografía legendaria en nuestro héroe fundador”. Bien, pues una vez rechazada  por la mejor historiografía catalana tal leyenda, ahora la historiografía parlamentaria, incluidos en mala hora los representantes de Alianza Popular y del CDS, mas catalanistas que nadie, ha decidido investir como héroe fundador al conde Borrell II.

Borrell, conde de Barcelona desde 947 a 992, gobernó durante cuarenta y cinco años ese condado y además los de Gerona, Osona y Urgel. Se tituló también marqués, porque su territorio hacia frontera con sarracenos, una frontera que fue siempre  el horizonte de la Marca Hispánica;  se tituló también duque de Iberia, duque de Gotia, duque de España, y concretamente de la España Citerior, título que Abadal reconoce, pero el informe de la Comisión para el Milenario Político borra como por ensalmo, y príncipe del condado de Gerona. Para Abadal ese imponente conjunto de títulos ofrece “un cierto regusto de independencia” respecto a la soberanía del reino de los francos; pero resulta algo apresurado montar milenarios sobre “un cierto regusto”.

Borrell acudió a Roma para conseguir del papa que la sede primada (primada de Hispania) de Tarragona, en poder de los moros, se trasladase a Osona; logró la autorización, pero el proyecto resultó efímero, como otros dos anteriores que buscaban la independencia eclesiástica respecto de Narbona. Borrell, hábil político pero pésimo estratega, trató de seguir una política de equilibrio entre el poder de los francos, de quienes dependía fundamentalmente, y el inmenso poder musulmán del califato cordobés, al que envió embajadas de aproximación en tiempos de Abderraman III y su sucesor Al-Hakem. Pero al morir éste en 976, le sucedió Hisham, dominado pronto por Al-Mannsur, nuestro familiar Almanzor, tirano militar que asoló los territorios cristianos y arrasó la ciudad de Barcelona en su campaña de 985. Parece que el estrago fue horrible, pero breve la ocupación; los condados de la Marca Hispánica no recibieron auxilio del reino de los francos, cuyo titular, Notario, murió en 986, por lo que Borrel rindió ese mismo año el homenaje ritual a Luis, como sucesor de Notario. Pero Luis murió en mayo de 987, y entonces fue elevado al  trono de rey “de los francos y de los hispanos”, entre otros pueblos, el duque de Francia Hugo Capeto, fundador de la dinastía de la que proviene, entre otros monarcas, el actual Rey de España don Juan Carlos de Borbón. No era una dinastía carolingia; y algunos historiadores apuntan que los condados catalanes (que por supuesto no se llamaban todavía así) se sintieron por ello mas desvinculados de la soberanía franca.

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