Autor: J.
V. Gómez Bayarri
Extraído de Internet
01.08.08
Entre las muchas funciones que han desempeñado las madres,
dentro del ámbito familiar, a lo largo de la historia de la Humanidad, cabe
subrayar el de ser artífices de la transmisión de hábitos lingüísticos.
Durante la Valencia musulmana dos condicionantes, esencialmente,
debieron determinar las hablas medievales: la función socio-familiar de la
mujer y la realidad educativa medieval.
Debemos tener presente, que los ejércitos islámicos, que
invadieron la Península a partir del 711, estaban constituidos,
fundamentalmente, por grupos étnicos de árabes, berberiscos, sirios, etc. Estos
colectivos trajeron consigo un reducido número de mujeres, lo que les indujo a
desposarse con nativas hispano-visigodas. A pesar que el derecho musulmán es
eminentemente religioso y, en teoría, algunos preceptos canónicos ortodoxos supusieran
alguna traba para el vínculo matrimonial, en la práctica, varias de estas
disposiciones fueron observadas con laxitud y los matrimonios mixtos fueron
abundantes en Al-Andalus, no sólo en el momento de la invasión sino en períodos
posteriores. El casarse con mujeres nativas cristianas fue muy estimado,
incluso en la familia real de los Banu Omeya.
Si fijáramos matemáticamente el elemento raza, como hizo el
arabista valenciano Julián Ribera en el Cancionero de Abencuzmán, teniendo en
cuenta, la línea materna, y adjudicando a esta la misma proporción que a la
paterna, tendríamos que el mismísimo califa Omeya Hixem II, en cuya genealogía
predominan los apellidos árabes, el elemento raza no tiene, ni siquiera una
milésima.
El resultado concluyente fue la aparición de familias mixtas,
formadas en primera generación por parte procedente de las etnias invasoras y
madre hispano-visigoda, esto supondrá el inicio de una simbiosis cultural de
dos civilizaciones distintas.
Los descendientes de los cruzamientos matrimoniales debieron
mostrar cierta proclividad al bilingüismo, siendo natural que adoptaran al
romance como lengua familiar, dada la influencia de la madre en el aprendizaje
de un idioma en la infancia, mientras se reservaría la condición de lengua culta
y oficial al árabe.
En tales circunstancias, el romance materno debió constituir el
vehículo de expresión de la vida cotidiana familiar y lazo de expresión de la
vida sentimental. Así lo atestiguan las canciones de amor, amplio repertorio
henchido de amable dulzura, y las manifestaciones del modo de ser y sentir
plasmadas en las canciones populares arábigo-andaluzas y en las mozarábigas.
Debieron ser las canciones amorosas y sentimentales las que originaron las
formas típicas de la poesía arábiga: la “moaxaja” y el “zejel”.
Dos factores condicionan los cambios sociolingüísticos:
a) El factor étnico. Las invasiones no produjeron mutaciones
étnicas sensibles en la costa del Levante peninsular desde el Neolítico hasta
la actualidad, según han puesto de manifiesto las investigaciones
antropológicas llevadas a cabo por M. Fusté.
b) El factor lingüístico. La lengua arábiga que introdujeron fue asimilando elementos fonológicos propios del habla nativa de los autóctonos, así como elementos morfológicos y léxicos, circunstancia que ha quedado plasmado en el “corpus toponímico valenciano”.
b) El factor lingüístico. La lengua arábiga que introdujeron fue asimilando elementos fonológicos propios del habla nativa de los autóctonos, así como elementos morfológicos y léxicos, circunstancia que ha quedado plasmado en el “corpus toponímico valenciano”.
Desde el punto de vista docente la falta de un sistema educativo
generalizado y de medios materiales y humanos complicaría la trasplantación
excluyente a toda la población del idioma arábigo, lengua de tronco lingüístico
muy distinto al “romanç” usado por la población autóctona.
En general, se puede afirmar, que el reducido número de nuevos
pobladores, sus procedencias étnicas, culturales y lingüísticas, el papel
desempeñado por la madre como transmisora de hábitos lingüísticos, las
precarias condiciones docentes, la tolerancia, el mestizaje, etc., haría casi
imposible una total absorción y asimilación lingüístico-cultural arábiga única
y generalizada que aniquilara completamente la lengua vernácula.
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