Autor: Obduli Jovani Puig
Acabadas sus conchabanzas
estatutarias las van a perpetrar en un papel, soporte muy sufrido: ¡Ya somos
nacionalidad histórica! Au, qui estiga bovo que rode senia. Al fin nos hemos quitado
ese escrúpulo, ese agravio comparativo, que no éramos nadie, que lo nuestro era
un sinvivir, una carencia, un vértigo, un cilicio vital, qué éramos,
desgraciados de nosotros, sin una historia que llevarnos a la pluma… Pues eso,
unos parias, unos don nadie. Ara estem ya mes contents que un gat en un lleu.
¿Y cuál es esa Historia reciclada?. Pues no hay mas que ir a las escuelas, a
los institutos, a las universidades y comprobarlo: una Historia romántica,
selectiva, excluyente, retranqueada, de ciclo corto, de campanario, para darle
vueltas a la Plaza Mayor. Allí cuentan que todo empezó en 1238, con Jaime I.
¡Lo demás es Prehistoria!, malcrían los enseñantes en nuestras ikastoletes. Ni
fenicios ni íberos ni romanos ni árabes ni paparruchas. Ni siquiera aragoneses.
Ningún substrato que estorbe a esa "nacionalidad histórica" de
alambique, destilada, tramuntanal y arropada en un adjetivo absoluto: catalana.
¿Y España? Pues eso, un resto, un destrío, un excedente, un "cadòrs".
Decía el Estatuto que España era una "nación indisoluble". Ahora dirá
que sólo es "nación". Soluble en cava, claro. Cosas del trueque.
Y tendremos ¡máximo techo
competencial!, qué se han creído, a ver ahora quién es el guapo que nos tosa,
que nos hable alto. Una volta que es fa el sant hi ha que fer-lo be. Y hemos
embutido el Estatuto, a modo de camarote de los Hermanos Marx, de consejos, de
sindicaturas, de fondos, de derechos y de servicios. Bien podriamos meter un
Consell de l´esgarraet, l´all i pebre i l´arròs en banderetes, por aquello de
la idiosincrasia. Mes val rotar que badallar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario