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03/10/2012
Soy un barcelonés de 30 años que, como mi generación, creció con el
Club Súper 3, el Tomàtic, la Bola de Drac, la Arare ,
Sopa de Cabra,
Els Pets, Els Caçafantasmes,
“Regreso al Futuro”… veíamos la
predicción del
tiempo en TV3, con los dibujos de soles y nubes
sobre un mapa de los países catalanes.
En la escuela nos explicaban la historia de las cuatro barras,
pintadas por el emperador Franco con la sangre de
Wilfredo el Velloso
sobre un escudo o tela de color
amarillo-dorado, así nació nuestra
bandera (la Senyera).
Los domingos por la mañana bailábamos sardanas
en la plaza de la Iglesia, y daba gozo ver en un mismo
círculo a abuelos y nietos, cogidos de la mano. En Navidad hacíamos cagar al
“Tió”, y poníamos un “Caganer” con barretina en el
Nacimiento. Así,
disfrutábamos de una auténtica
Navidad catalana como Dios manda.
En la primavera cogíamos las Xirucas (Chirucas, marca de calzado),
y nos íbamos
a nuestros Pirineos a disfrutar de nuestras
montañas, en nuestra tierra. Celebrábamos la “Diada”, con
ánimo de no olvidarnos de la derrota de nuestro pueblo
contra Felipe V
y los españoles.
Somos un pueblo trabajador, con carácter, distinto del
resto. Tenemos
la Caixa, el RACC, los Mozos de
Escuadra y los
Ferrocarriles Catalanes.
¿Qué más queremos? Pues queremos, queremos, queremos…
pero la verdad no se puede ocultar siempre. Te vas de
Erasmus a
Londres, y descubres que existe
vida fuera de nuestro pequeño planeta
catalán. Que también hay trabajadores con carácter en otros
territorios. Que la Caixa no es tan importante, si se
compara con el
Comercial Bank of China. Que
solamente una ciudad como Shanghái tiene
20 millones de personas (tres veces toda Cataluña).
Y descubres otras muchas verdades, que lo de las cuatro barras de Wifredo
el Velloso
sólo era una leyenda, un mito,
sin fundamento histórico. Ni Wilfredo
fue contemporáneo del emperador, ni se usaba la heráldica en ese
siglo. Además, hasta la unión con Aragón, el emblema de
los condes de
Barcelona fue la cruz de San
Jorge (una cruz de gules sobre campo de
plata).
Descubres que la sardana la
inventaron en el año 1817. La inventó un tal Pep
Ventura, que tampoco se llamaba Pep sino José, nacido en Alcalá la
Real, provincia de Jaén, e hijo de un comandante del
Ejército español.
Se la inventaron, porque no podía
ser que la jota de Lérida o del
Campo de
Tarragona fuese el baile nacional. Y tampoco podía serlo el
baile denominado “El Españolito”. Por eso se inventaron
la sardana a
comienzos del siglo XIX, para
crear una identidad nacional
inexistente
hasta entonces. La sardana, otro mito.
Descubres que en 1714 no hubo ninguna guerra catalana-española, que
Cataluña no participó en ninguna derrota bélica. Fue una
guerra entre
dos candidatos a la Corona de
España, vacante desde la muerte de
Carlos II sin descendencia, entre un candidato de la dinastía de los
Borbones (de Francia) y otro de la de
Austria (de tierras germánicas). En todos los territorios
de la Corona
de España hubo austracistas y borbónicos.
Por ejemplo, Madrid, Alcalá
y Toledo
lucharon en el mismo bando que Barcelona. No fue, como
intentan vender, una guerra de secesión, sino de
sucesión. Ningún
bando aspiró nunca a romper la
unidad dinástica entre Castilla y
Aragón, ni la separación de Cataluña. Y La Diada, otro mito.
Y descubres que el “Caganer” del belén es una “tradición”
que no se
generaliza hasta el siglo XIX,
como la sardana. Y que el “Tió” es otra
milonga absurda. Y la Navidad catalana, otro mito.
Y te das cuenta que [los
nacionalistas] nos han tomado el pelo. Que no nos
han educado, sino adoctrinado. Que nos han alimentado, sin darnos
cuenta, de una “ideología total” que se encuentra por
encima de todo y
de todos. Lo abarca todo, permite
pisar el derecho de las personas,
modelar la Historia a su gusto, y determinar qué está bien o mal.
Te das cuenta que
[los nacionalistas] nos han adoctrinado a través de
mitos, leyendas y mentiras. Que han construido o falseado
una realidad,
con tal de fundamentar su
ideología. Intentaré poco a poco ir
comentando esos mitos. Pido ayuda y la colaboración de todos, para
tratar de encontrar otras mentiras. Así, [los catalanes] podremos
liberarnos de esos mitos, y ser libres de verdad.
Está claro que eso de viajar, es para algunos, una estupenda
vacuna
contra la estupidez y el
aldeanismo de muchos que de lo que tratan es de vivir del cuento con un nivel
de vida para ellos y toda la "kasta" de millonarios y que de no ser
asi serían unos más en la cola del paro.
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