El conde Raimundo VII de Tolosa derrotó
definitivamente a Amaury de Montfort e hizo una oferta de sumisión a la
Iglesia, pero Amaury cedió a Luis VIII de Francia todos sus derechos sobre el
condado de Tolosa, con lo que Raimundo VII se encontró ante un enemigo mucho
más peligroso. Por otra parte, Luis VIII se apoderó del condado de Poitiers, de
modo que el rey Enrique III de Inglaterra conservó únicamente el ducado de
Aquitania en territorio francés. El joven rey tenía ahora nueve años, y estaba
bajo la influencia del conde de Pembroke, que se casó con su hermana Leonor.
El Emperador Federico II promulgó una ley imperial
que condenaba a muerte a los herejes.
El déspota de Épiro Teodoro Ángelo terminó la
conquista del reino Latino de Tesalónica al tomar su capital, tras lo cual se
proclamó Emperador de Tesalónica. Dominaba, Épiro, Tesalia y gran parte de
Macedonia. El Emperador Latino Roberto I fue derrotado en Poimamenon por el
Emperador Juan III de Nicea, quien en 1225 le arrebató además Adrianópolis y
varias islas del Egeo. El Imperio Latino se redujo en poco tiempo a Acaya (el
Peloponeso) y los alrededores de Constantinopla. Teodoro Ángelo le arrebató a
su vez Adrianópolis a Juan III.
Los Xixia se habían rebelado contra el dominio
mongol y Gengis Kan emprendió una campaña de castigo.
Ese año se celebró el matrimonio de Federico II y la
reina Isabel II de Jerusalén, con lo que el Emperador se convirtió teóricamente
en el nuevo rey, si bien en la práctica seguía en Italia y la sexta cruzada no
daba muestras de ir adelante. A pesar de todo, depuso a su suegro, Juan de
Brienne, que partió para Italia para discutir el asunto. Leonardo Fibonacci dedicó
a Federico II su Liber quadratorum.
El Emperador siempre había mostrado cierto interés por la "ciencia",
especialmente la astrología y las ciencias naturales. Las malas lenguas decían
que hizo axfisiar a un hombre en una tinaja herméticamente cerrada para saber
qué le pasaba al alma después de la muerte.
El duque Pedro I de Bretaña, que había sido
consejero de Felipe Augusto y ahora seguía siéndolo de su hijo Luis VIII, cesó
en esta función por sus diferencias con la reina.
En Inglaterra se formuló una nueva versión de la
Carta Magna (que es la que hoy se conserva).
El rey Valdemar II de Dinamarca había sido capturado
dos años antes por el conde de Schwerin, y ahora recuperó su libertad tras el
pago del pertinente rescate.
El rey Andrés II de Hungría había llamado años antes
a los caballeros de la Orden Teutónica para luchar contra los cumanos, pero,
después de su encuentro con los mongoles, éstos ya no eran una amenaza para él,
cosa que no podía decir de los caballeros teutónicos. Por ello los expulsó de
su reino. Coincidió que, desde el año anterior, los prusianos estaban dando
problemas a Conrado de Mazovia, el hermano del duque de Polonia Leszek el
Blanco, así que aquél solicitó la ayuda del gran maestre Hermann de Salza. Los
templarios llegaron a la conclusión de que luchar contra los paganos estaba
mejor visto que intrigar contra un rey cristiano, así que aceptaron la
invitación del polaco y dejaron Hungría de buen grado. En 1226 obtuvieron del
Emperador Federico II la soberanía de las tierras que conquistaran a los
prusianos, y desde ese momento la orden se volcó en Prusia.
San Francisco
de Asís no
pudo recuperarse de su enfermedad y murió en una cabaña de la Porciúncula.
También murió el rey de Armenia, Felipe de
Antioquía, y su viuda, Isabel, volvió a casarse con el que se convirtió en el
nuevo rey: Hetum I.
Luis VIII de Francia encabezó una nueva cruzada
contra los cátaros en general y contra el conde Raimundo VII de Tolosa en
particular. Tomo Aviñón, cuyas fortalezas mandó destruir, y luego conquistó las
demás ciudades de la región, los cátaros se ahogaron en su sangre, pero el rey
murió en un combate y esto permitió rehacerse al conde.
La monarquía francesa entró en una situación
difícil: el heredero de Luis VIII era su hijo Luis IX, que tenía sólo doce años
de edad, y era hijo de un rey que sólo había reinado tres años. La energía de
su madre, Blanca de Castilla, fue decisiva. El conde Teobaldo IV de Champaña se
había aliado con Raimundo VII de Tolosa en vida de Luis VIII y ahora confabuló
contra Blanca junto con otros señores feudales. Sin embargo, la reina supo
tratar la situación e hizo valer los derechos de su hijo. Entre sus apoyos
estuvo el conde Fernando de Flandes, al que Luis VIII había liberado ese mismo
año (a cambio de unos cuantos territorios y de que los flamencos renovaran el
juramento de vasallaje directo al rey de Francia). El caso fue que en 1227
Teobaldo IV empezó a tratar de ganarse el favor de la reina.
El señor de Beirut, Jean d'Ibelin, que había sido
regente de Jersualén, se convirtió ahora en regente del reino de Chipre, donde
el rey Enrique I de Lusignan, acababa de cumplir diez años.
El rey Enrique III de Inglaterra nombró conde de
Cornualles a su hermano Ricardo.
El rey de Dinamarca se había ganado el sobrenombre
de Valdemar II Sejr (el victorioso), pero las cosas empezaron a cambiar a
partir del momento en que fue derrotado por los alemanes en Bornhöved.
Ese año murió el rey de Servia, Esteban Nemanjic,
que fue sucedido por su hijo Radoslav.
En Polonia murió el duque Leszek el Blanco, lo que
permitió a Ladislao III hacerse de nuevo con el ducado.
También murió el Papa Honorio III, y fue sucedido
por Ugolino de Conti, que adoptó el nombre de Gregorio IX. El ejército de la
sexta cruzada estaba reunido en Italia listo para embarcar, pero una epidemia
de la que no escapó el propio Emperador obligó a Federico II a retrasarla.
Federico II llevaba doce años asegurando que partiría a Tierra Santa, y
Gregorio IX no consideró aceptable que la situación se prolongara un día más,
así que lo excomulgó. Por su parte, Federico II inició negociaciones con el
sultán de Egipto al-Kámil que indignaron a Gregorio IX todavía más. Se inició
así un nuevo enfrentamiento entre el Emperador y el Papa que inmediatamente se
reflejó en las querellas entre güelfos y gibelinos en el norte de Italia. El
año anterior ya se habían producido algunas revueltas en las ciudades güelfas
y, a partir de este momento, los güelfos se declararon partidarios del Papa
frente a los gibelinos, partidarios de Emperador.
Pero la muerte más sonada del año fue, sin duda, la
de Gengis Kan, que murió enfermo durante su campaña contra los Xixia. Su
funeral consistió en un festín en honor de su alma, que duró tres días, en el
que cuarenta mujeres fueron inmoladas para que fueran a servirle en el otro
mundo.
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