Por Ricardo García Moya
Las Provincias 9 de Octubre de 1997
Como
es sabido, la imagen de la Real Señera en pergaminos medievales como el de 1410
(B.N.París, Ge. B. 8268) testifica la presencia de la franja azul con la corona y, también, las dos
barras de la antigua señal real de Jaime I.
En
1459, cuando era habitual el modelo de cuatro, Jaume Roig citaba los bastones de oro coronados
("Spill"), aludiendo a la corona otorgada por el rey y que -a fines
del XIV- ya figuraba sobre las dos barras de la moneda del Reino de Valencia.
Siglos
después, un barcelonés que se inspiraba en Roig, escribía: "Las barras que en el escudo / se ven de oro
coronadas” (Liberós, E.: Barcelona,
año 1620).
En
el XVI proliferaron sospechosas coronas y títulos. EI hidalgo deseaba ser
marqués; el condado, reino. Exageraban prosapia tan abusivamente que
Felipe II, escamado,
ordenaba infructuosamente el 4 de octubre de 1576: "Que no se llame Don a nadie en Cataluña,
pues de poco acá se van usurpando títulos de Noble y Don" (A.C. Aragón, L. 651). Coetáneamente, sobre
el escudo del condado y el de la Generalidad catalana comenzó a figurar el Rat
Penat valenciano y la corona; aunque el monarca, que se sepa, nunca otorgó tal
honor. Por el contrario, nuestra Real Señera fue voluntad soberana, y los albaranes
que detallan el costo de "brodar la
corona" con hilos de oro, así como "les alnes de tela gostança blava"y la plata del Rat Penat demuestran que nuestros
antepasados querían que la enseña fuera una joya vexilológica. Para los actos
festivos encarga- ban otras de menor valor a artesanos como Joan Cardona, autor de señeras
"barrades de or y de grana ab ses corones de dalt daurades y laborades al
oli" para la entrada de Carlos I.
Curiosamente,
tras la publicación del Tratado de la
Real Señera (dónde se exponía que la de Jaime I sólo tenía dos barras),
los barceloneses comprobaron estupefactos que su escudo y bandera
sólo mostraba dos barras y la cruz. Tras un debate -con Pilar Rahola de
protagonista-, el Ayuntamiento de Barcelona modificó oficialmente este
verano de 1997 el primitivo escudo de Barcelona (en realidad, de Catalúña) para incrementar hasta cuatro las
dos barras que, desde
el siglo XIII, formaban uno de los cuadrantes del
escudo, alternando con la cruz del
condado de Cataluña.
La
primicia dada en LAS PROVINCIAS
(6-10-85) sobre las dos barras provocó la inquietud in- mersora, pero los
catalanes reaccionaron con su pragmatismo habitual, proclamando que también les
pertenecía la señera de dos barras, de igual modo que el Rat Penat, la corona,
el idioma, la cerámica y el
sursuncorda. Ahora, los que se
burlaban del Tratado de la Real Señera,
reivindicaban que la primitiva bandera de Cataluña era de
"dues barres" (EI Temps;
9-6-97, p. 63), y que la "bandera
de España es una usurpación de la antigua bandera catalana de dos barras"
(p. 56). Olvidan un detalle: la primitiva señera pertenecía al monarca aragonés
(según proclamaban todos los textos de los siglos XII y XIII, como el del
provenzal Peire en 1285: "fai nomnar rey
darago, lo senhal del basto").
También
la filigrana con escudo de dos
barras coronadas, marca de agua
del papel valenciano en la Edad Media, la hacen fígurar bajo la palabra
Cataluña "Historia del papel en México"(México, 1990). Y es que Hans Lenz, autor del libro,
se basa en el "Paper and watermarks
in Catalonia" (Amsterdam, 1970) del catalán Oriol (p. 145) y las marcas
o filigranas del papel allí fabricado. Oriol usa el eufemismo "levante”
para no nombrar al Reino de Valencia, y el pomposo de Principado de Cataluña
para referirse al condado, y enredando sobre la filigrana de cuatro barras
que, barrunta, representaba
al "Kingdom of
Catalonia" (p. 257), sin aclarar quién otorgó tal título de
reino. Además da a entender que las fábricas de papel de Valencia y Xàtiva
pertenecían a Cataluña. Nadie, hasta la fecha, ha dicho ni mu contra estas
fantasias papeleras.
Menos
mal que en obras imparciales como "Les filigranes, (Leipzig,1923) las
cosas quedan claras. Briquet reproduce la filigrana de dos barras coronadas del
papel de Campanar, "représentent
les armoiries de Valence” (p.151) y,
extrañado, comenta que el investigador "Zonghi a trouvé I'écú de Valence sans couronne" (p.151);
Briquet estaba sorprendido ante una filigrana del Reino de Valencia sin corona,
pues los modelos que él reproduce son de dos barras coronadas, marca
de agua que Oriols asocia al "Kingdom of Catalonia", confundiendo al manito de
la "Historia del papel en México”.
Parece
un sainete de Escalante, pero son personajes de carne, hueso y subvención
(Oriol Valls, el del papel, la tenía de la fundación Labarre) que siembran
errores y trampas en la historìa de los valencianos. Pero hoy es 9 de octubre,
así que ignorando a los que tratan de destruir nuestra historia (también
la heráldica) custodiaremos a
nuestra Real Senyera por las calles de la (todavía) capital del Reino. Quizá en
unfuturo, cuando desaparezca la inmersìón, sea restaurado el Centenar de la Ploma para que la
bandera sea Ilevada "jinete a la
estradiota", recobrando la solemnidad adecuada.
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