sábado, 22 de septiembre de 2012

LA SEXTA CRUZADA (y III)





Antes de morir, el Gran Kan había repartido su imperio entre sus hijos: Yuci, Yagatay, Ogoday y Tuli. Éste último, el menor de los cuatro, recibió las tierras de Mongolia y ejerció la regencia hasta que el consejo de los jefes pudiera reunirse y elegir el nuevo kan.
El rey Jaime I de Aragón cumplió diecinueve años. Su reinado hasta entonces había sido muy difícil y traumático, pues a sus pocos años tuvo que hacer frente a las intrigas y rebeliones de nobles tanto catalanes como aragoneses. El monarca había por situaciones de extremo peligro, e incluso tuvo que luchar cuerpo a cuerpo con el noble aragonés Pedro de Ahonés. Finalmente dominó la situación y pudo gobernar personalmente. La orden del Temple estaba adquiriendo fama de esotérica y oscurantista, y el hecho de que Jaime I hubiera sido educado por los templarios le dio esa misma fama. Se llegó a decir incluso (sin ningún fundamento, claro está) que el que reinó no fue el verdadero Jaime I, sino un desconocido que los templarios pusieron en su lugar.
El rey tenía como amante a Aurembiaix, hija del difunto conde Armengol VIII de Urgel, y en 1228 se separó de su esposa Leonor, tía de Fernando III de Castilla. Además, Jaime I se convenció de que Aurembiaix era la legítima heredera del condado, por lo que se lo otorgó desposeyendo para ello al conde Guerau, primo de la nueva condesa.
Las Cortes de Aragón, reunidas en Barcelona, acuerdan la conquista de las islas Baleares (pues la flota balear era la mayor molestia para los comerciantes catalanes). El Papa Gregorio IX ordenó a Raimundo de Peñafort que predicara una cruzada contra Mallorca en las regiones de Arles y Narbona. Jaime I desembarca en Mallorca y, tras dos meses de asedio, cae la ciudad de Palma. La capacidad de reacción almohade es nula. Al contrario, el gobernador de Murcia ibn Hud se declaró rey, y durante los años siguientes extendió su reino hasta Córdoba, Sevilla y Niebla, si bien en esta última ciudad se le sublevó ibn Mahfud, que formó su propio reino taifa. En Túnez Abú Zakariyya fundó la dinastía de los Hafsíes, que, no obstante, se reconocieron tributarios de los almohades.
Ese año murió Stephen Langton, el arzobispo de Canterbury.
Los caballeros teutónicos barrían a los prusianos con facilidad: los diezmaron y los desposeyeron de sus tierras en beneficio de colonos alemanes.
El Emperador Latino de Oriente, Roberto I de Courtenay, incapaz de hacer frente a los distintos Emperadores bizantinos que le rodeaban, trató de huir a Roma, pero murió en Morea. Fue sucedido por su hermano de once años, con el nombre de Balduino II.
Mientras tanto el Federico II partía por fin hacia Oriente al mando de la sexta cruzada. El Papa Gregorio IX, ofendido porque el Emperador no había hecho ninguna clase de retractación pública para que le fuera levantada la excomunión, eximió a sus súbditos de su juramento de fidelidad. Por otra parte, Gregorio IX canonizó al que había sido su protegido, san Francisco de Asis.
Federico II tuvo un hijo, Conrado, de su segunda esposa, la reina Isabel II de Jerusalén, que murió a consecuencia del parto. Las negociaciones que había iniciado con al-Kámil antes de su marcha se completaron según lo previsto (ya que el interés principal de al-Kámil era tener las manos libres para poder consolidar su dominio en oriente). En 1229 se cerró el acuerdo por el cual los ayubíes cedían a Federico II Jerusalén, Belén y Nazaret, así como el acceso a estas ciudades. Además se acordaba una tregua de diez años. El Emperador entró en Jerusalén y allí se hizo reconocer como rey, si bien cedió el título a su hijo Conrado, recién nacido. Mientras tanto, Gregorio IX hizo que la Liga Lombarda invadiera el reino de Sicilia.
