Ricardo García Moya
Diario de Valencia de 9 de Octubre de 2001
Hoy, 9 d’Octubre , es un día de alegría que la
inmersión aprovecha para extender raíces o “arrels” catalanas, no “rails”
valencianas. Desde Castellón a Alicante, con ayuda institucional, se programan
actos para enarbolar el falso pendón de la conquista e imprimir panfletos en la
jerga del Institut d’Estudis Catalans, que sería sánscrito para Jaime I. El
maquiavelismo se advierte si nos comparamos con otras autonomías, pues sería
impensable que en Huelva o Sevilla saliera un grupo de castellaneros andaluces
reivindicando la bandera de Castilla y burlándose de la existencia de
Andalucía. La comparación es más hiriente si pensamos que Andalucía no tuvo
independencia de Castilla, ni moneda propia, ni Real Señera coronada, ni tercios
del Reino, ni leyes propias, ni frontera, etc.
La inmersión no quiere enterarse de que Jaime I usaba
dos barras rojas sobre tres amarillas como bandera propia, y que el llamado
pendón de la conquista es un anacronismo tan falso como la fachada de la
catedral de Barcelona (gótica de 1910). Tampoco entienden que los valencianos
habláramos romance antes de la llegada de Jaime de Montpellier (allí nació,
cuando Cataluña no existía).. Esta conciencia idiomática fue invariable
cultural en autores de cualquier época; así, en poesías de fray Francisco Ballester
-cuya inspiración era teológica y no reivindicativa-, recordaba al mozárabe
Pedro Pasqual, cuya infancia coincidió con la entrada jaimina: “siendo tú niño
tierno / fue Valencia de moros despejada” (Sacro plantel. Valencia
1651, p.396). El mismo poeta, hablando de S.Vicent, recuerda el nombre del
idioma: “predicando en lengua valenciana” (p.337).
Nuestros
vecinos han usado reiteradamente el carisma de Jaime el Conquistador o de
Montpellier para engatusarnos. En 1680, los aragoneses pretendían que el
puerto de Vinaroz pasara a ser territorio de Aragón, exponiendo a Carlos II
que: “agregando el puerto o playa de Vinaroz sería grande beneficio para el
Reyno de Aragón” (Bib. Nac. Memorial del Reino de Aragón. 1680, f.1). El
redactor basaba su demanda en el amor de los valencianos al monarca de
Montpellier: “por ser Vinaroz de la Corona de Aragón y como la muy noble
Ciudad de Valencia siempre tiene en memoria a nuestro católico rey D.Jaime el
Conquistador” (f. 1). Los aragoneses de 1680 -antepasados de los roñosos
aguadores del Ebro, mostraban paternal cariño hacia los valencianos que
entregarían Vinaroz y, además, seguirían siendo entrañables: ”...la Ciudad y
Reyno de Valencia observará y continuará las atenciones con nuestra Imperial
Ciudad de Zaragoza y Ilustrísimo Reyno, pues nuestro Reyno de Aragón los mira
siempre como a hijos de la Corona”(ib.).
¿Qué
tendremos para que nos salgan tantos progenitores? Los aragoneses se sentían
padres de nosotros en 1680, y como muestra de amor querían mangarnos Vinaroz.
Los castellanos afirmaban que el español era la madre de la lengua valenciana
(Patón,1604) ; y los catalanes, ahora, proclaman que son el padre, la madre y
la abuela que nos parió. ¡Menuda parentela rumbosa! Una de las primeras
muestras del afecto aragonés que pretendían hacer «en Vinaroz, nuestro Puerto
de Aragón”, era sustituir la moneda valenciana por la aragonesa, y quitar el
tráfico a los restantes puertos del Reino de Valencia. Con la artimaña de
haber sido "raíces” de otros pueblos, los expansionistas suelen apoderarse
de lo ajeno.
En esta fecha del 9 d’Octubre la prensa catalana que
infecta el Reino clama por el retorno a las “arrels” del clasicismo
idiomático; pero descubren su miseria al usar un sustantivo inexistente en
idioma valenciano. Según Corominas: "arrel no sembla trobarse abans del s.
XIX”. Lamentablemente, la inmersión ha incrustado este excremento léxico
catalán en la boca de los estudiantes, acentuando la labor iniciada por los
valencianos del 1880 que, ya saben, buscaban pelas en Barcelona. En 1871 no
figuraba arrel en el diccionario de Escrig, pero el equipo de babosos de 1887
ya recogía la corrupción barcelonesa. Las formas cultas y etimológicamente
correctas son las valencianas rail y arrail (del lat. Radix), pero los diccionarios
catalanes que se anuncian como valencianos (Bromera, Tabarca, etc.) incrustan
la decadente catalana “arrel”. Lamentablemente, como la Academia de
Ascensión está compuesta mayoritariamente por lo más florido del catalanismo
militante, callará esta invasión lingüística, y la Real Academia Valenciana
-que sí defiende el idioma valenciano- seguirá postergada por nuestras
heroicas autoridades. Como las fuerzas de ocupación catalanera ocultan,
desprecian o tildan de vulgarismo el léxico del idioma valenciano, si
utilizamos "rail” (y no arrel), seremos tan incultos como estos escritores
del pasado, que jamás entrarían en la Academia de Ascención: "les rahils
desta erba” (Bib.Nac.Paris. Llibre de les erbes, any 1400); "les rails”
(March, A.: Obra completa, p. 383, h.1445); "soca e rahil” ( Villena.
Vita Christi, any 1497); "com herbolaris, sempre aguaitem les rails” (Ballester:
Ramellet, any 1667); «treta la rail”(Mas,L.: Sermó cofradía S.Vicent. any
1755); “y este abre que ham plantat no tirará rails fondes” (Cov.de Saro. any
1820); "les rails ya’l buscarán, y cregues qu’el trobarán” ( Aforismes
catalans traduits al valenciá, 1853); “rails que crien els abres” (Escrig, any
1871). Los ejemplos podían seguir hasta amargarles el día, pero baste decir que
el diccionario de la Real Academia Valenciana traduce correctamente el
castellano raíz por "rail”; y son estos detalles feos -que disgustan a
nuestros amos inmersores- los que han motivado que la Generalidad creara la
Academia de Ascensión, comparsa de espadones idiomáticos -más alguna decorativa
ave del paraíso- al servicio de la lengua catalana.
Hoy es un día de júbilo y debemos convivir en paz,
aunque no estaría mal que los paternales catalanes que nos quitan hasta la
gastronomía nos dejaran en paz de una puñetera vez. Pero no caerá esa breva,
ya que un nauseabundo hedor anuncia la llegada del femer de los Premis Octubre,
plaga asociada al otony o primavera d’ivern (no el catalán tardor). Por
cierto, el programa informático SALT de traducción al catalán -que la
Generalidad de San Zaplana regaló a los centros oficiales- vomita frases en
barcelonés perfecto (p.e.: "les arrels de la tardor”).
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