Por Ricardo
García Moya
Hoy, 9 de octubre, es una ocasión propicia para recordar
acciones protagonizadas por
nuestro máximo símbolo
vexilológico. Una de éstas fue la ejecutada por el ejército del Reino de Valencia,
presidido por la Real Señera, para
sofocar el alzamiento morisco en la Sierra de Espadán en 1526. Los sublevados
-más de 5.000 con la incorporación de moros aragoneses o
"tagarinos"- se habían
adueñado del abrupto lugar, saqueando los arrabales de Segorbe, Onda y Vall de
Uxó. EI 20 de mayo, un mensajero de Onda
llegaba a Valencia pidiendo auxilio, y con la noticia del degüello de los
habitantes de Chilches.
La capital no pódía dejar indefenso a su territorio. EI 7 de junio
se activó la maquinaria bélica del Reino con la protocolaria colocación de la Real Señera en las Torres de Serranos;
acción que significaba la declaración de guerra "a sang y foc". Durante los días en que la bandera estuvo
expuesta en las
torres -mientras las fuerzas del
Reino iban organizándose-, jamás
permaneció sin custodia: "la
guardaren de dia y de nit vint homens del Centenar de la Ploma".
Parece que no existía en la Corona de España -y puede que en
ningún otro reino europeo- una bandera que tuviera para su defensa una compañía
armada, como sucedía con la Real Señera. Sobre el aspecto que ofrecía en 1526,
si observamos su imagen en los portulanos de la Hispanic Society of America, vemos
que era idéntica a la actual, con barras coronadas sobre la franja azul; sólo
difiere de la medieval (Biblioteca Nacional de París, Ms. GE. 8.8268) en que
Ilevaba cuatro barras, no dos como la del manuscrito parisino.
EI ejército valenciano Ilegó el 19 de julio a Onda; donde quedó custodiada la Real Señera en el cuartel general.
Hay que decir que nuestras fuerzas no se habían recuperado totalmente del
varapalo de la Germanía, especialmente de la matanza que tropas catalanas y
castellanas -al servicio de la nobleza- cometieron con los valencianos el 18 de julio de 1521, cuando "entre
Almenara y Morvedre quedaron tantos muertos como cepas de viñas". En
conse.cuencia, en el asalto a la Sierra de Espadán, el ejército del Reino
-debilitado por el mal de Almenara- contó
con el refuerzo
de 4.000 lasquenetes alemanes, cedidos por el rey Carlos I de Valencia.
Precisamente, los alemanes tuvieron el honor de acompañar a la
Real Señera por el regreso triunfal a
Valencia, "entrárenla
per damunt lo portal dels Serrans", merced concedida por el
gobernador del Reino Don Hieromi de Cabanyelles, al tener autoridad sobre el
protocolo de la regnícola enseña.
Hay muchos detalles que han sido
interpretados erróneamente en
nuestros días. Un Jurat en Cap de 1526, de los que acompañaban a la bandera
junto al gobernador del Reino, no equivalía a un concejal del actual
Ayuntamiento de Valencia, sino al de un alto mando del ejército. Así, cuando en
las Germanías sale la Real Señera a Campaña, se ordena a las tropas de las
ciudades "que obedescan (sic) por Capitán General al Jurado en Cap de
Valencia" (Viciana, MS. 46. Bib. de S. Cruz. Valladolid). Respecto al traslado de la Real Señera, por
su excesivo peso y cuando el trayecto lo requería, el Justicia Criminal
cabalgaba a la "estradiota",
obteniendo estabilidad para portar la enseña.
No hay duda que si otras regiones norteñas hubieran tenido un
estandarte como la Real Señera y una
compañía armada para
su custodia, habrían recuperado
la tradición de la manera más fastuosa y, además, se encargarían de
divulgar sus peculiaridades "en
todas las Universidades del mundo", (como dicen ellos). Aquí sucede lo
contrario: terroríficas mentes aniquilan con chimeneas de chatarra y hexaedros
de cemento el casco histórico donde nuestros antepasados vivieron días de
gloria.
Tras la victoria en Espadán, la entrada triunfal de la Real Senera
en Valencia (25 de septiembre de 1526) fue apoteósica: cuatro mil alemanes de
cinco en cinco en hilera, con escopetas, picas y "espases de tres palms,
amples com tres dits" formaban la vanguardia del desfile; después
"venien los tabals, trompetes y ministres" y el Justicia Criminal con
la Real Señera o bandera del Rat
Penat junto a "Hieroni Cabanyelles",
governador general del
Reyne de Valencia, ab oficials
reals e lo capitá dels alamanys Rogondolfo"
y las compañías valencianas.
Tanta expectación como los alemanes
-especialmente la compañía armada
con "espases de dos
mans"- despertaba en el ejército del Reino los famosos cañones de Xàtiva,
artillería de campaña que ya estuvo presente al comienzo de la sublevación en
el cerco de Benaguacil: "las dos bombardas de Xátiva; la que se llama el
Buey y la que se dice el Puerco". Precisamente en la solemne entrada
de la Real Señera en la catedral, y en el ceremonioso ingreso en la Sala del
Archivo, se dispararon grandes cañones:
"Quan arribá la Bandera a la Seu y a la Sala, tiraren grans
bombardes".
Por tanto, en 1526 la Real Señera fue acompañada por miles de
lasquenetes alemanes v compañías valencianas, grandes cañones de Xàtiva, cuerpo
armado del Centenar de la Ploma y el Virrey, música marcial de atabales,
pífanos y trompetas. Y no es por molestar. ¿Pero, hubo en alguna de las que
ahora se titulan "comunidades históricas" (Cataluña, País Vasco, Galicia...)
una bandera equiparable a la Real
Señera en cuanto valor material, histórico y protocolario? Sospecho que no.
Las
Provincias 9 de Octubre de 1996
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