Ricardo García Moya
Diario de Valencia 27 de enero de 2001
¿Que la humilde
umbelífera no es ave canora? Cierto, pero canta y mucho en el códice Carbonell
de la catedral de Gerona, dentro del cual se ha descubierto en el siglo XX un
tratado de barbarismos que, casualmente, rellena el casillero vacío de este
género en lengua catalana. Pero el manuscrito “Regles de esquivar vocables”,
presuntamente del año 1492, contiene anomalías que apuntan hacia la plumilla
artesanal de algún hábil paleógrafo coetáneo de Pompeu Fabra, que imitó la
escritura del cronista catalán Carbonell.
¿Por qué canta el perejil
en las Regles? Muy sencillo. Si nos venden el Nacimiento de Venus de Botticelli
con la imagen de Rita Barberá de taconcitos y sonrisa de poliuretano,
¿creerían que es del quatrocento? Igual sucede con la regla 181 del
manuscrito, “juhiverd per dir juliverd”; donde se opone la vulgar “juhiverd” a
la culta “juliverd”, olvidando que estas grafías no existían en el siglo XV. En
tales calendas los paleógrafos han documentado jolivert, juhivert, julivert,
juyvert, julvert,. etc. No existe Joliverd ni como apellido, mientras que
perduran Julivert y Jolivert. Si las Regles fueran coetáneas, debieran reflejar
una de estas variables, bien como vocablo rechazable, bien como modelo culto.
Por el contrario, el manuscrito sólo muestra la forma fabriana que comenzó a
imponerse en las cercanías del 1900.
La Universidad de
Valencia, máxima productora de basura en y para la implantación de catalán, no
repara en estos detalles y, con dinero público, edita libros a teloneros de la
Universidad de Barcelona, como Albert Rico y Joan Solá, (Rico, Solá: Gramática
i lexicografía catalanes. Universitat de Valencia, 1995) Este par de genios
lexicógrafos no se entera ni papa del asunto, atribuyendo en el panfleto las
falsas “Regles de esquivar vocables” al valenciano Fenollar y al catalán Jeroni
Pau, cuando esta autoría del manuscrito está descartada e incluso ridiculizada
por santones como Badía i Margarit o Martí de Riquer.
Para comprender el
fraude, aunque sea monótono, hay que comparar la terminación del vocablo
perejil en documentos anteriores, coetáneos y posteriores a 1492: “juyvert”
(Vilanova, h. 1305); ”julivert” (Eiximenis, a.1383); “jolivert” (Tirant,1490);
“jolivert” Gasull, 1496), ”julivertada”(Pou,. 1575), “jolivert” (Sanelo, 1805),
“jolivert” (Escrig: Dicc.1887), “jolivert” (Martí Gadea, 1908), “chulivert”
(Corominas, DCECH), “jolivert” (Dicc. Real Academia Valenciana, 1997). Ahora
comparen con la regla supuestamente escrita en 1492: “juyverd per juliverd”
(Regles de esquivar vocables, ¿a. 1492 ?).
Alguien pensará que Carbonell
era un latinista refinado que escribía con d el adjetivo del compuesto (joli +
vert) por respeto al étimo viridis. Tampoco es válida esta razón, pues el
cronista escribe vert en fechas posteriores a la de su supuesta regla
(Carbonell, Pere Miquel :Croniques de Espanya, h.1497), igual que hacían todos
los escritores coetáneos: “vert” (Llull, h.1300); “vert” (Ll.de cuina, h.1370);
“vert” (s.V.Ferrer h.1408); “vert” (Mre. Joan, a. 1466); “vert” (Inv.Palau Real
Valencia. 1458); “vert” (Corella h.1480); “vert” (Martorell 1490); “verts” (Roig,
a.1460) “vert” (Pou,1575); “vert” (Beat. Tomás de Villanueva,
1620); “vert” (Tormo,B. 1760); “verts” (Martí Gadea, 1908); “vert” (Dicc. Real
Academia Valenciana, 1997)
Las falsificaciones, sean
de un Rembrandt o de un billete de lotería, se confeccionan con rigor máximo,
pero siempre hay perejiles que cantan. La regla 143 opone “maixcarat per
mascarat”, pero en el XV no era conocida la palabra censurada. Aparece en algún
texto valenciano del siglo XVIII y se populariza hacia 1900 con autores como Martí
Gadea.
La 163 condena “punxor
per dir punxó”, cuando la r final no era problema en 1492. La controversia que
el falsificador silencia es la penetración en Cataluña de la morfología valenciana
con ch, “punché, punchons”, habitual en documentos valencianos del XV
(Badla,1999, p.303). En la misma Barcelona, en los años en que Carbonell era
una autoridad cultural, se mostraba la oposición morfológica entre la grafía
catalana con x y la valenciana con ch, como comprobamos en la edición del
Nebrija: “punchar ab punxó” (Busa. Neb. 1507). En el enrevesado laberinto
ideado por el falsificador, finge que el medieval Carbonell atribuye a
Fenollar esta regla, olvidando que el valenciano escribía con ch: “no punchen”
(Lo procés, f.22) También Pou adoptó la palabra valenciana “punches”
(Th.1575). Si fueran auténticas, Carbonell hubiera hecho constar la
controversia sobre el vocablo.
La regla 236 también
canta, “Aufegar per offegar”. La variable aufegar sólo supuso un incordio para
la lengua catalana a fines del siglo XIX, cuando los sainetes en lengua valenciana
se representaban en Cataluña o, impresos, eran leídos por la burguesía barcelonesa.
La 132 rechaza escribir “Gyrona per Gerona”. Estas reglas, recordémoslo, en teoría
fueron razonadas por el catalán Carbonell y su primo, el humanista catalán
Jeroni Pau. No obstante, para desgracia del falsificador, en las “Croniques de
Espanya” que Carbonell comenzó a redactar supuestamente en la misma fecha que
las reglas, no usa más que la proscrita Gyrona. La 136 dice “Mallorca per Mallorques”.
El falsificador no se enteró de la sutileza toponímica de Carbonell, el
auténtico, que diferenciaba la “ylla de Mallorca”, en singular, del conjunto
territorial del archipiélago, “Mallorques”. Ambos ejemplos léxicos constan en
un mismo párrafo de la Crónica (t.II, ed.Barcino, p.98)”.
Podríamos dedicar 100 folios
a los anacronismos de esta falsificación, pero no queda espacio. Falta conocer
también la turbia historia del manuscrito, con gato encerrado; y la personalidad
del misterioso falsificador coetáneo de Pompeu Fabra. Algo que sabrán en el
próximo articulo, si el Diario de Valencia tiene la paciencia de publicarlo.
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