VALENSIYA. VALENSIA. VALENCIA.
Síntesis de la historia natural del Santo y Síndico Tribunal Edetano Tyrius. Narrasio al Us Natural. Per el So. Andrés Castellano Martí. So. Mestre de Traca.
9-. Durante los tiempos que siguen a la conquista de Valencia, los cristianos fían de los musulmanes en lo concerniente al aprovechamiento de las aguas del río. Los señores cristianos toman posesión de sus casas, palacios y castillos, los moros que se quedan pasan a ser siervos suyos trabajando el campo.
Durante la dominación catalano-aragonesa, en lo que se llamó reino valenciano de Jaime I, y sus descendientes, la ciudad en lo legislativo se organizó siendo una replica avanzada de las leyes ultimas del imperio romano, en versión feudal. Administrativa y políticamente se crearon estamentos propios, y las personas que los asumieron cumplían con sus cargos igual que se hacía en los reinos cristianos del momento. Y de la misma manera que anteriormente los musulmanes dieran a todo requisito oficial la grafía árabe, ahora los cristianos hacen lo mismo, escribiendo en latín y también, en escrito romance latino. Escrito que en estas tierras sus habitantes ya usaban anteriormente, pues era herencia mediterránea el mezclar las lenguas prerromanas con el latín y el árabe.
Mientras esto ocurre con los temas oficiales, la administración de las acequias sigue en manos de los moros, que anteriormente las administraran, administrándolas de la misma manera que siempre se hiciera. Es en los tiempos de los Reyes Católicos y tras la expulsión de los judíos, y los abusos de la Inquisición, cuando los huertanos valencianos drásticamente se encierran en sí mismos continuando con las mismas formas de hacer de siempre, pero estas ahora las disimulan con añadidos parecidos a los que aplican los jueces convencionales. Desde el siglo 13, al 17, los Síndicos de las acequias fueron en su mayoría moros, con algunos cristianos. En los primeros tiempos no había ninguno, y posteriormente pocos. Sin embargo la mayor parte de los cristianos que se incorporaban a la huerta valenciana, fueran de donde fueran, asumían los ritos del agua y el fuego, incluso los que eran elegidos como Síndicos, todos repetían lo que anteriormente hicieran los musulmanes. Ritos que todos los campesinos trashumantes venidos de todas partes cuando pisaban estas tierras hacían suyos. Cumplían con los ritos cristianos en sus parroquias y con los del agua y el fuego en el campo.
En el siglo diecisiete siendo Arzobispo y Capitán general de Valencia el sevillano Juan de Rivera, la situación política española aconsejó a la monarquía tomar decisiones drásticas, siendo una de ellas la llamada expulsión de los moriscos. Ciento cincuenta mil fueron expulsados de las tierras valencianas.
La pragmática real clavada con un clavo a la puerta de la catedral decía:
-Todos los moriscos saldrán inmediatamente del reino, en el término de tres días, bajo pena de muerte, abandonarán sus hogares y serán trasladados en escolta a los puertos del mediterráneo, señalados para el embarque, después de este plazo queda autorizado para prender, entregar a la justicia y aun matar al morisco que se resistiese. Irán únicamente con los bienes que puedan llevar encima de sus personas. El que oculte lo que no pueda llevar consigo o le pegue fuego a su hacienda será ahorcado, las casas o cosechas quedarán de quien el morisco sea esclavo-. Tras su expulsión las huertas valencianas quedaron despobladas de labradores musulmanes. Quedando sólo en ellas los señores y sus familias cristianas. Los moros que atendieran las acequias como sequiers y Síndicos se fueron y sus puestos no fueron cubiertos por nadie. En el momento de la expulsión eran moros la mayoría de los Síndicos.
