Autor: Desconocido
Ribagorza
No aparece en la historia antes de la Reconquista, y al sonar su nombre por vez primera se presenta como condado propio de los mismos condes de Tolosa y esto en los albores del sigo IX, año 807.
En el último tercio de éste aparece ya un conde privativo de Ribagorza, Ramón, probablemente hijo de un conde Bigorra llamado Donat Lop; una hermana de este Ramón de Ribagorza, Dadildio, fué la segunda mujer de Garci-Giménez, el fundador de la segunda dinastía navarra, y madre de Sancho Garcés I.
Bernardo, su sucesor, casó con Toda, hija del conde de Aragón Galindo Aznar II, y este matrimonio pasa por ser el fundador del monasterio de Ovarra, en las orillas del Isábena.
El heredero del conde Baernardo se llamó como su abuelo Ramón, y casó con Garzendís, hija de un conde ultrapirenaico; en este tiempo se consagró la iglesia catedral de Roda, año 956. Ana, hija de estos cónyuges fué mujer del conde de Castilla, Garci-Fernandez.
Siguiéronse varios condes que tomaron parte en hechos de armas contra los moros, y en el primer tercio del siglo XI, allá por los años 1015-1025 se incorporó el condado a los dominios directos de Sancho Garces III, el Mayor.
El afán de heredar a los hijos dándoles a todos parte de la herencia paterna y con iguales honores, hizo que el conde Ramón I separase Pallás de Ribagorza, dando el primero con el título de condado a su primogénito Isarno.
Las inclinaciones de esta rama condal no se apartaron de los de la otra; el primer conde privativo de Pallás, Isarno, cayó prisionero de los moros en Tudela; otro fué muerto por los moros en Monzón; hasta la extinción de la dinastía navarro-aragonesa, año 1134, los condes de Pallás llamaron señores suyos a los reyes de Aragón.
La única cuestión crítica que ofrece la historia de Ribagorza es la del origen del obispado de Roda: quieren unos que sea la sede de Lérida trasladada a dicha villa cuando los moros llegaron a esta ciudad; quieren otros que sea la de Ictosa, mencionada en la Hitación de Wamba, documento perfectamente legítimo.
Ni uno ni otro; ningún derecho legítimo puede alegar Lérida, para creer que su sede fué trasladada a Roda, absolutamente ninguno. Roda no es Ictosa: esta ciudad episcopal de la Hitarión corresponde a la Octogesa de los romanos y por César se sabe que estaba en las orillas del Ebro; las confrontaciones que da el documento de Wamba no han sido identificadas con poblados actuales tampoco, sino arbitrariamente.
Obispos conocidos no hubo en Roda hasta mitad del siglo X, y su diócesis careció siempre de límites ciertos aun tradicionalmente.
Hay, en cambio, hechos que permiten afirmar que el obispado de Roda es el de Zaragoza: sábese que el obispo de esta ciudad huyó llevándose las reliquias más preciadas de su iglesia, los cuerpos de San Vicente y San Valero; pues estos venerados restos existen en Roda, cuya catedral está bajo la advocación del primero.
El emblema de la catedral de Roda es el mismo que el de Zaragoza : el Agnus Dei; desde cuándo, no se sabe; la tradición unía las dos iglesias en la segunda mitad del siglo XII, como unía las tierras la tradición política.
Ribagorza
No aparece en la historia antes de la Reconquista, y al sonar su nombre por vez primera se presenta como condado propio de los mismos condes de Tolosa y esto en los albores del sigo IX, año 807.
En el último tercio de éste aparece ya un conde privativo de Ribagorza, Ramón, probablemente hijo de un conde Bigorra llamado Donat Lop; una hermana de este Ramón de Ribagorza, Dadildio, fué la segunda mujer de Garci-Giménez, el fundador de la segunda dinastía navarra, y madre de Sancho Garcés I.
Bernardo, su sucesor, casó con Toda, hija del conde de Aragón Galindo Aznar II, y este matrimonio pasa por ser el fundador del monasterio de Ovarra, en las orillas del Isábena.
El heredero del conde Baernardo se llamó como su abuelo Ramón, y casó con Garzendís, hija de un conde ultrapirenaico; en este tiempo se consagró la iglesia catedral de Roda, año 956. Ana, hija de estos cónyuges fué mujer del conde de Castilla, Garci-Fernandez.
Siguiéronse varios condes que tomaron parte en hechos de armas contra los moros, y en el primer tercio del siglo XI, allá por los años 1015-1025 se incorporó el condado a los dominios directos de Sancho Garces III, el Mayor.
El afán de heredar a los hijos dándoles a todos parte de la herencia paterna y con iguales honores, hizo que el conde Ramón I separase Pallás de Ribagorza, dando el primero con el título de condado a su primogénito Isarno.
Las inclinaciones de esta rama condal no se apartaron de los de la otra; el primer conde privativo de Pallás, Isarno, cayó prisionero de los moros en Tudela; otro fué muerto por los moros en Monzón; hasta la extinción de la dinastía navarro-aragonesa, año 1134, los condes de Pallás llamaron señores suyos a los reyes de Aragón.
La única cuestión crítica que ofrece la historia de Ribagorza es la del origen del obispado de Roda: quieren unos que sea la sede de Lérida trasladada a dicha villa cuando los moros llegaron a esta ciudad; quieren otros que sea la de Ictosa, mencionada en la Hitación de Wamba, documento perfectamente legítimo.
Ni uno ni otro; ningún derecho legítimo puede alegar Lérida, para creer que su sede fué trasladada a Roda, absolutamente ninguno. Roda no es Ictosa: esta ciudad episcopal de la Hitarión corresponde a la Octogesa de los romanos y por César se sabe que estaba en las orillas del Ebro; las confrontaciones que da el documento de Wamba no han sido identificadas con poblados actuales tampoco, sino arbitrariamente.
Obispos conocidos no hubo en Roda hasta mitad del siglo X, y su diócesis careció siempre de límites ciertos aun tradicionalmente.
Hay, en cambio, hechos que permiten afirmar que el obispado de Roda es el de Zaragoza: sábese que el obispo de esta ciudad huyó llevándose las reliquias más preciadas de su iglesia, los cuerpos de San Vicente y San Valero; pues estos venerados restos existen en Roda, cuya catedral está bajo la advocación del primero.
El emblema de la catedral de Roda es el mismo que el de Zaragoza : el Agnus Dei; desde cuándo, no se sabe; la tradición unía las dos iglesias en la segunda mitad del siglo XII, como unía las tierras la tradición política.
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