Carta a la Sra. Merkel: exija el fin de las autonomías
Respetada Canciller Federal:
Hace tres semanas, el profesor e historiador norteamericano David
Spengler publicaría una carta abierta en The Asian Times
dirigida a su persona, en la que la pedía “que dejara caer a España”, y
explicaba las razones, que iban desde la incompetencia, el despilfarro y la
corrupción generalizadas del Gobierno y particularmente de las administraciones
territoriales, donde nadie controla nada y nadie responde de nada, lo que
implica una asignación del grueso de los recursos públicos (45 % del PIB) en
forma tan disparatada e ineficaz que supera todo lo imaginable. Adicionalmente,
según el Dr. Spengler, el Gobierno miente en todo: sobre su situación
económica, sobre la bancaria y sobre la fiscal. Su deuda y los intereses son ya
inasumibles y, en consecuencia, somos insalvables.
No obstante, y aun reconociendo la veracidad de sus afirmaciones -que
tengamos hoy más PIB real que en 2007 resume la falsedad
inaudita de las cifras oficiales-, España no sólo es salvable es que ni
siquiera necesitaría la intervención, sólo necesita la supresión del sistema autonómico, que representa un despilfarro
anual de más de 120.000 millones de euros, equivalentes al 12% del PIB. Sin
embargo, la oligarquía política se opone radicalmente a desmontar esta
gigantesca estructura que ha levantado en su exclusivo beneficio y escapa a
las manos de los españoles el poder de cambiar este expolio de proporciones
épicas. A día de hoy, el déficit de las
regiones y ayuntamientos asciende a unos 5.000 millones de euros mensuales,
y está siendo cubierto por el Gobierno con supuestos “adelantos
presupuestarios”, supuestos porque jamás serán devueltos, lo que ha elevado el
déficit del Estado en un 50% hasta abril, equivalente al 10% del PIB en
términos anualizados. Y tampoco pueden pagar los vencimientos de deuda, más de
25.000 millones, y esperan que el Gobierno con el dinero del BCE lo haga por
ellos.
Con una deuda pública total -no solo la computable- del 118 % del PIB
oficial, un déficit 2012 estimado en más de 110.000 millones y unos intereses
del 4,5% del PIB oficial en los próximos 12 meses, España ha superado el punto
de no retorno y ocurre que sólo Ud. como Canciller de Alemania y líder más
cualificada de Occidente tiene el poder de acabar con una situación que
supondrá la ruina, no solo de España sino tal vez el fin de la zona euro. Y
para evitarlo bastaría exigir, condicionando a ello cualquier ayuda, la reforma radical de las instituciones territoriales
responsables de los dos tercios del gasto público. Es absolutamente
inaceptable, tanto social como económicamente, que la UE y el FMI exijan a
España que suba impuestos y recorte prestaciones, sin antes acabar con el
despilfarro autonómico. ¿Cómo se puede
subir el IVA y recortar pensiones y mantener 30.000 coches oficiales o dos
millones de empleados públicos inútiles? ¿Cómo destruir la economía
productiva y de las familias y mantener intacta la improductiva? Y es ahí Sra. Canciller, donde los españoles
necesitamos desesperadamente su ayuda.
Como conoce perfectamente, porque lo ha vivido en primera persona, España
ha estado gobernada durante más de siete años por un presidente poco
cualificado y ahora, a pesar de las ilusiones populares puestas en el cambio, Mariano
Rajoy se ha revelado un fracaso total. Ni tiene coraje, ni tiene un
plan ni intención alguna de tenerlo, toda su gestión ha resultado una auténtica
tragedia. Ambos, junto con el aparato de sus propios partidos, funcionan
exclusivamente como una oligarquía -España tiene 450.000 políticos, cuatro
veces más por habitante que la UE- de intereses comunes y nunca como
partidos nacionales. Para ellos son más importantes sus ventajas partidistas
y personales que los intereses de la nación, lo que les lleva a mantener a
toda costa un modelo de Estado cuyo nivel de despilfarro y de corrupción nos
conduce a la ruina.
Vivimos bajo un modelo que dividió la nación en 17 autonomías
territoriales, totalmente contrarias, excepto dos, a la Historia y a la
realidad objetiva de España. Estas autonomías, cuyas competencias más que
duplican a las de los Estados federales, son el vehículo con el que la
oligarquía política fue colocando a sus familiares, amigos y correligionarios,
creando para ello, el equivalente a 17 mini estados con todos los órganos
propios de una nación, desde 17 Parlamentos a 19 televisiones públicas (todas
en pérdidas), 23 Universidades sin alumnos que las justifiquen a 22 aeropuertos
con 300 pasajeros/mes, pasando por infraestructuras absolutamente ruinosas. A
ello se unen 8.200 Ayuntamientos, cuando no se justifican más de 3.000, y con
niveles de despilfarro inauditos. Sólo Madrid,
la capital más endeudada de Europa, tiene 1.500 asesores inútiles, 180 coches
oficiales, personal cinco veces más que los grandes ayuntamientos mundiales y
ha gastado 500 millones de euros en dotarse de la sede-palacio más lujosa de
Occidente, mientras el 23% de madrileños vive por debajo del umbral
de la pobreza, de ellos 140.000 niños. Y ahora ¡quieren organizar los
Juegos Olímpicos!