Para repoblar semejante abandono, los virreyes valencianos y los señores dueños de los campos gestionan traerse labradores de otras partes, tanto de Cataluña, Aragón y la meseta. Esta repoblación fue lenta, dando lugar a que muchos campos estuvieran abandonados y sin cultivar durante muchos años. Sus acequias abandonadas y anegadas. Sus azudes cerrados.Cuando los nuevos inquilinos de las huertas traídos de todas partes se hacen cargo de ellas, la casi totalidad desconocen los ritos del agua y el fuego, desconocen los Usos propios valencianos, pues en sus lugares de origen no existen. Sin embargo, reviven lo que anteriormente hicieran los moros naturales. Los cristianos aplican los modos ancestrales dándoles el carácter que tuvieran, cosa que les resulta fácil, pues es la propia tierra valenciana quien hace suyos a los que llegan.
A pesar de hacer suyos los Usos Naturales valencianos, muchos cristianos aquí llegados ellos no tienen gracia, no son capaces de hacer suya la Ley de la huerta, pues su gracia nadie se la trasmite, no obstante ellos esto lo callan y aparentan que si. Es a partir de ese momento cuando por aquellos que no conocen la narración se inicia la edición de Ordenanzas escritas. Ordenanzas aprobadas por los Reales Consejos del reyno; o sea; de Castilla. Los Síndicos elegidos por estos regantes ya no son elegidos por su gracia, ni ellos juzgan con ella. No obstante fingen tenerla al estar junto a los Síndicos que sí la tienen.
En el siglo siguiente, el dieciocho, se plantea otro problema, en este caso muy grave, que atenta con la continuidad del Tribunal. En 1707 en tierras valencianas y manchegas se decide quien será el rey de la corona española. En disputa están los Austrias y Borbones, los Milisia Valensiana, apoyan a los Austrias, la guerra la ganan los Borbones. Valencia queda desamparada por haber ayudado a los que perdieran. Felipe V rey Borbón, alumbra el Decreto de Nueva Planta y en él todo lo valenciano, o lo que lo parezca, o que lo huela, ha de ser desaparecido. De hecho todo desaparece y en su lugar es colocado todo lo castellano.
Síntesis de la historia natural del Santo y Síndico Tribunal Edetano Tyrius. Narrasio al Us Natural. Per el So. Andrés Castellano Martí. So. Mestre de Traca.
9-. Durante los tiempos que siguen a la conquista de Valencia, los cristianos fían de los musulmanes en lo concerniente al aprovechamiento de las aguas del río. Los señores cristianos toman posesión de sus casas, palacios y castillos, los moros que se quedan pasan a ser siervos suyos trabajando el campo.
Durante la dominación catalano-aragonesa, en lo que se llamó reino valenciano de Jaime I, y sus descendientes, la ciudad en lo legislativo se organizó siendo una replica avanzada de las leyes ultimas del imperio romano, en versión feudal. Administrativa y políticamente se crearon estamentos propios, y las personas que los asumieron cumplían con sus cargos igual que se hacía en los reinos cristianos del momento. Y de la misma manera que anteriormente los musulmanes dieran a todo requisito oficial la grafía árabe, ahora los cristianos hacen lo mismo, escribiendo en latín y también, en escrito romance latino. Escrito que en estas tierras sus habitantes ya usaban anteriormente, pues era herencia mediterránea el mezclar las lenguas prerromanas con el latín y el árabe.
Mientras esto ocurre con los temas oficiales, la administración de las acequias sigue en manos de los moros, que anteriormente las administraran, administrándolas de la misma manera que siempre se hiciera. Es en los tiempos de los Reyes Católicos y tras la expulsión de los judíos, y los abusos de la Inquisición, cuando los huertanos valencianos drásticamente se encierran en sí mismos continuando con las mismas formas de hacer de siempre, pero estas ahora las disimulan con añadidos parecidos a los que aplican los jueces convencionales. Desde el siglo 13, al 17, los Síndicos de las acequias fueron en su mayoría moros, con algunos cristianos. En los primeros tiempos no había ninguno, y posteriormente pocos. Sin embargo la mayor parte de los cristianos que se incorporaban a la huerta valenciana, fueran de donde fueran, asumían los ritos del agua y el fuego, incluso los que eran elegidos como Síndicos, todos repetían lo que anteriormente hicieran los musulmanes. Ritos que todos los campesinos trashumantes venidos de todas partes cuando pisaban estas tierras hacían suyos. Cumplían con los ritos cristianos en sus parroquias y con los del agua y el fuego en el campo.
