Por: Ricardo de la Cierva
Durante casi siete siglos el Reino de Valencia,
integrado desde su nacimiento en la Corona de Aragón y a través de ella en la
Corona de España, vivió en la Historia sin la menor duda sobre su identidad.
Coexistían pacíficamente, fraternalmente, desde la propia conquista dos
lenguas en su territorio, a las que todo el mundo, dentro y fuera del Reino,
denominaba -sin excepción alguna- castellano y valenciano, que gozaban de la
misma dignidad y respeto; lengua castellana, lengua valenciana. Algunos escritores
geniales del reino utilizaron la lengua valenciana -Ausias March, Joanot
Martorell-, otros el latín, como el humanista Luis Vives; otros el castellano,
como Gaspar Gil Polo y Guillén de Castro; todos ellos con la convicción de usar
un idioma propio, no ajeno ni menos extranjero. Siete siglos es una larga etapa
histórica de asentamiento regional y cultural, que parecía estable y
definitiva. Hasta que ya en nuestro tiempo, desde los comienzos del siglo XX,
la fuerza expansiva del catalanismo naciente convertido antihistóricamente en
pancatalanismo montó una campaña demoledora, penetrante y tergiversadora contra
toda esa agitadísima tradición; estudiaremos luego los impulsos los jalones de
esa campaña. Ahora nos basta con enumerar sus tesis principales, inoculadas a
la opinión culta y sentir popular del Reino de Valencia en nuestro siglo -de
fuentes catalanistas, pero con habilidad suprema, gracias a la cooperación
inconcebible de una quinta columna valenciana que ha colaborado en la invasión
con el mismo entusiasmo con que los tlaxcaltecas ayudaron a Cortés para
conquistar el imperio de los aztecas. Estas teorias son las siguientes:
El Reino de Valencia, devaluado en nuestros días lo País Valenciano (un invento
y denominación que ya, existieron), forma parte hoy, como la había formado
siempre, de una entidad histórica y cultural llamada Paisos Catalans o Catalunya
Gran. Así, el tlaxcalteca Joan Fuster: «De Salses a Guardamar, de Maó (Mahón) a
Fraga, som un poble, un sol poble» (Nosaltres els
valencians, p. 134).
2.
Esta «realidad» nació por derecho de conquista en el
siglo XIII: «Las Baleares y Valencia fueron pobladas por catalanes, y nuestra
lengua es la misma con variantes locales. Obra suya, por tanto, es la formación
de la Gran Cataluña» (Ferran Soldevila, Resum
d'história..., p. 67).
3.
Otro tlaxcalteca famoso, Manuel Sanchís Guarner,
tenido casi hasta ahora por intocable (cuando es realmente uno de los
quintacolumnistas más tocables de todo el
.concierto), concreta los orígenes del bilingüismo: «La zona litoral fue
repoblada por catalanes y hablaba catalán; el :entro de la interior lo fue por
aragoneses v hablaba castellano» (tesis de 1956).
4.
No hubo por tanto una lengua valenciana inicial en
la conquista; los mozárabes del Reino de Valencia, que pudieron guardar su
religión y su romance, habrían sido aniquilados por las convulsiones islámicas
-almorávides, almohades- y en la Valencia de los siglos XII y XIII no dejaron
sino leves vestigios de romance, nada parecido a una lengua valenciana
primordial. Por tanto la len1ua valenciana actual se deriva directamente del
catalán que irrumpió en la conquista; no es realmente valenciano sino catalán.
5.
Pese a que este presunto catalán del Reino de Valencia
no florece más que en una parte
del territorio, el País Valenciano no es Aragón, ni Castilla, sino
que forma parte de Cataluña, la Gran Cataluña, los Países Catalanes. Se toma,
pues, la parte por el todo, para luego
convertir al todo en parte de
una entidad superior.
6.
Y por tanto, «el valenciano es uno de los dialectos
catalanes» (M. Sánchez Guarner, La
llengua..., p. 3).
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