miércoles, 30 de enero de 2013

LA GUERRA DE SUCESION EN VALENCIA (XXI)




REVISTA DE HISTORIA MODERNA
Número 25 - 2007

LA GUERRA DE SUCESION EN VALENCIA (XXI)
RETROSPECTIVA HISTORIOGRAFICA Y ESTADO DE LA CUESTION.
Páginas: 303 a 329
Autor: Carmen Pérez Aparicio.

Cumplidos los trescientos años desde que, en 1705, se iniciaran las sublevaciones en los Reinos de la Corona de Aragón a favor del Archiduque Carlos y otros tantos desde que se abriera, en 1707, el proceso que acabaría con el sistema político que había regulado las relaciones entre el rey y la referida Corona, el conocimiento sobre este transcendental periodo histórico ha experimentado en los últimos cuarenta años un avance significativo.

Desde que en la década de 1690 se iniciara un proceso de reflexión y de análisis -sin parangón hasta entonces-  sobre la trayectoria histórica del Reino de Valencia hasta la actualidad, el camino recorrido ha sido largo y fructífero y las favorables expectativas sobre su continuidad permiten albergar la esperanza de una andadura ininterrumpida, marcada por los sucesivos relevos generacionales y por la necesidad de ofrecer renovadas respuestas a nuevos interrogantes.  En aquel momento, en el que otras generaciones desvinculadas del régimen político y  de la ideología reivindicaban más libertades, el ámbito de la historia se había visto sacudido desde unos años antes por una corriente renovadora que recogida desde Francia constituía un revulsivo para las esclerotizadas instancias académicas y amenazaba con echar por el suelo unos planteamientos historiográficos muy condicionado por un régimen político que había manipulado groseramente la Historia de España y había impuesto una visión unitaria y al mismo tiempo parcial, tan alejada del rigor histórico como excluyente de las "otras" Historias de España. La "Introducción a la Historia de España, de Antonio Ubieto, J. Reglá y J.M. Jover, gestada durante la estancia de todos ellos en la Universidad de Valencia a la que se incorporó después C. Seco, constituyó, desde su aparición en 1962, un auténtico revulsivo y un hito en el panorama historiográfico.

En una etapa, pues, marcada por una mayor apertura ideológica y sobre todo por un renovado deseo de cambio social, los historiadores supieron recoger el reto lanzado por una sociedad que se mostraba cada vez más interesada por conocer su pasado, comprender su presente y asumir el reto de poder decidir su futuro. Artífices de este cambio transcendental en el ámbito de la historiografía valenciana fueron un grupo de historiadores, entre los que destaca Antonio Ubieto, procedentes de distintos territorios de la Corona de Aragón que recalaron por entonces en la Universidad de Valencia.

De todos ellos, Antonio Ubieto continúa siendo el principal referente para muchos de los historiadores valencianos actuales y no sólo en el ámbito de la historia moderna.

Pues bien, el panorama historiográfico que ofrecía entonces la Guerra de Sucesión era ciertamente pobre. De entrada, la única obra específica sobre la rebelión de los valencianos, escrita en latín con el título "De bello rustico valentino",  era la que había salido de la pluma de un testigo de los acontecimientos, el religioso trinitario P. José Manuel Minyana, y había sido publicada en 1752.

Cualquier historiador o curioso e interesado lector que entonces, como hoy,  se acerque a la traducción al español de la obra de Minyana, es muy probable que experimente una primera sensación de desencanto. Todos los factores que pudieran ayudarnos a comprender las causas del conflicto internacional, el origen de la rebelión de los valencianos, los problemas surgidos durante el reinado del primer Borbón y bajo el gobierno del archiduque, y el verdadero alcance de la Nueva Planta quedan relegados a un segundo y a veces remoto o inexistente plano en favor del protagonismo que acapara el conflicto militar, lo que da pie a una mera narración de los hechos de armas llevados a cabo por los ejércitos borbónicos y las tropas aliadas en el suelo valenciano durante el periodo que transcurre entre el inicio de la rebelión, en agosto de 1705, y el fin de las hostilidades, a principios de 1709, tras el triunfo borbónico.

Es más que probable que el hipotético lector asumiera como propias las consideraciones que en su día  le hizo llegar el deán Martí, bajo cuya tutela se inició Minyana, en el estudio de las lenguas clásicas y de la crítica literaria e histórica y con quien compartió las actividades literarias y científicas desarrolladas entonces por un grupo de "novatores" valencianos en la Academia del Marqués de Villatorcas. La obra aparece dividida en tres libros, el primero de los cuales, abarca desde 1705 a los primeros meses de 1706, estaba ya listo en julio de 1707,  cuando el autor solicitó del deán sus comentarios. El segundo, que acaba en la batalla de Almansa, fue remitido por Minyana poco después. Ante la insistencia del discípulo, el maestro se vio reforzado a redactar unas notas tanto sobre cuestiones literarias como históricas, pero que en este último aspecto no resultaban muy favorables. Opinaba en deán que la obra del trinitario era una mera narración de los acontecimientos militares que se habían desarrollado en el Reino de Valencia durante el periodo citado, mientras que el historiador, más que ofrecer una sucesión de hechos,  debía precisar el contexto, analizar las causas y, en definitiva,  buscar las razones que explicaran  aquello que narraba. Que además los acontecimientos recogidos tuvieran un carácter eminentemente bélico era motivo añadido de crítica y razón por la que el deán proponía dejar a un lado estos aspectos para introducir disgresiones sobre las cuestiones políticas. No eran éstas, sin embargo, las únicas deficiencias de la obra, lastrada además por la falta de referentes cronológicos en los hechos relacionados e incluso por algunas inexactitudes a la hora de recoger acontecimientos no vividos por el autor. Martí añadía también algunos reproches por algo que él consideraba impropio de un buen patricio, como era el no haber incluido en su relato los nombres de todos aquellos que se habían mantenido fieles al Borbón y lo habían sacrificado todo para evitar las desventuras de su Patria porque, de esta manera, lo único que se proyectaba a través de la obra era la imagen de que todos los valencianos habían tomado parte en la  violenta sublevación protagonizada por los campesinos.

Lo que Martí parecer querer decir entre líneas es que, al cargar tanto las tintas contra los partidarios del archiduque y centrar su relato e las actuaciones de éstos, Minyana acentuaba el pecado de la rebelión y daba pié -aunque inconscientemente- a la imposición de una dura y duradera penitencia. No hay que olvidar que Martí redactaba sus "monita" en unas circunstancias, en las que un sector importante de la clase política valenciana seguidora de Felipe V, había manifestado su profundo malestar por el decreto de abolición de los Fueros del Reino de Valencia, al considerarlo un castigo desproporcionado e indiscriminado.

2 comentarios:

el blog de Massamagrell dijo...

su blog es fantastico ,un referente en el valencianismo

russafi dijo...

Muchas gracias por su agradable comentario. Hago lo que puedo por el valencianismo, publicando todo aquel artículo que cae en mis manos relacionado con nuestra historia.
Russafi.