Por Ricardo García Moya
Las Provincias 25 de Abril de 1996
En Cataluña y en plena Guerra de Sucesión,
el 11 de mayo de 1710, se celebró la festividad de la patrona del reino en el Monasterio de San Pedro de las Puellas
de Barcelona, cantando melodías el coro del Palacio de la Condesa, siendo maestro el sacerdote Tomás
Milans. EI acto tenía su trascendencia, al ser promotores del mismo los
doscientos valencianos huidos del reino tras la ocupación de éste por las
tropas borbónicas.
En Barcelona -con paraguas militar de
ingleses y portugueses-, los fugitivos de Valencia, Castilla, Aragón y Navarra
soñaban con regresar a sus tierras.
En los años de espera, cada colectivo
mantuvo celosamente sus tradiciones, sin integrarse en la cultura catalana.
Quizá a ello responda que, en Barcelona, los
"maulets" valencianos usaran la lengua castellana o española en los
actos festivos. La pantomima lingüística de hablar valenciano y que les contestaran
en catalán no les placía, por lo que la lengua española era la vehicular para
todos. .
EI mismo archiduque "maulet" Carlos de Austria, en 1712, después de
siete años de estar en tierras valencianas y catalanas, siempre se dirigía en
castellano a sus súbditos, fueran los Comunes de Barcelona o el humillado
Basset.
Jamás utilizó el valenciano o el catalán en
cartas y alocuciones.
En consecuencia, el 11 de mayo de 1710, por
deseo de los "maulets" valencianos, las voces catalanas que componían
el coro del Palacio de la Condesa interpretaron en la festividad de la Mare de Deu dels Desamparats una serie
de coplas compuestas para la ocasión que, entre líneas, reflejaban el
angustioso estado de ánimo en que se encontraban.
EI tema que rige los cánticos es la añoranza
del Reino de Valencia, al sentirse extranjeros en Cataluña:
"Viendo
que en María tienen / su Amparo los valencianos / hoy le buscan en María / porque
están desamparados". Las súplicas al poder celestial por estar "en
triste y larga ausencia, rendidos, postrados, desterrados" no eran
simple retórica.
La suspicacia catalana hacía difícil la estancia de los
"maulets" en Barcelona. Cualquier conversación intranscendente podía
suponer cárcel o muerte.
Así, en el Dietari del Consell Barceloní
leemos que el sábado, a 26 de agosto de 1713, "los Concelleres fueron a la
prisión a presenciar el juicio de un preso que se Ilama Vicente Martínez, valenciano
de nación.
Fue condenado por espía a cortarle la
cabeza, hacerle cuartos, la cabeza puesta en jaula de hiérro, atormentado in
capite sociorum y confiscación de bienes".
Lo que más gustó a los Consellers era la
confiscación de bienes, pero el espectáculo del lunes siguiente tampoco lo
despreciaron.
Tal día, después de ser atormentado
lentamente, una jaula con la cabeza del valenciano Vicente Martínez adornaba
las calles barcelonesas.
La realidad que ofrecen los documentos
"maulets" contradice la propaganda cada 25 de abril por los agentes
catalaneros.
Los "maulets" jamás se preocuparon
de defender la lengua valenciana, a la que no consideraban en peligro; pero
también es cierto que jamás en la historia del Reino de Valencia se promovió
tanto la lengua de Cervantes.
Los textos del régimen repiten el tópico de
la inmersión castellana de la reina Germana, ocultando que fue cosa de niños si
se compara con la efectuada por los "maulets".
Valga
de ejemplo que
los "maulets", los auténticos, autorizaron e impulsaron la
representación de obras teatrales exclusivamente en castellano en plena Guerra
de Sucesión, entre 1705 y 1707, en Valencia.
EI general Basset y sus compinches asistían complacidos a las comedias y
dramas de Calderón, Moréto, Matos
Fragoso, Rojas Zorrilla, etc.
EI colectivo "maulet" -en vísperas
de la Batalla de Almansa llenaba el corral
de comedias para presenciar
"EI genízaro de Hungría",
"Los amantes de Teruel" o
"Los tejedores de Segovia";
es decir, obras que ensalzaban la lengua española del Imperio y la grandeza de
la dinastía austríaca.
Igual actuaban los "maulets"
catalanes en Barcelona. En 1708, cuando ningún gobierno de Madrid les obligaba
a editar obras en español, publicaron los "Anales de Cataluña" en castellano.
Se trataba de una obra lujosa, editada
"oficialmente" y dedicada al "venerado monarca Carlos III de
Austria".
Es curioso que el autor rechazara el
autóctono Narcís, firmando la obra como "Narciso Feliu y Farell, caballero
de la Orden de Santiago", presumiendo de pertenecer a una orden del reino
de Castilla.
Igual actuaba el Correo Mayor de Valencia, un
"maulet" llamado Jacinto
Oliver que estaba en 1708 en Barcelona y recibió el título de Caballero de
Alcántara -de la orden castellana homóni mapor voluntad del archiduque Carlos
III.
Lo anterior -cantos a la Virgen de los
Desamparados o la edición de los "Anales de Cataluña" en castellano
contradice el cliché del "maulet" catalanero impuesto en nuestros
días por la Universidad,
demostrando que los infalibles
dogmas académicos pueden rozar el
ridículo a poco que se investigue.
Aunque
esto no sucederá mientras tengan los medios de comunicación social o
informativos en sus manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario