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Josep Puchades
Extraído de Internet
La visión del "más allá" es muy
variopinta, hay multitud de hipótesis sobre cómo debe ser el otro mundo al
que se accede tras la muerte.
Los
vikingos creían que el cielo era un derecho que se ganaba al morir en
batalla, para ellos no había peor deshonra que morir de viejos en el lecho,
la gloria estaba reservada para aquellos que morían en batalla y eran
recibidos en un palacio del que colgaban escudos de oro del techo, todas las
mañanas, los guerreros salían al campo de batalla y combatían hasta el
anochecer. Las valkirias, las mismas que escoltaban los guerreros a este
"paraíso" eran las encargadas de curar las heridas. Todas sanaban
todos los miembros cercenados volvían a crecer y todos los muertos
resucitaban cada mañana, y así hasta la eternidad.
El cielo
árabe era un lugar donde llegaba el difunto y tenía un harén de 100
"humie" (mujeres que recobraban la virginidad cada día) y donde todos
vivían a la sombra de Alá.
Según los
antiguos griegos, los difuntos entraban en el inframundo cruzando el rio
Aqueronte, a bordo de la barca de Caronte, quien cobraba como peaje un óbolo,
moneda que colocaban los familiares bajo la lengua del cadáver.
Lo que es
común en todas las civilizaciones es la búsqueda de la condición más
aceptable del alma para su aceptación en ese otro mundo. En el caso de los
cristianos sería el perdón de los pecados cometidos en vida y la completa
redención del alma.
Lógicamente
en el mundo siempre ha habido quien ha deseado conocer lo que hay
"después", algunos a través de una profunda y continuada
meditación, porque, naturalmente, a todos nos gustaría disfrutar del Cielo en
nuestra vida terrenal.
De hecho,
lo que debe ser el paraíso terrenal existe, por así decirlo, examinemos
detenidamente cuales son los requisitos que debe cumplir un paraíso y lo
veremos.
Por
ejemplo, un paraíso terrenal debe ser un lugar donde no sea necesario morir
para acceder a él, debe ser un lugar al que se acceda tras la completa
expiación de los pecados, no importa lo terribles que estos hayan sido, de
manera que el alma llegue pura y limpia, debería ser un lugar en que cada
cual consiga lo que quiere, logrando así su infinita felicidad.
Según esta
definición, el paraíso es ser presidente del Gobierno, pues no es necesario
morir para acceder al puesto, para expiar sus terribles pecados, tales como
malversación, despilfarro, mangoneo, traición, cohecho, corrupción, sólo les hace
falta aprobar una ley que los exima de la culpa y así, su alma queda
impoluta, se consigue a diario lo que se quiere para satisfacer el interés
personal de cada uno, sea el que sea y que corresponda a la necesidad del
momento, aún a costa del malestar de todos los demás, luego sí que hay quien
vive en su Cielo particular, eso sí, mientras el resto nos hallamos sumidos
en el más terrible infierno en vida, sin poder llegar a fin de mes, sin
trabajo ni expectativas de encontrarlo, con nuestro patrimonio colgando de un
hilo ante los continuados avisos del banco, que tirará mano de los avales
presentados para hacer frente a la deuda contraída, mientras sindicatos y
grupos de terroristas y separatistas se embolsan millonadas, logrando también
alcanzar su particular paraíso terrenal.
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sábado, 6 de octubre de 2012
PARAISO TERRENAL
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