La rémora del empleo público
Primero colocaron a decenas de miles, luego a cientos de miles y hoy
totalizan dos millones de empleados públicos nombrados a dedo –causa
principal del brutal nivel de desempleo, ya que en España cada empleo público
destruye 2,8 puestos en el sector privado- y donde para no tener que dar explicaciones a nadie crearían hasta 3.000 empresas públicas, la gran tapadera del
despilfarro, una inmensa telaraña de ocultación de deuda y corrupción,
empleando a 400.000 personas amigas y con sueldos un 35% superiores a la media
del sector privado.
El grueso de la crisis bancaria derivaría también del modelo de Estado. El 54% de los depósitos de la banca se concentraba
hasta el año 2.000 en cajas de ahorro, que habían sido el referente de las
clases humildes españolas durante casi dos siglos y que se convertirían en
botín preferido de los Presidentes autonómicos, que impondrían a personas
políticas afines no profesionales al frente de las mismas, al objeto de poder
disfrutar de un poder económico casi ilimitado para financiar sus obras
faraónicas y los disparates más inauditos.
Veinte “gestores” irresponsables y moralmente corruptos, interrelacionados
política y económicamente por 14 presidentes autonómicos, que les garantizaría
la no intervención del Banco de España primero y la ocultación de la realidad
de sus balances después, financiarían los proyectos inmobiliarios más
inauditos, que junto con las grandes obras públicas llevarían a la quiebra a la
mayoría de estas instituciones bicentenarias en solo ocho años. PP, PSOE y nacionalistas sellarían un pacto de
silencio para que ninguno de los responsables de tamaña catástrofe fuera
procesado. La última acción al respecto la protagonizaría el Sr. Rajoy, de
acuerdo con el PSOE, al no destituir al Gobernador del Banco de España por
grave incumplimiento de sus obligaciones a cambio de su silencio.
En conjunto, esta situación ha llevado a España a un nivel de endeudamiento
público y privado del orden del 400% del PIB, el
más elevado del planeta, una cantidad que jamás podrá ser devuelta.
Dentro de ella, la deuda pública no cesa de crecer, gracias a la actitud
absolutamente irresponsable del BCE, cuyos préstamos se entregan sin control
alguno para financiar el gasto corriente y los agujeros bancarios, y donde ni un euro va a la economía productiva, lo que
arruinará España para varias generaciones. El rescate bancario ha sido de
nuevo insuficiente, porque se ha infravalorado la morosidad –la real es
doble de la oficial– y porque las viviendas
caerán aún un 35% y no se ha tenido en cuenta. Además crea un círculo
vicioso de bancos quebrados comprando deuda con el dinero del BCE para mantener
un Estado quebrado, que a su vez se endeuda para salvar a estos mismos bancos
quebrados. Sólo la actuación simultánea sobre el sistema financiero,
cerrando los bancos inviables y cambiando de modelo de Estado, puede salvarnos.
Sin embargo, si la ya inevitable intervención se hace en forma
indiscriminada, desconociendo la realidad económica de la nación, reduciendo salarios
y prestaciones y subiendo impuestos, sin cortar de raíz los focos de
despilfarro y manteniendo intactos los 450.000 políticos, parásitos sociales en
su mayoría, que nos han llevado a la ruina, el resultado
sería un desastre histórico y la miseria y el hambre para millones. Es
por ello Sra. Canciller, que como única persona que está hoy en condiciones de
ayudar al pueblo español, me dirijo a Ud. para pedirla que antes de la
intervención exija en su lugar la supresión la locura económica que implica la
actual administración autonómica y local. La eliminación de un gasto inútil
de 120.000 millones de euros anuales,
permitiría reducir el endeudamiento y crear empleo significativamente en
relativamente poco tiempo, mientras que la alternativa conllevaría una brutal
deflación interna con unas consecuencias económica y socialmente devastadoras.
Un sufrimiento casi inimaginable para los españoles actuales y futuros, para
mantener los privilegios de una oligarquía política parasitaria y corrupta.
Roberto Centeno, Catedrático de Economía de la Universidad Politécnica de
Madrid
(Se envía copias a Wolfgang
Schäuble, Ministro de Finanzas de Alemania; Christine Lagarde,
Directora Gerente del FMI; Olli Rehn, responsable de Asuntos Económicos
y Euro de la Comisión, y Mario Draghi presidente del BCE)
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