Autor: Vicente Giner Boira
(Articul publicat en el
ABC, el 10-6 -1980)
Todas las campañas contra Valencia que se están librando
en estos años están basadas en embustes y mentiras que, repitiéndolas mil y mil
veces, pretenden convertirlas en verdad. Una de ellas, tal vez la más grande,
es la que quiere hacernos creer que la lengua valenciana deriva del catalán
porque las tropas y paisanos que fueron a Valencia con Don Jaime el
Conquistador hablaban catalán. Esto es una enorme falsedad, imposible de
admitir.
Podemos afirmar rotundamente que ni un sólo soldado de las tropas del Rey, o guerrero que le acompañaba, hablaban catalán. De la misma manera que en el Ejército de don Jaime ningún soldado podría traer aviones o tanques, bombas atómicas o metralletas, porque ni bombas, tanques, aviones o metralletas existían aún en 1238, tampoco ningún soldado o hueste del Ejército de don Jaime pudo llevar a Valencia la lengua catalana por la sencilla razón de que en 1238 no existía todavía la lengua. Le faltaba más de un siglo para existir. Y vamos a probarlo documentalmente.
El catalán don Antonio Rubio y Lluch, en su libro "Documents per a la historia de la cultura catalana mitgeval", editado en 1908, nos dice, sin lugar a dudas, que la primera vez que aparece el nombre de «lengua catalana» fue en 1362, cuando Pedro el Ceremonioso ordenó que el libro francés de caballería Lancalot fuera «reduit en llengua catalana» (traducido a lengua catalana). Hasta esa fecha, pues, la lengua catalana no existía.
Sancnis Guarner, en la página 29 de su libro «La lengua de los valencianos», confirma lo de Rubió y Lluch, y añade: «Es la primera vegada que apareix aquesta explícita denominació.» (Es la primera vez que aparece esta explícita denominación.)
Demos, pues, gracias eternas a los señores Rubio y Lluch y Sanchis Guarner, porque ellos nos han proporcionado el dato fabuloso que nos permite ahora a los valencianos, no sólo demostrar, sino con él probar y, por tanto, afirmar de manera rotunda, definitiva y científica, que documentalmente no existe la lengua catalana antes' de 1362.
Por esta circunstancia, si Valencia se conquista en 1238 y el catalán no existe hasta 1362, nadie de los que vinieron a la conquista, ni aun el mismo puñado de catalanes que llegaron con el Ejército aragonés, podría hablar una lengua que aún no existía: la lengua catalana. Le faltaba ciento veinticuatro años para existir.
Es principio universal de filosofía y de
lógica que «nada puede derivarse de lo que no existe». En consecuencia, la
lengua valenciana por más que se empeñen tampoco puede derivar de una lengua
que no existía cuando Valencia es conquistada en el siglo XIII. Quiérase o no
se quiera.
Estoy ya escuchando las preguntas del lector. Entonces, ¿qué lengua existía y hablaban las gentes contemporáneas de Don Jaime y nos trajeron a Valencia los que con él vinieron a la conquista? ¿De qué lengua se deriva, pues, la valenciana?
Los pueblos de la Corona de Aragón hablaban en «romanz» o en «romanç». Esa era la misma lengua única que hablaban todos los pueblos de España; romance Por eso. en 1238 es el romanz lo único que podían traernos, y nos trajeron, las huestes del Conquistador, las cuales procedían de todas partes de España.
Así, todos los documentos de la época de Don Jaime, o están escritos en latín, que es la lengua oficial o documental, tanto para la Iglesia corno para la Cancillería real, o lo están en la otra lengua única que es el romane.
Vamos a ceñimos al Reino de Valencia para probarlo.
En la Constitución española recientemente dictada, todo el mundo ha visto haberse establecido que la lengua oficial de España sea el castellano. En el Estatuto vasco se ha autorizado que la lengua oficial de Euzkadi sea el vasco; en el Estatuto de Cataluña se ha autorizado que la lengua de Cataluña pueda ser el catalán.
De la misma manera, cuando Don Jaime dicta «Els Furs» que son, como si dijéramos la Constitución del Reino de Valencia, también dispone cuál debe ser la lengua diríamos oficial que el pueblo ha de hablar. Esta lengua se le llama siempre «el romanç» y no tiene ni otro nombre ni existe otra lengua oficial en todo el texto foral. Vamos a confirmarlo.
