miércoles, 6 de febrero de 2013

EL BUFÓN DE LA REINA DE VALENCIA




Por Ricardo García Moya
Las Provincias 22 de Marzo de 1998

Emulando a Perrault -el de los cuentos de hadas- la Gran Enciclopedia Catalana describe "El Cortesano", de Luys Milán, como una obra que refleja la corte valenciana de 1535, donde ciertos personajes "parlen catalá".¡Vaya! Creíamos que la metástasis.comenzaba con Milá i Fontanals en el 1860, y ahora nos dicen que en el Palacio Real de Valencia -residencia de la reina Germana- el catalán era lengua habitual. No obstante, como nos conocemos todos en esta longeva Batalla de Valencia, hemos repasado el original de 1561 y, ya en el proemio, comprobamos que la GEC miente, pues Milán aclara que pretende dar naturalidad a los prótagonistas "haciendo que hablen en nuestra lengua valenciana, como ellos hablaban". Y la reina Germana, en castellano renacentista, dice: "Doña Hieronyma, siempre querria que hablassedes (sic) en valenciano"; y, en otro pasaje, alude a "un refrán que dizen en valenciano". ¿Queda claro, señores enciclopedistas?
Como los clásicos, Milán usa la ch: "esquexada la clocha (rasgada la túnica), bachiller, charrador, macho" (En 1575, el Thesaurus recogía "Macho de carro, Mulus quadrigarius"), ortografía que fue manipulada por eruditos catalanes; por ejemplo: la "Revista Valenciana de Filología" (¡0jo, no de filología valenciana!) tutelada por el Institut d'Estudis Catalans y pagada por el franquismo, publicó un ensayo de Romeu i Figueres sobre "El Cortesano" (RVF, año 1951, p. 336) en el que reproducía entrecomilladas las palabras "batxiller Cigala", falseando el original "bachiller Cigala" de Milán. Y no era castellanismo, pues en los sermones de Sant Vicent (1412) ya aparece "bacheller" (sic); y en el Thesaurus (1575) también consta "Bachiller". Respecto a la voz "charrador", la inmersión la violenta con la fricativa x, xarrador, a pesar de que poco después del fallecimiento de Milán, el Thesaurus  documentaba  "charrar, charrativa, charrador" con el dígrafo ch del sonido palatal africado de idioma valenciano.
Lo han  silenciado, pero "El Cortesano" es una sátira del carácter cátalán personificado por el bufón de la reina de Valencia. Con su joroba a cuestas, el infeliz catalán apodado "canonge Ester" (hipocorístico de Ballester)  lo configura  Milán como un ser susceptible y enredante que babea tras la inteligente Hieronyma, dama valenciana de gran agudeza. Pero, aparte del falso canónigo, en "El Cortesano" hay frases alusivas a la avaricia, "tan estrecho como Cathalan"; al egoísmo, "la pau del hostaler cathalá, que may la fa ab sa muller, sino quant la vol enganyar"; y la miseria, "la hambre que tenían los cathalanes". Todo tiene doble sentido y el hecho de que entre la multitud de personajes (valencianos, castellanos, portugueses, aragone- ses, andaluces, etc.) sólo aparezca un catalán, el bufón real, emparentado con "delats (bandidos) del camp de Tarragona", es significativo.
Todos  motejan a Ester. Un criado le llama "mossen Tartugot" y -con ironía por el amor del chepudo hacia Hieronyma- el Duque de Calabria le dice: "os haré nombrar mossen Hieronymo Ester". Los motes provocan la protesta de Ester, "estos mots quem han pegat", y la réplica sobre los motes que a nuestras damas ha dado el desvergonzado" bufón. Aquí encontramos el uso de "mot" como "malnom" o mote, acepción prohibida por el Institut d'Estudis Catalans que, como es sabido, por acercarse al francés y huir del español ha reintroducido el arcaísmo "mot" como sinónimo de "palabra", significado que había desaparecido de la lengua valenciana,  aunque en ciertos diccionarios repletos de arcaísmos se mantuviera.
En "El Cortesano" leemos: "lo teu relonge" (no rellotge); per aci (no  aquí); lo cuento del porch. (Escrig, en 1851, distingue entre "deixarse de cuentos" y "Lo conte de la vella", o "La cuenta de la vieja"). Milán usa la preposición en para indicar lugar: "estaveu en casa", la y griega como copulativa y en el pronombre yo (no jo); en el verbo viure escribe "vixca" (no visca), y recurre a palabras que los valencianos podríamos recuperar, si no tuviéramos la soga de la inmersión al cuello. Por ejemplo, usa la voz "cambres" para referirse a los calambres o retortijones, cuando actualmente empleamos "rampa", igual que en castellano y catalán.
La valenciana Hieronyma dice: "Yo he sabut del vostre mal, que son cambres de cels", y Ester pide "un poch de codonyat" para mitigar "unes cambres que man vengut". Lo curioso es que la voz cambre (calambre), la localizó Corominas en una zona de Asturias (DCEC), pero incomprensiblemente no cita "El Cortesano", a pesar de haberlo escaneado hasta las marcas de agua.
Resumiendo, señores del Institut d'Estudis Catalans:  Milán declara que usa la lengua valenciana en "El Cortesano", no la catalana; y el único catalán que aparece es el bufón de la reina (escrito "Reyna", en valenciano). Otra cosa es que comprendamos que Cataluña quiera incluir a Don Luys Milán entre sus glorias, pero tienen que aprender a conformarse con lo que tienen, y no alargar la mano más allá del Cenia. Miren, señores catalanes, ustedes tienen a don Lluís Millá, un catalán de verdad y de Barcelona, autor de comedietas a principios de siglo; aunque entendemos que "Los grills de las sebas" o "La capseta dels petons" -musicada por el maestro Josep Guarro (con perdón)- no alcanzan, creo, la categoría de las obras del valenciano Luys Milán que, por cierto, fue autor del "Libro de música de vihuela" (1536), con "la priniera tabulatura instrumental" aparecida en la península.

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