Ricardo
García Moya
Diario de
Valencia 18 de Noviembre de 2001
No saben qué hacer con Bonllabi, aquel
humanista catalán que tradujo “en llengua valenciana” los manuscritos
provenzales del Blanquerna y Scala Dei en 1521 y 1523, respectivamente.
Nuestro idioma se anticipaba al de los vecinos, pues los impresos de Lulio en
castellano y catalán fueron más tardíos; incluso en 1749 los mallorquines
recurrieron a nuestra edición para publicar el Blanquerna, tal como recuerda
la portada: “traducido fielmente ahora del valenciano y de un antiguo
manuscrito lemosino, al castellano (Blanquema. Mallorca, 1749).
Los catalanes no admiten esta realidad
documental y aseguran en la Gran Enciclopedia Catalana que: “Joan Bonllavi es
autor de la primera edición de una obra de Ramón Llull en catalán”. En el
original, Bonllabi declara que lo traduce a la lengua valenciana, labor que
finalizó en plena guerra de Germanías y que pudo afectar negativamente, pues
hay detalles de pobreza literaria; p.e., la constante utilización de expresiones
como “estes paraules”; aunque podría responder al interés por valencianizar el
Blanquerna, rechazando las catalanas “aquests mots” y “aquestas paraulas”; con
igual criterio rechaza el arcaísmo femenino “dues”, usando siempre el
valenciano moderno “dos” (“partit en dos parts”). Pese al alejamiento morfológico
del valenciano renacentista, observamos desinencias prohibidas por la
inmersión catalanera: “ixc, naix, yo no obeixc” (De matrimoni, f.VI), opuesta
al “jo no obedeixo” catalán. También rechaza la epentética t en el infinitivo
“desijar”, forma culta y opuesta al metaplasmo catalán “desitjar”. Con el
neutro, Bonllabi escribe “lo que tu vols”, que traducido por los artistas del
diario Levante sería: “el que tu estimes”, chapuza sintáctica que genera anfibología.
Todo indica que Bonllabi, huyendo de la
Germanía, se trasladó a Barcelona en 1521 con la traducción a “la llengua
valenciana” del Scala Dei en la mochila. Allí la publicó en 1523, tres años
antes de fallecer en la misma ciudad levantina. Se supone que era sacerdote,
pero no como los motilones de Saó que te clavan las cuatro barras y el avui a
la menor subvención. El texto de Bonllabi presenta alternancias en la
valencianización, como si hubiera folios que él sabia que serían revisados, y
donde es evidente que exagera el proceso, pues no es normal que en 1521 aparezca
la grafia “llóchica” (“aprengué llóchica y rethórica”, f.4 ). Bonllabi utiliza
el sustantivo prejui (no prejudici), y la conjunción mentres, (“mentres que
Blanquerna aprenia en esta manera”, f.4 ), jamás el arcaísmo “mentre”, usual
en presentadores como Forés. Tampoco cae en el barbarismo de escribir “amb”,
voz tan emblemática de la inmersión como la cruz gamada del nazismo (si Canal
9 quita lo de “amb Eduard”, pone lo de “Queda’t amb mi”) Bonllabi rechaza el
“lleial” catalán y emplea el “lleal” valenciano, siguiendo a Martorell (llealtea).
Los colaboracionistas destrozarían la morfología de Bonllabi, convirtiendo los
valencianos “parais, pobrea, chich, naix, almorsar, homens, jovens, prolech,
delits, riquees, viuda, desijable, recontat, maestria, servicis, fret, quint,
vert, sanc, fanc...”, en los barbarismos “paradís, pobresa, xic, neix,
esmorzar, homes, joves, próleg, delictes, riqueses, vídua, desitjable,
recomptar, mestria, servei, fred, cinquè, verd, sang, fang...”. El humanista
valencianizaba en el 1521, mientras que la Generalidad valenciana gasta miles
de millones en catalanizamos en el 2001.
Los ascensionistas (si les queda tiempo en la discusión sobre el asunto
de las pelas académicas) dirán que si “vídua” es más latinizante (en realidad,
latín puro sin el acento), o que “maestria” es castellanismo . No hay que
hacerles ni caso, pues ocultan que “maestre” es habitual en la prosa medieval:
el 27 de mayo de 1389, el Consell de Valencia cita “al reverent maestre
Francesch Eximenis” (Arch. Mun. Val. Claveria, 23, J), y la carta del rey Martí
de Valencia, fechada el 15 de febrero de 1398, trata “dels salaris dels doctors
e maestres” (ACA, reg. 2.289, f.92), y así podríamos seguir hasta que nos
durmiéramos. Tengo aquí el ejemplar de 1521 y veo que Bonllabi escribe
“empachat, llaugerament” (f.85), no "empatxat” ni “lleugerament”.
Respecto al arcaísmo “lluitar” -que ya era mal visto por los clásicos- es
sustituido por “guerrejar” (f.92): Resucitado por la Renaixença catalana,
lluitar se filtró al valenciano de los poetas floreros de los jocs
barceloneses y otras mandangas circense-idiomáticas. El ambiguo Thous y su
“Cançó de lluita” de 1924 extendió el engendró, rematando el grajo de Eixátiva
con su “lluitarem amb força” (...per les subvencions, clar).
La traducción de Bonllabi enlaza con la
prohibición de voces tan valencianas como “asesí, asesins”, y la imposición de
las catalanas “assassí, assassins”. El vocablo valenciano deriva del usado por
Bonllabi, y supongo que sería el utilizado por Lulio hacia el 1300. En el texto
valenciano de 1521 leemos: “dos axixins havien mort a un Rey cristiá” (f.83),
relato que pudo escuchar en sus conversaciones en árabe con los sabios
islámicos. La voz axixí aludía a los adeptos de una secta que -embriagados
con hachís o cáñamo índico-, asesinaban a políticos y comerciantes entre Siria
y Pakistán. El valenciano “asesí”, etimológicamente más correcto que el catalán
(copia tardía del italiano assassi), sólo alteraría las fricativas y la
abertura de la vocal pretónica respecto al modelo luliano, el más cercano
cronológicamente al étimo (en el XIII correteaban axixins por la zona donde se
escondía Rin Laden). Por tanto, cuando el inmersor enseñe a su hijo la voz
“assasins”, hay que recordar a Bonllabi y a Porcar, que en 1626 escribía: “un
famosisim asesí” (Porcar. Coses, 1626, f.481).
Y hablando de axixins, mi colega
catalanero Moncho me acaba de traer calentito un ejemplar de “La pols i el
desig” (Bromera, 2001), premiada por Rita Barberá con dos kilos de nuestros
impuestos, más la cama de Bromera. En la portada aparece la fotografía de unos
ojos y frente con expresión concentrada, como la de un bloquero que estuviera
jiñando con esfuerzo y tesón. Como se parece a Moncho, le he preguntado si es
él, pero dice que no , que es un diseño de Solbes. Yo sigo pensando que le
pillaron con las manos en la mona, ¡perdón, en la masa! Moncho es un bon chic
que escriu en catalá del IEC, mentres que Bonllabi triava paraules del idioma
valenciá. En fi, ya voré si aclarixc el misteri de la portá del libre.
6.
Y por tanto, «el valenciano es uno de los dialectos
catalanes» (M. Sánchez Guarner, La
llengua..., p. 3).
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