Los fueros se escribieron en latín; pero en 1261, para que todos los habitantes del Reino los entendiesen y pudiesen cumplirlos, Don Jaime ordena que se traduzcan a la lengua que el pueblo habla. ¿Y cuál era esa lengua? Es «el romane». No hay otra. Y a él se traducen todos los fueros.
Una vez que se había terminado la traducción completa del texto, se le llevó al propio Don Jaime para que los revisara, los aprobara, los firmara y, al fin, los jurase; lo que hizo el 7 de abril de 1261, poniendo una mano sobre el texto latino y la otra sobre la versión en romanç.
El Rey, antes, vio y repasó fuero por fuero, y hubo muchísimos que no le parecieron bien. Añadió o incrementó lo que consideró oportuno. Y para mayor exactitud, lo tradujo personalmente, ¡él mismo!, y así está consignado ciento cinco veces.
Añadiendose siempre como coletilla final,
que el propio Rey había hecho la traducción al romanç, diciéndose: «Arromançat
per lo Senyor Rey.» O bien: «Romançat per lo Senyor Rey.» Siempre la expresión
«arromançat» o «romançat»; es decir, arromanzado, traducido al romanç.
Si la lengua hubiera sido la castellana, diría «castellanizado»; si la catalana, «catalaniçat». ¿No es así? Pues bien. Puedo afirmar que ni una sola vez repito, ni una sola vez!, aparece la expresión «calalaniçat». Lo que nos prueba que el Rey no mandó traducir los Fueros al catalán, sino al romanç, la lengua que, en definitiva, hablaban y entendían todos los valencianos.
Incluso hay una prueba más. Los Fueros de Don Jaime fueron posteriormente vueltos a traducir al latín, y también en lengua latina se dice al final de cada uno de ellos:
«Istum forum romansavit dominus rex» (Für XXV), o «Istum forum correxit et in ro-mantio posuit dominus rex» (Fur XXVIII), o «...enmendavit in romantio dominux rex» (Fur XXXII). Códice 146 de la catedral de Valencia... ¿Hay alguna prueba más definitiva? Pues aún tenemos otra prueba.
El Conquistador dispuso por fin,
definitivamente, que fuera el romanç la lengua oficial del Reino. Así aparece
en el folio 65 vuelto del códice «Deis Furs» del Ayuntamiento de Valencia.
En el capítulo de sentencias ordenó Don Jaime a los jueces lo que aquí transcribo:
«Els jutges en romanç, diguen les
sentencies que donaran.»
No tenemos ya la menor duda. El Rey, para que el pueblo valenciano, tanto cristiano como moro, pueda entender las sentencias que dictan los jueces, ordena e impone a éstos que las digan y las escriban no en latín, ni en árabe, ni en hebreo, sino en la única lengua que las gentes del pueblo del Reino de Valencia entienden y hablan; la que existía entonces: el romanç.
En definitiva, y resumiendo:
1.° Nadie de quienes vinieron con Don
Jaime, ni aun los catalanes, hablaba ni podía hablar el catalán.
2.° Por eso la lengua valenciana ni deriva ni puede derivar científicamente de una lengua inexistente.
3.° El valenciano se formó directamente del romanç. Tan directamente corrió se formó el gallego, el castellano, el francés, el italiano, y también el catalán. Pero jamás pudo derivar de éste, por la poderosa razón de que el catalán no existía aun cuando Valencia fue conquistada en 1238.
Y los Fueros nos lo confirman y lo prueban.
2.° Por eso la lengua valenciana ni deriva ni puede derivar científicamente de una lengua inexistente.
3.° El valenciano se formó directamente del romanç. Tan directamente corrió se formó el gallego, el castellano, el francés, el italiano, y también el catalán. Pero jamás pudo derivar de éste, por la poderosa razón de que el catalán no existía aun cuando Valencia fue conquistada en 1238.
Y los Fueros nos lo confirman y lo prueban.
Nuestra gloriosa lengua valenciana fue creada exclusivamente por el pueblo de Valencia. Y, por tanto, ni en conciencia ni en ley nos las puede nadie falsificar, ni arrancar, ni arrebatar jamás del alma del pueblo de Valencia. Porque los derechos humanos lo prohíben, los Papas y el Concilio lo condenan y la Constitución española ayuda y ampara a los valencianos a conservarla, y nos alienta y obliga a todos a defenderla y hablarla.
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