lunes, 3 de septiembre de 2012

LA IMPORTANCIA DE LA LIBROS




Per Joan Ignaci Culla
President de Renaixença Valencianista

El esplendor literario alcanzado en el Reino de Valencia, durante los siglos XIV, XV y XVI, consiguió de nuestras letras un siglo de oro. Ninguna otra lengua se podía igualar a la valenciana por la brillantez de sus escritores y obras. Quizás, ese haya sido el motivo de pasar de un reconocimiento nacional e internacional en la época, al silencio y desprecio de los que no le pudieron hacer sombra con la suya, la castellana; o de los que careciendo de literatura digna de mención hasta hace cuatro días, alegan una inexistente unidad, para apropiarse de lo que carecen.
 Hoy, por más que se empeñen en modificar la historia, no dejará de ser una mentira encuadernada. Con magníficas tapas y marketing publicitario, eso sí,  ya que no escatiman en gastos propagandísticos. Pero, pese al avance tecnológico actual, no dejan des ser unas malas copias adulteradas, que se les cae, por ejemplo, la “h”, de blanch (Tirant), o las dedicatorias es las que los autores decían escribirlas en lengua valenciana, que no en la de ellos, para su desgracia.
Y es que, si no estuviesen ni tan pendientes de falsificar, además de literatura, podrían haber aprendido el magnífico oficio que también nos distinguió a los valencianos de aquella época: copistas. 
La cultura en nuestro Reino, era tal, que a raíz de la extraordinaria producción de libros, Valencia, también se convirtió en uno de los más importantes mercados de libros. A Falta todavía de la imprenta, se tuvieron que organizar nutridos núcleos de copistas, ante la demanda de los mismos. Estos amanuenses, llamados “scriptores”, “scriptores littere formate, además de ayudar a los notarios, se dedicaban a la copia de libros sin ornamentación, a la que se dedicaban los “capsaleres”. El aumento de la industria, y como complemento, dio origen a un nuevo oficio, el “atador de libros” (encuadernador). 
La belleza que conseguían con esos libros, hizo crecer una producción importante, hasta el punto que, la realización de un volumen era objeto de contrato ante notario, en que se determinaba todo, incluso la forma de la letra, como lo testifica Sanchis Sivera en unos artículos sobre bibliografía mediaval. 
En éstos recoge una carta del Rey don Pedro IV el Ceremonioso, escrita al rector de la parroquia de San Andrés, de Valencia, en la que consignaba haber recibido el dibujo de un libro de “Horas” que había ordenado que se le hiciera y en la que manifiesta su confomidad. También habla de una carta del Rey don Martín, dirigida al baile general de Valencia, fechada en enero de 1400, en el que este aprueba “la mostra de la letra quen haveis tramesa de la qual volets fer transladar libre que nos demanam”.
 El prestigio que alcanzaron nuestros libros, traspasaron fronteras, hasta el punto que eran demandados hasta de Roma. Para preservar que dicho comercio, pudiera peligrar el servicio a la cultura, Alfonso el Magnánimo, el que profesaba un gran amor a los libros, dictó el 18  de Enero de 1426, una orden suya en la que prohibía la extracción de libros del territorio del seu regne (Lletres i Privilegis, tom. 4 sig. 1146, folis 376v. 377r. i 377v. Archiu del Regne de Valencia). 
Era común, dada la extraordinaria valía de estos libros, que se consignasen por escrito garantías, incluso a los reyes si los pedían prestados. Es conocido que, el rey Pedro el Ceremonioso, le reclamase a su primo el Obispo de Valencia Jaime de Aragón, por carta el libro “Summa Collationum”, que le había prestado, y se duele de haber escrito varias veces “e desposta no havem haida, de quens maravilla molt…”, y como no lo había devuelto, el 6 de Junio del año siguiente, le vuelve a escribir otra carta. Este libro, había sido mandado copiar el 7 de Abril de 1367, para uso de la Reina. 
La devolución de los libros era muy sagrada. De ahí que el franciscano Fernando García, quien habiendo prestado con escritura al noble Jaime Riusech, algunos volúmenes, y no siéndole devueltos, el rey don Jaime II, escribió al Justicia de Valencia para obligar a dicho noble a restituirlos.
Hoy, los tiempos han cambiado, el prestigio, el honor y el amor a la cultura, que imperaba en la edad media, se ha transformado; y no solamente no nos devuelven nuestro Llibre del Repartiment (documento más antiguo escrito que se conserva sobre papel en Europa), sino que el arte de copiar, se ha modificado en el de manipular.

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