Autor: Juan Vanrell Nadal
No puede basarse sólo en el
nombre la esencia de algo. Cualquier cosa, sin contenido, es vacua e inútil.
Descubramos qué encontramos bajo
ese intocable nombre de valencià.
Simple y llanamente hay (supuestamente) el léxico, las estructuras gramaticales
y la ortografía de la lengua catalana: «…a
Espanya hi ha dos denominacions igualment legals per a designar esta llengua:
la de valencià, establida en l'Estatut de la Comunitat Valenciana, i la de
català, reconeguda en els estatuts d'autonomia de Catalunya y Balears»
(Dictamen AVL 9-2-2005, punto 6). Es la confirmación oficial de que valencià y català son (para los catalanistas) exactamente lo mismo.
¡Qué claramente lo denunció el
buen jesuita padre Costa en su último artículo: «No es lo mateix ser propietari que co-propietari». Efectivamente,
una «llengua compartida» es una sola
y misma lengua cuya propiedad corresponde a varios. De esta manera los
valencianos pierden la personalidad, la propiedad y la autoridad sobre su
lengua ancestral, que siempre habían tenido. Es de atrasados mentales querer
hacernos creer que la frase del perverso dictamen: «…el terme més adecuat per a designar la llengua pròpia en la Comunitat
Valenciana és el de valencià», significa que los valencianos conservamos la
singularidad diferencial del valenciano autóctono. Es una monstruosa falsedad.
¡Una impostura total! Es la tergiversación descarada de la Historia y de la
Filología. Ambas nos demuestran que Valencia, por sí y para sí, ha ido
configurando su lengua propia a través de siglos. Antes de la reconquista por Jaime I se hablaba el romans valencià. Cataluña igualmente,
por sí y para sí, fue creando su propia lengua. Los historiadores medievalistas
la llamaban llemosí, procedente del
provenzal francés e importado con la creación de la Marca Hispánica por Carlomagno. «En llemosí parle a Deu», decía el gran vate catalán Aribau en su Oda a la patria, premiada en 1833. Muchos siglos después de que los
Ferrer, March, Roig, Martorell y
otros hubieran dicho y escrito que usaban la lengua valenciana para escribir
sus obras. Lo propio sucedió en Baleares. Los isleños, por sí y para sí, fueron
formando su propia lengua balear, «tan
antigua como el inglés, más pura que el provenzal y el catalán, sus parientes
más próximos» (Robert Graves).
Es, pues, totalmente falso, desde el punto de vista histórico y social, que la
lengua y la cultura de estas tres autonomías esté compartida. Lo propio hay que
decir de Cataluña y Baleares. Lo único que compartimos es «un mateix sistema lingüístic», como comparten todas las lenguas
neolatinas. Todas estas lenguas: español, francés, portugués, balear, catalán,
valenciano y demás son por igual dialectos del latín. Es innegable también que
de todas las lenguas neolatinas las más parecidas entre sí son valenciano,
catalán y balear. La consecuencia lógica de ser territorios limítrofes y de
estar muy relacionados históricamente. Pero esta enorme similitud no autoriza a
las universidades ni a los políticos el poder tergiversar la Historia y la
Ciencia por conveniencias pancatalanistas. Estos quieren apoderarse de la
lengua genuina de Valencia y Baleares para poder proclamar: «¡Somos 12 millones de catalano-parlantes!
¡¡Som una nació!!» Ante esta impostura, el PP y el presidente Zapatero
prefieren ceder, ceder, ceder. Es más cómodo complacer a los chillones
nacionalistas que salvaguardar la lengua milenaria de los pacíficos y estoicos
valencianos y baleáricos.
¿No proclaman ufanos por doquier:
«¡Se ha salvado el nombre!» Se ha mantenido su nombre vacío de contenido. Bajo
el nombre de «valencià» sólo hay la
dictadura implacable del «català».
Con el nombre de «valencià» yace
muerta para siempre la ancestral lengua de los valencianos, utilizada por
nuestros clásicos y por el pueblo llano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario