Como ha señalado J. Ribera: "Hay un hecho que salta a la vista. Cuando las huestes del Rey D. Jaime llegan a Valencia, se nota un fenómeno que sorprende algo: una gran parte de los nombres geográficos de los poblados de la huerta de Valencia son latinos, mejor dicho, romances... . Y no deja de ser bien revelador que una de las disposiciones de Jaime I estableciera: "Els jutges diguen en romanç les sentencies que donaran, i donen aquelles sentencies a les parts que les demanaran". ¿Qué romance podía ser ése si los catalanes, según la mentira nacionalista, aún no habían enseñado a hablar a los valencianos? Pues obviamente la lengua valenciana que existía desde hacía siglos como derivación del latín.
Por si fuera poco lo anterior, un examen cuidadoso del «Llibre del Repartiment» -estudiado entre otros por Huici, Cabanes y Ubieto- deja claramente de manifiesto que la lengua valenciana no llegó con las tropas del rey conquistador, primero, porque en su mayoría esas fuerzas procedían de Aragón y no de Cataluña, y, segundo, porque los pocos catalanes que vinieron no se asentaron en las áreas valenciano parlantes. "Consideramos dice A. Ubieto-que la lengua romance hablada en el siglo XII en Valencia persistió durante el siglo XII y XIII, desembocando en el ´Valenciano medieval´. Sobre esta lengua actuarían en muy escasa incidencia las de los conquistadores, ya que, como he señalado en otra ocasión, el aumento de la población del reino de Valencia no llegó a un 5 % con la inmigración aragonesa y catalana. Y esta inmigración iba aproximadamente por mitad y mitad....." ( Archivo del Reino de Valencia: libre del Repartiment ).
Partiendo de esa base, no resulta extraño que el gallardo monarca hiciera referencia a la «llengua valenciana» de aquellos valencianos y que nunca pretendiera identificarla con el catalán. Como dejó escrito el profesor San Valero: «Los filólogos deberán llegar a la conclusión de que la lengua hablada en el reino de Valencia no es un fenómeno medioeval, coetáneo o posterior a la reconquista por Jaime I, sino anterior». Este punto de vista ha sido claramente reafirmado por Manuel Mourella de Lema, autor de la obra La identidad etnolingüística de Valencia (1996), quien afirma de manera acertada: «No se puede sostener como hace F. de B. Moll que la conquista catalana del Reino de Valencia introdujo íntegramente el catalán cuando ya no quedaban mozárabes en estos territorios». Y añade: «No fue la conquista de Valencia una ocupación en el vacío, ya que había aquí núcleos de población de habla romance. La lengua valenciana surgió indudablemente en suelo mediterráneo, de igual modo que las restantes lenguas románicas peninsulares: sobre el caldo de cultivo del habla de los habitantes hispanogodos, continuada (durante la sumisión a los árabes) en el habla de aquellos habitantes sometidos». Es una tesis magníficamente apoyada también en los estudios de Leopoldo Peñarroja que escribió en 1990 El mozárabe de Valencia, o de Manuel Mourelle de Lema, autor de La identidad etnolingüística de Valencia desde la antigüedad hasta el siglo XIV, obras ambas que demuestran la originalidad, la independencia y la importancia de una de las lenguas más cultas del Renacimiento español. Y es que, de manera que no sorprende, el valenciano - lengua diferente de la catalana según el propio rey Jaime I -alcanzó una verdadera edad áurea a finales de la Edad Media precediendo en ese esplendor a las propias ciudades italianas donde resplandecería el Renacimiento.
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