Philippe
Blanchet
Profesor
de Sociolinguística, Universidad de Rennes 2, Alta Bretaña, Francia
Director
del Centre de Recherche sur la Diversité
Linguistique de la Francophonie
Opciones conceptuales e ideológicas para el occitanismo
Muy
brevemente, el proyecto occitanista reside en las siguientes opciones:
- Adoptaron la definición
catalanista de disglosia (Aracil
1965; Ninyoles 1969): se considera que la disglosia
es un síntoma del conflicto histórico entre dos comunidades nacionales que sólo
se resolverá por la victoria de una lengua y una comunidad sobre la otra. Si
gana la dominada, el proceso de normalización
hace que el uso de la lengua sea “normal” nuevamente en todas las situaciones
sociales y sea rechazada la dominante anterior; si es la dominante la que gana,
el desplazamiento final de la lengua eliminará a la dominada (Gardy y Lafont
1981; Boyer 1986 y 1991; véase un buen estudio en Kremnitz 1998ª: 12-13, 18 y
1987 ). Se rechaza el bilingüismo (especialmente bajo la forma de una disglosia
relativamente estable) y otras “interlenguas” o “mezclas de códigos” como
variedades regionales del Francés (ahora el más hablado y la marca de identidad
más fiable para el francés del sur), y se le acusa de reforzar la disglosia, y
ayudar consecuentemente a triunfar a la comunidad dominante (de aquí el
concepto de “francitano”)
- Adoptaron el modelo catalanista
de
(i)
afirmación nacional tal como fue desarrollada entre
1850 y 1950,
(ii)
normas lingüísticas (normalización y ortografía
adaptada al occitano) tal como fueron desarrolladas por P. Fabra, y por último,
(iii)
la política lingüística tal como fue desarrollada y
aplicada en España a partir de los años 1970, tras el regreso a la democracia.
Los
primeros activistas occitanistas, como Perbosc, Estieu y Alibert, trataron de
crear antes de la Segunda Guerra Mundial una “Gran Occitania” incluyendo
Cataluña y haciendo uso de su fuerza: incluso obtuvieron fondos de los
catalanistas para publicar los primeros periódicos occitanistas (Occitania, Oc) y fundaron la Societat d’Estudis Occitans que luego se
convirtió en el Institut d’Estudis
Occitans según el modelo del Institut
d’Estudis Catalans (Giordan 1983; véase un resumen en Barthès 1987:
315-377; Boyer 1991; Kremnitz 1988a: 8-9).
- Siguiendo esta estrategia, la
lengua dominada debería estar:
(i)
concebida según su definición más amplia posible para
que sea lo más fuerte posible.
(ii)
ligada a una identidad nacional, y
(iii)
provista de todas las características y herramientas
de la lengua vehicular dominante (con el fin de sustituirla).
La
normalización lingüística y gráfica occitanista se basó en un Occitano “central” (i. e. “Languedociano”)
combinado con el “Occitano” medieval, y tratando de que se pareciese al catalán
lo más posible, reduciendo las fuertes divergencias entre los diversos
“dialectos”, pero acabó siendo tan extraño y complicado que los hablantes
ordinarios ni siquiera podían reconocer ni leer la lengua que se suponía era la
suya propia. Una parte importante de la “concienciación nacional” que trataron
de crear se basaba en lo siguiente:
(i) la historia de los Trovadores y de la Cruzada Francesa
contra los Albigenses, por medio de la cual el rey francés tomó el País de
Toulouse en el siglo XIII (e. g. Sède 1982 y Lafont 1971ª: 180; véase también
Barthès 1987: 88-91; Kremnitz 1988ª: 6) a pesar de que este distante
acontecimiento religioso sólo afecta a una pequeña parte de “Occitania”; y
(ii) el uso erróneo constante del Occitano (como identidad cultural o
nacional) para el “hablante occitano”que pronto llevó a la creación del
concepto de “Occitania” (como país o
nación, de aquí la idea de “Gran Occitania” –e. b. Lafont 1971ª; Armengaud y
Lafont 1979; Anghilante 2000- según el modelo de tantos imperialismos
nacionalistas) y el uso regular erróneo del Occitano
por “Occitanista” (e. g. Kremnitz 1988; Boyer y Gardy 2001, entre otros).
Estas
confusiones en los discursos y textos produjo la impresión de que todos los
hablantes de las variedades reunidos bajo una “lengua Occitana” poseían de
hecho el sentimiento de ser occitanos
(una especie de identidad nacional o étnica –e. g. Armengaud y Lafont 1979),
que vivían en una especie de país
unido llamado “Occitania”, ¡y que
compartían el punto de vista occitanista etno-nacionalista sobre su lengua,
cultura, pueblo y país!
- Los llamados Occitanos que no se sienten “Occitanos”, i. e., los hablantes que
ni conocen ni aceptan la “unidad de la lengua” son considerados como que tienen
una especie de “desorden mental” debido
a su situación disglósica. Se dice que son unos extraños para ellos mismos y
para su lengua porque su identidad ha sido pervertida por la dominación
francesa: esta es la teoría de “alienación étnica” (Lafont 1965-67; Kremnitz
1988ª: 14-16; Castela 1999) y de la “neurosis disglósica” (Lafont 1984ª). Uno
de los principales objetivos de la acción occitanista debería ser, pues,
“descolonizar” Occitania (Lafont 1971b; un resumen en Barthès 1988: 399-402 y
Bayle 1973) y “desalienar” a los occitanos (Lafont 1970; Lafont 1971ª: 125-130
y 225-227; Kremnitz 1988: 15-16). Este objetivo ha sido abordado por todos los
medios políticos, i. e. por maniobras políticas, por tres razones principales:
(i)
porque una gran mayoría de franceses del sur
actualmente se niegan a aceptar este
programa (cuando saben que existe);
los occitanistas sólo constituyen un grupo muy reducido de militantes e
intelectuales muy activos : su principal asociación, el Institut d’Etudes Occitanes ha tenido una media de solamente 1000
miembros durante los últimos veinte años (Marti 1995: 116; Jeanjean 1992; véase
Marcellesi 2003: 119 “en el caso del
Occitano, el sueño de la uniformización es compartido por una minoría muy
reducida”);
(ii)
porque el occitanismo se encuentra con oponentes muy
poderosos tales como otros intelectuales, otros investigadores, otras
asociaciones e instituciones, incluso representantes locales del pueblo (véase
Bayle 1973; la respuesta de Mauron en 1983 al informe de Giordan; la introducción
del Alcalde de Pau en Moreux y Puyau 2002)[1],
y simplemente los hechos objetivos (la
situación francesa es mucho más variada y muy diferente de la española);
(iii)
como a menudo forma parte de determinadas clases de
ideologías y sistemas de creencias nacionalistas sostener que tienen razón por
encima de todo, tratan entonces de conseguir sus objetivos por medios no
democráticos o incoherentes, para “que la gente sea feliz a pesar de su deseo
(distorsionado)”
[1] El propio F. Mistral, observando los primeros
pasos hacia el occitanismo, escribió en 1905:”Estieu y Perbosc acaban de caer del lado por el que tenían que caer: se
han convertido en catalanes dentro de la “Occitania” que sigue a “Mont-Segur”
[una batalla medievan en la que católicos y franceses mataron a muchos
albigenses del condado de Toulouse] (Barthès 1987: 336). En 1913, al descubrir
Estieu los primeros textos redactados en una especie de ortografía occitana,
escribió “su ortografía arcaica hace que
toda su lengua sea también arcaica” (Mauron 1993: 327).
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