Por Ricardo García Moya
Las Provincias 20 de Junio de 1999
Antes de la inmersión los
valencianos eran dueños de su idioma y, en cualquier escrito, hacían
referencias al mismo. Así en los folios que el doctor Cardona dedicó en 1677 al
venerable Sarrió, leemos: "Se apellidaba Sarrio, cuyas letras en
perfecto anagrama valenciano dicen rosari. Que en idioma
castellano es lo mismo que rosario" (Exeq. Val. 1677, p. 95). Los barrocos
buscaban enigmas en los nombres, de ahí que el ingenioso Cardona alterando las
letras de Sarrió compusiera rosari en valenciano.
Eran
tiempos en que la fecunda lengua engendraba neologismos independientes del castellano, gallego y catalán. Por ejemplo,
hacia el 1600 son admirados en Europa los virtuosos de la esgrima, capaces de
vencer a varios adversarios con la espada ligera. Estos caballeros se
denominaron en idioma valenciano espasacints, antes de imponerse espadachí.
Ahora, la inmersión ordena usar el catalán espadatxi, olvidando que
antes de aceptar este saldo barcelonés podríamos recobrar el arcaísmo autóctono
espasacint.
Los
caballeros eran armados con ceremonial artúrico, debiendo dominar la espada en
un plazo determinado por fueros: "Cavallers dins un any que seran
armats dehuen ser spasacints" (Ginart: Repertori, 1608). Los juristas
mantenían la s líquida procedente del spatha latino y del
italianismo spadaccino, pero los literatos dudaban entre añadir vocal
protética (espill, de speculum; espirit, de spiritus...),
o respetar la pureza etimológica; Roig escribía spill en 1460 y el buen
jurista Nofre Ginart prefería spasacint a espasacint.
Entre
los valencianos de espada al cinto destacaba por su afición literaria Marco
Antonio Orti. Nacido en Nules en 1593, fue nombrado caballero y
secretario de la Generalidad del Reino, validando con su firma las órdenes
dirigida a los caballeros espasacints que participaron en la Guerra deIs
Segadors contra las tropas catalanas. Desde su cargo de escribano del Brazo
Militar, o de los espasacints, modernizó léxico y ortografía en la prosa
burocrática de la Generalitat, siguiendo su ideario idiomático expuesto en
1639. El caballero de Nules se declaraba partidario de no admitir
arcaísmos como "llur, jatsia, cellehores"; voces del caduco
"lemosín", según Orti, que fueron rechazadas por la "llengua
valen-ciana (que) ab lo discurs del temps se ha anat polint y enriquint"
(Orti: S. Quarto, 1640).
Las
órdenes de la Generalitat eran supervisadas y firmadas por el caballero de Nules.
En la fechada el 13 de marzo de 1650 encontramos los verbos valencianos que la
actual inmersión catalana prohibe: "advertix, servixquen,
eximirse, acudixquen..." (A. H. Oriola, leg. 984, any 1650) y no eran
castellanismos.
El
escribano de la Generalidad no toleraría el actual engaño a los estudiantes
valencianos. Piensen, por ejemplo, que en el libro de texto "La flexió
verbal" (Valencia, 1997), de Enric Valor, nuestros hijos leen: "pateix
es preferible a patix, que no té‚ tradició literaria" (p. 8). ¿No
tiene tradición literaria? El autor de la prosa m s valenciana del XVII,
el capellán Joan Porcar, escribía el 9 de octubre de 1624: "La gran
necesitat que patix la Corona de Valencia" (f. 445). La máxima institución valenciana, la
Generalidad, en el impreso firmado por el caballero de Nules también
usaba la forma verbal despreciada por los catalanistas: "TrebalIs que
generalment patixen" (ib.).
La inmersión
catalana transgrede cualquier frontera ética que debilite la expansión cultural
y política hasta la Vereda del Reino en
Beniel. Así, la Gran Enciclopedia Catalana divulga que Marco Antonio Orti,
el caballero de Nules, era "un manifest entusiasta de la lengua
catalana". ¡Vaya fantasía! La Enciclopedia Catalana no puede aportar
ni una sola palabra de Orti en alabanza del catalán, ¡ni una!, ya que ensalzó
y usó la "llengua valenciana" y su léxico: giner (no gener),
amparant (no emparant), "depositar en la
taula" (no dipositar a la taula). Además, en la prosa del
caballero de Nulas encontramos las formas verbales del idioma valenciano
"oferix" y "oferixc", no el catalán "ofereix"
que Canal 9 divulga a todas horas.
Hoy, en
Nules o Mislata, la inmersión catalana es dueña de nuestros hijos y no les
concede ni tregua estival. Como todos los veranos, la Escola d'Estiu del
P.V. dispondrá de las instalaciones de
los colegios públicos de "Castelló de la Ribera" (para la
inmersión no hay ley toponímica ni democrática que valga), el Saler de
Valencia, Alacant, Xixona, etc. Todo está dispuesto para
formar jóvenes catalanistas que votarán al Bloc dentro de cuatro años.
Y ocurre algo curioso, pues en el folleto de la
Escola d'Estiu -aparte de las cuatro barras más o menos camufladas y la defensa
del catalán y la denominación PV- no se cita a ninguna autoridad educativa o
institución que les hubiera cedido los locales que pagamos con nuestros
impuestos. ¿Son realmente los inmersionistas amos de todo, aunque el partido
que ha ganado las elecciones tenga, creo, un ideario distinto? Tiempo al
tiempo.
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