Algunos señores ingleses establecieron una alianza
con Felipe II de Francia y le ofrecieron la corona a su hijo Luis el León, que
finalmente llevó adelante la invasión de Inglaterra que había sido abortada
tres años antes. Pero Juan sin Tierra murió en octubre y Guillermo el Mariscal,
el conde de Pembroke, defendió los derechos de su primogénito, Enrique III,
como legítimo rey de Inglaterra (y duque de Aquitania y conde de Poitiers).
Tenía entonces trece años y el Mariscal le hizo ratificar la Carta Magna, lo
que le ganó algunos partidarios.
También contó con la aprobación de Inocencio III,
que se opuso al intento de Luis de apoderarse del trono inglés, pero el Papa no
tardó en morir, y fue sucedido por el cardenal Cencio Savelli, que adoptó el
nombre de Honorio III. Trató de seguir la política de su predecesor, pero sólo
hubo un Inocencio III. El nuevo Papa aprobó la orden de Domingo de Guzmán.
Otón IV no pudo impedir que Federico II fuera
proclamado rey de romanos. Así, para conseguir el título de Emperador sólo
faltaba que el Papa lo coronara. A su vez, Federico II traspasó el título de
duque de Suabia a su hijo, el rey Enrique II de Sicilia, que tenía entonces
cinco años.
Los tolosanos no tardarón en rebelarse contra Simón
de Montfort y el conde Raimundo VI, junto con su hijo Raimundo, que tenía ya
diecinueve años, iniciaron la reconquista de sus posesiones.
El príncipe Bohemundo IV de Antioquía fue derrocado
por su sobrino Raimundo. (Recordemos que Bohemundo IV le había usurpado el
título quince años antes). Raimundo contó con la ayuda del patriarca latino de
la ciudad y de su tío abuelo, el rey León II de Armenia (mientras que Bohemundo
IV había contado con el apoyo de las comunidades griegas).
Ese año había muerto Enrique de Flandes, el
Emperador Latino de Constantinopla. Los barones latinos necesitaban a alguien
capaz y eligieron como nuevo emperador a Pedro II de Courtenay, el marido de
Yolanda de Flandes, hermana de Enrique. Se encontraba en Francia y llegó a
Oriente ya en 1217, pero, con la precipitación del viaje, acabó capturado por
el déspota Teodoro de Épiro y murió ese mismo año en cautiverio. Yolanda quedó
como Emperatriz.
Luis el León, el hijo de Felipe II, sufrió una
derrota en Inglaterra la cual, unida a las amenazas de Honorio III y a un
cuantioso pago que le hizo Guillermo el Mariscal, le llevó a retirarse y
renunciar a la corona inglesa.
La predicación de la quinta cruzada, acordada en
Letrán, no tuvo mucho éxito en Europa. Federico II había dicho que participaría
desde el primer momento, pero, con una u otra excusa, acabó no yendo. El
personaje de mayor rango que participó fue el rey Andrés II de Hugría, que
desembarcó en San Juan de Acre y trató sin éxito de conquistar el monte Tabor.
El rey húngaro fue conocido desde entonces como Andrés II el Hierosomilitano (o
sea, el de Jerusalén).
Tras el frustrado intento de unir a Enrique I de
Castilla con la familia real portuguesa, Álvaro Núñez de Lara trató de
concertar un nuevo matrimonio real, esta vez con Sancha, hija del rey Alfonso
IX de León. El acuerdo disponía que Enrique I se convertiría también en rey de
León a la muerte de Alfonso IX, pero todo se vino abajo cuando Enrique I murió
inesperadamente antes de que la boda se hubiera celebrado (le cayó una teja en
la cabeza). Entonces Berenguela, la hermana mayor de Enrique I que había sido
desplazada de la regencia por Álvaro Núñez, logró ser aclamada reina de
Castilla, pero inmediatamente abdicó en Fernando III, el hijo de dieciséis años
que había tenido con Alfonso IX de León antes de que Inocencio III les obligara
a disolver el matrimonio. Fernando III se había educado en León, en la corte de
su padre, y ahora se trasladó a Castilla. Alfonso IX trató de aprovechar la
situación para tomar el control de la política castellana, pero no lo hizo con
el suficiente tacto y sólo consiguió desencadenar una guerra entre ambos
reinos.
El Jwarizmsah Alá al-Din había extendido su dominio
sobre buena parte de Irán y ahora amenazaba Bagdad.
El Papa Honorio III reconoció a Esteban Nemanjic
como rey de Servia y se celebró una ceremonia de cononación según el rito
católico.
En Noruega murió el rey Inge, y fue sucedido por
Haakon IV, hijo bastardo de Haakon III, motivo por el cual la Iglesia se negó a
reconocerlo.
Frente a los recelos que todavía suscitaba en la
Iglesia su congregación de mendicantes, Francisco de Asis encontró respaldo en
el cardenal Ugolino de Conti. Al parecer, Francisco tuvo la intención de ir a
predicar a Francia, pero el cardenal le recomendó que se quedara en Italia. (No
hubiera sido extraño que en Francia se hubiera encariñado con los cátaros y
hubiera acabado acusado abiertamente de hereje.)
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