Autor: Desconocido
Nacionalidad: Aragón
Montpellier (Francia) 1208 - Valencia 1276
Rey 1214 – 1276
Nacido en Montpellier, era hijo de Pedro II el Católico y de María de Montpellier. A la muerte de su padre en la batalla de Muret, 1213, fue retenido por Simón de Montfort, hasta que el papa Inocencio III le obligó a entregar al joven a los catalanes en 1214 a petición de la nobleza aragonesa. Pasó su minoría de edad en el castillo de Monzón, tutelado por los Templarios, en tanto que su tío Sancho, conde de Rosellón, regía los destinos del reino. Durante la regencia hubo frecuentes revueltas nobiliarias, que acabaron en principio con la paz de Alcalá (1217) pero que rebrotarán más tarde con especial virulencia, sobre todo a cargo de su hijo bastardo Fernán Sánchez de Castro durante los últimos años de su reinado. A los veinte años comenzó a gobernar, iniciándose un período de disputas con la nobleza aragonesa, con episodios como los sitios de Albarracín, 1220, y Montcada, 1223, y cayendo prisionero en 1224.
Solventada la cuestión interior, el debilitamiento del poderío musulmán tras la derrota en las Navas de Tolosa (1212) permite al rey emprender en 1229 la expansión del reino por el Mediterráneo, con la conquista de Mallorca, Menorca (1231) e Ibiza (1235), y por la Península, ocupando Burriana y Peñíscola, el reino de Valencia (1238) e incorporando entre 1244-45 Játiva y Biar. Conquista también Murcia en 1266, aunque la cede a Alfonso X de Castilla por el tratado de Almizra (1244)
Su interés principal se asienta en la expansión comercial y política en el Mediterráneo. Así, la conquista de Mallorca, lograda gracias a la potencia naval catalana, le permite establecer y controlar las estratégicas rutas comerciales del occidente mediterráneo.
Asentados los territorios conquistados, el principal problema del rey fue preparar el reparto de sus dominios entre sus hijos, establecido mediante el testamento de 1247. En dicho documento, Jaime I legaba a Alfonso, hijo de su primer matrimonio con Leonor de Castilla, el reino de Aragón; para Pedro, fruto de su unión con Violante de Hungría, el condado de Barcelona, el reino de Mallorca y el condado de Ribagorza; y a Jaime y Fernando, hermanos de éste, respectivamente les correspondían el reino de Valencia y el condado de Rosellón. El descontento de Alfonso le hizo recurrir al monarca castellano y provocó una revuelta nobiliaria, solventada por las cortes de Alcañiz (1250), en las que se estableció que a Alfonso le corresponderán Aragón y Valencia; a Pedro, Cataluña y a Jaime el reino de Mallorca y el señorío de Montpellier. La cuestión aun no quedará resuelta, debido a los acontecimientos que años más tarde se sucederán. En 1258, Jaime I firma el Tratado de Corbeil con Luis IX de Francia, con el que da fin a la reclamación de los condes de Barcelona de los territorios al norte de los Pirineos (Languedoc y Provenza, excepto el señorío de Montpellier), a cambio de la renuncia de San Luis de Francia a los condados catalanes, sobre los que tenía derechos adquiridos como descendiente de Carlomagno. En 1260 fallece el infante Alfonso, debiendo organizarse de nuevo la herencia de los territorios de Jaime I. Así, quedan para su hijo Pedro (III) los reinos de Aragón y Valencia y el condado de Barcelona; y le corresponden a Jaime (II de Mallorca) el reino de Mallorca y los condados de Rosellón, Colliure, Conflent y Cerdaña, unidos vasalláticamente al condado de Barcelona.
La rebelión musulmana en el reino de Murcia, dominado por Alfonso X de Castilla gracias al tratado de Almizra firmado entre ambos monarcas, empuja a éste a solicitar la ayuda de Jaime I. La colaboración del rey catalano-aragonés consigue pacificar la región en 1266, entregando de nuevo el territorio al monarca castellano. En 1269 promovió una cruzada a Tierra Santa, que fracasó a causa de una gran tormenta. Pretendió también ser coronado por el papa Gregorio X en el Concilio de Lyon (1274), pero éste se negó al no haberse realizado el pago del censo establecido por Pedro II.
La revuelta de los nobles, característica de los primeros años de su reinado, rebrota nuevamente en los últimos a cargo sobre todo de su hijo bastardo, Fernán Sánchez de Castro, quien se enfrentará al infante Pedro. Por otro lado, los musulmanes del reino de Valencia se rebelan contra el control de Jaime I, obligando al rey a emprender personalmente la campaña de pacificación.
Enfermo, abdica en sus hijos Pedro y Jaime y muere en Valencia en 1276. Enterrado en Poblet, sus restos fueron trasladados en 1835 a Tarragona y reintegrados a Poblet en 1952.
