2004 © Valencià d'Elig
El problema y la inconsistencia de las
premisas que manejó Joan Fuster para desarrollar su nacionalismo
(pancatalanista) estriba en que muchas son puramente emocionales, subjetivas y
pseudocientíficas.
Sin embargo, el éxito de la difusión de su
pensamiento radica en que son postulados fácilmente digeribles y aceptados por
nacionalistas pancatalanes de pensamiento romántico e idealista que precisan de
un cuerpo ideológico o ideario que sustente sus ambiciones. A este tipo de
personas no les importa tanto la veracidad argumental, como que las ideas
(ciertas o no), puedan dar un respaldo "científico" a sus falaces ideales.
Fuster parte de unas premisas o axiomas del
todo incorrectos, ya que están basados en datos o apreciaciones incompletas,
sesgadas, parciales o mal enfocadas y planteadas. Por decirlo de otra forma:
"son verdades a medias", (incluso menos que "a medias"), o
lo que es lo mismo, son mentiras a las que se las ha pretendido esconder bajo
una apariencia de verdad.
Fuster manifiesta la exacerbada convicción
emocional y subjetiva de que, tanto él, como el resto de valencianos descienden
(exclusivamente) de catalanes que llegaron a las tierras valencianas en tiempo
de "Reconquista". Esto es una falacia, ya que està perfectamente
demostrado que los repobladores catalanes fueron tan solo una parte de todo el
contingente humano que se instaló en el medieval Reino de Valencia (y que según
la localidad oscilarían entre un 10% y un 30% aproximadamente).
Así pues, basándose en una falsedad histórica,
Joan Fuster argumenta erróneamente que, puesto que (todos) los habitantes del
"País Valenciano" son descendientes de catalanes, éstos, por tanto,
son catalanes y el "País Valenciano" es una "nación
catalana".
Esta es su "verdad absoluta", base
artificiosa y falaz de la que nace toda su obra y pilar erigido sobre la
mentira, que sustenta todo el movimiento pancatalanista que intenta integrar al
"Pais Valenciano" dentro de unos falsos e inventados "Països
catalans" (hoy día "Eurorregión").
Es evidente que el axioma fusteriano suena
"redondo" e impecable de cara a potenciar y engrosar el nacionalismo
pancatalanista; movimiento idealizado por algunos como paradigma libertario y
de lucha contra el que consideran, opresor estado español heredero del
franquismo.
Sin embargo, no es de recibo, ni justificable,
intentar liberarse del yugo de una dictadura o de una cultura colonialista
travistiendo la identidad del Pueblo y Nación Valenciana por otra forastera (o
lo que es lo mismo, dejándose colonizar y desnaturalizar por parte de la
cultura catalana). No es justificable ni aún contemplando el supuesto de que
Fuster lo hubiera hecho desde la perspectiva de unir fuerzas con Cataluña, pues
para ir en unión o ser aliado de alguien no es preciso en ningún caso dejarse
arrebatar la personalidad y el ser.
Queda más que patente, a la vista de los
argumentos manejados por Fuster, que éste construyó la base fundamental de su
ideario a través del sentimentalismo y la emotividad personal (marcado por ese
"esencialismo catalán" que él mismo se autoadjudicaba), más que
basándose en evidencias incuestionables y objetivas.
Joan Fuster se equivocó, a consciencia o no,
basando su doctrina en unos principios históricos equivocados y falaces. Lo
cual no significa que sus ideas no resultaran y resulten tremendamente
aprovechables para ese movimiento pancatalanista que ambiciona anexionar las
tierras, gentes y recursos valencianos al proyecto imperial de la "Gran
catalunya", mal llamada también "Països catalans" (hoy día
"Eurorregión").
Por fortuna, el pueblo Valenciano dejando
fluir libremente su más íntima "esencia Valenciana" no acepta, en su
más amplia mayoría, todas estas tesis servilistas hacia Cataluña que el señor
Fuster nos legó y se mantiene firme en defender su personalidad e identidad
estrictamente Valencianas.
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