Por: Manuel Mourelle de Lema
No abundan los datos fiables acerca de la
vida de los aborígenes valencianos en vísperas de la conquista mora. Se cree
que esta carencia de noticias durante los dos primeros siglos del Islam pudiera
deberse al aislamiento y a la independencia de que, al parecer, gozó la zona.
Se han dado casos curiosos en nuestros días, al igual que ocurrió en el siglo
XVII con las apócrifas Trobes del inventado Jaume Febrer, de proponer toda una
serie de piezas numismáticas falsas para salvar el bache histórico.
Propiamente de la mozarabía valenciana no hay
datos objetivos hasta la presencia del Cid a finales del XI, coetánea esta
estancia con la de los almorávides. Incluso la vida política de Valencia, en
este periodo, apenas es conocida nada mas que por la actuación de sus
gobernadores en relación con el poder central y las campañas que emprendieron
contra los cristianos. Pero aun de esto no se hicieron eco las crónicas latinas
de la época. Cabria pensar en un caso raro de desaparición de tales datos, que
si debieron existir, pues hubo una Crónica Bizatino-arábiga del 741, cuyo autor
se cree haber sido un levantino recientemente convertido al Islam; está
demostrado, además, un importante culto cristiano en las sedes de Valencia,
Játiva y Elche.
Periodo de gran interés en la vida mozárabe
valenciana lo constituyó el almorávide. Hay autores que sostienen que esta
invasión comportó, en el siglo XI, una represión indiscriminada que borró
totalmente la lengua romance en Valencia y fomentó el culto del árabe,
produciéndose así un vacío en esta habla por espacio de, al menos, una
centuria, hasta la fecha en que llegaron las huestes de Jaime I, las cuales
iban a implantar, sin mas, un nuevo
romance sin solución de continuidad con el anterior, de cuya existencia aun
llegan a dudar. Piensa así Alvaro Galmes, entre otros.
Nuestra opinión es que la lengua románica de
Valencia se hablaba antes de la invasión almorávide (piénsese en las jarchas) y
continuo durante ella y la almohade, así como después de la Reconquista
cristiana, desembocando en el habla medieval (la de los siglos XIII y XIV).
Además, sobre ella fue muy escasa la incidencia de las hablas de los
reconquistadores, ya que el aumento de la población del reino no llegó a un
cinco por ciento con la inmigración foránea. Los catalanes no trajeron una
lengua, puesto que no la tenían propia; el primer autor que ellos consideran
suyo es el valenciano Arnau de Vilanova. Los catalanes hablaban el occitano y
un romance occidental próximo a la lengua
valenciana y al aragonés.
El latín fue hasta el siglo XII casi el único
instrumento de la comunicación escrita. Continuó siendo incluso hasta el XIII y
durante este mismo la lengua de la cancillería, de la liturgia, de la erudición
y de la expresión literaria, pues solo en él era dado fijar por escrito las
vivencias y sentimientos de cada cual. Pero se daba, al mismo tiempo, el alza
del romance. Tradicionalmente piensan los autores que estos se dio primero en
el dominio galorrománico. En efecto,
para las lenguas románicas no hispánicas se consideraban que habían
textos procedentes del siglo IX, aunque
el numero de manuscritos conservados no aumente hasta el XIII. De épocas
anteriores, siempre según estos autores,
no se posee ningún manuscrito principalmente destinado a la fijación del
romance. Incluso los Juramentos de Estrasburgo, del año 843, aparecen en medio
del texto latino de Neithard. Y algo parecido ocurriría con los textos
conservados para el romance galo e italiano.
Entre los primeros textos hispánicos citan
los autores el Auto de los Reyes Magos, registrado en el espacio libre de un
manuscrito latino de principios del siglo XIII, que contiene textos exegéticos.
Mas el Cantar del Mio Cid está localizado en 1140. Pero ahora, con el
descubrimiento de las jarchas, se sabe que el romance español es anterior a las
demás lenguas románicas y aun europeas en general.
Si nos fijamos en lo que ocurría en Cataluña,
observaremos que hasta Arnau de Vilanova y Raimundo Lulio, que nacieron por los
mismos años (el valenciano en 1238 y el mallorquín en 1235), no hay un solo
autor que escriba en lo que pudiera denominarse catalán, es decir, no hay mas que trovadores y estos empleaban
una lengua de origen galo. Pero aun hay
algo mas significativo. En el territorio de la Corona de Aragón, antes de la
reconquista valenciana, los primeros
textos de las historiografía vernácula conservada no pueden datarse con certeza
hasta el XIV, pues es a principios de este siglo cuando se sitúa la actividad
del considerado primer historiador de la Corona, a quien se debe la versión
latina del Libre dels Feyts o Crónica Latina Iacobi regis Aragonum, llevada a feliz término por disposición de
Jaime II alrededor de 1313. Sería el texto latino mas antiguo que el catalán,
según Nicolau d’Olwer; para otros, el latino procedería de uno catalán muy
próximo en el tiempo. De cualquier modo, ambos pertenecerían al siglo XIV. Por
otra parte, la Crónica de Bernat Desclot es contemporánea o aun posterior,
puesto que fue iniciada en 1283, aunque alguien la considere anterior al Libre
dels Feyts; la Crónica de Ramón Muntaner y la de Pere el Cerimonios son
posteriores a aquellas otras.
Respecto de las primeras manifestaciones
literarias anteriores a Llull y Vilanova, Comas fijas como provenzalista toda
la poesía, que alcanzó su apogeo entre los siglos XI y XIII. Por lo que se
refiere a la prosa, el que ha sido primer texto literario catalán pertenece a
finales del XII: Las Homilias d’Organyà. Sería ya en el siglo XIII cuando se
escribieron las restantes muestras del catalán, tales como Libre de la saviesa,
Libre de paraules e dits de savis e filosofs (de Jafuda Bonsenyor) y, después,
las versiones de Usatges, del Consolat de Mar y alguna otra. Pero sobre esta
producción vernácula hubo de influir la lengua d Valencia a través de los
catalanes llegados a estas tierras durante la Reconquista y posteriormente.
Subráyese que las primeras ediciones de obras
antiguas en prosa catalana se hicieron en el siglo XIX, e incluso entonces mas
por motivos históricos que literarios, y al español o en forma bilingüe. Me
refiero a las versiones de las crónicas de Jaime I, Pedro IV el Ceremonioso y
Muntaner, realizadas por Antonio de Bofarull.
bada la guerra, en 1939, Llorente siguió defendiendo el idioma en el Centro
de Cultura Valenciana y Lo Rat Penat; aunque los franquistas del Institut d‘Estudis
Catalanas conseguían controlar la Revista valenciana de filología, iniciándose
la catalanización parasitaria con fondos públicos.
Respecto a la Bella Easo, actualmente hay quien dice que es
Sansestabién; pero otros, recuperando una alusión irónica a las provincias
vascongadas, asegurarían que: “en les Provincies Bascollaes pareix que van a
mochicons”(El Tabalet, any 1847, p.168).
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