Autor: Juan Ignacio Culla
La
Real Academia Española (RAE), en un informe firmado por su director Víctor
García de la Concha a petición del Tribunal Supremo, respalda la llamada
fórmula Moratinos, con la que el Gobierno se refirió al valenciano para
solicitar el uso de las lenguas cooficiales españolas en las instituciones
europeas.
Recordemos
que la fórmula, presentada en Bruselas en 2004, se refería a la lengua
valenciana como la lengua que se denomina catalán en la comunidad autónoma de
Cataluña y en la de las Illes Balears y que se denomina valenciano en la
Comunitat Valenciana.
En
las conclusiones de la autoridad de la RAE, señala que: sin entrar en el
problema de fondo que radica en la tan debatida cuestión –casi siempre ajenos
al dominio científico (en eso estamos de acuerdo, como luego expondremos)–, de
si las variedades románicas que se dan en Cataluña, Baleares y Comunitat
constituyen lenguas diferentes o bien son variedades, más o menos diferenciadas
de una misma lengua. No obstante, añade García de la Concha que la formula
Moratinos está próxima a la que aparece en la versión actual del diccionario de
la RAE: variedad del catalán que se usa en gran parte del antiguo Reino de
Valencia y se siente allí comúnmente como suya.
Pero
lo peor de este informe es cuando apoya su decisión en el dictamen de la
Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), sobre el nombre y la entidad del
idioma autóctono, aprobada el 9 de febrero de 2005, en el que reconocía las dos
formas de designar a la lengua: la de valenciano, establecida en el Estatut de
la Comunitat Valenciana, y la de catalán, reconocida en los de Cataluña y Illes
Balears. Lo que demuestra lo que tantas veces hemos denunciado en estas mismas
páginas, que el único fin de la AVL es la destrucción del idioma valenciano y
la unificación de las lenguas valenciana y catalana, por mucho que, en teoría,
nuestro Estatut lo denomine como idioma propio.
En
cuanto a la RAE, le está pasando lo mismo que a la AVL, sus decisiones obedecen
más a criterios de comisarios políticos, que a decisiones de académicos que
tendrían que velar por limpiarla y darle esplendor. A no ser que también la
RAE, como su amiga AVL, entienda por limpiar, quitar todos los razonamientos
históricos, lingüísticos, jurídicos y sociológicos, por lo que respecta a la
lengua valenciana. No nos extrañaría, de continuar el descrédito actual de la
Academia, ver sus publicaciones junto a las novelas de vaqueros de Estefanía, o
a las de corazón de Corín Tellado, por sus analogías fantasiosas.
Y
es que las tribulaciones de la RAE para emitir definiciones o informes son
directamente proporcionales a las presiones políticas ejercidas a los
encargados de emitirlos. Lo que da a entender que los méritos para ser
académicos no corresponden a un currículo brillante e independiente, sino a
fidelidades políticas, como si del Tribunal Constitucional se tratase, o de
Condes-Pumpidos para resolver temas de terrorismo.
De
no ser así, hubiese prevalecido la opinión que correspondía cuando la RAE se
regía por cuestiones meramente objetivas y criterios técnicos, fruto de la
investigación y del estudio de los profesionales y expertos en las distintas
materias que dirigían dicha institución, antes de que sufriese las presiones de
los catalanistas en 1971, los cuales obligaron a los académicos de ese momento
a cambiar la denominación que reconocía a la lengua valenciana, como lengua
propia.
Y
cuando digo presiones de los catalanistas, y no fruto del debate científico, es
porque así lo reconocieron, entre otros, el cardenal Tarancón o Camilo José
Cela, en un informe magistral que recapituló una de las asociaciones de mayor
prestigio de la Comunitat Valenciana, la Cardona i Vives de Castellón, y que
sabiamente presidía nuestro admirado y recordado mosén Josep Maria Guinot, el
mejor lingüista que ha tenido el Reino de Valenciana junto a Fullana.
Seguramente
el señor García de la Concha, como muchos catalanistas, no sepa que, de acuerdo
con el art. 1.º del Real Decreto del 26 de noviembre de 1926, a la lengua
valenciana le correspondía un sillón en la RAE para representarla como lengua
independiente. Y así figuraba en el mapa de la revista La Esfera, año XIV, pág.
4, Madrid, 26 de marzo de 1927. Dicho honor recayó en el prestigioso padre
Lluis Fullana i Mira, quien en su discurso de ingreso en la Academia el 11 de
noviembre de 1928 se burlaba, precisamente, de los que afirmaban que el
valenciano y el catalán son una misma lengua.
Tampoco
tiene desperdicio el discurso de contestación al pare Fullana que efectuó el
académico don José Alemany Bolufer (Boletín RAE, diciembre 1928, pág. 689), en
el que, además de darle la bienvenida y reconocerle sus extraordinarios
trabajos lingüísticos, insistió en la “confusión de que muchas personas existe
acerca de una supuesta identidad entres los idiomas catalán y valenciano, o
mejor dicho, absorción del segundo por el primero”.
Así
como el Boletín de la Real Academia Española, Tomo XXXIX., Cuaderno CLVIII,
septiembre-diciembre de 1959, pág. 494, que publicaba la intervención del
secretario perpetuo de dicha institución don Julio Casares, en la que se
acordaba: ahora se le reconoce categoría de lengua y se añade que es la hablada
en la mayor parte del antiguo Reino de Valencia. Y los distintos diccionarios
que se editaron en todo el territorio español (incluida Cataluña), en el que se
recogía la acepción de la RAE, como fielmente reprodujo LAS PROVINCIAS.
Por
todo lo expuesto, es por lo que decíamos que en lo único que estábamos de
acuerdo con el señor García de la Concha, sobre el debate de la lengua
valenciana, es cuando aseguraba que estaba casi siempre ajeno al dominio
científico. Y es que, efectivamente, el problema de la lengua valenciana no es
una cuestión científica, ni histórica, ni filológica, sino exclusivamente
política. Nadie hasta hace cuatro días se ha cuestionado la identidad de
nuestro idioma valenciano, así lo reconocieron nuestros clásicos: Cervantes,
Quevedo, Lope de Vega, Juan de Valdés, etc., y catalanes que tuvieron que
escribir sus obras en lengua valenciana, porque era la más culta de su época:
Eximenis, Bonlabi, Amiguet u Onofre Pou, por ejemplo.
Es una pena que la actual RAE trabaje al
servicio de la mentira y de la manipulación. Pero más pena que tengamos que
sufragar con los impuestos de todos los valencianos a la AVL, cuando hasta
nuestro presidente Camps sabe que es el auténtico caballo de Troya de la lengua
valenciana.
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