Ese año murió el príncipe Godofredo I de Acaya, que fue sucedido por su hijo Godofredo II. Juan de Brienne había perdido toda autoridad sobre el reino de Jerusalén, pero fue llamado por los barones del Imperio Latino de Constantinopla para hacerse cargo de la difícil situación ante la minoría de edad del rey Balduino II.
En Valencia murió el gobernador Abú Zaid, y su sucesor, Zaiyan ibn Sad, se proclamó rey.
En Polonia el duque Ladislao III fue expulsado por segunda vez, y el ducado pasó a Conrado de Mazovia.
El rey de Suecia Erik Eriksson, que acababa de cumplir trece años, tuvo que huir a Dinamarca cuando un primo suyo, Canuto Lange, usurpó su trono.
Los mongoles eligieron como sucesor de Gengis Kan a su hijo Ogoday Kan, quien dio al Imperio una administración china.
El conde Raimundo VII de Tolosa no pudo resistir por más tiempo a la monarquía francesa y tuvo que firmar el desventajoso tratado de París, por el que cedía la zona mediterránea de sus dominios y concertaba el matrimonio de Juana, su única hija, con Alfonso, hermano del rey Luis IX. Simón de Montfort, viendo que ya no podía sacar ningún partido, marchó a Inglaterra como conde de Leicester.
El concilio de Lérida, reunido a instancias de Jaime I, disolvió su matrimonio con Leonor de Castilla por la consabida excusa del parentesco (de cuarto grado). En 1230, Aurembiaix, la condesa de Urgel amante de Jaime I, se casó con Pedro de Portugal, tío del rey Sancho II, a quien el rey Alfonso IX de León le había confiado el gobierno de la ciudad León y luego de Zamora.
Ese año murió el conde Hugo IV de Ampurias y fue sucedido por su hijo Poncio IV.
Desde la derrota en las Navas de Tolosa, el Imperio Almohade contempló una rápida sucesión de Califas: al-Násir había sido sustituido por al-Mustansir, éste fue pronto sustituido por al-Majlú, éste por al-Ádil y ahora se imponía al-Mamún. Sin embargo, una buena muestra de cómo habían cambiado los tiempos fue que al-Mamún tuvo que pedir ayuda para tomar Marrakech nada menos que a Fernando III de Castilla, que le envió un ejército de caballeros castellanos.
Poco después murió Alfonso IX. Había nombrado herederas a sus hijas Sancha y Dulce, habidas en su primer matrimonio, con Teresa de Portugal; pero su segunda esposa, Berenguela, en estrevistó con Teresa y logró convencerla para que instara a sus hijas a renunciar a la corona en favor del hijo de la castellana: el rey Fernando III de Castilla. Así sucedió, y en el tratado de Valencia de Don Juan las herederas renunciaron a sus derechos sucesorios. De este modo, los reinos Castilla y León quedaban unidos de nuevo, tras setenta y tres años de separación. Luego Berenguela se retiró a un monasterio, como ya había hecho Teresa.
Federico II había retresado a Italia a mediados del año anterior, y se encontró con una sublevación general apoyada por Gregorio IX. El Emperador acabó comprendiendo que con las armas no iba a triunfar y aceptó la Paz de san Germano, por la que se reconciliaba con la Iglesia. Sin embargo, en Lombardía continuó la pugna entre güelfos y gibelinos.
El rey Juan III de Bulgaria derrotó al Emperador de Tesalónica Teodoro Ángelo en Klokonitsa, lo capturó, lo cegó, lo liberó y se alió con Servia. Incapacitado para gobernar, Teodoro cedió el Imperio a su hermano Manuel.
Ese año murió el duque de Austria Leopoldo VI el Glorioso. Había luchado en Francia contra los albigenses y en España contra los musulmanes. Acudió en dos ocasiones a Palestina. Fue sucedido por Federico II.
También murió el rey Otakar I de Bohemia, que fue sucedido por su hijo Venceslao I. Llevaba seis años casado con Cunegunda, hija del duque Felipe de Suabia y prima del Emperador Federico II. 

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