Por Ricardo García Moya
Las Provincias 22 de Marzo de 1998
Emulando a Perrault -el de
los cuentos de hadas- la Gran Enciclopedia Catalana describe "El Cortesano",
de Luys Milán, como una obra que refleja la corte valenciana de 1535, donde
ciertos personajes "parlen catalá".¡Vaya!
Creíamos que la metástasis.comenzaba con Milá i Fontanals en el 1860, y ahora
nos dicen que en el Palacio Real de Valencia -residencia de la reina Germana-
el catalán era lengua habitual. No obstante, como nos conocemos todos en esta
longeva Batalla de Valencia, hemos repasado el original de 1561 y, ya en el
proemio, comprobamos que la GEC miente, pues Milán aclara que pretende dar
naturalidad a los prótagonistas "haciendo que hablen en nuestra lengua valenciana, como ellos
hablaban". Y la reina Germana, en castellano renacentista, dice:
"Doña Hieronyma, siempre querria que hablassedes (sic) en
valenciano"; y, en otro pasaje, alude a "un refrán que dizen en valenciano". ¿Queda claro,
señores enciclopedistas?
Como los clásicos, Milán
usa la ch: "esquexada la clocha (rasgada la túnica), bachiller, charrador, macho"
(En 1575, el Thesaurus recogía "Macho
de carro, Mulus quadrigarius"), ortografía que fue manipulada por eruditos
catalanes; por ejemplo: la "Revista Valenciana de Filología" (¡0jo,
no de filología valenciana!) tutelada por el Institut d'Estudis Catalans y
pagada por el franquismo, publicó un ensayo de Romeu i Figueres sobre "El
Cortesano" (RVF, año 1951, p. 336) en el que reproducía entrecomilladas
las palabras "batxiller Cigala", falseando el original "bachiller Cigala" de Milán. Y no era
castellanismo, pues en los sermones de Sant Vicent (1412) ya aparece "bacheller" (sic); y en el Thesaurus
(1575) también consta "Bachiller".
Respecto a la voz "charrador",
la inmersión la violenta con la fricativa x,
xarrador, a pesar de que poco después del fallecimiento de Milán, el
Thesaurus documentaba "charrar,
charrativa, charrador" con el dígrafo ch
del sonido palatal africado de idioma valenciano.
Lo han silenciado, pero "El Cortesano" es
una sátira del carácter cátalán personificado por el bufón de la reina de
Valencia. Con su joroba a cuestas, el infeliz catalán apodado "canonge Ester" (hipocorístico de
Ballester) lo configura Milán como un ser susceptible y enredante que
babea tras la inteligente Hieronyma, dama valenciana de gran agudeza. Pero,
aparte del falso canónigo, en "El Cortesano" hay frases alusivas a la
avaricia, "tan estrecho como Cathalan"; al egoísmo, "la pau del
hostaler cathalá, que may la fa ab sa muller, sino quant la vol enganyar";
y la miseria, "la hambre que tenían los cathalanes". Todo tiene doble
sentido y el hecho de que entre la multitud de personajes (valencianos,
castellanos, portugueses, aragone- ses, andaluces, etc.) sólo aparezca un
catalán, el bufón real, emparentado con "delats (bandidos) del camp de
Tarragona", es significativo.
Todos motejan a Ester. Un criado le llama "mossen Tartugot" y -con ironía por
el amor del chepudo hacia Hieronyma- el Duque de Calabria le dice: "os
haré nombrar mossen Hieronymo Ester". Los motes provocan la protesta de
Ester, "estos mots quem han
pegat", y la réplica sobre los motes
que a nuestras damas ha dado el desvergonzado" bufón. Aquí encontramos el
uso de "mot" como "malnom" o mote, acepción prohibida
por el Institut d'Estudis Catalans que, como es sabido, por acercarse al
francés y huir del español ha reintroducido el arcaísmo "mot" como
sinónimo de "palabra", significado que había desaparecido de la
lengua valenciana, aunque en ciertos
diccionarios repletos de arcaísmos se mantuviera.
En "El Cortesano"
leemos: "lo teu relonge"
(no rellotge); per aci (no aquí); lo cuento del porch. (Escrig, en 1851, distingue entre "deixarse
de cuentos" y "Lo conte de la vella", o "La
cuenta de la vieja"). Milán usa la preposición en para indicar lugar: "estaveu en casa", la y
griega como copulativa y en el pronombre yo
(no jo); en el verbo viure escribe "vixca"
(no visca), y recurre a palabras que los valencianos podríamos recuperar, si no
tuviéramos la soga de la inmersión al cuello. Por ejemplo, usa la voz
"cambres" para referirse a los calambres o retortijones, cuando
actualmente empleamos "rampa", igual que en castellano y catalán.
La valenciana Hieronyma
dice: "Yo he sabut del vostre mal, que son cambres de cels", y Ester pide "un poch de codonyat"
para mitigar "unes cambres que
man vengut". Lo curioso es que la voz cambre
(calambre), la localizó Corominas en una zona de Asturias (DCEC), pero
incomprensiblemente no cita "El Cortesano", a pesar de haberlo
escaneado hasta las marcas de agua.
Resumiendo, señores del
Institut d'Estudis Catalans: Milán
declara que usa la lengua valenciana en "El Cortesano", no la
catalana; y el único catalán que aparece es el bufón de la reina (escrito
"Reyna", en valenciano).
Otra cosa es que comprendamos que Cataluña quiera incluir a Don Luys Milán
entre sus glorias, pero tienen que aprender a conformarse con lo que tienen, y
no alargar la mano más allá del Cenia. Miren, señores catalanes, ustedes tienen
a don Lluís Millá, un catalán de
verdad y de Barcelona, autor de comedietas a principios de siglo; aunque
entendemos que "Los grills de las sebas" o "La capseta dels
petons" -musicada por el maestro Josep Guarro (con perdón)- no alcanzan,
creo, la categoría de las obras del valenciano Luys Milán que, por cierto, fue
autor del "Libro de música de vihuela" (1536), con "la priniera
tabulatura instrumental" aparecida en la península.
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