En el siglo diecisiete siendo Arzobispo y Capitán general de Valencia el sevillano Juan de Rivera, la situación política española aconsejó a la monarquía tomar decisiones drásticas, siendo una de ellas la llamada expulsión de los moriscos. Ciento cincuenta mil fueron expulsados de las tierras valencianas.
La pragmática real clavada con un clavo a la puerta de la catedral decía:
-Todos los moriscos saldrán inmediatamente del reino, en el término de tres días, bajo pena de muerte, abandonarán sus hogares y serán trasladados en escolta a los puertos del mediterráneo, señalados para el embarque, después de este plazo queda autorizado para prender, entregar a la justicia y aun matar al morisco que se resistiese. Irán únicamente con los bienes que puedan llevar encima de sus personas. El que oculte lo que no pueda llevar consigo o le pegue fuego a su hacienda será ahorcado, las casas o cosechas quedarán de quien el morisco sea esclavo-. Tras su expulsión las huertas valencianas quedaron despobladas de labradores musulmanes. Quedando sólo en ellas los señores y sus familias cristianas. Los moros que atendieran las acequias como sequiers y Síndicos se fueron y sus puestos no fueron cubiertos por nadie. En el momento de la expulsión eran moros la mayoría de los Síndicos.
Para repoblar semejante abandono, los virreyes valencianos y los señores dueños de los campos gestionan traerse labradores de otras partes, tanto de Cataluña, Aragón y la meseta. Esta repoblación fue lenta, dando lugar a que muchos campos estuvieran abandonados y sin cultivar durante muchos años. Sus acequias abandonadas y anegadas. Sus azudes cerrados.Cuando los nuevos inquilinos de las huertas traídos de todas partes se hacen cargo de ellas, la casi totalidad desconocen los ritos del agua y el fuego, desconocen los Usos propios valencianos, pues en sus lugares de origen no existen. Sin embargo, reviven lo que anteriormente hicieran los moros naturales. Los cristianos aplican los modos ancestrales dándoles el carácter que tuvieran, cosa que les resulta fácil, pues es la propia tierra valenciana quien hace suyos a los que llegan.
A pesar de hacer suyos los Usos Naturales valencianos, muchos cristianos aquí llegados ellos no tienen gracia, no son capaces de hacer suya la Ley de la huerta, pues su gracia nadie se la trasmite, no obstante ellos esto lo callan y aparentan que si. Es a partir de ese momento cuando por aquellos que no conocen la narración se inicia la edición de Ordenanzas escritas. Ordenanzas aprobadas por los Reales Consejos del reyno; o sea; de Castilla. Los Síndicos elegidos por estos regantes ya no son elegidos por su gracia, ni ellos juzgan con ella. No obstante fingen tenerla al estar junto a los Síndicos que sí la tienen.
En el siglo siguiente, el dieciocho, se plantea otro problema, en este caso muy grave, que atenta con la continuidad del Tribunal. En 1707 en tierras valencianas y manchegas se decide quien será el rey de la corona española. En disputa están los Austrias y Borbones, los Milisia Valensiana, apoyan a los Austrias, la guerra la ganan los Borbones. Valencia queda desamparada por haber ayudado a los que perdieran. Felipe V rey Borbón, alumbra el Decreto de Nueva Planta y en él todo lo valenciano, o lo que lo parezca, o que lo huela, ha de ser desaparecido. De hecho todo desaparece y en su lugar es colocado todo lo castellano.
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