Antes de morir, el Gran Kan había repartido su
imperio entre sus hijos: Yuci, Yagatay, Ogoday y Tuli. Éste último, el menor de
los cuatro, recibió las tierras de Mongolia y ejerció la regencia hasta que el
consejo de los jefes pudiera reunirse y elegir el nuevo kan.
El rey Jaime I de Aragón cumplió diecinueve años. Su
reinado hasta entonces había sido muy difícil y traumático, pues a sus pocos
años tuvo que hacer frente a las intrigas y rebeliones de nobles tanto
catalanes como aragoneses. El monarca había por situaciones de extremo peligro,
e incluso tuvo que luchar cuerpo a cuerpo con el noble aragonés Pedro de
Ahonés. Finalmente dominó la situación y pudo gobernar personalmente. La orden
del Temple estaba adquiriendo fama de esotérica y oscurantista, y el hecho de
que Jaime I hubiera sido educado por los templarios le dio esa misma fama. Se
llegó a decir incluso (sin ningún fundamento, claro está) que el que reinó no
fue el verdadero Jaime I, sino un desconocido que los templarios pusieron en su
lugar.
El rey tenía como amante a Aurembiaix, hija del
difunto conde Armengol VIII de Urgel, y en 1228 se separó de su esposa Leonor,
tía de Fernando III de Castilla. Además, Jaime I se convenció de que Aurembiaix
era la legítima heredera del condado, por lo que se lo otorgó desposeyendo para
ello al conde Guerau, primo de la nueva condesa.
Las Cortes de Aragón, reunidas en Barcelona,
acuerdan la conquista de las islas Baleares (pues la flota balear era la mayor
molestia para los comerciantes catalanes). El Papa Gregorio IX ordenó a
Raimundo de Peñafort que predicara una cruzada contra Mallorca en las regiones
de Arles y Narbona. Jaime I desembarca en Mallorca y, tras dos meses de asedio,
cae la ciudad de Palma. La capacidad de reacción almohade es nula. Al
contrario, el gobernador de Murcia ibn Hud se declaró rey, y durante los años
siguientes extendió su reino hasta Córdoba, Sevilla y Niebla, si bien en esta
última ciudad se le sublevó ibn Mahfud, que formó su propio reino taifa. En
Túnez Abú Zakariyya fundó la dinastía de los Hafsíes, que, no obstante, se
reconocieron tributarios de los almohades.
Ese año murió Stephen Langton, el arzobispo de
Canterbury.
Los caballeros teutónicos barrían a los prusianos
con facilidad: los diezmaron y los desposeyeron de sus tierras en beneficio de
colonos alemanes.
El Emperador Latino de Oriente, Roberto I de
Courtenay, incapaz de hacer frente a los distintos Emperadores bizantinos que
le rodeaban, trató de huir a Roma, pero murió en Morea. Fue sucedido por su
hermano de once años, con el nombre de Balduino II.
Mientras tanto el Federico II partía por fin hacia
Oriente al mando de la sexta cruzada. El Papa Gregorio IX, ofendido porque el
Emperador no había hecho ninguna clase de retractación pública para que le
fuera levantada la excomunión, eximió a sus súbditos de su juramento de
fidelidad. Por otra parte, Gregorio IX canonizó al que había sido su protegido,
san Francisco de Asis.
Federico II tuvo un hijo, Conrado, de su segunda
esposa, la reina Isabel II de Jerusalén, que murió a consecuencia del parto.
Las negociaciones que había iniciado con al-Kámil antes de su marcha se
completaron según lo previsto (ya que el interés principal de al-Kámil era
tener las manos libres para poder consolidar su dominio en oriente). En 1229 se
cerró el acuerdo por el cual los ayubíes cedían a Federico II Jerusalén, Belén
y Nazaret, así como el acceso a estas ciudades. Además se acordaba una tregua
de diez años. El Emperador entró en Jerusalén y allí se hizo reconocer como
rey, si bien cedió el título a su hijo Conrado, recién nacido. Mientras tanto,
Gregorio IX hizo que la Liga Lombarda invadiera el reino de Sicilia.
