REVISTA DE HISTORIA MODERNA
Número 25 - 2007
LA GUERRA DE SUCESION EN VALENCIA (XXI)
RETROSPECTIVA HISTORIOGRAFICA Y ESTADO DE LA
CUESTION.
Páginas: 303 a 329
Autor: Carmen Pérez Aparicio.
Cumplidos los trescientos años desde que, en
1705, se iniciaran las sublevaciones en los Reinos de la Corona de Aragón a
favor del Archiduque Carlos y otros tantos desde que se abriera, en 1707, el
proceso que acabaría con el sistema político que había regulado las relaciones
entre el rey y la referida Corona, el conocimiento sobre este transcendental
periodo histórico ha experimentado en los últimos cuarenta años un avance
significativo.
Desde que en la década de 1690 se iniciara un
proceso de reflexión y de análisis -sin parangón hasta entonces- sobre la trayectoria histórica del Reino de
Valencia hasta la actualidad, el camino recorrido ha sido largo y fructífero y
las favorables expectativas sobre su continuidad permiten albergar la esperanza
de una andadura ininterrumpida, marcada por los sucesivos relevos
generacionales y por la necesidad de ofrecer renovadas respuestas a nuevos
interrogantes. En aquel momento, en el
que otras generaciones desvinculadas del régimen político y de la ideología reivindicaban más libertades,
el ámbito de la historia se había visto sacudido desde unos años antes por una
corriente renovadora que recogida desde Francia constituía un revulsivo para
las esclerotizadas instancias académicas y amenazaba con echar por el suelo
unos planteamientos historiográficos muy condicionado por un régimen político
que había manipulado groseramente la Historia de España y había impuesto una
visión unitaria y al mismo tiempo parcial, tan alejada del rigor histórico como
excluyente de las "otras" Historias de España. La "Introducción
a la Historia de España, de Antonio Ubieto, J. Reglá y J.M. Jover, gestada
durante la estancia de todos ellos en la Universidad de Valencia a la que se
incorporó después C. Seco, constituyó, desde su aparición en 1962, un auténtico
revulsivo y un hito en el panorama historiográfico.
En una etapa, pues, marcada por una mayor
apertura ideológica y sobre todo por un renovado deseo de cambio social, los
historiadores supieron recoger el reto lanzado por una sociedad que se mostraba
cada vez más interesada por conocer su pasado, comprender su presente y asumir
el reto de poder decidir su futuro. Artífices de este cambio transcendental en
el ámbito de la historiografía valenciana fueron un grupo de historiadores,
entre los que destaca Antonio Ubieto, procedentes de distintos territorios de
la Corona de Aragón que recalaron por entonces en la Universidad de Valencia.
De todos ellos, Antonio Ubieto continúa
siendo el principal referente para muchos de los historiadores valencianos
actuales y no sólo en el ámbito de la historia moderna.
Pues bien, el panorama historiográfico que
ofrecía entonces la Guerra de Sucesión era ciertamente pobre. De entrada, la
única obra específica sobre la rebelión de los valencianos, escrita en latín
con el título "De bello rustico valentino", era la que había salido de la pluma de un
testigo de los acontecimientos, el religioso trinitario P. José Manuel Minyana,
y había sido publicada en 1752.
Cualquier historiador o curioso e interesado
lector que entonces, como hoy, se
acerque a la traducción al español de la obra de Minyana, es muy probable que
experimente una primera sensación de desencanto. Todos los factores que
pudieran ayudarnos a comprender las causas del conflicto internacional, el
origen de la rebelión de los valencianos, los problemas surgidos durante el
reinado del primer Borbón y bajo el gobierno del archiduque, y el verdadero
alcance de la Nueva Planta quedan relegados a un segundo y a veces remoto o
inexistente plano en favor del protagonismo que acapara el conflicto militar,
lo que da pie a una mera narración de los hechos de armas llevados a cabo por
los ejércitos borbónicos y las tropas aliadas en el suelo valenciano durante el
periodo que transcurre entre el inicio de la rebelión, en agosto de 1705, y el
fin de las hostilidades, a principios de 1709, tras el triunfo borbónico.
Es más que probable que el hipotético lector
asumiera como propias las consideraciones que en su día le hizo llegar el deán Martí, bajo cuya
tutela se inició Minyana, en el estudio de las lenguas clásicas y de la crítica
literaria e histórica y con quien compartió las actividades literarias y
científicas desarrolladas entonces por un grupo de "novatores"
valencianos en la Academia del Marqués de Villatorcas. La obra aparece dividida
en tres libros, el primero de los cuales, abarca desde 1705 a los primeros
meses de 1706, estaba ya listo en julio de 1707, cuando el autor solicitó del deán sus
comentarios. El segundo, que acaba en la batalla de Almansa, fue remitido por
Minyana poco después. Ante la insistencia del discípulo, el maestro se vio
reforzado a redactar unas notas tanto sobre cuestiones literarias como
históricas, pero que en este último aspecto no resultaban muy favorables.
Opinaba en deán que la obra del trinitario era una mera narración de los
acontecimientos militares que se habían desarrollado en el Reino de Valencia
durante el periodo citado, mientras que el historiador, más que ofrecer una
sucesión de hechos, debía precisar el
contexto, analizar las causas y, en definitiva,
buscar las razones que explicaran
aquello que narraba. Que además los acontecimientos recogidos tuvieran
un carácter eminentemente bélico era motivo añadido de crítica y razón por la
que el deán proponía dejar a un lado estos aspectos para introducir
disgresiones sobre las cuestiones políticas. No eran éstas, sin embargo, las
únicas deficiencias de la obra, lastrada además por la falta de referentes
cronológicos en los hechos relacionados e incluso por algunas inexactitudes a
la hora de recoger acontecimientos no vividos por el autor. Martí añadía
también algunos reproches por algo que él consideraba impropio de un buen
patricio, como era el no haber incluido en su relato los nombres de todos
aquellos que se habían mantenido fieles al Borbón y lo habían sacrificado todo
para evitar las desventuras de su Patria porque, de esta manera, lo único que
se proyectaba a través de la obra era la imagen de que todos los valencianos
habían tomado parte en la violenta
sublevación protagonizada por los campesinos.
Lo que Martí parecer querer decir entre
líneas es que, al cargar tanto las tintas contra los partidarios del archiduque
y centrar su relato e las actuaciones de éstos, Minyana acentuaba el pecado de
la rebelión y daba pié -aunque inconscientemente- a la imposición de una dura y
duradera penitencia. No hay que olvidar que Martí redactaba sus
"monita" en unas circunstancias, en las que un sector importante de
la clase política valenciana seguidora de Felipe V, había manifestado su
profundo malestar por el decreto de abolición de los Fueros del Reino de
Valencia, al considerarlo un castigo desproporcionado e indiscriminado.
2 comentarios:
su blog es fantastico ,un referente en el valencianismo
Muchas gracias por su agradable comentario. Hago lo que puedo por el valencianismo, publicando todo aquel artículo que cae en mis manos relacionado con nuestra historia.
Russafi.
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