sábado, 6 de octubre de 2012

LA TRADICIÓN INVENTADA (II)




'Historias ocultadas del nacionalismo catalán'
Por Javier Barraycoa
Extraído de Internet

Esta autoidolatría a través de la proyección en el colectivo esconde muchos resortes psíquicos. El psicólogo norteamericano Oliver Brachfeld, en una obra titulada Los sentimientos de inferioridad, plantea la cuestión de los sentimientos de superioridad e inferioridad en los pueblos pequeños. Entre varios casos, hace alusión al catalanismo político como "un complicado pero en el fondo sencillo fenómeno socio-económico-psicológico, cuyo motor anímico era el resentimiento, engendrado por un violento complejo de inferioridad-superioridad". Ciertamente, el espíritu catalanista (...) ha tenido que debatirse entre el sentimiento de superioridad sobre los otros pueblos hispanos y la queja constante de estar oprimidos.
¿Cómo resolver la contradicción entre la idea de ser superiores y la afirmación de que los inferiores os han dominado durante siglos? Difícil solución tiene la aporía.
En todo resentimiento se esconde un desprecio hacia lo que uno mismo es. El poeta catalán decimonónico Joaquín Bartrina, en una famosa poesía, escribía:
Oyendo hablar un hombre, fácil es
saber dónde vio la luz del sol.
Si alaba Inglaterra, será inglés.
Si os habla mal de Prusia, es un francés
y si habla mal de España... es español.
Por eso, en los habituales desprecios del catalanismo hacia lo español es donde mejor se demuestra la españolidad de nuestros nacionalismos.
(...)
Durante mucho tiempo, en la Cataluña rural se vio en el catalanismo una especie de extravagancia de "los de Barcelona", especialmente de algunos burgueses. De hecho, no podría entenderse el catalanismo sin la voluntad de la burguesía catalana de acoger esta nueva ideología. Una ideología que ha sobrevivido a la conservadora burguesía catalana para acabar arraigando en los elementos más izquierdistas de Cataluña. Hoy, no deja de ser divertido contemplar cómo una ideología que arrancó de los elementos más conservadores de la sociedad catalana es defendida a ultranza por la izquierda.
El mito del corazón de Maciá y el suicidio de Xirinachs
Una anécdota histórica, no muy conocida, ilustra perfectamente lo que el nacionalismo es, respecto de su tratamiento de la historia. Corrían las últimas semanas de la Guerra Civil y todos los republicanos preparaban su huida de Barcelona. Tarradellas, en esos tiempos de incertidumbre, mandó a un funcionario al cementerio para recoger el corazón de Macià. Cuando falleció el primer presidente de la Generalitat republicana, en una extraña ceremonia de carácter masónico, se decidió preservar su corazón en una urna que se depositó en la misma tumba. Tarradellas, en un arrebato patriótico, decidió llevarse al exilio la urna con el corazón de Macià y enterrar el cuerpo en otra tumba para que no fuera profanado por las fuerzas nacionales. Durante el exilio, la urna y su custodia dieron lugar a todo tipo de anécdotas que acabaron felizmente. Regresado Tarradellas a Cataluña, decidió realizar protocolariamente la entrega del corazón de Macià a su familia el 10 de octubre de 1979. El acto se celebró en el Palacio de la Generalitat, y luego los familiares y Tarradellas, en privado, se dirigieron al cementerio. Lo que ya no se suele contar es la sorpresa que se llevaron al depositar de nuevo la urna.
Resulta que ahí ya había otra con un corazón. El caso es que el funcionario que había enviado Tarradellas en 1939, posiblemente con las prisas, prefirió ir a buscar otro corazón más asequible y colarle un gol al político republicano. Así, Tarradellas estuvo cuarenta años paseando un corazón por Europa, como custodiando la quintaesencia de Cataluña, que ni siquiera era el de Macià. En esta anécdota, como en el propio nacionalismo, la ilusión sustituye la realidad. Cuando la clase política actual, bastante deprimente, habla de Cataluña, uno tiene la sensación de que nada tiene que ver con la Cataluña real.
Entre las figuras trágicas del catalanismo reciente, y no hay pocas, destaca una: la de Luis María Xirinachs i Damians. Era un escolapio de familia franquista que acabó rebelándose contra la jerarquía eclesial. Sustituyó su entusiasmo religioso juvenil por un arrebato antifranquista que le llevó a prisión. Con la transición, en 1977 y gracias a su fama, logró ser elegido senador por Barcelona. Luego se aproximó al independentismo revolucionario y en 1980 encabezó la candidatura al Parlamento de Cataluña del Bloc d'Esquerra d'Alliberament Nacional (BEAN), embrión de grupos revolucionarios separatistas. En sus últimos años, olvidado por la clase política y por la Cataluña que pretendía liberar, inició una acampada ante el Palacio de la Generalitat. Cual nuevo Gandhi, pretendía así conseguir la independencia, aunque simplemente constituyó un elemento pintoresco en la plaza de San Jaime. En 2007, presa de una enfermedad y absolutamente desencantado con la clase política catalanista, preparó su suicidio. Dejó una breve nota, titulada "Acto de Soberanía". El texto es estremecedor, en la medida en que denota el trance psicológico del personaje, y dice así:
He vivido esclavo 75 años en unos Países Catalanes ocupados por España, por Francia (y por Italia) desde hace siglos. He vivido luchando contra esta esclavitud todos los años de mi vida. Una nación esclava, como un individuo esclavo, es una vergüenza para la humanidad y el universo. Pero una nación nunca será libre si sus hijos no quieren arriesgar su vida en su liberación y defensa. Amigos, aceptadme este final absolutamente victorioso de mi contienda, para contrapesar la cobardía de nuestros líderes, masificadores del pueblo. Hoy mi nación deviene soberana absoluta en mí. Ellos han perdido un esclavo. ¡Ella es un poco más libre porque yo estoy en vosotros, amigos!
La identificación entre la nación y el propio yo, entre las ofuscaciones personales y las colectivas, entre la liberación y la autoeliminación, no deja de ser sintomática de la situación actual. Aquellos que se lanzan a la liberación de Cataluña, posiblemente quieran, sin saberlo, liberarla de sí misma, de lo que fue y de lo que debería ser. Por eso, con la hipotética independencia de Cataluña se produciría algo que sería muy difícil de entender para sus artífices: la muerte de Cataluña.

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