martes, 14 de febrero de 2012

CASTIGADOS A LA SILLA DE PENSAR



Autor: Joan Ignaci Culla

Gracias a esta irresponsabilidad Valencia acogerá mañana a la caravana catalanista, que saldrá desde diversos puntos de Cataluña.
Una de las técnicas pedagógicas que se utiliza en Educación Infantil cuando un niño ha tenido un mal comportamiento o ha dicho algo que no debe consiste en castigarle a ir a la silla de pensar , ubicada normalmente en un rincón de la clase donde se encuentran (así me lo han contado) el letrero “Silla de pensar”, y un dibujo de Mickey en actitud reflexiva.
Este método se utiliza para que el niño medite sobre lo que ha provocado el castigo. El niño suele decir: ¡ya he pensado! A lo que se le responde: ¿Y qué has pensado? El alumno se arrepiente de lo producido y explica por qué está mal su comportamiento, lo que tendría que haber hecho y lo que hará a partir de ahora.
Esta técnica la tendríamos que aplicar a nuestras autoridades, que lejos de pensar y arrepentirse de sus errores, los reconvierten en movimientos de responsabilidad y pluralidad democrática, lo que no deja de ser un insulto a la inteligencia de los que lo soportan, es decir, de los valencianos.
Este es el caso de la Delegación de Gobierno y Ayuntamiento de Valencia, que ni escarmientan, ni se arrepienten de sus inexplicables acciones cuando comprobamos, año tras año, cómo les facilitan todos los permisos y autorizaciones a unos energúmenos, cuyo su único objetivo es vejar, insultar, agredir y destrozar todo lo que encuentran a su paso. ¡Y todo esto en nuestra propia casa!
Gracias a esta irresponsabilidad Valencia acogerá mañana (una vez más) a la caravana catalanista que saldrá desde distintos puntos de Cataluña, para acompañar y hacer bulto, a los trasnochados y desfasados seguidores del subvencionado por la Generalitat Catalana Eliseu Climent.
Ya han anunciado que saldrán autobuses de la plaza Joan Peiró de Barcelona, así como de Balaguer, Calella, Capellades, Igualada, Lleida, Maresme, Montbui, Vic, etc.
Esto me recuerda la estrategia de determinados partidos políticos que, para aparentar un respaldo masivo, ponían a disposición de su militancia y público en general el bus y el bocata gratuito, como si de una excursión escolar sufragada por las Ampas se tratase.
Aquí, además de proporcionarles transporte y comida, se les provee de una màrfega (bandera que supuestamente responde a la unidad territorial megalómana), de un concierto de rock, y de la promesa de que los insultos, provocaciones y destrozos que puedan realizar (como en años anteriores) quedarán en la más absoluta impunidad.
No suficiente con eso, se les proporciona resguardo policial para que sus acciones , realizadas al amparo de pasamontañas, palos y sprays, no tenga la réplica adecuada del pueblo valenciano. Es más, cuando de forma espontánea se les ha hecho ver que se fuesen a su casa porque aquí no eran bien recibidos ni se comulgaba con sus postulados –no necesitamos a nadie que nos diga quiénes somos, o lo que queremos ser– se han encontrado con un exceso de celo (no sé si con órdenes directas de arriba) de la propia policía, dedicada a la salvaguarda de los que infringen la ley frente a los que simplemente piden respeto por la misma.
Incluso se han interpuesto denuncias por los hechos delictivos de estos individuos, y hemos obtenido por respuesta gubernamental el silencio administrativo, por no decir cómplice. Una vez más, contemplaremos cómo gentuza sin escrúpulos, con el beneplácito de nuestras autoridades, que serán los auténticos responsables de los posibles (reales) actos vandálicos, se burlan y vanaglorian de los principios más elementales de la democracia. No obstante, yo castigo desde aquí a todos los responsables políticos, directos o indirectos, a la silla de pensar , aun sabiendo que carecen de propósito de enmienda, y más bien habría que enviarlos o bien al lugar de procedencia de la caravana catalanista, o a su casa. Nosotros, mientras tanto, crearemos el cuarto de los berrinches para ver si somos capaces de dejar toda la mala uva que nos provocan, tanto los que vienen a insultarnos, como los que lo consienten.

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