Autor: Juan Ramón Rallo
Extraído de Internet
Los nacionalistas catalanes llevan años
reclamando la devolución de los papeles de Salamanca. Uno tiende a preguntarse
el porqué de tan abnegado interés. ¿Simple amor por el pasado o cierto miedo a
que ese pasado salga a relucir en el futuro? En realidad, si los papeles fueran
una simple reivindicación romanticona para exponer ante sus fieles como el
franquismo español sigue pisoteando los derechos legítimos del pueblo catalán,
al nacionalismo le interesaría mucho más que permanecieran en Salamanca.
Pero parece ser que el nacionalismo, habida
cuenta de su pacto con Zapatero, sí quiere obtener los documentos. Quizá, para
explicárnoslo, debamos volver a la advertencia de Antonio Ubieto hace 25 años
cuando señaló que el control de los archivos históricos por parte del
catalanismo tienen como objetivo, en última instancia, controlar la historia.
De hecho, mucho se ha hablado de que Salamanca
retiene "injustificadamente" legajos catalanes, menos (o nada) se
critica el hecho de que el Archivo de la Corona de Aragón, sito en Barcelona,
retenga legajos valencianos sin explicación alguna. Hay que recordar que tales
documentos fueron saqueados por las tropas napoleónicas del Archivo de Simancas
a principios del siglo XIX y que, tras su devolución en 1852, se conservaron en
Barcelona, aún perteneciendo a Valencia. El caso no pasaría de anecdótico si
los archiveros catalanes, testaferros del nacionalismo, no tuvieran una más que
acreditada tradición manipuladora.
El Archivo de la Corona de Aragón estuvo
controlado durante todo el siglo XIX por la familia Bofarull. Uno de sus más
insignes miembros, Próspero de Bofarull, publicó a mediados de siglo una serie de
documentos inéditos entre los que figuraban una nueva versión del Llibre dels
Repartiments.
Durante la reconquista del Reino de Valencia, Jaime I prometió una
porción de tierra y una casa a todo aquel que le ayudase en la guerra; en este
Llibre dels Repartiments figuran las promesas que efectuó Jaime I a los
distintos soldados. En teoría, este documento acreditaría la repoblación
catalana de Valencia (si bien este extremo ya fue refutado por el propio Ubieto
al demostrar que el Llibre dels Repartiments sólo contiene las promesas
efectuadas por el Rey, pero no el nombre de quienes realmente se quedaron en
Valencia)
El caso es que en la traducción
de Bofarull aparecen numerosos nombres tachados u omitidos con respecto al
original; casualmente, se trataba de nombres de aragoneses y de navarros. Esto
permitió hablar de una repoblación netamente catalana de Valencia.
Nadie duda de que, cuando los papeles de
Salamanca sean trasladados a Barcelona, éstos se encontrarán en perfecto
estado. ¿Podremos afirmar lo mismo dentro de 10 años?
No debemos olvidar que la historia oficial
nacionalista se basa en una mitificación en contra de las fuentes. Hace 150
años, cuando la historia que quería contar Bofarull no casaba con sus fuentes,
las destruyó. En este sentido, uno tiende a pensar que tan nefasta tradición no
ha desaparecido del ánimo de ciertos "constructores nacionales".
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