Ese año murió el príncipe Godofredo I de Acaya, que
fue sucedido por su hijo Godofredo II. Juan de Brienne había perdido toda
autoridad sobre el reino de Jerusalén, pero fue llamado por los barones del
Imperio Latino de Constantinopla para hacerse cargo de la difícil situación
ante la minoría de edad del rey Balduino II.
En Valencia murió el gobernador Abú Zaid, y su
sucesor, Zaiyan ibn Sad, se proclamó rey.
En Polonia el duque Ladislao III fue expulsado por
segunda vez, y el ducado pasó a Conrado de Mazovia.
El rey de Suecia Erik Eriksson, que acababa de
cumplir trece años, tuvo que huir a Dinamarca cuando un primo suyo, Canuto
Lange, usurpó su trono.
Los mongoles eligieron como sucesor de Gengis Kan a
su hijo Ogoday Kan, quien dio al Imperio una administración china.
El conde Raimundo VII de Tolosa no pudo resistir por
más tiempo a la monarquía francesa y tuvo que firmar el desventajoso tratado de París, por el que cedía la
zona mediterránea de sus dominios y concertaba el matrimonio de Juana, su única
hija, con Alfonso, hermano del rey Luis IX. Simón de Montfort, viendo que ya no
podía sacar ningún partido, marchó a Inglaterra como conde de Leicester.
El concilio de Lérida, reunido a instancias de Jaime
I, disolvió su matrimonio con Leonor de Castilla por la consabida excusa del
parentesco (de cuarto grado). En 1230, Aurembiaix, la condesa de Urgel amante
de Jaime I, se casó con Pedro de Portugal, tío del rey Sancho II, a quien el
rey Alfonso IX de León le había confiado el gobierno de la ciudad León y luego
de Zamora.
Ese año murió el conde Hugo IV de Ampurias y fue
sucedido por su hijo Poncio IV.
Desde la derrota en las Navas de Tolosa, el Imperio
Almohade contempló una rápida sucesión de Califas: al-Násir había sido
sustituido por al-Mustansir, éste fue pronto sustituido por al-Majlú, éste por al-Ádil
y ahora se imponía al-Mamún. Sin embargo, una buena muestra de cómo habían
cambiado los tiempos fue que al-Mamún tuvo que pedir ayuda para tomar Marrakech
nada menos que a Fernando III de Castilla, que le envió un ejército de
caballeros castellanos.
Poco después murió Alfonso IX. Había nombrado
herederas a sus hijas Sancha y Dulce, habidas en su primer matrimonio, con
Teresa de Portugal; pero su segunda esposa, Berenguela, en estrevistó con
Teresa y logró convencerla para que instara a sus hijas a renunciar a la corona
en favor del hijo de la castellana: el rey Fernando III de Castilla. Así
sucedió, y en el tratado de Valencia de Don Juan las herederas renunciaron a
sus derechos sucesorios. De este modo, los reinos Castilla y León quedaban
unidos de nuevo, tras setenta y tres años de separación. Luego Berenguela se
retiró a un monasterio, como ya había hecho Teresa.
Federico II había retresado a Italia a mediados del
año anterior, y se encontró con una sublevación general apoyada por Gregorio
IX. El Emperador acabó comprendiendo que con las armas no iba a triunfar y
aceptó la Paz de san Germano, por la
que se reconciliaba con la Iglesia. Sin embargo, en Lombardía continuó la pugna
entre güelfos y gibelinos.
El rey Juan III de Bulgaria derrotó al Emperador de
Tesalónica Teodoro Ángelo en Klokonitsa, lo capturó, lo cegó, lo liberó y se
alió con Servia. Incapacitado para gobernar, Teodoro cedió el Imperio a su
hermano Manuel.
Ese año murió el duque de Austria Leopoldo VI el
Glorioso. Había luchado en Francia contra los albigenses y en España contra los
musulmanes. Acudió en dos ocasiones a Palestina. Fue sucedido por Federico II.
También murió el rey Otakar I de Bohemia, que fue
sucedido por su hijo Venceslao I. Llevaba seis años casado con Cunegunda, hija
del duque Felipe de Suabia y prima del Emperador Federico II.
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