Nacionalidad: Aragón
Montpellier (Francia) 1208 - Valencia 1276
Rey 1214 – 1276
Nacido en Montpellier, era hijo de Pedro II el Católico y de María de Montpellier. A la muerte de su padre en la batalla de Muret, 1213, fue retenido por Simón de Montfort, hasta que el papa Inocencio III le obligó a entregar al joven a los catalanes en 1214 a petición de la nobleza aragonesa. Pasó su minoría de edad en el castillo de Monzón, tutelado por los Templarios, en tanto que su tío Sancho, conde de Rosellón, regía los destinos del reino. Durante la regencia hubo frecuentes revueltas nobiliarias, que acabaron en principio con la paz de Alcalá (1217) pero que rebrotarán más tarde con especial virulencia, sobre todo a cargo de su hijo bastardo Fernán Sánchez de Castro durante los últimos años de su reinado. A los veinte años comenzó a gobernar, iniciándose un período de disputas con la nobleza aragonesa, con episodios como los sitios de Albarracín, 1220, y Montcada, 1223, y cayendo prisionero en 1224.
Solventada la cuestión interior, el debilitamiento del poderío musulmán tras la derrota en las Navas de Tolosa (1212) permite al rey emprender en 1229 la expansión del reino por el Mediterráneo, con la conquista de Mallorca, Menorca (1231) e Ibiza (1235), y por la Península, ocupando Burriana y Peñíscola, el reino de Valencia (1238) e incorporando entre 1244-45 Játiva y Biar. Conquista también Murcia en 1266, aunque la cede a Alfonso X de Castilla por el tratado de Almizra (1244)
Su interés principal se asienta en la expansión comercial y política en el Mediterráneo. Así, la conquista de Mallorca, lograda gracias a la potencia naval catalana, le permite establecer y controlar las estratégicas rutas comerciales del occidente mediterráneo.
Asentados los territorios conquistados, el principal problema del rey fue preparar el reparto de sus dominios entre sus hijos, establecido mediante el testamento de 1247. En dicho documento, Jaime I legaba a Alfonso, hijo de su primer matrimonio con Leonor de Castilla, el reino de Aragón; para Pedro, fruto de su unión con Violante de Hungría, el condado de Barcelona, el reino de Mallorca y el condado de Ribagorza; y a Jaime y Fernando, hermanos de éste, respectivamente les correspondían el reino de Valencia y el condado de Rosellón. El descontento de Alfonso le hizo recurrir al monarca castellano y provocó una revuelta nobiliaria, solventada por las cortes de Alcañiz (1250), en las que se estableció que a Alfonso le corresponderán Aragón y Valencia; a Pedro, Cataluña y a Jaime el reino de Mallorca y el señorío de Montpellier. La cuestión aun no quedará resuelta, debido a los acontecimientos que años más tarde se sucederán. En 1258, Jaime I firma el Tratado de Corbeil con Luis IX de Francia, con el que da fin a la reclamación de los condes de Barcelona de los territorios al norte de los Pirineos (Languedoc y Provenza, excepto el señorío de Montpellier), a cambio de la renuncia de San Luis de Francia a los condados catalanes, sobre los que tenía derechos adquiridos como descendiente de Carlomagno. En 1260 fallece el infante Alfonso, debiendo organizarse de nuevo la herencia de los territorios de Jaime I. Así, quedan para su hijo Pedro (III) los reinos de Aragón y Valencia y el condado de Barcelona; y le corresponden a Jaime (II de Mallorca) el reino de Mallorca y los condados de Rosellón, Colliure, Conflent y Cerdaña, unidos vasalláticamente al condado de Barcelona.
La rebelión musulmana en el reino de Murcia, dominado por Alfonso X de Castilla gracias al tratado de Almizra firmado entre ambos monarcas, empuja a éste a solicitar la ayuda de Jaime I. La colaboración del rey catalano-aragonés consigue pacificar la región en 1266, entregando de nuevo el territorio al monarca castellano. En 1269 promovió una cruzada a Tierra Santa, que fracasó a causa de una gran tormenta. Pretendió también ser coronado por el papa Gregorio X en el Concilio de Lyon (1274), pero éste se negó al no haberse realizado el pago del censo establecido por Pedro II.
La revuelta de los nobles, característica de los primeros años de su reinado, rebrota nuevamente en los últimos a cargo sobre todo de su hijo bastardo, Fernán Sánchez de Castro, quien se enfrentará al infante Pedro. Por otro lado, los musulmanes del reino de Valencia se rebelan contra el control de Jaime I, obligando al rey a emprender personalmente la campaña de pacificación.
Enfermo, abdica en sus hijos Pedro y Jaime y muere en Valencia en 1276. Enterrado en Poblet, sus restos fueron trasladados en 1835 a Tarragona y reintegrados a Poblet en 1952.
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